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Críticas ordenadas por utilidad
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3,6
505
3
18 de junio de 2019
18 de junio de 2019
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Estamos ante un slasher que recuerda mucho a cómo estaba el género de terror de hace una década en USA. Para empezar, el trailer es mucho mejor que la película en sí.
Parecía que la llegada de James Wan, Jason Blum, la revolución del género que ha revitalizado y refrescado un cine de terror realmente anquilosado, había cambiado el panorama y el estreno de "Keep Watching" parece una vuelta hacia el slasher mas cutre, vulgar y aburrido de los años 2000.
La historia es muy simple, básicamente una familia que es acosada, vigilada y atacada durante una noche. La violencia es plana, falsa, nada creíble. No hay tensión por ninguna parte, por un lado porque los personajes principales no son nada interesantes, ni siquiera ese trauma ridículo que rodea a la joven protagonista (Bella Thorne, probablemente lo más interesante de toda la película, más por su propia presencia, que por su personaje). Aún peor son los asaltantes, los villanos de la película, con el mismo carisma que los secuaces de los Power Rangers...
Lo que subyace es una crítica muy torpe y roma de las redes sociales, la tecnología que nos rodea y acompaña en nuestro día a día, que puede volverse en nuestra contra en forma de espionaje y vouyerismo. Pero éste aspecto es tan cutre, tan mal rodado y superficial, que da más grima, provoca más rechazo la propia propuesta que el fondo de la crítica, que es legítima.
Parecía que la llegada de James Wan, Jason Blum, la revolución del género que ha revitalizado y refrescado un cine de terror realmente anquilosado, había cambiado el panorama y el estreno de "Keep Watching" parece una vuelta hacia el slasher mas cutre, vulgar y aburrido de los años 2000.
La historia es muy simple, básicamente una familia que es acosada, vigilada y atacada durante una noche. La violencia es plana, falsa, nada creíble. No hay tensión por ninguna parte, por un lado porque los personajes principales no son nada interesantes, ni siquiera ese trauma ridículo que rodea a la joven protagonista (Bella Thorne, probablemente lo más interesante de toda la película, más por su propia presencia, que por su personaje). Aún peor son los asaltantes, los villanos de la película, con el mismo carisma que los secuaces de los Power Rangers...
Lo que subyace es una crítica muy torpe y roma de las redes sociales, la tecnología que nos rodea y acompaña en nuestro día a día, que puede volverse en nuestra contra en forma de espionaje y vouyerismo. Pero éste aspecto es tan cutre, tan mal rodado y superficial, que da más grima, provoca más rechazo la propia propuesta que el fondo de la crítica, que es legítima.

6,4
18.662
8
30 de abril de 2019
30 de abril de 2019
Sé el primero en valorar esta crítica
La biografía de Neil Armstrong realizada por Chazelle es sorprendente, desde luego muy lejos de lo que uno tiene en mente en éste tipo de producciones, biopics a mayor honra de la figura representada.
Nada más lejos de las intenciones de " First Man".
Encontramos dos partes muy diferenciadas, que forman un todo realmente emocionante.
Por un lado, conocemos a un joven piloto, padre de dos hijos, presentándonos una situación trágica, una enfermedad que parte la vida del matrimonio. Chazelle apuesta por una fotografía porosa, emulando esas cintas caseras de super 8, una especie de documental familiar, con planos cortos, primeros planos que te introducen en la dinámica de los Armstrong, la realidad de una hija moribunda y el terrible dolor que provoca en el hogar. Cortes rápidos que muestran la devastadora sensación de pérdida que acompañará a los personajes principales durante toda la trama.
A partir de ahí, la película cambia. Los Armstrong se mudan, la NASA entra en juego y somos introducidos en un espacio opresivo, una comunidad científica desarrollando miles de cosas a contra reloj , la atmósfera crece, Chazelle amplia el universo y nos introduce en un momento histórico en el que combinamos dos narraciones, la familiar, con un estudio profundo de la psicología intrafamiliar, con un protagonista callado, introvertido y responsable, ausente y perdido por momentos.
Por otro lado, la carrera espacial, la camaradería entre los aspirantes a astronautas, con una competencia interna y otra con la URSS.
Bien narrada, con calma pero brillantemente montada, con una apuesta por mostrar el proceso de aprendizaje, prueba-error, fallos, fracasos y vuelta a empezar. Un método científico que resulta todo un reto al ser transformado en imágenes. El montaje de sonido es fundamental, nos introduce en las pruebas con los cohetes, el ensordecedor ruido de los motores, lo frágiles que son los compartimentos, una sensación de miedo y claustrofobia.
La heroicidad y el colosal logro del alunizaje construido a base de frustración, dolor, lucha y pérdida.
La frialdad de la personalidad de Armstrong nos permite, por contraste, disfrutar de varias secuencias realmente poderosas, en las que vemos cómo Neil lidia ( o huye ) del dolor. La química con Jason Clark es fenomenal y permite algunos momentos muy notables ( la primera vez que Armstrong habla, a su manera, de su hija fallecida) y hace más impactante su terrible desenlace. Resulta sorprendente que no se haya valorado más el fantástico trabajo de Ryan Gosling, componiendo un personaje complejo, expresando con silencios, reaccionando con pequeños gestos ( esa copa que se rompe, un beso en el espejo).
Chazelle construye la parte final, la más esperada e icónica, lentamente pero sin pausa. Con una despedida descorazonadora ( como siempre lo es cuando un niño comprende que sus padres son mortales), la dificultad de una personalidad que huye de la emotividad de una familia que siempre teme perder, con su hija siempre en su mente, y una misión tremendamente compleja ( maravillosamente expresada en una simple escena "¿que te llevarías al espacio?", "más combustible"), con una sensación de lo frágil que resulta toda la tecnología que debe proteger la vida de los cosmonautas, con una puesta en escena en la que Chazelle mantiene su pulso narrativo y aumenta la apuesta por un realismo crudo, emocionante viaje lunar, finalizando en la esperada secuencia en la que Armstrong suelta la que es, quizás, la frase más conocida de la Historia. Pero Chazelle, de nuevo, mantiene un discurso coherente, una naturalidad que no apuesta por el subrayado sino por la continuidad y la tensión mantenida. Porque aun tiene un as en la manga, el culmen de la emoción contenida no es la mítica frase sino en un gesto mudo, un brindis maravilloso, un detalle que va directo al corazón. La hija de Neil Armstrong, siempre en el recuerdo de su padre, mostrado de una manera tan maravillosa que golpea al espectador de manera demoledora.
Me gustaría, para acabar, centrarme en la banda sonora. Una parte más del guión. Un soporte emotivo, que rima con la propia película. Una composición simple, sencilla que a lo largo de las dos horas y diez minutos acompaña , se transforma, aumenta el numero de instrumentos, se vuelve más compleja, al igual que la trama, pero mantiene su estructura. Nos mece e introduce en cada cambio narrativo, complementa y aumenta cada secuencia. Absolutamente magistral. Como la película.
Nada más lejos de las intenciones de " First Man".
Encontramos dos partes muy diferenciadas, que forman un todo realmente emocionante.
Por un lado, conocemos a un joven piloto, padre de dos hijos, presentándonos una situación trágica, una enfermedad que parte la vida del matrimonio. Chazelle apuesta por una fotografía porosa, emulando esas cintas caseras de super 8, una especie de documental familiar, con planos cortos, primeros planos que te introducen en la dinámica de los Armstrong, la realidad de una hija moribunda y el terrible dolor que provoca en el hogar. Cortes rápidos que muestran la devastadora sensación de pérdida que acompañará a los personajes principales durante toda la trama.
A partir de ahí, la película cambia. Los Armstrong se mudan, la NASA entra en juego y somos introducidos en un espacio opresivo, una comunidad científica desarrollando miles de cosas a contra reloj , la atmósfera crece, Chazelle amplia el universo y nos introduce en un momento histórico en el que combinamos dos narraciones, la familiar, con un estudio profundo de la psicología intrafamiliar, con un protagonista callado, introvertido y responsable, ausente y perdido por momentos.
Por otro lado, la carrera espacial, la camaradería entre los aspirantes a astronautas, con una competencia interna y otra con la URSS.
Bien narrada, con calma pero brillantemente montada, con una apuesta por mostrar el proceso de aprendizaje, prueba-error, fallos, fracasos y vuelta a empezar. Un método científico que resulta todo un reto al ser transformado en imágenes. El montaje de sonido es fundamental, nos introduce en las pruebas con los cohetes, el ensordecedor ruido de los motores, lo frágiles que son los compartimentos, una sensación de miedo y claustrofobia.
La heroicidad y el colosal logro del alunizaje construido a base de frustración, dolor, lucha y pérdida.
La frialdad de la personalidad de Armstrong nos permite, por contraste, disfrutar de varias secuencias realmente poderosas, en las que vemos cómo Neil lidia ( o huye ) del dolor. La química con Jason Clark es fenomenal y permite algunos momentos muy notables ( la primera vez que Armstrong habla, a su manera, de su hija fallecida) y hace más impactante su terrible desenlace. Resulta sorprendente que no se haya valorado más el fantástico trabajo de Ryan Gosling, componiendo un personaje complejo, expresando con silencios, reaccionando con pequeños gestos ( esa copa que se rompe, un beso en el espejo).
Chazelle construye la parte final, la más esperada e icónica, lentamente pero sin pausa. Con una despedida descorazonadora ( como siempre lo es cuando un niño comprende que sus padres son mortales), la dificultad de una personalidad que huye de la emotividad de una familia que siempre teme perder, con su hija siempre en su mente, y una misión tremendamente compleja ( maravillosamente expresada en una simple escena "¿que te llevarías al espacio?", "más combustible"), con una sensación de lo frágil que resulta toda la tecnología que debe proteger la vida de los cosmonautas, con una puesta en escena en la que Chazelle mantiene su pulso narrativo y aumenta la apuesta por un realismo crudo, emocionante viaje lunar, finalizando en la esperada secuencia en la que Armstrong suelta la que es, quizás, la frase más conocida de la Historia. Pero Chazelle, de nuevo, mantiene un discurso coherente, una naturalidad que no apuesta por el subrayado sino por la continuidad y la tensión mantenida. Porque aun tiene un as en la manga, el culmen de la emoción contenida no es la mítica frase sino en un gesto mudo, un brindis maravilloso, un detalle que va directo al corazón. La hija de Neil Armstrong, siempre en el recuerdo de su padre, mostrado de una manera tan maravillosa que golpea al espectador de manera demoledora.
Me gustaría, para acabar, centrarme en la banda sonora. Una parte más del guión. Un soporte emotivo, que rima con la propia película. Una composición simple, sencilla que a lo largo de las dos horas y diez minutos acompaña , se transforma, aumenta el numero de instrumentos, se vuelve más compleja, al igual que la trama, pero mantiene su estructura. Nos mece e introduce en cada cambio narrativo, complementa y aumenta cada secuencia. Absolutamente magistral. Como la película.

4,8
1.835
6
20 de febrero de 2019
20 de febrero de 2019
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Vuelta a los orígenes en el mundo interior de Rob Zombie, una trama que implica un secuestro de un grupo de amigos que viajan en caravana y que acaban en un infernal y laberíntico edificio en el que son sometidos a una brutal persecución.
Partiendo de ésta idea familiar en su cine, propone un pequeño giro, en el que una sociedad elitista y antigua inician un pequeño juego de supervivencia durante la noche de halloween, una suerte de " The Running Man", en la que los secuestrados deben de pasar una serie de zonas en las que un pintoresco personaje trata de asesinarlos.
Zombie construye un ambiente perturbador y desagradable, una infernal ruta, con una fotografía sucia, setentera, con un ritmo realmente frenético, directo a la yugular. El prólogo es potente y realmente efectivo al introducir al principal villano de la función y en la que, en apenas 5 minutos, podemos percibir el tono de la película.
Debemos asumir que " 31 " es una película en la que el propio viaje de pura supervivencia es la esencia de la trama. Sencilla, simple y directa. Una suerte de casa de los horrores, en los que el grupo trata de sobrevivir durante una noche, enfrentandose a caricaturescos personajes, construidos para ser un puro espectáculo, desde un enano argentino nazi, hasta un gigantón con una motosierra, cada uno más grotesco, salvaje y desagradable que el anterior y en la que, mediante una estructura similar al de una aventura gráfica de un videojuego, los protagonistas deben enfrentarse a unos psycochillers hasta acabar en el villano principal, quizás el mejor que ha creado por Zombie hasta la fecha, Doom - head, un personaje carismático, pausado, siniestro y tremendamente intimidante.
Por tanto, estamos ante una propuesta más audiovisual que narrativa, una pesadilla diabólica que apuesta todos sus esfuerzos por crear un grupo memorable de villanos, con un maquillaje, vestuario y dialéctica propias, más allá de unas motivaciones, contexto o motivos para hacer lo que hacen.
Es importante tener ésta serie de hechos claros, ya que si uno busco otro tipo de película, " 31 " resultará vacía, repetitiva y sin sentido.
Si se asuma que has comprado un tíquet para la feria más retorcida, disfrutarán del viaje.
Partiendo de ésta idea familiar en su cine, propone un pequeño giro, en el que una sociedad elitista y antigua inician un pequeño juego de supervivencia durante la noche de halloween, una suerte de " The Running Man", en la que los secuestrados deben de pasar una serie de zonas en las que un pintoresco personaje trata de asesinarlos.
Zombie construye un ambiente perturbador y desagradable, una infernal ruta, con una fotografía sucia, setentera, con un ritmo realmente frenético, directo a la yugular. El prólogo es potente y realmente efectivo al introducir al principal villano de la función y en la que, en apenas 5 minutos, podemos percibir el tono de la película.
Debemos asumir que " 31 " es una película en la que el propio viaje de pura supervivencia es la esencia de la trama. Sencilla, simple y directa. Una suerte de casa de los horrores, en los que el grupo trata de sobrevivir durante una noche, enfrentandose a caricaturescos personajes, construidos para ser un puro espectáculo, desde un enano argentino nazi, hasta un gigantón con una motosierra, cada uno más grotesco, salvaje y desagradable que el anterior y en la que, mediante una estructura similar al de una aventura gráfica de un videojuego, los protagonistas deben enfrentarse a unos psycochillers hasta acabar en el villano principal, quizás el mejor que ha creado por Zombie hasta la fecha, Doom - head, un personaje carismático, pausado, siniestro y tremendamente intimidante.
Por tanto, estamos ante una propuesta más audiovisual que narrativa, una pesadilla diabólica que apuesta todos sus esfuerzos por crear un grupo memorable de villanos, con un maquillaje, vestuario y dialéctica propias, más allá de unas motivaciones, contexto o motivos para hacer lo que hacen.
Es importante tener ésta serie de hechos claros, ya que si uno busco otro tipo de película, " 31 " resultará vacía, repetitiva y sin sentido.
Si se asuma que has comprado un tíquet para la feria más retorcida, disfrutarán del viaje.

4,8
5.152
5
13 de febrero de 2019
13 de febrero de 2019
Sé el primero en valorar esta crítica
El punto de partida resulta intrigante y el concepto de la propuesta de Zombie resulta realmente atractivo. Reconectar la historia de las brujas de Salem, en el siglo XVII, con un grupo de personas que habitan en la actualidad en esa población de Massachusetts a través de la reproducción de un subyugante disco de vinilo.
El descubrimiento de un mundo oculto, el pasado oscuro que sigue impregnando la realidad actual, todo ello siendo revelado a través de unos primitivos sonidos que despiertan los recuerdos más enterrados y ocultos de una tierra, una población, llena de fantasmas del pasado.
Desafortunadamente, un buen concepto puede verse lastrado por un desarrollo errático, como es éste caso. La estructura inconexa y una narración confusa lleva a plantearnos, como público, qué es exactamente lo que nos quiere contar Rob Zombie, a dónde quiere ir a parar. Hay buenas secuencias, en las que llega a profundizar en los conceptos más oscuros y perturbadores que haya realizado hasta ahora Zombie, con una imagenería propia, un espíritu irreverente y provocador, que, sin embargo, no llega a cuajar en ningún momento ya que no hay una continuidad en éstos momentos. No consigue crear una atmósfera perturbadora ni un ambiente, tan habitual en el cine de Zombie, perturbador ni desasosegante.
Probablemente, una de las causas de éste desequilibrio se encuentre en la protagonista. No solo en el personaje en sí ( pobremente escrita, poco desarrollada y practicamente ningún motivo para sentir nada por ella ), sino en la intérprete, Sheri Moon Zombie, eficaz cuando está integrada en un cast más amplio, siendo una mujer con un magnetismo innegable pero que, en este caso y dado que el papel requiere de una mayor profundidad dramática, se queda claramente corta en su trabajo. Este es un problema importante, dado que si no tienes ningún interés en lo que le sucede a tu protagonista, la carga dramática y de tensión no tiene el mismo peso.
Aún así, hay suficientes alicientes para que el visionado no sea una pérdida de tiempo. La inquietante vivienda en la que la mayoría de los acontecimientos suceden, el vecindario que rodea a la protagonista, abordadas de una manera muy clásica en el suspense de los 60´, con largas secuencias evocando esos aquelarres urbanos que resultan tan inquietantes, por lo cercanos que resultan a la vez que chocantes son el imaginarse ese tipo de reuniones que ubicaríamos más en la profundidad de un oscuro bosque. Esa imagenería visual que hayamos, aquí y hayá, a lo largo del metraje, con unas figuras encapuchadas que resultan realmente cautivadoras.
Pero, finamente, toda ésta conjunción de imágenes, sonidos e ideas no acaban de construir la obra que se podría haber anticipado.
El descubrimiento de un mundo oculto, el pasado oscuro que sigue impregnando la realidad actual, todo ello siendo revelado a través de unos primitivos sonidos que despiertan los recuerdos más enterrados y ocultos de una tierra, una población, llena de fantasmas del pasado.
Desafortunadamente, un buen concepto puede verse lastrado por un desarrollo errático, como es éste caso. La estructura inconexa y una narración confusa lleva a plantearnos, como público, qué es exactamente lo que nos quiere contar Rob Zombie, a dónde quiere ir a parar. Hay buenas secuencias, en las que llega a profundizar en los conceptos más oscuros y perturbadores que haya realizado hasta ahora Zombie, con una imagenería propia, un espíritu irreverente y provocador, que, sin embargo, no llega a cuajar en ningún momento ya que no hay una continuidad en éstos momentos. No consigue crear una atmósfera perturbadora ni un ambiente, tan habitual en el cine de Zombie, perturbador ni desasosegante.
Probablemente, una de las causas de éste desequilibrio se encuentre en la protagonista. No solo en el personaje en sí ( pobremente escrita, poco desarrollada y practicamente ningún motivo para sentir nada por ella ), sino en la intérprete, Sheri Moon Zombie, eficaz cuando está integrada en un cast más amplio, siendo una mujer con un magnetismo innegable pero que, en este caso y dado que el papel requiere de una mayor profundidad dramática, se queda claramente corta en su trabajo. Este es un problema importante, dado que si no tienes ningún interés en lo que le sucede a tu protagonista, la carga dramática y de tensión no tiene el mismo peso.
Aún así, hay suficientes alicientes para que el visionado no sea una pérdida de tiempo. La inquietante vivienda en la que la mayoría de los acontecimientos suceden, el vecindario que rodea a la protagonista, abordadas de una manera muy clásica en el suspense de los 60´, con largas secuencias evocando esos aquelarres urbanos que resultan tan inquietantes, por lo cercanos que resultan a la vez que chocantes son el imaginarse ese tipo de reuniones que ubicaríamos más en la profundidad de un oscuro bosque. Esa imagenería visual que hayamos, aquí y hayá, a lo largo del metraje, con unas figuras encapuchadas que resultan realmente cautivadoras.
Pero, finamente, toda ésta conjunción de imágenes, sonidos e ideas no acaban de construir la obra que se podría haber anticipado.

5,0
4.167
7
6 de febrero de 2019
6 de febrero de 2019
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Secuela directa de " Halloween: el Origen " que plantea un interesante concepto, mediante un prólogo oscuro y que retoma la historia justo en el momento en el que la anterior película había acabado. Vemos a Laurie Strode en el hospital recuperándose de las brutales heridas inflingidas por Myers. Así, Zombie homenajea a la secuela dirigida por Rick Rosenthal en 1981 y que, a su vez, significa un sonoro portazo a las deudas que puediera tener el director con la saga primigenia, ya que a partir de ese instante, Zombie toma las riendas e inventa una película propia, más cercana a sus inclinaciones y sensibilidades.
Ahonda en la personalidad de Laurie Strode, ahora más creíble y alejada de un cliché andante que era la anterior película, y en la que vemos y apreciamos todas sus heridas, físicas y psicológicas, mostradas de una manera totalmente cruda y llena de rabia y dolor. Torturada por su terrible encuentro con el monstruo del saco, tratando de recuperarse de ese brutal impacto.
Zombie construye una atmósfera reconocible, sucia, perturbadora, violenta (tremenda secuencia en un streapclub, por ejemplo) y, a su vez, combinada con una poética manera de mostrar la naturaleza violenta de Michael Myers, especialmente en los tramos en los que nos muestran ese viaje, ese regreso, mostrado casi como si se tratase de un animal que migra justo antes de la llegada del invierno, guiado por la presencia fantasmal de su madre, invocando un imaginario muy tribal. Caminando con un rumbo que sólo él parece conocer, imparable e inexorable, todos sabemos cual es su único objetivo.
El único guiño que se permite Zombie con la saga es esa relación familiar que, personalmente, considero ridícula e innecesaria y que, probablemente, haya sido la mejor idea que ha aportado Gordon Green a la revitalización de la saga estrenada este otoño pasado.
Al menos esa revelación familiar viene rodeada de ideas interesantes, como esa exploración del Doctor Loomis explotando el sufrimiento de las víctimas y las repercusiones que ésto tiene en Laurie Strode. Un esfuerzo apreciable el de Zombie por mostrar ese lado humano de las víctimas, intentando seguir con sus vidas tras una experiencia tan aterradora, ese sufrimiento desgarrador y que se ve culminado en una fascinante set-piece durante una fiesta musical en la que todo el drama explota, tanto el desequilibrio psicológico de Laurie con la feroz llegada de Michael Myers a su querido Haddonfield.
Ese final catárquico, culminación de todo lo que Zombie construye a lo largo de los más de cien minutos de metraje.
Lo que más me atrae de ésta película es lo revisable que resulta, el hecho de que sea una película de Rob Zombie al 100%, la rareza violenta que supura resulta tremendamente atractiva y facilita las ganas que crea de volver a verla una y otra vez.
Ahonda en la personalidad de Laurie Strode, ahora más creíble y alejada de un cliché andante que era la anterior película, y en la que vemos y apreciamos todas sus heridas, físicas y psicológicas, mostradas de una manera totalmente cruda y llena de rabia y dolor. Torturada por su terrible encuentro con el monstruo del saco, tratando de recuperarse de ese brutal impacto.
Zombie construye una atmósfera reconocible, sucia, perturbadora, violenta (tremenda secuencia en un streapclub, por ejemplo) y, a su vez, combinada con una poética manera de mostrar la naturaleza violenta de Michael Myers, especialmente en los tramos en los que nos muestran ese viaje, ese regreso, mostrado casi como si se tratase de un animal que migra justo antes de la llegada del invierno, guiado por la presencia fantasmal de su madre, invocando un imaginario muy tribal. Caminando con un rumbo que sólo él parece conocer, imparable e inexorable, todos sabemos cual es su único objetivo.
El único guiño que se permite Zombie con la saga es esa relación familiar que, personalmente, considero ridícula e innecesaria y que, probablemente, haya sido la mejor idea que ha aportado Gordon Green a la revitalización de la saga estrenada este otoño pasado.
Al menos esa revelación familiar viene rodeada de ideas interesantes, como esa exploración del Doctor Loomis explotando el sufrimiento de las víctimas y las repercusiones que ésto tiene en Laurie Strode. Un esfuerzo apreciable el de Zombie por mostrar ese lado humano de las víctimas, intentando seguir con sus vidas tras una experiencia tan aterradora, ese sufrimiento desgarrador y que se ve culminado en una fascinante set-piece durante una fiesta musical en la que todo el drama explota, tanto el desequilibrio psicológico de Laurie con la feroz llegada de Michael Myers a su querido Haddonfield.
Ese final catárquico, culminación de todo lo que Zombie construye a lo largo de los más de cien minutos de metraje.
Lo que más me atrae de ésta película es lo revisable que resulta, el hecho de que sea una película de Rob Zombie al 100%, la rareza violenta que supura resulta tremendamente atractiva y facilita las ganas que crea de volver a verla una y otra vez.
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