En 'Yo confieso' todo es fantástico, desde la poderosa fotografía, al gran guión, a la ambientación, una dirección con un dominio total de todos y cada uno de los aspectos de la película, y por una introducción fantástica de simbolismos que hasta ese momento sólo se vió en 'La sombra de una duda' y que dejaba atrás todas esas burdas cruces superpuestas que predominaban en su obra pasada.

El papel protagonista del sacerdote es interesantísimo, un personaje muy trabajado, con muchos matices que se aleja de los típicos personajes de curas, pero sobre todo es tan bueno por la impresionante interpretación de Clift, que aquí está espectacular.
Es muy interesamte cómo se atormenta de principio a fín al protagonista y cómo todo su entorno está en su contra, es facinante ver que todo avanza hacia su perdición mientras él no puede contar la verdad, que es inocente.

Última película de Kenji Mizoguchi, muy melancólica, sobre todo en su final, quizás porque ya veía cerca el momento de su muerte por leucemia ese mismo año.

En 'La calle de la vergüenza' se nos habla de un momento clave tras la posguerra en el que el debate sobre la prohibición de la prostitución era un tema candente.
La verdad es que las películas de Mizoguchi son quizás y especialmente ésta, de las obras de cualquier arte que mejor explican lo que significa realmente la prostitución, en el caso de sus películas se trata de prostitución “voluntaria”, es decir de mujeres que no son obligadas a ejercer ese trabajo, aunque algunas de ellas, cómo aquí se ve, no tienen porqué estar contentas con su ocupación.

'La calle de la vergüenza' es una película de personajes, las mujeres que aquí aparecen lo son todo, y son tratadas con gran amor y respeto, Mizoguchi fue un director con una ideología feminista bien entendida, que trataba por igual a hombres y mujeres y que sabía que muchas de ellas no podían conseguir lo mismo que los hombres

Una hermosa película, que hace reflexionar, que entristece por su nostalgia; con unas interpretaciones fantásticas, especialmente de Ayako Wakao, interpretando a una mujer que sabiendo que es la más bella y deseada del local intenta sacar todo el dinero posible a sus clientes (diez años más tarde en 'Tatuaje', interpretó a una mujer que lleva esta idea al extremo) y de Machiko Kyô, un personaje que oculta su debilidad siendo graciosa, extrovertida y alegre en todo momento.

“Dead or alive” es la confirmación de Miike como artista, la demostración de que no sólo podía crear secuencias perfectas sino también una película perfecta formada por secuencias perfectas que son una demostración de lo hermoso y vibrante que puede llegar a ser el cine.

Cada vez que veo esta película la descubro más a fondo, descubro toda su riqueza y me emociono viendo la ambientación absolutamente maravillosa que tiene, su dirección única, su grandiosa fotografía, uno de los mejores guiones de su carrera, su genial banda sonora y sus enormes interpretaciones, con actores como Susumu Terajima que demuestra en cada película porqué es mi actor favorito de todos los tiempos, con Sho Aikawa, un Riki Takeuchi espectacular o las magníficas interpretaciones de Renji Ishibashi y Kyôsuke Yabe.

En ocasiones me pregunto la razón por la que amo el cine y porqué veo tantas películas, pienso que películas como ésta son la respuesta; “Dead or alive” me emociona, ciertas partes como la del minuto 10 al 15 me recuerdan poderosamente los mejores momentos de mi vida, y poder revivir esas sensaciones sólo es posible gracias al cine, y por eso es algo maravilloso y doy gracias de corazón a personas como Takashi Miike por hacerlo posible.

Curiosa película de Kitano que rompe a lo bestia con todo lo que había dirigido hasta el momento (en realidad se debe a que “Zatoichi” es un encargo).

Kitano sale del paso con una película con mucho ritmo, una genial dirección y fotografía y muy buenas interpretaciones.

El problema es que se quitó de en medio a su hasta entonces compositor Joe Hisaishi, cosa que podría ser comprensible si prescindiera de él para “Zatoichi” en concreto ya que la banda sonora de Keiichi Suzuki está muy bien; lo malo es que Joe Hisaishi nunca más volvió a colaborar con Kitano. Si sólo fuera por Hisaishi la carrera de Kitano podría seguir igual, pero con cada película fue eliminando a todos aquellos que le hicieron grande, tantos que ahora ya casi no queda nadie. Está claro que cuando uno es un genio lo es por él mismo, pero una parte importante son aquellos que te hacen brillar por estar a tu lado, y Kitano ahora está practicamente solo con su talento.

Gran película, muy fresca y poderosa; aire nuevo para un género que podía estar siendo excesivamente homogéneo.

Tras “Takeshis’” y “Glory to the filmmaker” podría decirse que con “Aquiles y la tortuga” Kitano cierra la trilogía sobre su labor como artista. Para muchos esta película se aleja de las dos anteriores, a mí también me dió esa impresión tras verla por primera vez, pero ahora me parece que sólo se aleja de ellas formalmente, en cuanto a contenido son tres películas muy cercanas.

“Aquiles y la tortuga” se divide en tres partes bastante diferenciadas, la infancia de Machisu, su juventud y su madurez. A medida que la película avanza los colores van haciéndose cada vez más intensos; en su infancia la imagen es muy gris y lavada, en su juventud aparecen algunos destellos de color y en su madurez la paleta está formada practicamente por colores primarios muy saturados. Esto es también la evolución del artista, con el paso del tiempo los colores y la pintura acaban comiéndoselo todo, lo cual es muy interesante.

La idea de la evolución en la tonalidad de la película me parece muy buena, pero más como concepto que en la práctica, ya que ese desarrollo en sus primeras etapas hace que la película recuerde por momentos a un telefilm sobre un joven artista; una narrativa muy pobre y algo burda, una fotografía excesivamente fría y unas interpretaciones huecas. Es a partir del ingreso de Machisu en la escuela de bellas artes que la película se aleja de las formulas vistas una y mil veces y nos presenta por fin a Kitano y sus inquietudes e ideas sobre su propio trabajo cómo artista, sobre el público, sobre las necesidades vitales del que crea y lo que le exigen sus consumidores.

Una película muy interesante más por sus ideas y por sus intenciones que por lo que finalmente se ve sobre la pantalla; una pena.