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6,3
6.831
7
24 de abril de 2018
24 de abril de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Dice la historia que Dios creó la vida en seis días, en el séptimo descansó, y es por eso que las cosas más horribles suceden en domingo, cuando Dios está dormido”
Fiel retrato de uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de España, donde las viejas rencillas entre dos familias traen consigo violencia y mucha sangre. Además de contar una historia real, Saura critica duramente esa España rural que es incapaz de avanzar, donde la incultura y los códigos familiares siguen rigiendo la vida de sus habitantes.
La historia, basada en hechos reales, relata las disputas de dos familias extremeñas durante varias generaciones por la posesión de unas tierras, lo que hará que exista entre ambas rencor, envidia y ganas de revancha. Saura nos cuenta los hechos a través de una niña, que según va creciendo se interesa cada día más por el tenebroso pasado de las dos familias.
El gran acierto del director español es crear ya desde el inicio esa sensación de que algo malo se está gestando. Una bomba que está a punto de explotar y llevarse por delante todo lo que encuentre, como finalmente ocurre.
El 7º día es un ejercicio cinematográfico de gran intensidad, al que quizás le falta una mayor caracterización de los personajes. Alejada de sus grandes obras, sí, pero es un placer ver a un grande del cine patrio como Saura realizar todavía buenas películas.
Fiel retrato de uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de España, donde las viejas rencillas entre dos familias traen consigo violencia y mucha sangre. Además de contar una historia real, Saura critica duramente esa España rural que es incapaz de avanzar, donde la incultura y los códigos familiares siguen rigiendo la vida de sus habitantes.
La historia, basada en hechos reales, relata las disputas de dos familias extremeñas durante varias generaciones por la posesión de unas tierras, lo que hará que exista entre ambas rencor, envidia y ganas de revancha. Saura nos cuenta los hechos a través de una niña, que según va creciendo se interesa cada día más por el tenebroso pasado de las dos familias.
El gran acierto del director español es crear ya desde el inicio esa sensación de que algo malo se está gestando. Una bomba que está a punto de explotar y llevarse por delante todo lo que encuentre, como finalmente ocurre.
El 7º día es un ejercicio cinematográfico de gran intensidad, al que quizás le falta una mayor caracterización de los personajes. Alejada de sus grandes obras, sí, pero es un placer ver a un grande del cine patrio como Saura realizar todavía buenas películas.
20 de abril de 2018
20 de abril de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Deseaba romper con la narrativa lineal y hacer una película donde todas las escenas me agradasen. Filmé sin ningún otro criterio"
La segunda obra de Truffaut se aleja mucho de su fabulosa ópera prima. "Tirez sur le pianiste" es un filme alocado, irreverente y con mucha influencia de ese cine negro norteamericano de los cuarenta y cincuenta, siendo una especie de homenaje a las películas de serie B, pobladas de perdedores que no dan escapado de su pasado y de matones que no se dan por vencido. El director galo reflexiona sobre diversos temas como la soledad, las relaciones amorosas o el pasado que siempre nos persigue.
Plena noche. Calles oscuras. Un hombre corre por la acera escapando de sus perseguidores. Poco después entra en un bar pidiendo ayuda a su hermano, que trabaja de pianista en un salón de baile parisino de los suburbios. Así comienza esta obra, en la que la vida de este pianista solitario será el elemento central del filme.
Charlie es un virtuoso del piano, refugiándose en el anonimato después de un pasado traumático. Nuestro protagonista es un individuo tímido, con miedo a relacionarse con los demás, que solo tiene sentimientos cuando se sienta a tocar su música. Charles Azvanour dota al protagonista de un aura de marginado melancólico, para el que no existe camino posible para la redención. La llegada de su hermano vuelve a poner en peligro su monótona vida. En su camino se interpondrá el celoso dueño del local y una pareja de gánsteres que dan más gracia que miedo, rompiendo el director francés con los clichés típicos del cine policíaco.
En la obra también gozan de protagonismo tres mujeres completamente diferentes. Por un lado tenemos a Thérésa, antigua pareja del protagonista, mostrándose cínica, perversa y dispuesta a todo con tal de conseguir una cómoda situación. Clarisse es una prostituta muy decidida y firme, que vive en el apartamento contiguo al de Charlie y aprovecha para cuidar del hermano del músico. Por último tenemos a Léna, la heroína de la historia, bondadosa y decidida a arriesgar todo para ayudar al pianista.
Truffaut se mueve entre diversos géneros, mezclando un poco de todo, quedándose a medio camino entre el melodrama y el cine policíaco. La fotografía tiene un toque expresionista, con planos oscuros y cerrados, propios de las películas de terror del expresionismo alemán y del cine negro norteamericano de décadas posteriores. El rodaje tiene lugar en las calles, lo que impregna a la obra de una atmósfera cruda y realista.
Una obra muy singular, y como ya avisara Truffaut tras su estreno, una película para cinéfilos. Porque seamos sinceros: ¿Le recomendaríais "Tirez sur le pianiste" a vuestros amigos?
La segunda obra de Truffaut se aleja mucho de su fabulosa ópera prima. "Tirez sur le pianiste" es un filme alocado, irreverente y con mucha influencia de ese cine negro norteamericano de los cuarenta y cincuenta, siendo una especie de homenaje a las películas de serie B, pobladas de perdedores que no dan escapado de su pasado y de matones que no se dan por vencido. El director galo reflexiona sobre diversos temas como la soledad, las relaciones amorosas o el pasado que siempre nos persigue.
Plena noche. Calles oscuras. Un hombre corre por la acera escapando de sus perseguidores. Poco después entra en un bar pidiendo ayuda a su hermano, que trabaja de pianista en un salón de baile parisino de los suburbios. Así comienza esta obra, en la que la vida de este pianista solitario será el elemento central del filme.
Charlie es un virtuoso del piano, refugiándose en el anonimato después de un pasado traumático. Nuestro protagonista es un individuo tímido, con miedo a relacionarse con los demás, que solo tiene sentimientos cuando se sienta a tocar su música. Charles Azvanour dota al protagonista de un aura de marginado melancólico, para el que no existe camino posible para la redención. La llegada de su hermano vuelve a poner en peligro su monótona vida. En su camino se interpondrá el celoso dueño del local y una pareja de gánsteres que dan más gracia que miedo, rompiendo el director francés con los clichés típicos del cine policíaco.
En la obra también gozan de protagonismo tres mujeres completamente diferentes. Por un lado tenemos a Thérésa, antigua pareja del protagonista, mostrándose cínica, perversa y dispuesta a todo con tal de conseguir una cómoda situación. Clarisse es una prostituta muy decidida y firme, que vive en el apartamento contiguo al de Charlie y aprovecha para cuidar del hermano del músico. Por último tenemos a Léna, la heroína de la historia, bondadosa y decidida a arriesgar todo para ayudar al pianista.
Truffaut se mueve entre diversos géneros, mezclando un poco de todo, quedándose a medio camino entre el melodrama y el cine policíaco. La fotografía tiene un toque expresionista, con planos oscuros y cerrados, propios de las películas de terror del expresionismo alemán y del cine negro norteamericano de décadas posteriores. El rodaje tiene lugar en las calles, lo que impregna a la obra de una atmósfera cruda y realista.
Una obra muy singular, y como ya avisara Truffaut tras su estreno, una película para cinéfilos. Porque seamos sinceros: ¿Le recomendaríais "Tirez sur le pianiste" a vuestros amigos?

7,9
2.626
8
17 de abril de 2018
17 de abril de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película de Kenji Mizoguchi en la que realiza un retrato fantástico del mundo de la prostitución, mostrando una preocupación evidente por la condición de la mujer en la sociedad japonesa de la época, siendo humillada y consideraba como un objeto. Casi todas las obras niponas posteriores a la Segunda Guerra Mundial comparten esa visión de pesimismo, con unas heridas que todavía estaban demasiado recientes.
"El país de los sueños" es un burdel situado en un barrio de Tokio. El establecimiento atraviesa un periodo difícil ya que el gobierno está deliberando la prohibición de la prostitución. El director japonés retrata así la vida de las cinco prostitutas del lupanar, adentrándose poco a poco en la personalidad de cada una. Son un grupo heterogéneo de mujeres: jóvenes y maduras, casadas o solteras, con hijos y novios, pero todas tienen una cosa en común, y es que tienen que vender su cuerpo para poder sobrevivir.
Tenemos a Hanae, cuyo marido está enfermo de tuberculosis y a su hijo recién nacido, teniendo que pagar el medicamento del primero y alimentar al niño. La puta madura, Yumeko, que ejerce la prostitución para que su hijo tenga un futuro, sintiéndose él avergonzado por los rumores que surgen sobre su madre. Mickey y Yasumi cierran el colectivo, a la que se añade después una joven novata, que perderá su virginidad en la primera noche de trabajo. Yasumi es sin lugar a dudas el personaje central del filme. La joven es mentirosa y no tiene escrúpulos de ningún tipo para engañar a sus clientes y así robarles el dinero para tener unos ahorros y poder escapar de esa dura vida. Quizás la única triunfadora del filme.
El cineasta japonés no necesita de desnudos ni de escenas sugerentes para conseguir su resultado, que no es otro que mostrar un mundo de escasa reputación tal como es, sin artificios de ningún tipo, con una honestidad y crudeza brutal. El genial uso del plano-secuencia vuelve a ser su sello de autor, con una precisión fílmico-narrativa a la que pocos directores han conseguido llegar a lo largo de la historia. Su austera puesta en escena, que no exenta de calidad, ayuda a captar mejor la realidad de estas mujeres, sintiéndonos partícipes en todo momento de su triste día a día. Las escenas suelen tener lugar en espacios cerrados, siendo una metáfora del gris futuro que les espera a estas damas. Toda la obra de Mizoguchi está cargada de un aire de misticismo que ayuda a crear una atmósfera inquietante, con un espíritu romántico y lírico en muchas ocasiones.
Con total merecimiento uno de los clásicos del cine japonés.
"El país de los sueños" es un burdel situado en un barrio de Tokio. El establecimiento atraviesa un periodo difícil ya que el gobierno está deliberando la prohibición de la prostitución. El director japonés retrata así la vida de las cinco prostitutas del lupanar, adentrándose poco a poco en la personalidad de cada una. Son un grupo heterogéneo de mujeres: jóvenes y maduras, casadas o solteras, con hijos y novios, pero todas tienen una cosa en común, y es que tienen que vender su cuerpo para poder sobrevivir.
Tenemos a Hanae, cuyo marido está enfermo de tuberculosis y a su hijo recién nacido, teniendo que pagar el medicamento del primero y alimentar al niño. La puta madura, Yumeko, que ejerce la prostitución para que su hijo tenga un futuro, sintiéndose él avergonzado por los rumores que surgen sobre su madre. Mickey y Yasumi cierran el colectivo, a la que se añade después una joven novata, que perderá su virginidad en la primera noche de trabajo. Yasumi es sin lugar a dudas el personaje central del filme. La joven es mentirosa y no tiene escrúpulos de ningún tipo para engañar a sus clientes y así robarles el dinero para tener unos ahorros y poder escapar de esa dura vida. Quizás la única triunfadora del filme.
El cineasta japonés no necesita de desnudos ni de escenas sugerentes para conseguir su resultado, que no es otro que mostrar un mundo de escasa reputación tal como es, sin artificios de ningún tipo, con una honestidad y crudeza brutal. El genial uso del plano-secuencia vuelve a ser su sello de autor, con una precisión fílmico-narrativa a la que pocos directores han conseguido llegar a lo largo de la historia. Su austera puesta en escena, que no exenta de calidad, ayuda a captar mejor la realidad de estas mujeres, sintiéndonos partícipes en todo momento de su triste día a día. Las escenas suelen tener lugar en espacios cerrados, siendo una metáfora del gris futuro que les espera a estas damas. Toda la obra de Mizoguchi está cargada de un aire de misticismo que ayuda a crear una atmósfera inquietante, con un espíritu romántico y lírico en muchas ocasiones.
Con total merecimiento uno de los clásicos del cine japonés.

7,7
4.483
10
31 de marzo de 2018
31 de marzo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“No quiero producir una obra de arte en la que el público pueda sentarse y succionar estéticamente… Quiero darles un golpe en la espina dorsal, quemar su indiferencia, sobresaltarlos hasta acabar con su autocomplacencia.”
Tercera y última película que cierra la "trilogía sobre el silencio de Dios" de Ingmar Bergman. El director sueco ahonda en temas habituales en su filmografía: el vacío existencial, la incomunicación entre seres humanos, la enfermedad o la muerte.
La cinta comienza con un largo plano-secuencia en un vagón de tren. Vemos dos mujeres y el hijo de uno de ellas. Una, al ver a su hermana enferma, intenta darle ánimos pero la otra rechaza la ayuda. Mientras, el niño observa por la ventana una ciudad sitiada, poblada de tanques de guerra. El conflicto no tendrá influencia en la película, pero sí es un elemento utilizado por Bergman para remarcar la opresión a la que están sometidos los protagonistas. El maestro escandinavo también se vale de la falta del entendimiento del idioma en el que país donde se hospedan las protagonistas, como si la incomunicación que impone el idioma desconocido no sirviera más que, para poner de relieve, el inevitable distanciamiento existente entre las dos hermanas.
Anna y Ester son dos hermanas. Desde el inicio ya intuimos que su relación es inexistente. Anna es una joven promiscua, sensual y provocativa, que busca el sexo al contrario que su hermana, que es presentada como una mujer reprimida, intelectual y rígida, que busca refugio en el alcohol para evadirse de su traumática existencia. Es una mujer atormentada por su soledad y con miedo a la muerte, a la que solo un conserje aficionado a la música clásica la comprende, aunque paradójicamente no la entiende. No hay apenas diálogos entre ambas, y pronto vislumbramos que la dura actitud de Ester hacia Anna es fruto de un incestuoso deseo carnal(escena donde Ester espía a su hermana desnuda en el baño o cómo le afecta que Anna se relacione con hombres). Los únicos sentimientos entre ellas son los celos, la envidia y el rencor. Ingrid Thulin y Gunnel Lindblom mantienen un duelo interpretativo de gran altura.
Por otra parte tenemos a Johan, inocente, que buscará diversión por los pasillos del hotel donde se alojan, encontrándose en su camino con un simpático conserje y unos artistas enanos españoles, en un claro guiño a Buñuel. Llama la atención el erotismo explícito de la obra para el contexto en que fue realizada. Notamos esto en la actitud de Anna con su hijo, con el que notamos ciertas actitudes seductoras de la madre hacia él, encaminadas seguramente a compensar sus largas ausencias y falta de atención. Hay secuencias que llaman la atención: ella durmiendo desnuda junto a Johan, él frotándole la espalda en la bañera, donde observamos como la madre disfruta del momento. La película termina donde comenzó, en el vagón del tren, con Anna dejando que la lluvia le refresque. Aquí termina nuestro tortuoso trayecto.
La puesta en escena es sencilla y austera, con un ascetismo visual que predomina durante todo el filme, con primeros planos donde observamos la frustración de las protagonistas. La atmósfera es agobiante y aterradora, con espacios cerrados, desarrollándose casi toda la obra en el angustioso hotel de una ciudad europea. Bergman profundiza sobre diversidad de temas sin utilizar apenas las palabras. Le vale con poner poner la cámara donde le interesa, mostrando miradas, gestos y silencios que predominan sobre los diálogos. Tampoco hay banda sonora, ni artificio de ningún tipo. Tan solo los elegidos pueden conseguir hacer reflexionar tantísimo al espectador con esa aparente sencillez formal.
Una obra maestra. Bergman vuelve a atinar otra vez mostrando su pesimismo sobre la condición humana en esta sombría, desoladora y desasosegante película, donde el maestro escandinavo da una patada en los testículos o en los ovarios a los espectadores.
Tercera y última película que cierra la "trilogía sobre el silencio de Dios" de Ingmar Bergman. El director sueco ahonda en temas habituales en su filmografía: el vacío existencial, la incomunicación entre seres humanos, la enfermedad o la muerte.
La cinta comienza con un largo plano-secuencia en un vagón de tren. Vemos dos mujeres y el hijo de uno de ellas. Una, al ver a su hermana enferma, intenta darle ánimos pero la otra rechaza la ayuda. Mientras, el niño observa por la ventana una ciudad sitiada, poblada de tanques de guerra. El conflicto no tendrá influencia en la película, pero sí es un elemento utilizado por Bergman para remarcar la opresión a la que están sometidos los protagonistas. El maestro escandinavo también se vale de la falta del entendimiento del idioma en el que país donde se hospedan las protagonistas, como si la incomunicación que impone el idioma desconocido no sirviera más que, para poner de relieve, el inevitable distanciamiento existente entre las dos hermanas.
Anna y Ester son dos hermanas. Desde el inicio ya intuimos que su relación es inexistente. Anna es una joven promiscua, sensual y provocativa, que busca el sexo al contrario que su hermana, que es presentada como una mujer reprimida, intelectual y rígida, que busca refugio en el alcohol para evadirse de su traumática existencia. Es una mujer atormentada por su soledad y con miedo a la muerte, a la que solo un conserje aficionado a la música clásica la comprende, aunque paradójicamente no la entiende. No hay apenas diálogos entre ambas, y pronto vislumbramos que la dura actitud de Ester hacia Anna es fruto de un incestuoso deseo carnal(escena donde Ester espía a su hermana desnuda en el baño o cómo le afecta que Anna se relacione con hombres). Los únicos sentimientos entre ellas son los celos, la envidia y el rencor. Ingrid Thulin y Gunnel Lindblom mantienen un duelo interpretativo de gran altura.
Por otra parte tenemos a Johan, inocente, que buscará diversión por los pasillos del hotel donde se alojan, encontrándose en su camino con un simpático conserje y unos artistas enanos españoles, en un claro guiño a Buñuel. Llama la atención el erotismo explícito de la obra para el contexto en que fue realizada. Notamos esto en la actitud de Anna con su hijo, con el que notamos ciertas actitudes seductoras de la madre hacia él, encaminadas seguramente a compensar sus largas ausencias y falta de atención. Hay secuencias que llaman la atención: ella durmiendo desnuda junto a Johan, él frotándole la espalda en la bañera, donde observamos como la madre disfruta del momento. La película termina donde comenzó, en el vagón del tren, con Anna dejando que la lluvia le refresque. Aquí termina nuestro tortuoso trayecto.
La puesta en escena es sencilla y austera, con un ascetismo visual que predomina durante todo el filme, con primeros planos donde observamos la frustración de las protagonistas. La atmósfera es agobiante y aterradora, con espacios cerrados, desarrollándose casi toda la obra en el angustioso hotel de una ciudad europea. Bergman profundiza sobre diversidad de temas sin utilizar apenas las palabras. Le vale con poner poner la cámara donde le interesa, mostrando miradas, gestos y silencios que predominan sobre los diálogos. Tampoco hay banda sonora, ni artificio de ningún tipo. Tan solo los elegidos pueden conseguir hacer reflexionar tantísimo al espectador con esa aparente sencillez formal.
Una obra maestra. Bergman vuelve a atinar otra vez mostrando su pesimismo sobre la condición humana en esta sombría, desoladora y desasosegante película, donde el maestro escandinavo da una patada en los testículos o en los ovarios a los espectadores.
TV

7,6
5.665
9
23 de marzo de 2018
23 de marzo de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ingmar Bergman finalizó su trayectoria cinematográfica con esta maravillosa cinta sobre el reencuentro de Marianne y su ex marido Johan, protagonistas de la excepcional "Secretos de un matrimonio". El genio escandinavo expone en esta secuela su pesimista concepción sobre la existencia humana, dejando de lado los problemas de pareja relatados bastantes años antes en la película citada anteriormente.
El personaje que interpreta Liv Ullmann, Marianne, nos anuncia en el prólogo, su inminente viaje a la cabaña del bosque donde vive retirado su ex marido, con quien no ha tenido contacto durante varias décadas. Pero no estarán solos, ya que cerca de allí viven el hijo de Johan, una persona con una crisis emocional después de quedar viudo, y su nieta, una joven música espontánea e impulsiva, que mantiene relaciones incestuosas con su padre.
El filme consta de prólogo, diez episodios y epílogo final. Llama la atención que nunca coincidan más de dos personajes a la vez en cada uno de los capítulos. Los diálogos están muy elaborados y la dirección de actores es soberbia, algo que no sorprende para quien haya seguido la trayectoria de Bergman. Julia Dufvenius borda su papel, teniendo que afrontar su personaje la difícil decisión de abandonar a su padre, aun a expensas de saber que morirá si escoge ir a una escuela para progresar su carrera como violinista.
El cineasta sueco trata muchos temas en su testamento fílmico: viejas heridas que no dan cicatrizado, el tormento interior de sus protagonistas, la incapacidad de comunicación entre padres e hijos o el inexorable paso del tiempo. Una paciente cámara capta con ahínco los gestos, miradas y palabras de los cuatro personajes. Existe un quinto(madre de Karin), al que solo podemos atisbar mediante viejas fotos.
La obra finaliza en el mismo lugar donde comienza, con el epílogo de Marianne relatando al espectador la opinión de su viaje y lo que pasó después. Una actriz, Liv Ullmann, que seguramente sea una de las mejores actrices que este mundo haya conocido.
Obra maestra.
El personaje que interpreta Liv Ullmann, Marianne, nos anuncia en el prólogo, su inminente viaje a la cabaña del bosque donde vive retirado su ex marido, con quien no ha tenido contacto durante varias décadas. Pero no estarán solos, ya que cerca de allí viven el hijo de Johan, una persona con una crisis emocional después de quedar viudo, y su nieta, una joven música espontánea e impulsiva, que mantiene relaciones incestuosas con su padre.
El filme consta de prólogo, diez episodios y epílogo final. Llama la atención que nunca coincidan más de dos personajes a la vez en cada uno de los capítulos. Los diálogos están muy elaborados y la dirección de actores es soberbia, algo que no sorprende para quien haya seguido la trayectoria de Bergman. Julia Dufvenius borda su papel, teniendo que afrontar su personaje la difícil decisión de abandonar a su padre, aun a expensas de saber que morirá si escoge ir a una escuela para progresar su carrera como violinista.
El cineasta sueco trata muchos temas en su testamento fílmico: viejas heridas que no dan cicatrizado, el tormento interior de sus protagonistas, la incapacidad de comunicación entre padres e hijos o el inexorable paso del tiempo. Una paciente cámara capta con ahínco los gestos, miradas y palabras de los cuatro personajes. Existe un quinto(madre de Karin), al que solo podemos atisbar mediante viejas fotos.
La obra finaliza en el mismo lugar donde comienza, con el epílogo de Marianne relatando al espectador la opinión de su viaje y lo que pasó después. Una actriz, Liv Ullmann, que seguramente sea una de las mejores actrices que este mundo haya conocido.
Obra maestra.
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