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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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26 de enero de 2011 2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existen ciertos cineastas (y Stallone lo es, aunque me cueste mucho reconocerlo) que a la hora de enfrentarse a un proyecto no saben muy bien cómo enfocarlo y tratarlo, pues este Los mercenarios se podría haber planteado desde muchos puntos de vista pero no acaba por decantarse por ninguno en concreto. ¿Qué pretende ser? ¿Un divertimento? ¿Una parodia de las características y adrenalíticas películas de acción de los años 80? ¿Una sátira hiriente a ese tipo de cine cuyo mayor exponente fue siempre el mismo Stallone? ¿Una revisión irónica, vista desde la distancia, de esos films tan infumables? ¿Una película sentimental al agrupar todas esas viejas glorias en una sola película?

Pues, sea cual sea el planteamiento, está claro que fracasa estrepitosamente porque el resultado final es sólo y exclusivamente una descerebrada y vertiginosa película de pura acción donde los mamporros, golpes, cuchilladas, tiroteos, violencia y explosiones se suceden sin parar a un ritmo endiablado. ¿Dónde queda la autoparodia? Salvo la divertidísima (y única destacable) escena de ver juntos a Bruce Willis, Schwarzenegger y Stallone todo lo demás es un manantial de despropósitos y violencia (muy) gratuita.

Y eso que Los mercenarios tenía mucho a su favor, pues jugaba con ingredientes muy jugosos que bien manejados podría haber dado un film muy simpático, divertido, satírico e incluso muy sentimental (quieras o no, ver juntos a todos esos iconos y ases del cine de acción ochentera desata nuestros instintos y recuerdos más emocionales). Si Stallone hubiese sido solo un poco más astuto hubiera podido conseguir logros más disfrutables, simplemente añadiendo más diálogos entre esos personajes en detrimento de tanta testosterona salvaje, haciendo más chistes autoreferenciales, aprovechando mejor a todos los actores que intervienen, etcétera.

El resultado es una doble decepción, por una parte el bodrio de película resultante, y por otro defraudar a un público entregado que esperada la gran sátira que se merecían estos infumables productos de su época.

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10 de julio de 2012 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo reconocer que este "Caballo de batalla" me ha quedado desconcertado y que Steven Spielberg (perdón, el Gran Maestro Steven Spielberg, quería decir) ha dirigido una película espléndida que decepcionará mucho a todos aquellos que no sepan (o no puedan) cogerle el tono adecuado.

Aquellos (como yo a priori) esperen al Spielberg más dramático, serio, maduro y hasta cruel de "La lista de Schindler" o "Salvar al soldado Ryan" quedarán muy contrariados, no porque no abunden las escenas terribles de guerra (que las hay y todas, absolutamente todas, están espléndidamente rodadas como no podía ser menos) sino por el tono infantil, inocente, fantasioso y sumamente irreal de cómo está contado. Todo en la película es una fábula. Es un cuento infantil. Es una película para todos los públicos rodada con una ingenuidad e inocencia aplastante que desconcierta. Eso sí, una vez que consigues cogerle el tono a este extraordinario "Caballo de batalla" estamos indiscutiblemente ante una de las más obras más singulares del genio norteamericano.

Quizás el problema de "Caballo de batalla" es que se ha rodado en el siglo XXI y desgraciadamente nuestros ojos adultos están ya muy contaminados por la miseria, maldad y crueldad que hemos visto. Pero si se hubiese estrenado por ejemplo el mismo año que la célebre "Fuego de juventud" (1945, Clarence Brown) -–Una película con la que tiene muchísimos puntos en común y que curiosamente no he visto ninguna crítica que las relacione- estaríamos hablando de un film con el aroma del añorado cine de antaño. Y es que esta obra de Spielberg destila cine clásico (rancio lo llamarían algunos) por los cuatro costados. Es puro cine. Es puro John Ford. Es un clásico desde ya (y el tiempo me acabará dando la razón).

Por supuestos que a todos, y a mí el primero, nos chirría ese tono de fábula inocente y todos esos personajes intencionadamente simples y unidimensionales repletos de bondad, nobleza, entrega, ideales, humanidad, compasión y buenos sentimientos. O incluso nos irrite hasta ese recurso cinematográfico tan arcaico hoy en día como que todos los personajes por toda la Europa de 1914 hablen el mismo idioma y solo se diferencien por el acento de su correspondiente país. Pero, si hacemos el esfuerzo (y mira que cuesta), de ver la película con ojos de un niño complaciente estaremos contemplando una verdadera ración de cine clásico con imágenes indelebles y un espectáculo maravilloso (con, por si fuera poco, una música radiante y bellísima del Maestro Williams) que, quizás, nos hace sentirnos mejores personas, tal y como conseguían muchos de esos otros clásicos de la historia del cine del siglo XX.

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10 de julio de 2012 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fue Godard el que dijo: "Bresson es al cine francés lo que Mozart a la música alemana o Dostoievski a la literatura rusa". Yo, gran desconocedor de la obra de Bresson, no soy quien para corroborarlo pero después de visionar "Las damas del bosque de Bolonia" sí que puedo afirmar que estamos ante un director muy peculiar con una sensibilidad tan marcada que se deja filtrar en su obra, o por lo menos en el caso de esta película.

Lo primero que llama poderosamente la atención en "La damas del bosque de Bolonia" es lo rabiosamente moderna que es, lo arrebatadoramente perturbadora que es y, sobre todo, lo despiadamente cruel que es prácticamente desde su primer minuto. Se suele decir que Cukor es el gran director de mujeres pero en ese caso creo que pocas veces las mujeres han estado mejor dirigidas, con una interpretaciones tan fascinantes, asombrosas y sobrecogedoras, sobre todo en el impagable personaje de María Casares (excelente actriz coruñesa que gracias a esta película merece estar en los altares de las mejores actrices francesas de todos los tiempos).

La interpretación de Casares como la adinerada, inteligente, sensual y alevosa Hélène es de pura antología, demostrando con mucha sutileza todas las caras que puede tener un personaje tan inolvidable. Su convincente retrato de mujer mala, pérfida, retorcida, vengativa y maquiavélica por motivos triviales y pueriles son de los que ponen los pelos de punta. Es la pura maldad personificada y la crueldad absoluta en la mujer. Todo acompañado con esa inmensa inteligencia y talento para manipular a los personajes que la rodean, sobre todo al pelele de Jean (Paul Bernard) y a la sensible y desgraciada Agnès (Elina Labourdette) para así estallar en ese final arrebatador donde la palabras de “usted, usted, usted” hace que se nos congele el corazón.

Y todo ello me lleva a pensar cuantísimos puntos en común tienen la muy aplaudida interpretación de Glenn Close en la afamada "Las amistades peligrosas" (realizada más de 40 años después de "Las damas del boque de Bolonia") con este personaje de Hélène, pues ambas se mueven por las mismas motivaciones pérfidas, objetivos maquiavélicos, sentido irresponsable, egoísmo y conducta pueril con tal de satisfacer sus infantiles deseos, aunque con ello lastren, dañen y maten sentimentalmente a personas inocentes. Ay, y todavía habrá quien piense que las mujeres por naturaleza no son malas e infames :)

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29 de julio de 2009 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he entendido como el cine americano siendo indiscutiblemente el mayor creador de cine de calidad que existe ahora y siempre (es irrefutable que por cada Obra Maestra que hay de cine europeo o asiático, hay 99 Obras Maestras americanas) pueden ser tan rematadamente mediocres, cutres e inútiles a la hora de realizar remakes de films de éxitos de otras nacionalidades.

Se supone que un remake se realiza para superar con creces (o al menos levemente) al original, o para aportar elementos mejores de las que adolecía el film original, pero hasta ahora no creo haber visto un remake americano que sea, no ya superior a la película que revisiona, sino que todos son infinitamente inferior a los remakeados. Incluso en films tan netamente americanos como la francesa "Nikita" el remake americano fue infumable, y solo películas tremendamente infieles (como "Los siete magníficos") consiguen honrar un poco a la película que les precede.

Pero nunca hasta "Vanilla sky" me había irritado tanto un remake americanizado, y eso que ya de por si "Abre los ojos" era una película neta y totalmente americana (y es que la maravillosa influencia spielbergiana de mi admirado Amenábar es indiscutible), pero si el film de Amenábar era tremendamente original, impactante y disfrutable, el de Cameron Crowe es un bodrio de tal calibre que sentí verdadera vergüenza del engendro que ha parido.

El cine de Cameron Crowe siempre desprende una pretenciosidad y prepotencia que no se de dónde la sacará, porque todas sus películas (a excepción de algunos aciertos parciales) son aburridas, previsibles, tendenciosas y sumamente banales, incluso su mejor film ("Casi famosos") se me antoja más un acierto de guión (donde transmite brillantemente sus experiencias autobiográficas como cronista de la revista "Rolling Stone") que como director, donde su mediocridad florece por todas partes.

¿Qué despotricar sobre Vanilla sky?, pues sería mejor decir sobre lo que no despotricar, pues lo único relevante es la selección de canciones que acompaña al film (es lo mínimo que se le puede pedir a alguien como Crowe, en especial la de McCartney), y eso que (aunque parezca increíble) a mi Tom Cruise me gusta mucho como actor (me parece un actor solvente, que no es poco), pero es insalvable ese amago de guión que coge lo peor de lo peor del guión de Amenábar, y encima se regodea en ello, no ofreciendo en ningún momento ni misterio, ni tensión, ni intriga, ni miedo ni tan siquiera emociones básicas. Todo es frialdad, está dirigida con desgana, es como si al empezar a dirigirla se diese cuenta de que era imposible igualar (no ya superar) a "Abre los ojos" y haya hecho una realización mecánica, fría, despersonalizada y sin el menor sentimiento, es decir, hacer cine como quien hace churros.

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3 de julio de 2009 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he admirado mucho a los guionistas que hacen adaptaciones literarias, por una sencilla razón, yo sería incapaz de discernir que partes de la novela se quedan y cuales se desechan, pues no sabría cuales son prescindibles. Por esta razón, a lo largo de los años, me ha asombrado como ciertos guionistas cogen la verdadera alma y esencia de una novela, y la incrustan en un guión cinematografíco de una longitud muchísimo menor.

Pues bien, sin haber leído la novela de la que parte el film "El curioso caso de Benjamín Button" estoy segurísimo de que es una pésima adaptación. Probablemente se trate de una obra literaria muy extensa difícilmente adaptable a la pantalla, pero la labor de los guionistas en este film ha sido tan lamentable que eso ha repercutido que la película sea insustancial, superficial y sumamente plana.

De nada sirve que técnicamente sea impecable, empezado por la esforzada interpretación de Brad Pitt, pues el film es tan lineal, plano, insípido, aburrido y sobre todo previsible que no retienes ni un solo momento fílmico en tu retina. En ningún solo momento se profundiza en ningún personaje, salvo está en Benjamin, esto, dentro de lo que cabe, podría ser justificable, pero es que ni siquiera se profundiza en la historia de amor, lo que la convierte en incoherente y te desconecta, pues se supone que dicha historia de amor es la columna vertebral sobre la que gira todo el film.

Se podría pensar entonces que la intención de Fincher como director no es contar la historia de los personajes, sino hacer una profunda reflexión sobre el sentido de la vida y la vejez, pero obviamente no lo consigue, pues todo es tan intrascendente en el film que no cala ninguna de sus pretensiones.

¿Qué queda entonces? Pues simplemente mucha artesanía a la hora de crear un guión tramposo, sin enjundia, y la confianza ingenua de sus creadores de intentar conseguir colarnos una historia tan banal. Que sabios son a veces los criterios de la Academia al haber ninguneado a este film concediéndole solo Oscars menores.

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