You must be a loged user to know your affinity with M_Pelegri
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred

7,1
19.793
8
9 de septiembre de 2024
9 de septiembre de 2024
11 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Titulo "héroes" en plural porque, aunque la película narra un hecho real personificado en la figura de Manuel Vital —interpretado con una firmeza y credibilidad inusuales por Eduard Fernández—, la figura de su pareja —una Carmen a la que da vida una Clara Segura magnífica— y su hija —una Zoe Bonafonte que no se deja eclipsar por dos auténticos monstruos— participan de forma esencial en el desarrollo de los hechos como parte de toda una comunidad de barrio que también dispone de su merecido protagonismo.
Manel Vital llega a Barcelona el año 1958 conjuntamente con un grupo de inmigrantes, tal y como muy bien se repite en la película, literalmente expulsado de su tierra a causa de una miseria y represión sofocantes y, después de comprar una parcela en "la montaña detrás de la primera montaña" de Barcelona consiguen construirse con sus propias manos una chabola raquítica que con los años irá tomando forma hasta llegar a finales de los setenta a un núcleo de viviendas consolidado con muchas carencias y en medio de una etapa de transformación política y social. El abandono y el olvido es evidente: la luz y el agua llegan con deficiencias, las calles no están asfaltadas y las inclinadas pendientes hacen que muchos servicios no lleguen en condiciones... y un autobús articulado como el que conduce Manuel ¡mucho menos!
El director Marcel Barrena ya me sorprendió hacia el 2013 con el documental "Món petit" y desde entonces parece que se haya especializado en historias de desafío y superación. En esta ocasión su mirada está llena de una acertada mezcla de honesta nostalgia y merecido homenaje que, sin llegar a ser abrumadora, consigue extraernos una sonrisa cómplice y una inevitable emotividad que acompañarán durante todo el metraje para llegar a una parte final realmente sobrecogedora. Esta propuesta más emotiva se completa con dos elementos que acaban de dar compactación a la obra. Por un lado el simpático homenaje que se hace a la figura de un jovencísimo Pasqual Maragall —con una correcta interpretación de Carlos Cuevas— y, por otro, el retrato realista realizado con filmaciones de archivo de las calles de Barcelona y la visión abrumadora de una burocracia municipal laberíntica.
"El 47" recupera, a partir de un hecho singular, una época convulsa y especial —la cual merece más atención—con solvencia, autenticidad creíble y unas interpretaciones de altura poniendo la mirada y la cámara en aquellas personas anónimas que se deslomaron para salir adelante y todavía tuvieron ánimos para movilizarse y exigir a una apalancada administración remediar una emergencia social evidente. (7,5)
Manel Vital llega a Barcelona el año 1958 conjuntamente con un grupo de inmigrantes, tal y como muy bien se repite en la película, literalmente expulsado de su tierra a causa de una miseria y represión sofocantes y, después de comprar una parcela en "la montaña detrás de la primera montaña" de Barcelona consiguen construirse con sus propias manos una chabola raquítica que con los años irá tomando forma hasta llegar a finales de los setenta a un núcleo de viviendas consolidado con muchas carencias y en medio de una etapa de transformación política y social. El abandono y el olvido es evidente: la luz y el agua llegan con deficiencias, las calles no están asfaltadas y las inclinadas pendientes hacen que muchos servicios no lleguen en condiciones... y un autobús articulado como el que conduce Manuel ¡mucho menos!
El director Marcel Barrena ya me sorprendió hacia el 2013 con el documental "Món petit" y desde entonces parece que se haya especializado en historias de desafío y superación. En esta ocasión su mirada está llena de una acertada mezcla de honesta nostalgia y merecido homenaje que, sin llegar a ser abrumadora, consigue extraernos una sonrisa cómplice y una inevitable emotividad que acompañarán durante todo el metraje para llegar a una parte final realmente sobrecogedora. Esta propuesta más emotiva se completa con dos elementos que acaban de dar compactación a la obra. Por un lado el simpático homenaje que se hace a la figura de un jovencísimo Pasqual Maragall —con una correcta interpretación de Carlos Cuevas— y, por otro, el retrato realista realizado con filmaciones de archivo de las calles de Barcelona y la visión abrumadora de una burocracia municipal laberíntica.
"El 47" recupera, a partir de un hecho singular, una época convulsa y especial —la cual merece más atención—con solvencia, autenticidad creíble y unas interpretaciones de altura poniendo la mirada y la cámara en aquellas personas anónimas que se deslomaron para salir adelante y todavía tuvieron ánimos para movilizarse y exigir a una apalancada administración remediar una emergencia social evidente. (7,5)

7,0
57.828
9
21 de julio de 2017
21 de julio de 2017
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine está claro que evoluciona desde la visión más externa de tercera persona y de una narrativa clásica hacia un cine de emociones intensas y el máximo de cercanas a la realidad vivida. Christopher Nolan lo consigue con una narrativa discontinua en el tiempo pero muy bien enlazada con diferentes puntos de vista de la misma escena, con una cámara y una edición ajustadísimos y con la ayuda indispensable de la música de un Hans Zimmer impactante y magnético. Resulta curiosa la sensación del final de la película en la que la banda sonora se convierte en un silencio previo a la finalización. Un silencio te deja huérfano de algo que te ha acompañado durante todo el metraje. Podríamos decir sin exagerar que ella sola se convierte con un protagonista destacado de todo el memorable conjunto.
Estamos ante una obra singular en la que se narran un hechos suficientemente conocidos de la retirada de la playa de Dunkerque sin el protagonismo de un personaje o un grupo en concreto y con la pretensión de que todo el peso se traslade a las angustias e inquietudes vividas por tierra, mar y aire (también añadiría el fuego) de unos cuantos personajes con una realismo cercano e intenso. En este punto quizás se debe recriminar el hecho de que no participe ninguna mujer en casi toda la trama. Un aspecto que no habría costado nada tener en cuenta.
Cine de sensaciones epidérmicas, de tensión psicológica que te transporta hasta la angustia vital y profunda de cada uno de los protagonistas. Los héroes lo son casi de forma involuntaria y abunda el miedo, las trampas para sobrevivir y el sálvese quien pueda más salvaje. Situaciones límite donde la voluntad empequeñece hasta desaparecer.
Salgo de la sala con la impresión de haber vivido algo más que un experiencia cinematográfica. Creo que el impacto se acerca "peligrosamente" a todo aquello que puede haber percibido un soldado en una episodio como este. Desde el pánico hasta el alivio, desde la angustia hasta la cobardía más despreciable, desde la dignidad solidaria hasta la mezquina exclusión del diferente, desde la locura por haber tocado la muerte hasta la valentía para afrontarla ... y podría continuar. En todo caso se deja muy claro en todo momento que tú no eliges y que podrías estar en cualquiera de los dos lados atendiendo a un instinto de supervivencia que no tiene nada de racional ni de heroico.
Una cinta que desde la evocación intensa de un episodio bélico se convierte, a la vez que una experiencia angustiosa y profunda, en un canto a la paz y la solidaridad. Decir que es imprescindible es quedarse corto. (9/10)
http://bit.ly/2vsrrHI
Estamos ante una obra singular en la que se narran un hechos suficientemente conocidos de la retirada de la playa de Dunkerque sin el protagonismo de un personaje o un grupo en concreto y con la pretensión de que todo el peso se traslade a las angustias e inquietudes vividas por tierra, mar y aire (también añadiría el fuego) de unos cuantos personajes con una realismo cercano e intenso. En este punto quizás se debe recriminar el hecho de que no participe ninguna mujer en casi toda la trama. Un aspecto que no habría costado nada tener en cuenta.
Cine de sensaciones epidérmicas, de tensión psicológica que te transporta hasta la angustia vital y profunda de cada uno de los protagonistas. Los héroes lo son casi de forma involuntaria y abunda el miedo, las trampas para sobrevivir y el sálvese quien pueda más salvaje. Situaciones límite donde la voluntad empequeñece hasta desaparecer.
Salgo de la sala con la impresión de haber vivido algo más que un experiencia cinematográfica. Creo que el impacto se acerca "peligrosamente" a todo aquello que puede haber percibido un soldado en una episodio como este. Desde el pánico hasta el alivio, desde la angustia hasta la cobardía más despreciable, desde la dignidad solidaria hasta la mezquina exclusión del diferente, desde la locura por haber tocado la muerte hasta la valentía para afrontarla ... y podría continuar. En todo caso se deja muy claro en todo momento que tú no eliges y que podrías estar en cualquiera de los dos lados atendiendo a un instinto de supervivencia que no tiene nada de racional ni de heroico.
Una cinta que desde la evocación intensa de un episodio bélico se convierte, a la vez que una experiencia angustiosa y profunda, en un canto a la paz y la solidaridad. Decir que es imprescindible es quedarse corto. (9/10)
http://bit.ly/2vsrrHI

6,9
37.121
9
12 de septiembre de 2016
12 de septiembre de 2016
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El actor Raúl Arévalo sorprende en su debut como director con un atrevimiento y una maestría que muchos veteranos quisieran. Con un relato de venganza ordinario construye una atmósfera asfixiante y oscura que engancha desde la primera escena. Cine con mayúsculas que no tiene nada que envidiar a los clásicos consolidados. Dicho esto sólo quedaría suplicar que no se deje perder por nada del mundo una joya de esas que tardaremos años --si, si, he escritos años y no meses o semanas-- a volver a ver.
Se trata de un thriller, con algunas pinceladas de western, que evoluciona desde un puñetazo inicial hasta un frenesí final sin dejar ni un minuto de descanso. Con una estética muy adecuada a lo que se quiere narrar, unos personajes graníticos y bien perfilados y, sobre todo, un guión y un ritmo contundentes nos presenta ante unos ojos que no podemos cerrar una auténtica maravilla a la que no le sobra ni le falta nada.
Antonio de la Torre (que recordamos por "Caníbal") en el papel de Jose y Luis Callejo en el de Curro forman un dúo protagonista que, al margen de deleitarnos con unas interpretaciones magistrales, se transforman en las dos caras de la misma moneda. Antagónicas e inseparables. Cada uno necesita del otro de forma imperiosa. El resto de grupo de intérpretes no se queda atrás y suman un conjunto de personajes ajustados perfectamente a lo que pide en cada momento la trama.
La ambientación capta perfectamente lo que es la esencia de las zonas más populares y periféricas sin caer en ningún momento en la facilona estética de postal. Todos los detalles rezuman autenticidad y realidad. Desde el interior de un bar hasta un gimnasio de boxeo pasando por las fiestas de un pequeño pueblo de Meseta, todo está dentro de una línea situada en las antípodas de cualquier glamour.
Los diálogos minimalistas, los silencios y las miradas configuran también un elemento clave para crear esa tensión retenida que se puede tocar con la punta de los dedos.
Una obra que nos muestra con un cadencia rotunda y sin ningún filtro lo que es el rencor más brutal de aquel que no tiene nada que perder al lado de los que pretenden ganar "de farol", todo aderezado en un mundo de marginalidad perfectamente definido. Indispensable, no caben excusas. (9,5 / 10)
http://bit.ly/2bYnAXS
Se trata de un thriller, con algunas pinceladas de western, que evoluciona desde un puñetazo inicial hasta un frenesí final sin dejar ni un minuto de descanso. Con una estética muy adecuada a lo que se quiere narrar, unos personajes graníticos y bien perfilados y, sobre todo, un guión y un ritmo contundentes nos presenta ante unos ojos que no podemos cerrar una auténtica maravilla a la que no le sobra ni le falta nada.
Antonio de la Torre (que recordamos por "Caníbal") en el papel de Jose y Luis Callejo en el de Curro forman un dúo protagonista que, al margen de deleitarnos con unas interpretaciones magistrales, se transforman en las dos caras de la misma moneda. Antagónicas e inseparables. Cada uno necesita del otro de forma imperiosa. El resto de grupo de intérpretes no se queda atrás y suman un conjunto de personajes ajustados perfectamente a lo que pide en cada momento la trama.
La ambientación capta perfectamente lo que es la esencia de las zonas más populares y periféricas sin caer en ningún momento en la facilona estética de postal. Todos los detalles rezuman autenticidad y realidad. Desde el interior de un bar hasta un gimnasio de boxeo pasando por las fiestas de un pequeño pueblo de Meseta, todo está dentro de una línea situada en las antípodas de cualquier glamour.
Los diálogos minimalistas, los silencios y las miradas configuran también un elemento clave para crear esa tensión retenida que se puede tocar con la punta de los dedos.
Una obra que nos muestra con un cadencia rotunda y sin ningún filtro lo que es el rencor más brutal de aquel que no tiene nada que perder al lado de los que pretenden ganar "de farol", todo aderezado en un mundo de marginalidad perfectamente definido. Indispensable, no caben excusas. (9,5 / 10)
http://bit.ly/2bYnAXS

6,0
5.955
7
9 de septiembre de 2024
9 de septiembre de 2024
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jonás Trueba parece haberse propuesto liberarnos de los clichés dramáticos que envuelven las rupturas sentimentales. Que si lloros desconsolados, que si reproches de años pasados... ¡Qué va! "Volveréis" es una obra que nos invita a celebrar las separaciones como si fueran una fiesta sorpresa (pero con menos lágrimas y más alcohol). Y no hay para menos, porque al fin y al cabo, según Trueba y Kierkegaard (como si fuera una pareja cómica muy particular), lo de la separación es sólo un trámite para llegar a un nuevo y maravilloso estadio del amor, una especie de renacimiento.
Con "Volveréis", se nos ofrece una obra con cierto aire de "no pasa nada, que lo del divorcio es tan normal como cambiarse de camisa". Y por si todavía nos queda alguna duda, los protagonistas —interpretados con frescura y solvéncia por Itsaso Arana y Vito Sanz— se pasan todo el filme explicándole a todo el mundo, amigos, familiares y espectadores, que están muy bien, que eso de separarse no es una tragedia griega. Por el contrario, organizan una fiesta de separación, porque, ¿no lo sabía? ¡Las separaciones son motivo de celebración! Sí, sí, eso dicen. ¿Y por qué no? ¿Quién necesita matrimonios largos y aburridos cuando puedes tener una ruptura festiva con canciones que evocan a París?
En este filme, Trueba también aprovecha para hacer el papel de filósofo de sofá, mezclándonos citas a modo de ingredientes de un cóctel existencial. Todo ello con ese toque de sofisticación intelectual que te hace sentir como si hubieras leído más libros de los que realmente has leído, con la peligrosa sensación que está rozando la pedantería. Sin embargo, no nos dejamos engañar: todo esto no es más que el camino para llegar a un mensaje muy claro (o no): que el amor, la vida y el cine son ciclos, los cuales, lejos de ser lineales o circulares, deben repetirse una y otra vez hasta el punto en que, posiblemente, conseguiremos encontrar la felicidad en medio de tanta reiteración.
Con su habitual sutileza e ironía, Trueba nos regala una película que es a la vez una reflexión de metacine y una celebración de la vida cotidiana. No es lineal, ni circular, como dicen ellos mismos en el filme, sino que es una de esas historias que se van construyendo —y repitiendo en sabias y coreográficas rutinas— a medida que avanzan, como la vida misma. Y si al final te quedas con la sensación de que todo es demasiado optimista... bueno, quizás es que el director ha conseguido lo que quería.
"Volveréis" es como un buen vino: hay que saborearlo lentamente, dejando que su toque irónico te haga reflexionar sobre la vida, el amor y, sobre todo, el cine. Así que, ¿por qué no? Coge una copa, invita a tus amigos y celebra la vida, aunque sea a través de una ruptura. Y si todo va bien, puede que incluso encuentres una nueva chispa para disfrutar de lo que doctrinariamente —al menos para la generación boomer— debería ser "un valle de lágrimas"... (7)
Con "Volveréis", se nos ofrece una obra con cierto aire de "no pasa nada, que lo del divorcio es tan normal como cambiarse de camisa". Y por si todavía nos queda alguna duda, los protagonistas —interpretados con frescura y solvéncia por Itsaso Arana y Vito Sanz— se pasan todo el filme explicándole a todo el mundo, amigos, familiares y espectadores, que están muy bien, que eso de separarse no es una tragedia griega. Por el contrario, organizan una fiesta de separación, porque, ¿no lo sabía? ¡Las separaciones son motivo de celebración! Sí, sí, eso dicen. ¿Y por qué no? ¿Quién necesita matrimonios largos y aburridos cuando puedes tener una ruptura festiva con canciones que evocan a París?
En este filme, Trueba también aprovecha para hacer el papel de filósofo de sofá, mezclándonos citas a modo de ingredientes de un cóctel existencial. Todo ello con ese toque de sofisticación intelectual que te hace sentir como si hubieras leído más libros de los que realmente has leído, con la peligrosa sensación que está rozando la pedantería. Sin embargo, no nos dejamos engañar: todo esto no es más que el camino para llegar a un mensaje muy claro (o no): que el amor, la vida y el cine son ciclos, los cuales, lejos de ser lineales o circulares, deben repetirse una y otra vez hasta el punto en que, posiblemente, conseguiremos encontrar la felicidad en medio de tanta reiteración.
Con su habitual sutileza e ironía, Trueba nos regala una película que es a la vez una reflexión de metacine y una celebración de la vida cotidiana. No es lineal, ni circular, como dicen ellos mismos en el filme, sino que es una de esas historias que se van construyendo —y repitiendo en sabias y coreográficas rutinas— a medida que avanzan, como la vida misma. Y si al final te quedas con la sensación de que todo es demasiado optimista... bueno, quizás es que el director ha conseguido lo que quería.
"Volveréis" es como un buen vino: hay que saborearlo lentamente, dejando que su toque irónico te haga reflexionar sobre la vida, el amor y, sobre todo, el cine. Así que, ¿por qué no? Coge una copa, invita a tus amigos y celebra la vida, aunque sea a través de una ruptura. Y si todo va bien, puede que incluso encuentres una nueva chispa para disfrutar de lo que doctrinariamente —al menos para la generación boomer— debería ser "un valle de lágrimas"... (7)
6
30 de enero de 2024
30 de enero de 2024
7 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me empuja a ver el documental "La memoria infinita" el buen recuerdo de "El agente topo" (2020) de la misma directora, la chilena Maite Alberdi, para comprobar su experiencia a la hora de tratar una temática yendo más allá de una exposición lineal. Estamos ante un testigo perturbador y una crónica en tiempo real del amor frente al alzheimer, aunque también encontraremos una muy interesante disertación entre memoria e identidad, ya sea la colectiva de Chile o la individual de Augusto Góngora.
Góngora, periodista y documentalista, y Urrutia, actriz y exministra de Cultura, son los protagonistas de esta crónica que revela cómo el amor resiste a pesar del alzhéimer que afecta a Góngora. La directora, con el permiso inicial de Urrutia, graba durante cinco años sus vidas, ofreciendo al público una visión íntima del constante declive de la mente y el imprescindible apoyo que el amor proporciona en estos momentos.
El documental comienza con la vitalidad y la dulzura de su relación de pareja, con vídeos domésticos del pasado y momentos capturados desde 1999. La segunda mitad, sin embargo, revela las tinieblas de la enfermedad, mostrando la desesperación y la demencia que resulta inevitable. Las escenas conmovedoras y las palabras estremecedoras muestran el horror con una valentía que nos desafía a confrontar esta dura realidad. El confinamiento global por la pandemia añade una capa adicional al documental. A través de una intimidad sobrecogedora, Alberdi explora la vida privada de dos personajes públicos, reforzando su reputación como creadora de historias íntimas.
"La Memoria Infinita" no es sólo un conmovedor viaje del amor a la muerte, sino también una llamada apasionada para preservar la memoria de un pueblo para culminar, todo ello, reforzando la estrecha relación entre memoria e identidad y acabar convirtiéndose en una experiencia reflexiva intensa y sobrecogedora. Una experiencia que cautiva e ilumina, y nos recuerda que, a pesar de la implacable progresión de la enfermedad, el amor puede aliviarla y, en definitiva, humanizarla. (6,5)
Góngora, periodista y documentalista, y Urrutia, actriz y exministra de Cultura, son los protagonistas de esta crónica que revela cómo el amor resiste a pesar del alzhéimer que afecta a Góngora. La directora, con el permiso inicial de Urrutia, graba durante cinco años sus vidas, ofreciendo al público una visión íntima del constante declive de la mente y el imprescindible apoyo que el amor proporciona en estos momentos.
El documental comienza con la vitalidad y la dulzura de su relación de pareja, con vídeos domésticos del pasado y momentos capturados desde 1999. La segunda mitad, sin embargo, revela las tinieblas de la enfermedad, mostrando la desesperación y la demencia que resulta inevitable. Las escenas conmovedoras y las palabras estremecedoras muestran el horror con una valentía que nos desafía a confrontar esta dura realidad. El confinamiento global por la pandemia añade una capa adicional al documental. A través de una intimidad sobrecogedora, Alberdi explora la vida privada de dos personajes públicos, reforzando su reputación como creadora de historias íntimas.
"La Memoria Infinita" no es sólo un conmovedor viaje del amor a la muerte, sino también una llamada apasionada para preservar la memoria de un pueblo para culminar, todo ello, reforzando la estrecha relación entre memoria e identidad y acabar convirtiéndose en una experiencia reflexiva intensa y sobrecogedora. Una experiencia que cautiva e ilumina, y nos recuerda que, a pesar de la implacable progresión de la enfermedad, el amor puede aliviarla y, en definitiva, humanizarla. (6,5)
Más sobre M_Pelegri
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here