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Críticas 648
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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27 de junio de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Odessa" es un excelente thriller de los setenta, una de las mejores décadas para el género. Con un relato simple, directo y sin demasiadas complicaciones -para una obra de Forsyth- seguimos una trama que en principio es conmovedora, pero que despliega enseguida toda la fascinación de un cuento de espías; de aquellos espías de la vieja escuela. Nunca ha habido espías como los de la guerra fría, jamás ha habido servicios secretos como aquel Mossad y aquella KGB... sin satélites, drones ni Gadgets a lo James Bond, pero que sabían pisar el terreno, intrigar, reclutar, interrogar, confundir, seguir, perseguir... matar.

Un periodista freelance de la ciudad de Hamburgo, se hará en una de sus pesquisas con el diario de un anciano casi indigente que se hubo suicidado, el anciano, de origen judío, fue un superviviente de un campo de exterminio nazi en la ciudad de Riga durante la segunda guerra mundial. En el diario se describe al llamado carnicero de Riga (y sus terribles actos). Un criminal de guerra buscado por la justicia internacional y por el que el Mossad anda a la caza y captura. Nuestro hombre se implicará personalmente en una investigación que le demostrará la indolencia de las autoridades de la Alemania Occidental, y su poco interés, por remover el pasado, descubriendo una peligrosa organización, de nombre Odessa, dedicada a la ocultación y reubicación de antiguos miembros de las SS, entre ellos el criminal protagonista de las memorias del anciano. Y así nuestro reportero se verá en un enredo que quizá le venga demasiado grande, y además trata de reclutarle el Mossad. Pero a nuestro hombre le mueve algo más que un mero afán de justicia, poco a poco se va vislumbrando algo personal… entre las líneas escritas por el anciano.

Una excelente película que destaco por un fabuloso trabajo de Jon Voight, que creo que está esplendoroso, en una actuación que quizá sólo superase en “Campeón” o en “Cowboy de medianoche”.
16 de abril de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que de ella me llamó la atención fue su profunda oscuridad, su fotografía más de sombras y luces que de luces y sombras, después su trama me absorbió, por mucho que por momentos me confundiese por cierta angustia vital que me produjese, a través de un relato relatado en las mejores maneras del cine negro, para acabar descubriendo un digno desenlace de la ciencia ficción. Luego, naturalmente, quedé fascinado por Jennifer Connelly, por sus ojos, por su mirada, por su pausada actuación, por su aparente vulnerabilidad.

Un hombre, despierta con amnesia en una sórdida y desconocida habitación de hotel. Y en su confusión, entre flashback, va recordando quien fue, aunque los demás no parezcan reconocerle. Recuerda a su mujer, y un lugar, con vistas al mar, en donde transcurrió su infancia, pero la línea de metro que hasta a él conduce, jamás llega hasta esa estación, ni nadie parece saber cómo se llega. Entonces, con la ayuda de un extraño doctor, descubrirá una terrible verdad, mientras es perseguido por un inspector, al que tampoco le encajan todas las piezas.
3 de abril de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sé que las obras cumbres, las mejor consideradas, del director alemán, Robert Siodmak (un exiliado más entre otros grandes realizadores alemanes que dieron días de gloria a Hollywood tras huir del nacionalsocialismo durante los años treinta), son "Forajidos" (1946) y "La escalera de Caracol" (1946), pero mi preferida entre la amplia filmografía de Siodmak es "El sospechoso". Una obra que destaca por su impresionante guion, escrito por Bertram Millhauser, con una narración hermosamente descriptiva, unos diálogos deslumbrantes que describen a cada personaje con cada una de sus frases. Unos personajes que no nos pasan indiferentes, unos se nos hacen repulsivos, otros desprenden ternura, y todos, como la vida misma, muestran su mejor y peor cara; además de verse arrastrados por las circunstancias. Personajes interpretados por unos actores y actrices que no dejarán nunca de admirarme, nunca de sorprenderme y de los que jamás me cansaré; de sus variadas facetas, de su naturalidad, de, el no dejarse encasillar. Naturalmente, hablo de Laughton, Henry Daniell, Ella Raines o Rosalind Ivan. Pero esta vez fue Molly Lamont (en el papel de la frágil señora Simmons), la que me dejó un inesperado y grato recuerdo, pese a que evidentemente Laughton está impresionante y Daniell (en el marido de aquella) elabora a su personaje de un modo fascinante…

Luego fue rodada con todo el sabor del cine negro, aunque algo alejado del de los tipos duros, las mujeres fatales y la violencia a flor de piel. A cambio hallamos secuencias que son capaces de describir toda la crudeza que representan (de una de ellas hablaré en el spoiler, porque esta película se merece un spoiler). Le sigue en espectacularidad, una fotografía en su justo tono, fascinante en la niebla, descriptiva en las sombras, tenebrosa en la noche, luminosa en el día. Y qué decir de la banda sonora, no sólo en sus radiantes melodías, en los movimientos que acompañan a la intriga, sino en los pasos, de unos tacones, sonando a través de la bruma, por las empedradas calles londinenses, iluminadas por luz de gas.

Y daré, para finalizar, un resumen de su argumento: Míster Marshall (Laughton), es un hombre maduro que habita una casa sita en una pretenciosa calle londinense, junto a su esposa Cora (Rosalind Ivan), a la que no soporta, y su hijo John (Dean Harens), ya mayor, que se independizará durante las primeras secuencias de la cinta. El señor Marshall es un caballero amable con sus vecinos, un hombre querido y apreciado en su trabajo. Una tarde Philip Marshall conocerá a la joven Mary (Ella Raines), por la que en principio siente compasión, con la que iniciará una amistad, que poco a poco va derivando en algo más. Philip le propone a su esposa el divorcio, pero ésta se niega, además, celosa, llega incluso a seguirle. Y Philip que es un hombre honrado, decide romper con su joven amada y tratar, de algún modo, sobrellevar su matrimonio. Pero una noche víspera de Navidad, la historia toma un giro, no del todo inesperado, y la señora Marshall fallecerá esa misma noche, en principio por lo que es calificado como un accidente… A partir de aquí intervendrá un testarudo policía, el inspector Huxley (Stanley Ridges), y el enviudado señor Marshall; se convertirá en el sospechoso…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me subyugó aquella larga escena, casi toda en plano secuencia, en la que el Señor Simmons (Henry Daniell), le hace chantaje a Marshall (Laughton), en la casa de éste. Y el personaje de Daniell se va haciendo depreciable, a través de los ojos de Laughton, al espectador, durante un deslumbrante diálogo en que ambos actores están prodigiosos. Y vemos en los ojos de Laughton, en esos ojos en los que siempre asoma una contenida picardía, como va justificándose a sí mismo por lo que su mente va maquinando, cuando recuerda la peligrosa medicina que guarda en un cajón. Y Simmons, un bebedor empedernido, no es capaz de rechazar un vaso de güisqui, y con él la muerte. Entonces Simmons comienza a parlotear sobre su superioridad como hombre, sobre su audacia, menospreciando a Marshall por su bondad, tachándola de cobardía. Entonces, siente en el estómago, el primer aguijón de la muerte. Y en un final, de secuencia, fastuoso, interpreta una de las mejores muertes que yo haya visto en el cine, de tal modo, que por un personaje, al que habíamos detestado hacía unos planos, sentimos cierta admiración… En una de esas secuencias que dejan sabor a buen cine.

Luego, en esta película, siempre me quedó la duda de si en realidad Marshall asesinó a su esposa, en principio tal se indica cuando aprieta con ira su viejo bastón y cuando más tarde se nos hace saber, mientras el hijo busca un paraguas, que éste ha desaparecido. Pero es algo que queda abierto a la interpretación del espectador. De todos modos, sea como sea, el señor Marshall no se arrepiente de ello y ni mucho menos por quitarle la vida al despreciable chantajista, y maltratador, señor Simmons. Ninguno de estos crímenes perturbará su conciencia, pero se verá concernido a entregarse ante el hecho de que una mujer inocente (la señora Simmons) a la que aprecia, sea inculpada por la muerte de su esposo… Y Philip Marshall, tras abandonar el barco que, con su hijo y su joven esposa, le llevaría a ponerse a salvo en el Canadá, pasea pensativo por las calles de Londres, como despidiéndose de ellas, cuando en un plano cenital aparece el “The End”…
31 de marzo de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recordaré siempre esta película por su insuperable banda sonora, indescriptible, sublime, inconmensurable, que alcanzará su punto álgido cuando su inconfundible música, casi al final de la cinta, se haga fastuosa durante una de las secuencias más memorables de la Historia del cine.

Pero es mucho más, y mucho más que una peli del oeste, es un intenso melodrama conducido por uno de sus mejores realizadores, William Wyler, quien demuestra como se conduce una historia, que sin ser complicada ni brillante, se nos termina antojando deslumbrante, un tratado sobre el poder, la codicia, el odio, las apariencias y el verdadero significado del valor y la mal entendida hombría... Y destaca además por unas actuaciones imborrables, que sin obviar las de su pareja protagonista, las siempre eficaces de Gregory Peck y Jean Simmons -actores capaces de inundar la pantalla con su sola presencia-, cabe destacar el impagable duelo entre el duro rostro de Charles Bickford y la personalidad arrolladora de Burl Ives.

Posiblemente sea uno de los mejores westerns de la historia, en la que un capitán de marina mercante (Gregory Peck) viaja a reunirse con su prometida, muy tierra adentro, al rancho donde ésta se criase y conocer allí al idolatrado padre de ésta, el Mayor Terril, un poderoso hacendado y el hombre más respetado en todo el territorio. Pero aunque Mckay, el antiguo marino, es bien recibido, pronto las relaciones con Patricia Terrill (Carroll Baker), su prometida, comienzan a torcerse, cuando entre bravuconadas pongan a prueba su hombría, pero James Mckay es un hombre que no tiene que demostrar nada a nadie, sino sólo a sí mismo, y esta actitud será confundida con la cobardía. Y sólo será comprendido por Julie Maragon (Jean Simmons), una ranchera amiga de Patricia que quizá por ser maestra se identifique más con un hombre de mundo, como es el hombre de Bristol (Mckay), que con sus rudos, y vecinos, terratenientes. Una mujer fuerte, a la que James pronto comenzará a admirar. Pero todo se complica aún más cuando se vean involucrados en una vieja guerra entre los Terrill y el clan de los Hannassey, que dirige patriarcalmente, Rufus Hannassey (Burl Ives), un hombre amargado pero que aún conserva los viejos ideales caballerescos del sur. Y aunque muchos piensen que la situación supera a James McKay y que éste se ha adentrado en un país demasiado grande, él sabrá defenderse, pues para inmenso... el océano.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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No podía dejar pasar, aquella secuencia, casi al final, en la que Steve (Charton Heston), el capataz del rancho Terril, le dice al Mayor, cuando se percata de que a éste sólo le mueve la ambición, que ni él ni ninguno de sus hombres le seguirán en una causa innoble. Entonces Terrill, monta a caballo, mira a los ojos de sus hombres y les dice que no necesita a nadie, que él se basta y sobra para enfrentarse a todos los Hannassey de este mundo, y emprende la marcha, solo, hacia la batalla, y mientras comienza una fastuosa melodía que suena a epopeya, entonces los hombres, sin mediar una sola palabra, comienzan, uno a uno, a subir a sus cabalgaduras y cabalgar tras el Mayor, hacia las fauces de un desfiladero de arenas blancas donde detrás de cada saliente, de cada roca, aguarda la muerte, por un puro sentimiento de lealtad. Entonces Terril, sin mirar atrás, sonríe, pues sabe que sus hombres marcharan a su espalda... aun al infierno. Una secuencia magistral, que nos inunda de sentimentalismo; al menos de un sentimentalismo muy masculino... Que me inspirara un humilde soneto, que si aquí me dejan, aquí lo meto:

Este inmenso país, es tan gigante
que lo anda el viento a grupa de caballo,
y tañe el banyo, sobre pinto bayo,
mientras Susana llora por su amante.

En este país, tan hosco y tajante
-que te curte la piel al sol de Mayo
sin siquiera el estío obrar su rayo-,
su suelo ardiente es como mar bramante...

…Y llegó de los mares, un caballero,
que con aperos de duelo, se bate,
contra un vaquero tosco y pendenciero.

Él rehúsa, el público combate,
pero en privado él, el firme acero
de su valor, exhibe en cada embate.
30 de marzo de 2023 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué se esconde tras el esqueleto hallado en una excavación arqueológica cerca del Mar Muerto, qué ocultan quienes han patrocinado la excavación, quién fue, cuándo vivió, cómo murió, el hombre cuyos huesos fueron allí hallados. Y lo que es más misterioso; cómo junto al cadáver cuyos restos son datados en el siglo I de Nuestra Era, pudo aparecer el manual de una cámara de vídeo de un modelo que ni siquiera estaba aún en el mercado. ¿Se trata de alguna broma de mal gusto?, o como piensa nuestro protagonista (un estudiante que colabora en el proyecto); estamos ante los restos de un viajero en el tiempo que viajó al pasado para filmar los últimos días en la vida de Jesús de Nazaret...

Bueno, esto es lo mejor de esta producción alemana para la televisión, su argumento, luego, desgraciadamente, en su desarrollo se pierde entre escenas de acción no demasiado creíbles, actuaciones mediocres y un relato que se extiende demasiado para cubrir el metraje necesario para emitir dos episodios, cuando con noventa minutos centrados en en el hilo principal de la historia hubieran bastado, claro; que esto es sólo mi opinión.

De todos modos se deja ver bien (aunque, como ya dije, se hace demasiado larga) y no deja de ser interesante para quienes disfrutamos con los relatos que abordan los viajes en el tiempo.

Por otro lado no puedo dejar de señalar que se inspira demasiado (aunque esto sea más achacable a la novela de Andreas Eschbach, "El vídeo de Jesús" (1998)) en la novela, "Caballo de Troya" (1984), de J. J. Benítez. Quienes conozcan la novela y la saga que a ésta sigue, al ver esta serie, película o lo que sea, no podrán dejar de advertir que su idea original se halla en aquella (en la novela de Benítez).
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