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8,0
22.104
10
11 de junio de 2006
11 de junio de 2006
17 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guido Anselmi, un conocido director de cine, se ve aquejado por una nula capacidad para concebir un argumento para su próxima cinta, la que se estrenara pronto bajo el acoso de su guionista, productor, su amante, su mujer, sus amigos, en fin...
Toda una osada y épica propuesta Avant-Garde, un derroche de la imaginería característica de un Fellini en su mejor momento, una serie constante de sucesos estrambóticos y fantasiosos escudriñados en la mente de Guido Anselmi, sumido en un profundo limbo artístico.
Un insuperable Marcello Mastroianni, el eterno alter ego de Fellini, en una acongojada y sutil encarnación basada en ilusiones, delirios y miedos hacia el monstruo que se avecina, una vida que le serviría con incontables frutos como base de sus labores creativas.
Fenomenal fotografía de Gianni di Venanzio, con un exquisito blanco y negro que resalta aun mas el onirismo de la historia, repleta también de una encantadora partitura de Nino Rota, haciendo uso a su vez de conocidos pasajes clásicos como la mítica Die Walküre de Richard Wagner.
Como mención especial se encuentran las memorables apariciones casi celestiales de la hermosa Claudia Cardinale, una eterna diva del cine italiano, irradiando la gran pantalla con su despampanante y bellísima presencia.
Sin duda alguna, la mejor película sobre un director de cine, un reiterado repaso psicoanalítico por la nostálgica y embelesada mente de Anselmi y su agitada vida, digna de llevarse al cine.
Una maravilla del séptimo arte, antológica.
Orgullo Italiano!
Pierluigi Puccini
Toda una osada y épica propuesta Avant-Garde, un derroche de la imaginería característica de un Fellini en su mejor momento, una serie constante de sucesos estrambóticos y fantasiosos escudriñados en la mente de Guido Anselmi, sumido en un profundo limbo artístico.
Un insuperable Marcello Mastroianni, el eterno alter ego de Fellini, en una acongojada y sutil encarnación basada en ilusiones, delirios y miedos hacia el monstruo que se avecina, una vida que le serviría con incontables frutos como base de sus labores creativas.
Fenomenal fotografía de Gianni di Venanzio, con un exquisito blanco y negro que resalta aun mas el onirismo de la historia, repleta también de una encantadora partitura de Nino Rota, haciendo uso a su vez de conocidos pasajes clásicos como la mítica Die Walküre de Richard Wagner.
Como mención especial se encuentran las memorables apariciones casi celestiales de la hermosa Claudia Cardinale, una eterna diva del cine italiano, irradiando la gran pantalla con su despampanante y bellísima presencia.
Sin duda alguna, la mejor película sobre un director de cine, un reiterado repaso psicoanalítico por la nostálgica y embelesada mente de Anselmi y su agitada vida, digna de llevarse al cine.
Una maravilla del séptimo arte, antológica.
Orgullo Italiano!
Pierluigi Puccini

7,9
47.896
10
3 de marzo de 2006
3 de marzo de 2006
11 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine negro, vertiente de la novela policíaca y de gángsters ha dado grandes obras maestras al séptimo arte, obras que a mi parecer se encuentran en lugares inalcanzables incluso para un buen libro, obras que al llegar a cierta persona que comparta gustos por tales temáticas, se quedaran en su mente para siempre, y dejaran una huella imborrable también en su corazón, obras como esta, Chinatown.
Si hay un film que reúna las temáticas que mas me interesan ese es Chinatown. una esplendida película facturada por la pareja Roman Polanski/Robert Evans (luego de trabajar en la también excelente "Rosemary's baby") y con un sólido guión de Robert Towne, este clásico film-noir me engancho desde el primer encuadre, tanto por su argumento como por su inmejorable aspecto, Polanski es sin duda alguna un director elocuente, alguien capaz de llevar la batuta con gran maestría, sus usuales planos subjetivos se dan cita en este trabajo, así como su gran habilidad para crear los momentos mas perturbadores jamás imaginados, y propios del cine negro, como el del final de la cinta, cargado de pesimismo extremo e impotencia ante la podredumbre de la sociedad, a pesar de que su productor (Evans) quería un happy ending.
Como todo gran héroe (o victima) del cine negro, Jack Nicholson personifica de manera magistral a ese detective cínico e irreverente que vera su vida tornarse un infierno a lo largo del metraje, al igual que una vulnerable Faye Dunaway y el magnifico John Huston en un memorable papel, descansando de la dirección, y que ha dado al genero varias obras maestras como "El halcón Maltes" o "La jungla de asfalto", esta ves interpretando con gran acierto a un villano odioso a los ojos de cualquier persona sensata.
Después de su tragedia personal (la muerte de su esposa Sharon Tate a manos de la familia criminal de Charles Manson) Roman Polanski regresó a América para lograr esta obra de notable pulidez, en especial para otorgar a una trama al parecer sin mucho peso (los problemas del acueducto angelino y de su chairman) a la que este director y su guionista supieron darle una profunda gradación psicológica y romántica a veces mal aprovechada en otras cintas del genero, pero que sin duda alguna alimentan esta obra y la llevan al lugar en que se encuentra.
Este hito del cine, no es recomendable únicamente por sus grandes actuaciones, su impecable diseño de producción (del asiduo colaborador de Polanski, Richard Sylbert) la nostálgica banda sonora del siempre excelente Jerry Goldsmith, y la ya mítica dirección del infravalorado (debido a sus escándalos privados) director franco-polaco. Esta película es especial, como todo buen film noir dejare un mal sabor de boca, es una de las cintas mas emotivas y crudas que he tenido la oportunidad de observar, y no me cansare jamás de elogiar al igual que de disfrutar cada minuto de esta obra que a mi parecer esta y siempre estará en la cúspide del séptimo arte.
Si hay un film que reúna las temáticas que mas me interesan ese es Chinatown. una esplendida película facturada por la pareja Roman Polanski/Robert Evans (luego de trabajar en la también excelente "Rosemary's baby") y con un sólido guión de Robert Towne, este clásico film-noir me engancho desde el primer encuadre, tanto por su argumento como por su inmejorable aspecto, Polanski es sin duda alguna un director elocuente, alguien capaz de llevar la batuta con gran maestría, sus usuales planos subjetivos se dan cita en este trabajo, así como su gran habilidad para crear los momentos mas perturbadores jamás imaginados, y propios del cine negro, como el del final de la cinta, cargado de pesimismo extremo e impotencia ante la podredumbre de la sociedad, a pesar de que su productor (Evans) quería un happy ending.
Como todo gran héroe (o victima) del cine negro, Jack Nicholson personifica de manera magistral a ese detective cínico e irreverente que vera su vida tornarse un infierno a lo largo del metraje, al igual que una vulnerable Faye Dunaway y el magnifico John Huston en un memorable papel, descansando de la dirección, y que ha dado al genero varias obras maestras como "El halcón Maltes" o "La jungla de asfalto", esta ves interpretando con gran acierto a un villano odioso a los ojos de cualquier persona sensata.
Después de su tragedia personal (la muerte de su esposa Sharon Tate a manos de la familia criminal de Charles Manson) Roman Polanski regresó a América para lograr esta obra de notable pulidez, en especial para otorgar a una trama al parecer sin mucho peso (los problemas del acueducto angelino y de su chairman) a la que este director y su guionista supieron darle una profunda gradación psicológica y romántica a veces mal aprovechada en otras cintas del genero, pero que sin duda alguna alimentan esta obra y la llevan al lugar en que se encuentra.
Este hito del cine, no es recomendable únicamente por sus grandes actuaciones, su impecable diseño de producción (del asiduo colaborador de Polanski, Richard Sylbert) la nostálgica banda sonora del siempre excelente Jerry Goldsmith, y la ya mítica dirección del infravalorado (debido a sus escándalos privados) director franco-polaco. Esta película es especial, como todo buen film noir dejare un mal sabor de boca, es una de las cintas mas emotivas y crudas que he tenido la oportunidad de observar, y no me cansare jamás de elogiar al igual que de disfrutar cada minuto de esta obra que a mi parecer esta y siempre estará en la cúspide del séptimo arte.

7,2
1.762
8
5 de noviembre de 2010
5 de noviembre de 2010
10 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando escribía un primer borrador de esta pequeña apreciación, cosa que no suelo hacer en medio de una clase a menos que sea tremenda e insoportablemente aburrida, me hallaba en un lugar propicio para hablar del filme por el que me desvele la noche anterior. Estaba encerrado en las cuadro paredes de un aula universitaria oyendo (no escuchando) al profesor de turno hablar sobre la hacienda pública y el derecho tributario, cosa que en mi no suscita un mínimo interés. Y observando en derredor las caras largas, los ojos entrecerrados, pies balanceándose, en fin, una veintena de seres actuando por inercia, aguantando sin desfallecer hasta que el reloj del profesor (que usualmente está más atrasado que el de sus discípulos) marcase ya la hora propicia para ir a almorzar.
Para no irme por la tangente, así también comenzaba “Wake in fright” (retitulada “despertar en el infierno”) una película que ostenta justificadamente su status “de culto” y que hasta hace poco era algo así como el santo grial de la industria fílmica australiana, perdidos sus rollos originales sabrá Dios (o el diablo) donde, y como ya apunté, recientemente rescatado y restaurado en una calidad más que aceptable. También ha sido objeto de comparaciones (para nada odiosas) con la controvertida obra maestra de Sam Peckinpah “Straw Dogs” (Perros de Paja. 1971). Además de ser notables; en ambas se discuten los ritos masculinos, pruebas mortales en las que se verá al final de que esta hecho cada uno, si es capaz de defender su integridad física y mental abandonando el raciocinio y el dialogo, en consecuencia usando la fuerza como el único recurso valido en tierra de nadie.
Para no irme por la tangente, así también comenzaba “Wake in fright” (retitulada “despertar en el infierno”) una película que ostenta justificadamente su status “de culto” y que hasta hace poco era algo así como el santo grial de la industria fílmica australiana, perdidos sus rollos originales sabrá Dios (o el diablo) donde, y como ya apunté, recientemente rescatado y restaurado en una calidad más que aceptable. También ha sido objeto de comparaciones (para nada odiosas) con la controvertida obra maestra de Sam Peckinpah “Straw Dogs” (Perros de Paja. 1971). Además de ser notables; en ambas se discuten los ritos masculinos, pruebas mortales en las que se verá al final de que esta hecho cada uno, si es capaz de defender su integridad física y mental abandonando el raciocinio y el dialogo, en consecuencia usando la fuerza como el único recurso valido en tierra de nadie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En una lectura lineal de esta obra se nos presenta a John Grant, un hombre ensimismado y medianamente culto, delegado (o condenado, como a él le gusta pensar) por el sistema educativo como profesor en una zona remota del desierto, que suele calmar su ansiedad a base del néctar australiano por excelencia, la cerveza. Lo único que anhela este individuo será visitar a la novia que le espera en la civilización (Sidney). Para ello encuentra la oportunidad perfecta en las vacaciones navideñas. La antesala de la odisea de supervivencia que esta por vivir la experimenta en un salón de apuestas donde, cegado por la codicia pierde todo su dinero. Conocerá luego al “Doc” Tydon (Donald Pleasence) y a sus singulares compinches, quienes lo introducirán en juergas que además del alcohol y la velocidad, incluyen la indiscriminada y brutal cacería de canguros.
En los primeros minutos, una ínfima porción del desierto australiano nos es expuesta a través de un movimiento de 360°, denotando como a pesar de la inmensidad imaginable de estas tierras áridas, seremos testigos de la claustrofobia, asfixia y sofoco que es capaz de producir el sol al golpear con toda su fuerza sobre suelo estéril.
La sequedad y desolación es palpable tanto en el ambiente como en los integrantes de esa pequeña comunidad en el medio de la nada, grandes y chicos compartiendo un salón y esperando con afán a que el maestro Grant de por terminada la sesión para poder cada uno dirigirse a su hogar y así poner en marcha sus deseos particulares, en el caso de Grant, se desencadenarán eventos difíciles de olvidar, que lo pondrán de cara con un salvajismo y crueldad desconocidos para él, seductores al principio y más tarde recrudecedores de apetitos primitivos y de la autodestrucción.
Como obra digna de su tiempo, existencialista y angustiante, relata otro intento de escape de un modo de vida monótono, ordinario, vacuo, de prisiones autoimpuestas y de constantes choques que frustrarán el deseo motor del protagonista central. Preso de un desequilibrio mental propulsado por la bebida, tramará la limpieza de todo rastro del destrozo que causó en calidad de autor y/o cómplice y de paso se vengará de quien él considera el principal instigador de todos sus males: el personaje interpretado por Donald Pleasence, quien al final resulta casi que una figura mefistofélica.
El pujar infructuosamente por la consolidación de un sueño, que este le estalle a uno en la cara y refleje una fiera bestia interior es motivo para que el acongojado Grant se encuentre de nuevo en la misma encrucijada que al principio, condenado a vivir un tortuoso ciclo sin fin.
En los primeros minutos, una ínfima porción del desierto australiano nos es expuesta a través de un movimiento de 360°, denotando como a pesar de la inmensidad imaginable de estas tierras áridas, seremos testigos de la claustrofobia, asfixia y sofoco que es capaz de producir el sol al golpear con toda su fuerza sobre suelo estéril.
La sequedad y desolación es palpable tanto en el ambiente como en los integrantes de esa pequeña comunidad en el medio de la nada, grandes y chicos compartiendo un salón y esperando con afán a que el maestro Grant de por terminada la sesión para poder cada uno dirigirse a su hogar y así poner en marcha sus deseos particulares, en el caso de Grant, se desencadenarán eventos difíciles de olvidar, que lo pondrán de cara con un salvajismo y crueldad desconocidos para él, seductores al principio y más tarde recrudecedores de apetitos primitivos y de la autodestrucción.
Como obra digna de su tiempo, existencialista y angustiante, relata otro intento de escape de un modo de vida monótono, ordinario, vacuo, de prisiones autoimpuestas y de constantes choques que frustrarán el deseo motor del protagonista central. Preso de un desequilibrio mental propulsado por la bebida, tramará la limpieza de todo rastro del destrozo que causó en calidad de autor y/o cómplice y de paso se vengará de quien él considera el principal instigador de todos sus males: el personaje interpretado por Donald Pleasence, quien al final resulta casi que una figura mefistofélica.
El pujar infructuosamente por la consolidación de un sueño, que este le estalle a uno en la cara y refleje una fiera bestia interior es motivo para que el acongojado Grant se encuentre de nuevo en la misma encrucijada que al principio, condenado a vivir un tortuoso ciclo sin fin.

8,0
48.741
10
7 de junio de 2006
7 de junio de 2006
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
T.E Lawrece es un oficial del ejército Británico en la primera guerra mundial. En su viaje por las dunas brindará ayuda y posibilidad de unión entre las facciones Árabes enemistadas desde tiempos inmemoriales. Su vivacidad como estratega militar le llevaran a alcanzar la tan deseada victoria sobre el imperio otomano, pero su alma seguirá vacía mientras no encuentre algo que satisfaga el hambre por algo más que el honor y la gloria, jamás por el lucro personal, así emprenderá la azarosa búsqueda de si mismo.
Una de las obras cumbres del cine mundial. David Lean orquesta, con aires operísticos, la increíble historia de T.E Lawrence en su viaje de auto realización por los desérticos parajes de Arabia.
Increíblemente sobresaliente adaptación de Robert Bolt, de la novela del propio T.E Lawrence “Seven Pilars Of Wisdom”, condensando en este extenso metraje los avatares y experiencias vividas a lo largo de la gran guerra, narrando loablemente tristes episodios, como su fatídico deceso, en la primera escena del film.
El tacto narrativo de Lean llega hasta extremos inalcanzables, logrando así el clímax en su uso del cinemascope, digno de esta gigantesca epopeya.
Otro punto meritorio del film es la monumental actuación de Peter O’Toole como Lawrence, un joven en busca de un misterioso sueño, de actitud perturbada y despreocupada hacia la imponencia de los oficiales Británicos, atónitos a la pasión y entrega de este singular personaje de débil aspecto pero dotado de increíble fuerza espiritual.
Una fastuosa puesta en escena, hermosa fotografía de Freddie Young, espectacular banda sonora de Maurice Jarré, que junto a los míticos fotogramas de Lean, exaltan la imagen de Lawrence cruzando los desiertos como si de una deidad se tratase. Magnifica.
Pierluigi Puccini
Una de las obras cumbres del cine mundial. David Lean orquesta, con aires operísticos, la increíble historia de T.E Lawrence en su viaje de auto realización por los desérticos parajes de Arabia.
Increíblemente sobresaliente adaptación de Robert Bolt, de la novela del propio T.E Lawrence “Seven Pilars Of Wisdom”, condensando en este extenso metraje los avatares y experiencias vividas a lo largo de la gran guerra, narrando loablemente tristes episodios, como su fatídico deceso, en la primera escena del film.
El tacto narrativo de Lean llega hasta extremos inalcanzables, logrando así el clímax en su uso del cinemascope, digno de esta gigantesca epopeya.
Otro punto meritorio del film es la monumental actuación de Peter O’Toole como Lawrence, un joven en busca de un misterioso sueño, de actitud perturbada y despreocupada hacia la imponencia de los oficiales Británicos, atónitos a la pasión y entrega de este singular personaje de débil aspecto pero dotado de increíble fuerza espiritual.
Una fastuosa puesta en escena, hermosa fotografía de Freddie Young, espectacular banda sonora de Maurice Jarré, que junto a los míticos fotogramas de Lean, exaltan la imagen de Lawrence cruzando los desiertos como si de una deidad se tratase. Magnifica.
Pierluigi Puccini

6,4
19.463
5
21 de agosto de 2024
21 de agosto de 2024
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fede Álvarez hace lo que puede por insuflar nueva vida (y se ahoga) a la saga que cimentó Ridley Scott y que James Cameron reinventó, pero da vueltas por los mismos lugares comunes. Su enfoque es, en principio, prometedor, mostrando la gris vida de los obreros de colonias espaciales, y parece conectar con el otro universo -también creación de Scott- Blade Runner. Incluso se permite una vaga referencia literaria a “De ratones y hombres” de John Steinbeck, en la relación entre Rain (la siempre efectiva y creíble Cailee Spaeny) y el sintético Andy; así como al mito fundacional de Roma en el nombre de la nave de la que toman posesión las criaturas que imaginaron desde 1979 Ronald Shusett y Dan O’Bannon.
Álvarez y su habitual guionista Rodo Sayagues vuelven a narrar desde el enfoque de una heist movie con un grupo variopinto, como hicieron en “No respires”, una misión de entrada por salida que, especialmente en su tercer acto, se desinfla primero por no lograr mantener la tensión inicial, y segundo por hacer demasiadas concesiones a la fanaticada de la saga, como dicta la compañía del ratón Mickey Mouse a sus productos insignia, poblar de guiños y homenajes que más que emocionar causan escozor.
Andy el androide (excelente David Jonsson) y su sucesión de “dilemas del tranvía” ante el peligro del xenoformo contra la tripulación humana, su relación con Rain; el regreso de Ash, el androide original ahora un digitalizado revivido Ian Holm; así como un monstruo final que parece más sacado de una película de Brian Yuzna y Stuart Gordon en sus adaptaciones sui generis de H.P. Lovecraft, son algunas de las cosas interesantes que esta nueva adición pone sobre la mesa. Lo demás es solo una entretenida pero argumentalmente pobre actualización de lo mismo, temerosa de abordar terrenos inexplorados por sus ilustres predecesoras y su retahíla de fallidas secuelas.
Álvarez y su habitual guionista Rodo Sayagues vuelven a narrar desde el enfoque de una heist movie con un grupo variopinto, como hicieron en “No respires”, una misión de entrada por salida que, especialmente en su tercer acto, se desinfla primero por no lograr mantener la tensión inicial, y segundo por hacer demasiadas concesiones a la fanaticada de la saga, como dicta la compañía del ratón Mickey Mouse a sus productos insignia, poblar de guiños y homenajes que más que emocionar causan escozor.
Andy el androide (excelente David Jonsson) y su sucesión de “dilemas del tranvía” ante el peligro del xenoformo contra la tripulación humana, su relación con Rain; el regreso de Ash, el androide original ahora un digitalizado revivido Ian Holm; así como un monstruo final que parece más sacado de una película de Brian Yuzna y Stuart Gordon en sus adaptaciones sui generis de H.P. Lovecraft, son algunas de las cosas interesantes que esta nueva adición pone sobre la mesa. Lo demás es solo una entretenida pero argumentalmente pobre actualización de lo mismo, temerosa de abordar terrenos inexplorados por sus ilustres predecesoras y su retahíla de fallidas secuelas.
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