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5,4
4.847
2
7 de octubre de 2012
7 de octubre de 2012
11 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Prácticamente desde el minuto 0 sabemos que el protagonista es un pirado que se dedica a asesinar jovencitas, y les corta la caballera en plan comanche para después enganchársela a los maniquíes que componen su harén particular. Eso sí, también muy pronto sabemos de dónde le viene la locura al muchachito. Y claro, como tiene sentimientos, también se puede enamorar...
En fin, no hay conflicto. Todo es una sucesión de asesinatos más o menos programados, previsibles desde el primer minuto. No hay tensión. No hay posibilidad de empatizar con el personaje, el hecho de colocar la cámara constantemente haciéndonos partícipe de su punto de vista no ayuda nada a ello. Ni siquiera con una interpretación tan convincente como la de Elijah Wood. No nos preguntamos qué puede estar pasando por la cabeza, los guionistas se han encargado de decírnoslo desde el principio y nos lo hacen patente con recuerdos-flasbacks un tanto bobos. No basta con llenarnos la pantalla de sangre o filmar planos más o menos salvajes para generar tensión en el espectador. Al menos, conmigo no ha funcionado.
En fin, no hay conflicto. Todo es una sucesión de asesinatos más o menos programados, previsibles desde el primer minuto. No hay tensión. No hay posibilidad de empatizar con el personaje, el hecho de colocar la cámara constantemente haciéndonos partícipe de su punto de vista no ayuda nada a ello. Ni siquiera con una interpretación tan convincente como la de Elijah Wood. No nos preguntamos qué puede estar pasando por la cabeza, los guionistas se han encargado de decírnoslo desde el principio y nos lo hacen patente con recuerdos-flasbacks un tanto bobos. No basta con llenarnos la pantalla de sangre o filmar planos más o menos salvajes para generar tensión en el espectador. Al menos, conmigo no ha funcionado.

5,4
257
1
24 de agosto de 2013
24 de agosto de 2013
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sábado por la tarde, estoy en casa sin nada especial que hacer. Veo en el periódico que en un canal de televisión emiten “Cerco de fuego”. No he oído hablar de esta película, pero leo el elenco artístico y la sinopsis y creo que puede ser una agradable manera de pasar el tiempo.
Fiasco. Una película mala de solemnidad, que ensombrece la filmografía de todos los que participaron en ella. Me froto los ojos para asegurarme que realmente son ellos: Stewart, Kennedy, Baxter… Y dirigidos por McLaglen… La historia podía haber dado mucho más de sí, pero todo se pierde en unas situaciones estrambóticas, unos personajes maniqueos y previsibles, y unos diálogos que provocan sonrojo. Tratamiento de la historia muy facilón y simplista. Quizá se buscaba rememorar el sabor del viejo western, pero todo huele a relamido. Humor zafio y cutre. Muy mala. Una decepción. Y, lo que es peor, una pérdida de tiempo.
Fiasco. Una película mala de solemnidad, que ensombrece la filmografía de todos los que participaron en ella. Me froto los ojos para asegurarme que realmente son ellos: Stewart, Kennedy, Baxter… Y dirigidos por McLaglen… La historia podía haber dado mucho más de sí, pero todo se pierde en unas situaciones estrambóticas, unos personajes maniqueos y previsibles, y unos diálogos que provocan sonrojo. Tratamiento de la historia muy facilón y simplista. Quizá se buscaba rememorar el sabor del viejo western, pero todo huele a relamido. Humor zafio y cutre. Muy mala. Una decepción. Y, lo que es peor, una pérdida de tiempo.

6,1
28.963
5
4 de marzo de 2012
4 de marzo de 2012
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirección sólida, actores de primera línea... Lástima de historia. Rodrigo Cortés rueda con pulso firme una película en donde, para mí, falla lo absurdo del guión. Un departamento de una universidad americana destinado a desvelar fraudes paranormales... Y se quejan de que no tienen subvenciones. Después todo degenera en un enfrentamiento casi personal entre la doctora que dirige el departamento y un mentalista que vive del espectáculo, en plan Uri Geller (no sé si se escribe así)... Lo siento, la historia tiene un planteamiento muy absurdo, no entiendo qué pinta un doctor de Universidad en tales berenjenales. Si no tuviese el gancho que a día de hoy tiene Rodrigo Cortés y el de unos actores que son verdaderas estrellas del cine, la peli no aguantaría ni dos pases de sobremesa en cualquier canal local de televisión.
El giro final de la historia ayuda y mejora el producto. Pero a mí me ha llegado demasiado tarde, a esas alturas de la peli casi estaba más fuera que dentro.
En fin, le doy un aprobado por lo acertado de la dirección, por las buenas interpretaciones y por la puesta en escena tan conseguida. Pero es una peli que se queda en el envoltorio, le falta "sustancia". Lástima.
El giro final de la historia ayuda y mejora el producto. Pero a mí me ha llegado demasiado tarde, a esas alturas de la peli casi estaba más fuera que dentro.
En fin, le doy un aprobado por lo acertado de la dirección, por las buenas interpretaciones y por la puesta en escena tan conseguida. Pero es una peli que se queda en el envoltorio, le falta "sustancia". Lástima.

7,1
29.565
8
20 de febrero de 2022
20 de febrero de 2022
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernando León de Aranoa vuelve a abordar las problemáticas laborales 20 años después de la estupenda "Los lunes al sol", si bien sitúa el punto de vista en el empresario. Será porque los años nos vuelven a todos más cinicos, pero lo cierto es que se trata de dos películas de tonos totalmente diferentes.
Y es que el gran mérito de "El buen patrón" es que es una comedia con mayúsculas, negrísima y muy divertida. Las cosas que se relatan son muy trágicas, y la crítica es evidente, pero no podemos dejar de sonreír ante lo que pasa en la pantalla. De hecho, son dos elementos que, lejos de ser excluyentes, en este caso se retroalimentan.
Mención aparte merece Javier Bardem: enorme. Supongo que el director ha tenido mucho que ver en la compleja construcción de este personaje, siempre en equilibrio entre un maquiavelismo malvado y un histrionismo desternillante. Blanco se pasa la película rozando el ridículo, pero con una cierta dosis de humanidad. Nunca llegamos a odiarle del todo, aunque sepamos que se lo merece. En fin, es la idea del frágil equilibrio sobre la que pivota toda la película. Blanco es capaz de traicionar a cualquiera, incluso a sí mismo, y hasta de dejarse manipular, si ello resulta propicio para el fin perseguido. Su fin, claro. Y cuanto más patético es el personaje, más cruda y virulenta se vuelve la denuncia que contiene el film.
El resto de personajes y el jugo que el director saca a cada situación contribuyen a una composición redonda y perfecta. La balanza siempre estará equilibrada, da igual la mierda que haya que poner en los platos...
Y es que el gran mérito de "El buen patrón" es que es una comedia con mayúsculas, negrísima y muy divertida. Las cosas que se relatan son muy trágicas, y la crítica es evidente, pero no podemos dejar de sonreír ante lo que pasa en la pantalla. De hecho, son dos elementos que, lejos de ser excluyentes, en este caso se retroalimentan.
Mención aparte merece Javier Bardem: enorme. Supongo que el director ha tenido mucho que ver en la compleja construcción de este personaje, siempre en equilibrio entre un maquiavelismo malvado y un histrionismo desternillante. Blanco se pasa la película rozando el ridículo, pero con una cierta dosis de humanidad. Nunca llegamos a odiarle del todo, aunque sepamos que se lo merece. En fin, es la idea del frágil equilibrio sobre la que pivota toda la película. Blanco es capaz de traicionar a cualquiera, incluso a sí mismo, y hasta de dejarse manipular, si ello resulta propicio para el fin perseguido. Su fin, claro. Y cuanto más patético es el personaje, más cruda y virulenta se vuelve la denuncia que contiene el film.
El resto de personajes y el jugo que el director saca a cada situación contribuyen a una composición redonda y perfecta. La balanza siempre estará equilibrada, da igual la mierda que haya que poner en los platos...
9
15 de julio de 2013
15 de julio de 2013
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fellini hace un nuevo homenaje a los desheredados de la vida, esta vez más sentido que nunca. Cabiria es una prostituta de los bajos fondos, que lucha cada día para ganarse la vida, y que acaba recibiendo golpes de todos los desaprensivos que se aprovechan de ella. Acostumbrada a moverse en un mundo hostil, termina siendo víctima de su propia inocencia.
“Las noches de Cabiria” es una historia de ilusiones perpetuas. La prostituta que sueña con ser princesa. Es más, en varios momentos de la película se cree capaz de llegar a serlo. Los continuos reveses nunca le hacen perder una fe beatífica e ingenua…
El inicio de la película, con la escena del río, es muy potente. Después, el film relata diversos episodios en los que Fellini se mueve entre el sarcasmo y la crítica social, entre la crudeza y el romanticismo… “Las noches de Cabiria” remueve los sentimientos y las tripas del espectador. A menudo nos sorprendemos a nosotros mismos riendo espontáneamente ante cualquier escena y, dos segundos después, nos damos cuenta de que en el fondo la historia no tiene la más mínima gracia, y la sonrisa se nos congela… Así nos ocurre en las escenas de Cabiria con colegas y chulos (divertidísimas y crueles al mismo tiempo), el episodio con “Il Commendatore” (ni siquiera aquí Cabiria reniega de su eterna aspiración a encontrar su príncipe azul), etc. El episodio de la romería quizá resulta largo y entronca más con Ferreri y Azcona, avanzando la mala leche que se hará más patente en obras fellinianas posteriores. Giulietta Masina se antoja la actriz perfecta para lo que el director quiere mostrarnos, una rara mezcla de Lina Morgan y Cenicienta.
Y, por supuesto, el desenlace, sensibilidad y piedad a flor de piel. El mensaje final recuerda demasiado al Valle de Lágrimas de la Iglesia cristiana tradicional, y a ojos de hoy resulta bastante cuestionable. Fellini resuelve la historia con una extraña nota de optimismo y confianza en el género humano que casi llega a exasperar, aunque su potencia cinematográfica es indiscutible.
“Las noches de Cabiria” es una historia de ilusiones perpetuas. La prostituta que sueña con ser princesa. Es más, en varios momentos de la película se cree capaz de llegar a serlo. Los continuos reveses nunca le hacen perder una fe beatífica e ingenua…
El inicio de la película, con la escena del río, es muy potente. Después, el film relata diversos episodios en los que Fellini se mueve entre el sarcasmo y la crítica social, entre la crudeza y el romanticismo… “Las noches de Cabiria” remueve los sentimientos y las tripas del espectador. A menudo nos sorprendemos a nosotros mismos riendo espontáneamente ante cualquier escena y, dos segundos después, nos damos cuenta de que en el fondo la historia no tiene la más mínima gracia, y la sonrisa se nos congela… Así nos ocurre en las escenas de Cabiria con colegas y chulos (divertidísimas y crueles al mismo tiempo), el episodio con “Il Commendatore” (ni siquiera aquí Cabiria reniega de su eterna aspiración a encontrar su príncipe azul), etc. El episodio de la romería quizá resulta largo y entronca más con Ferreri y Azcona, avanzando la mala leche que se hará más patente en obras fellinianas posteriores. Giulietta Masina se antoja la actriz perfecta para lo que el director quiere mostrarnos, una rara mezcla de Lina Morgan y Cenicienta.
Y, por supuesto, el desenlace, sensibilidad y piedad a flor de piel. El mensaje final recuerda demasiado al Valle de Lágrimas de la Iglesia cristiana tradicional, y a ojos de hoy resulta bastante cuestionable. Fellini resuelve la historia con una extraña nota de optimismo y confianza en el género humano que casi llega a exasperar, aunque su potencia cinematográfica es indiscutible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Sí, los últimos minutos me parecen antológicos. Desde que Cabiria deja su casa y se encuentra con su novio Oscar para casarse con él, Fellini deja pistas evidentes para que todos los espectadores sepamos qué va a pasar. Todos, claro, menos Cabiria. Es el único ser inocente incapaz de prever un final abrupto. Con ello, la angustia que se genera en el espectador es creciente. Después, junto al río, el círculo de la historia se cierra, llega el clímax y el destino de Cabiria se hace patente. Llegados a ese punto, es ella la que, consciente de su propia condición de desamparada entre los desamparados, entrega su bolso a su traidor acompañante. Y éste, inmovilizado por la culpa y el remordimiento, pero vencido por el egoísmo, coge el botín y sale huyendo. A Cabiria no le quitan el dinero, es ella la que lo entrega cuando se da cuenta de que todo es un engaño. Quizá Oscar no habría sido capaz de hacerle daño a Cabiria, quizá ella habría podido salvar su pírrica fortuna... Pero, ¿qué más daba? Ya ha perdido…
Sin embargo, cuando se levanta sola, perdida, sin nada, una simple melodía le hace sentir el optimismo de su existencia, y experimenta de nuevo las ganas de ilusionarse de nuevo por la vida. Y nos mira con una sonrisa cómplice con la que nos transmite su espíritu de incansable lucha. Demoledor.
Sin embargo, cuando se levanta sola, perdida, sin nada, una simple melodía le hace sentir el optimismo de su existencia, y experimenta de nuevo las ganas de ilusionarse de nuevo por la vida. Y nos mira con una sonrisa cómplice con la que nos transmite su espíritu de incansable lucha. Demoledor.
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