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8
13 de junio de 2021
13 de junio de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vengo de una sesión con el Dr. Paul Weston. Llevamos unas cuantas ya como ésta, antes en Maryland y ahora en Brooklyn.
El Dr. Weston tiene una mirada serena e impenetrable y en cada sesión con él me invita a hacerme cuestiones incómodas sobre los mantras que diariamente me repito para no perder el frágil equilibrio que me salva cada día de no caer en el sinsentido.
A veces me irrita su pulcra profesionalidad y el distanciamiento que estratégicamente sabe mantener para implicarse lo justo. Sin embargo y, a pesar de todo, sabe cómo brindarme su apoyo y sentir que le preocupan mis problemas, más allá de elaborar un simple diagnóstico.
En estos meses he entendido mejor mis deseos constantes de agradar, la necesidad de reconocimiento de mis méritos, cómo me han podido influir las carencias de afecto o atención de mis progenitores, por qué algunas parejas nos llevan a círculos viciosos, de qué manera a veces sacamos los recuerdos, los cambiamos y volvemos a guardar unos totalmente diferentes casi sin darnos cuenta... He aprendido mucho de mí con el Dr. Weston.
Y algunos se preguntarán si merece la pena revolver en el pasado e indagar en el origen de nuestras frustraciones o, por el contrario, es mejor seguir adelante con todos los traumas metidos en una maletita bien cerrada. Yo sólo les puedo decir que esperen al final y saquen sus propias conclusiones...
El Dr. Weston tiene una mirada serena e impenetrable y en cada sesión con él me invita a hacerme cuestiones incómodas sobre los mantras que diariamente me repito para no perder el frágil equilibrio que me salva cada día de no caer en el sinsentido.
A veces me irrita su pulcra profesionalidad y el distanciamiento que estratégicamente sabe mantener para implicarse lo justo. Sin embargo y, a pesar de todo, sabe cómo brindarme su apoyo y sentir que le preocupan mis problemas, más allá de elaborar un simple diagnóstico.
En estos meses he entendido mejor mis deseos constantes de agradar, la necesidad de reconocimiento de mis méritos, cómo me han podido influir las carencias de afecto o atención de mis progenitores, por qué algunas parejas nos llevan a círculos viciosos, de qué manera a veces sacamos los recuerdos, los cambiamos y volvemos a guardar unos totalmente diferentes casi sin darnos cuenta... He aprendido mucho de mí con el Dr. Weston.
Y algunos se preguntarán si merece la pena revolver en el pasado e indagar en el origen de nuestras frustraciones o, por el contrario, es mejor seguir adelante con todos los traumas metidos en una maletita bien cerrada. Yo sólo les puedo decir que esperen al final y saquen sus propias conclusiones...

5,7
30.366
7
20 de septiembre de 2010
20 de septiembre de 2010
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya gozada de película. Si tuviera que firmar por ver una así al menos una vez al mes, lo haría. ¿Que dura dos horas y media? Si no fuese porque el reloj no tiene la capacidad de parar el tiempo por sí mismo, quién podría afirmarlo.
Empecemos por los defectos (esto es como con la comida: uno siempre ingiere antes lo que menos le gusta para saborear el triple lo bueno):
- Antes de pisar la casa nueva, el niño ya ha hecho amigos y ha flirteado con una chati (será el efecto L'Oreal).
- La entrada al gimnasio de Kung fu y todo lo acontecido allí dentro me parece absolutamente innecesario (salvo que lo utilicen como excusa para apuntar a Parker al torneo)
- La evolución del pequeño saltamontes se hace notar poco realista.
- Las peleas son más propias de unos ninjas que de unos niños aficionados al Kung-fu.
- El combate final es para echarse las manos a la cabeza (esa patada a lo Matrix después de la emboscada de Cheng).
Pero, al fin y al cabo, todo lo anterior son minucias que no hay que tener en cuenta para valorar la calidad de la cinta, ya que, por poco realista que sea, está fantásticamente realizada y conserva la esencia de las antecesoras: el Kung-fu como el arte que utiliza la concentración y el dominio como armas de defensa personal y para el desarrollo de la fuerza interior; y que antepone la paz y los valores ante la violencia. Al igual que en las otras, el discípulo, que es mucho más divertido y conmovedor de lo que cabría esperar, aprende las artes marciales con esfuerzo e implicación, convirtiéndolas en una herramienta que le ayuda a librarse de todos los miedos que le acechan y que a la vez le enriquece espiritualmente. Además, es para el espectador toda una exquisitez contemplar lugares tan emblemáticos en China como la Ciudad Prohibida, la Gran Muralla China o la Montaña Wudang, donde Dre aprenderá en qué consiste la meditación y a canalizar su fuerza.
El film no defraudará a los fanáticos de la saga. Jaden Smith es una gran promesa para el cine, y dota a The Karate Kid de la personalidad sin la cual podría haberse convertido en una película floja y sin gancho; cada lágrima que derrama se te clava en el alma. Recomendable.
Empecemos por los defectos (esto es como con la comida: uno siempre ingiere antes lo que menos le gusta para saborear el triple lo bueno):
- Antes de pisar la casa nueva, el niño ya ha hecho amigos y ha flirteado con una chati (será el efecto L'Oreal).
- La entrada al gimnasio de Kung fu y todo lo acontecido allí dentro me parece absolutamente innecesario (salvo que lo utilicen como excusa para apuntar a Parker al torneo)
- La evolución del pequeño saltamontes se hace notar poco realista.
- Las peleas son más propias de unos ninjas que de unos niños aficionados al Kung-fu.
- El combate final es para echarse las manos a la cabeza (esa patada a lo Matrix después de la emboscada de Cheng).
Pero, al fin y al cabo, todo lo anterior son minucias que no hay que tener en cuenta para valorar la calidad de la cinta, ya que, por poco realista que sea, está fantásticamente realizada y conserva la esencia de las antecesoras: el Kung-fu como el arte que utiliza la concentración y el dominio como armas de defensa personal y para el desarrollo de la fuerza interior; y que antepone la paz y los valores ante la violencia. Al igual que en las otras, el discípulo, que es mucho más divertido y conmovedor de lo que cabría esperar, aprende las artes marciales con esfuerzo e implicación, convirtiéndolas en una herramienta que le ayuda a librarse de todos los miedos que le acechan y que a la vez le enriquece espiritualmente. Además, es para el espectador toda una exquisitez contemplar lugares tan emblemáticos en China como la Ciudad Prohibida, la Gran Muralla China o la Montaña Wudang, donde Dre aprenderá en qué consiste la meditación y a canalizar su fuerza.
El film no defraudará a los fanáticos de la saga. Jaden Smith es una gran promesa para el cine, y dota a The Karate Kid de la personalidad sin la cual podría haberse convertido en una película floja y sin gancho; cada lágrima que derrama se te clava en el alma. Recomendable.

6,2
98.187
6
31 de julio de 2007
31 de julio de 2007
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edulcorada, divertida a ratos y melosa otros tantos se nos muestra la tan esperada película de Los Simpson. No está nada mal, y digo esto porque cuando entré en el cine esperaba que me decepcionara, como pasa con estos grandes momentos de la Historia.
Los Simpson entraron pisando fuerte y rompiendo todos los esquemas, y no creo que sea la única persona que opine que esta película podría haber sido mucho más fresca y divertida si se hubiera hecho cuando tenía que hacerse. No es de extrañar que muchos que sólo ven la serie de vez en cuando salgan con una sonrisa de oreja a oreja de la sala, porque ellos sólo van a pasar un buen rato al cine y a reírse con lo que les pongan; ya saben, estamos hablando de Los Simpson. Pero para los realmente fanáticos de esta serie, y por encima de todo de Homer, no nos ha resultado suficiente.
Para empezar, los personajes no eran ellos mismos: un Bart irreconocible (de cuyas travesuras nos han privado), una Lisa más repipi incluso que en la serie y lo que más me ha dolido: un Homer menos tonto que Homer. Todo ello se echa en falta, y sin embargo abundan escenas que nos recuerdan a varios episodios de la serie: la de la rampa en el acantilado y la de algunos cacharritos tapando las partes nobles de algún personaje (que tengo que reconocer que me sigue haciendo reír a carcajadas), entre muchas otras que todos los fans seguron que han advertido.
Por otra parte, no creo que fuese necesario crear una gran catástrofe para que todo el pueblo de Springfield odiase a Homer. Ya lo odian, y lo quieren también; en la misma proporción. Además, Matt Groening prometió una sorpresa por parte de Maggie al finalizar los créditos, que sólo nos quedamos a ver cuatro personas en el cine y que, entre ustedes y yo, prometía más de lo que fue.
He de reconocer que me reí bastante con algunas cosillas, sin mencionar que ha sido un placer reencontrarme con mi familia preferida, pero me quedo como con una espinita. En fin, tampoco se puede pedir que nos devuelvan al Homer de siempre, con esa voz de idiota y sus increíbles silencios de desconcierto.
¡A por palomitas! (o rosquillas)
Los Simpson entraron pisando fuerte y rompiendo todos los esquemas, y no creo que sea la única persona que opine que esta película podría haber sido mucho más fresca y divertida si se hubiera hecho cuando tenía que hacerse. No es de extrañar que muchos que sólo ven la serie de vez en cuando salgan con una sonrisa de oreja a oreja de la sala, porque ellos sólo van a pasar un buen rato al cine y a reírse con lo que les pongan; ya saben, estamos hablando de Los Simpson. Pero para los realmente fanáticos de esta serie, y por encima de todo de Homer, no nos ha resultado suficiente.
Para empezar, los personajes no eran ellos mismos: un Bart irreconocible (de cuyas travesuras nos han privado), una Lisa más repipi incluso que en la serie y lo que más me ha dolido: un Homer menos tonto que Homer. Todo ello se echa en falta, y sin embargo abundan escenas que nos recuerdan a varios episodios de la serie: la de la rampa en el acantilado y la de algunos cacharritos tapando las partes nobles de algún personaje (que tengo que reconocer que me sigue haciendo reír a carcajadas), entre muchas otras que todos los fans seguron que han advertido.
Por otra parte, no creo que fuese necesario crear una gran catástrofe para que todo el pueblo de Springfield odiase a Homer. Ya lo odian, y lo quieren también; en la misma proporción. Además, Matt Groening prometió una sorpresa por parte de Maggie al finalizar los créditos, que sólo nos quedamos a ver cuatro personas en el cine y que, entre ustedes y yo, prometía más de lo que fue.
He de reconocer que me reí bastante con algunas cosillas, sin mencionar que ha sido un placer reencontrarme con mi familia preferida, pero me quedo como con una espinita. En fin, tampoco se puede pedir que nos devuelvan al Homer de siempre, con esa voz de idiota y sus increíbles silencios de desconcierto.
¡A por palomitas! (o rosquillas)

4,8
4.000
5
31 de agosto de 2008
31 de agosto de 2008
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos atenemos a la pericia que la veteranía en este terreno nos otorga, Open Water 2 debería haber sido la primera parte y no la segunda, pues bien acostumbrados nos tienen a que las secuelas suelan ser el serrín sobrante del primer intento. Esta vez no ocurre así, ya que a pesar de que al infausto de Chris Kentis le viniera grande un proyecto tan sencillo, Hans Horn se ha acercado ligeramente al centro de la diana, la que aquel se pasó por el forro.
Con esta introducción no vengo a sugerir que la cinta sea brillante ni por asomo, pero sí que progresa más que la antecesora por valerse de otras técnicas y medios. Tales procedimientos, como, por ejemplo, los trastornos y obsesiones de los personajes, el destino de cada uno de ellos, la exclusión de los tiburones, etc., hacen un poco más auténtica la historia, por decirlo de alguna manera. Donde la anterior seguía un ritmo totalmente lineal, esta es capaz de crear algo de tensión, lo que por mi parte la hace al menos un poco digna dentro de todos los tópicos que integra y lo pueril que se muestra el guión.
Si de elegir entre ambas se tratara, por supuesto me quedaría con esta. En cambio, si tuviese que recomendarles cuál de las dos ver, pues, oiga, ninguna de las dos; francamente, no valen un duro, y aunque sea para pasar el rato yo escogería cualquier otra. Se preguntarán entonces que por qué la vi, que por qué yo sí opté por ella... pues miren, sentía curiosidad por saber si podía alcanzar el nivel de cochambre de la primera, pero mis pronósticos se satisficieron: no se puede hacer otra igual de mala.
Con esta introducción no vengo a sugerir que la cinta sea brillante ni por asomo, pero sí que progresa más que la antecesora por valerse de otras técnicas y medios. Tales procedimientos, como, por ejemplo, los trastornos y obsesiones de los personajes, el destino de cada uno de ellos, la exclusión de los tiburones, etc., hacen un poco más auténtica la historia, por decirlo de alguna manera. Donde la anterior seguía un ritmo totalmente lineal, esta es capaz de crear algo de tensión, lo que por mi parte la hace al menos un poco digna dentro de todos los tópicos que integra y lo pueril que se muestra el guión.
Si de elegir entre ambas se tratara, por supuesto me quedaría con esta. En cambio, si tuviese que recomendarles cuál de las dos ver, pues, oiga, ninguna de las dos; francamente, no valen un duro, y aunque sea para pasar el rato yo escogería cualquier otra. Se preguntarán entonces que por qué la vi, que por qué yo sí opté por ella... pues miren, sentía curiosidad por saber si podía alcanzar el nivel de cochambre de la primera, pero mis pronósticos se satisficieron: no se puede hacer otra igual de mala.

7,4
99.136
7
19 de diciembre de 2007
19 de diciembre de 2007
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Presentación
Dos magos se dejan en la piel para sacar el truco más brillante y demostrar el uno al otro que han ganado.
Actuación
Más que sublime, sorprendente.
Prestigio
Película demasiado infravalorada.
El británico Christopher Nolan vuelve a hacernos pensar y a proponernos reconstruir un puzzle, y una vez más consigue que disfrute, me mantiene en tensión. El mérito de este director en esta película es, sin embargo, mostrarnos casi lo único que no se podía esperar en una película sobre la magia: lo misterioso de la realidad, la realidad de alguien que fabrica magia; sin embargo, no solamente hacen su aparición diversos trucos de magia, sino que también ha lugar para la obsesión y la pasión, y el torbellino de oscuras sombras que éstas desencadenan, como la traición, la venganza e, incluso, la muerte.
Dejando de lado las magníficas interpretaciones de Hugh Jackman y Christian Bale, El truco final es un motivo para recordar qué mantiene viva nuestras grises vidas, porque por un momento nos devuelve la ilusión, aunque también nos la quita; no ha sido agradable descubrir qué se esconde tras el pañuelo de un mago, bajo sus faldas o bajo su ropa, aunque sí curioso por otra parte.
Poco más puedo decir, salvo que la vean, ya que fui la primera en mostrar prejuicios y me los he tenido que comer con patatas, porque es bastante buena tanto técnica como argumentalmente.
Un 7. Sin rencores.
Dos magos se dejan en la piel para sacar el truco más brillante y demostrar el uno al otro que han ganado.
Actuación
Más que sublime, sorprendente.
Prestigio
Película demasiado infravalorada.
El británico Christopher Nolan vuelve a hacernos pensar y a proponernos reconstruir un puzzle, y una vez más consigue que disfrute, me mantiene en tensión. El mérito de este director en esta película es, sin embargo, mostrarnos casi lo único que no se podía esperar en una película sobre la magia: lo misterioso de la realidad, la realidad de alguien que fabrica magia; sin embargo, no solamente hacen su aparición diversos trucos de magia, sino que también ha lugar para la obsesión y la pasión, y el torbellino de oscuras sombras que éstas desencadenan, como la traición, la venganza e, incluso, la muerte.
Dejando de lado las magníficas interpretaciones de Hugh Jackman y Christian Bale, El truco final es un motivo para recordar qué mantiene viva nuestras grises vidas, porque por un momento nos devuelve la ilusión, aunque también nos la quita; no ha sido agradable descubrir qué se esconde tras el pañuelo de un mago, bajo sus faldas o bajo su ropa, aunque sí curioso por otra parte.
Poco más puedo decir, salvo que la vean, ya que fui la primera en mostrar prejuicios y me los he tenido que comer con patatas, porque es bastante buena tanto técnica como argumentalmente.
Un 7. Sin rencores.
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