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Críticas ordenadas por utilidad
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5,8
311
10
5 de diciembre de 2008
5 de diciembre de 2008
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Avatares de la vida me han llevado a poder ver antes de su estreno una película que no es sino una joya. Y una joya que no parte de una gema, sino de una piedra.
La película se llama "Parque Vía" y se estrena en quince días en el Festival de México D.F.. Pero tengan por seguro que pasará por muchos más festivales. Pasará y arrasará. Porque es una peli especial, porque es una peli de las que no se olvidan.
Hace ya mes y medio que la vi. Y no se va de mi conciencia. Te penetra y se queda. Su protagonista tiene tanta fuerza que entra como un taladro en tu cerebro y se queda para siempre. Hacía muchos años que no sentía tanta emoción por un personaje, tanta empatía por una persona fílmica. La creación de Enrique Rivero está tan llena de vida que, minuto a minuto, sientes la vida pasar y ésta te apasiona. Retrata la rutina de una forma tan veraz como cinematográfica, y siendo fiel a la vida misma, logra convertir el tedio en pasión, y la pasión en acción.
Sus recursos no parecen los de un novato. No busca epatar en ningún momento. No busca contar todo lo que es él y todo lo que piensa. Todo lo contrario. Se resiste a contar más que lo que la historia da. Y la historia no da para mucho. La historia sólo da para contar la vida. Y la vida lo es todo.
Por eso "Parque Vía" entra dentro de las conciencias y dentro de los corazones. Lo hace a ritmo lento, al ritmo de la vida. Lo hace a ritmo constante, al ritmo de la vida. A fuerza de ritmo vital, al final no queda dentro de uno sino la vida.
Su película no imita a la vida ni imita a la ficción, la ficción es vida, y la vida es ficción. Por eso te lo crees todo, por eso amas a su personaje como amas a tu novia o a tus amigos. Lo quieres por sus defectos, lo quieres porque es como es. Por eso quieres que salga de ésta, por eso quieres que siga encerrado en "Parque Vía".
La película se llama "Parque Vía" y se estrena en quince días en el Festival de México D.F.. Pero tengan por seguro que pasará por muchos más festivales. Pasará y arrasará. Porque es una peli especial, porque es una peli de las que no se olvidan.
Hace ya mes y medio que la vi. Y no se va de mi conciencia. Te penetra y se queda. Su protagonista tiene tanta fuerza que entra como un taladro en tu cerebro y se queda para siempre. Hacía muchos años que no sentía tanta emoción por un personaje, tanta empatía por una persona fílmica. La creación de Enrique Rivero está tan llena de vida que, minuto a minuto, sientes la vida pasar y ésta te apasiona. Retrata la rutina de una forma tan veraz como cinematográfica, y siendo fiel a la vida misma, logra convertir el tedio en pasión, y la pasión en acción.
Sus recursos no parecen los de un novato. No busca epatar en ningún momento. No busca contar todo lo que es él y todo lo que piensa. Todo lo contrario. Se resiste a contar más que lo que la historia da. Y la historia no da para mucho. La historia sólo da para contar la vida. Y la vida lo es todo.
Por eso "Parque Vía" entra dentro de las conciencias y dentro de los corazones. Lo hace a ritmo lento, al ritmo de la vida. Lo hace a ritmo constante, al ritmo de la vida. A fuerza de ritmo vital, al final no queda dentro de uno sino la vida.
Su película no imita a la vida ni imita a la ficción, la ficción es vida, y la vida es ficción. Por eso te lo crees todo, por eso amas a su personaje como amas a tu novia o a tus amigos. Lo quieres por sus defectos, lo quieres porque es como es. Por eso quieres que salga de ésta, por eso quieres que siga encerrado en "Parque Vía".

5,8
2.358
7
13 de octubre de 2010
13 de octubre de 2010
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Inmigrantes que tratan de robar las sobras. Inmigrantes que se protegen de los propios inmigrantes. Inmigrantes que dedican insultos racistas a otros inmigrantes.
De eso va la última de Fernando León, de inmigrantes. De inmigrantes que parecen reales, nada idealizados en intenciones y actos. Y no sólo los caracteriza como reales, tampoco demoniza al hombre blanco. Su discurso político no necesita caer en la caracterización para calar. El discurso político está ahí, sin necesidad de denunciarlo, sin necesidad de enunciarlo.
Ahí radican todas las virtudes y los defectos de Amador. En su apuesta por contar la vida de los inmigrantes. En su negación a caer en el mensajismo. Otra cosa es que al elegir esa apuesta, pierde muchas de las fortalezas que le llevaron a rodar tres obras maestras consecutivas, Familia, Barrio y Los lunes al sol.
Al optar por no contar la vida de los españoles, pierde su sentido del humor. Un maravilloso talento para la comedia fundado en su talento innato para el diálogo característico, paradójico. Y al optar por no contar la vida de los españoles, sus personajes también pierden vitalidad, la que le sobraba a Juan Luis Galiardo, Eloi Cabezas o Javier Bardem. La que hacía que por muy triste que fuera la historia y patético el personaje, se multiplicara la empatía hasta llegar al amor profundo por sus personajes.
Eso no ocurre con Magaly Solier. Está tan apagada, tan vacía de motivaciones e interés que su propuesta puede resultar realista, pero desde luego no apasionante. Interesa, porque escribe tan bien Fernando León que es imposible que no interese. Llega el mensaje porque tiene un final tan redondo que es imposible que no llegue. Pero brillar sólo brilla cuando la pantalla se llena de actores patrios, cuando aparece Celso Bugallo o una puta y un cura que generan unas composiciones tan desternillantes como apasionantes, tan interesantes como emocionantes.
Espero en el camino la próxima de Fernando León de Aranoa. Y espero que hable de lo mejor que sabe, de españoles.
De eso va la última de Fernando León, de inmigrantes. De inmigrantes que parecen reales, nada idealizados en intenciones y actos. Y no sólo los caracteriza como reales, tampoco demoniza al hombre blanco. Su discurso político no necesita caer en la caracterización para calar. El discurso político está ahí, sin necesidad de denunciarlo, sin necesidad de enunciarlo.
Ahí radican todas las virtudes y los defectos de Amador. En su apuesta por contar la vida de los inmigrantes. En su negación a caer en el mensajismo. Otra cosa es que al elegir esa apuesta, pierde muchas de las fortalezas que le llevaron a rodar tres obras maestras consecutivas, Familia, Barrio y Los lunes al sol.
Al optar por no contar la vida de los españoles, pierde su sentido del humor. Un maravilloso talento para la comedia fundado en su talento innato para el diálogo característico, paradójico. Y al optar por no contar la vida de los españoles, sus personajes también pierden vitalidad, la que le sobraba a Juan Luis Galiardo, Eloi Cabezas o Javier Bardem. La que hacía que por muy triste que fuera la historia y patético el personaje, se multiplicara la empatía hasta llegar al amor profundo por sus personajes.
Eso no ocurre con Magaly Solier. Está tan apagada, tan vacía de motivaciones e interés que su propuesta puede resultar realista, pero desde luego no apasionante. Interesa, porque escribe tan bien Fernando León que es imposible que no interese. Llega el mensaje porque tiene un final tan redondo que es imposible que no llegue. Pero brillar sólo brilla cuando la pantalla se llena de actores patrios, cuando aparece Celso Bugallo o una puta y un cura que generan unas composiciones tan desternillantes como apasionantes, tan interesantes como emocionantes.
Espero en el camino la próxima de Fernando León de Aranoa. Y espero que hable de lo mejor que sabe, de españoles.
30 de agosto de 2010
30 de agosto de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Exceptuando el catedrático Haneke, puede que Woody Allen sea el más filósofo de todos los directores. Sin embargo, si de algo carece su cine es de filosofía. Exceptuando al recién muerto Rebella, puede que Woody Allen sea el más triste de todos los directores. Sin embargo, si de algo carece su cine es de tristeza.
"Conocerás al hombre de tus sueños" lleva estos dos hitos hasta el extremo. No es filosófica ni es triste, todo lo contrario. Es sin duda la película más divertida que hace desde su época de gloria en los 90. Hace de la risa un arte sublime, que lleva a que pasen sus minutos con la felicidad del que conoce la vida y la asume como es. Del que ya no se hace preguntas porque sabe que ya no son necesarias las respuestas. Abandona la filosofía al generarnos nuevas ilusiones.
Y Woody Allen alcanza este estado de gracia utilizando como nunca sus armas de siempre. Con personajes magníficamente paródicos. Con una trama de historias paralelas perfectamente hilada, que multiplica el impacto de cada situación. Con una visión de la vida tan patética como glamourosa. Con un poderío visual mayor de lo habitual. Con unos actores nacidos para la comedia.
Y dentro de esto, como siempre, es capaz de dejar sitio a cada personaje, de hacer que cada secundario se sienta protagonista. Lo hace una Naomi Watts en eterna deificación, un Antonio Banderas desternillante. Porque si toda la función alcanza momentos gloriosos, entre ambos llegan al cielo en 3 escenas que pasarán a los hitos del tópico plano fijo de la comedia. Muestran cómo dos actores de comedia pueden hacer que una escena sea al mismo tiempo graciosa, metafórica y reveladora.
Así, entre ilusiones y realidades, Woody Allen nos lleva gozoso hacia un final que en su único error, quizá se precipita. Y al precipitarse, quizá nos deja menos tiempo para la reflexión, para las preguntas. Vuelve a conseguir alejar la tristeza, alejar la filosofía.
"Conocerás al hombre de tus sueños" lleva estos dos hitos hasta el extremo. No es filosófica ni es triste, todo lo contrario. Es sin duda la película más divertida que hace desde su época de gloria en los 90. Hace de la risa un arte sublime, que lleva a que pasen sus minutos con la felicidad del que conoce la vida y la asume como es. Del que ya no se hace preguntas porque sabe que ya no son necesarias las respuestas. Abandona la filosofía al generarnos nuevas ilusiones.
Y Woody Allen alcanza este estado de gracia utilizando como nunca sus armas de siempre. Con personajes magníficamente paródicos. Con una trama de historias paralelas perfectamente hilada, que multiplica el impacto de cada situación. Con una visión de la vida tan patética como glamourosa. Con un poderío visual mayor de lo habitual. Con unos actores nacidos para la comedia.
Y dentro de esto, como siempre, es capaz de dejar sitio a cada personaje, de hacer que cada secundario se sienta protagonista. Lo hace una Naomi Watts en eterna deificación, un Antonio Banderas desternillante. Porque si toda la función alcanza momentos gloriosos, entre ambos llegan al cielo en 3 escenas que pasarán a los hitos del tópico plano fijo de la comedia. Muestran cómo dos actores de comedia pueden hacer que una escena sea al mismo tiempo graciosa, metafórica y reveladora.
Así, entre ilusiones y realidades, Woody Allen nos lleva gozoso hacia un final que en su único error, quizá se precipita. Y al precipitarse, quizá nos deja menos tiempo para la reflexión, para las preguntas. Vuelve a conseguir alejar la tristeza, alejar la filosofía.
2 de agosto de 2010
2 de agosto de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La cartelera es una ruleta rusa. Hay muchas películas sin nada que lo obtienen todo; hay algunas películas con todo que son ninguneadas por crítica y público. "v.o.s." no pertenece a este último grupo, lo lidera.
Toda crítica es subjetiva, ésta también lo es. Y admito que la última criatura de Gay cuenta con múltiples elementos que hacen que me guste, que satisfaga mis obsesiones.
El primero es su condición de metacine. Su condición de criatura entre la realidad y la ficción, entre la creación y lo creado, hacen de ella algo moderno, real, tanto como la inevitable voz en off que todos tenemos dentro mientras vivimos nuestra vida.
El segundo recurso es su no adscripción a un género, su decidida apuesta por la vitalidad de la comedia y el poso del drama, por la ligereza de la risas y el anclaje a la dura realidad de las relaciones.
El tercero es su cinefilia militante. Una cinefilia que le lleva a homenajear casi de forma involuntaria, difícilmente eludible. Como con Tarantino, se trata de una forma de vivir la vida en la cual el cine siempre está presente, en la cual las películas vistas pasan a integrarse en la vida, y ser foco, referencia, personajes.
El cuarto y último es su pequeñez. La lleva tan lejos como para titular minúsculas. Si con los otros me divierto y afilio, éste me lleva directamente a identificarme. Gay no cree estar contando la película definitiva. Quizá no cree que ésta exista. Quizá la película definitiva es la que es capaz de contar la normalidad de la vida de forma que consiga que capte esta normalidad y al mismo tiempo, la haga milagro.
Y él lo consigue. Consigue captar la verdad y encontrar el aura. Consigue hacernos reír con el día a día y emocionarnos hasta la lágrima con el milagro del nacimiento. Consigue hacer la película que siempre quiso hacer Woody Allen: mostrar la tragedia que es la vida, haciendo el tiempo y la distancia del cine, la tornen comedia.
Toda crítica es subjetiva, ésta también lo es. Y admito que la última criatura de Gay cuenta con múltiples elementos que hacen que me guste, que satisfaga mis obsesiones.
El primero es su condición de metacine. Su condición de criatura entre la realidad y la ficción, entre la creación y lo creado, hacen de ella algo moderno, real, tanto como la inevitable voz en off que todos tenemos dentro mientras vivimos nuestra vida.
El segundo recurso es su no adscripción a un género, su decidida apuesta por la vitalidad de la comedia y el poso del drama, por la ligereza de la risas y el anclaje a la dura realidad de las relaciones.
El tercero es su cinefilia militante. Una cinefilia que le lleva a homenajear casi de forma involuntaria, difícilmente eludible. Como con Tarantino, se trata de una forma de vivir la vida en la cual el cine siempre está presente, en la cual las películas vistas pasan a integrarse en la vida, y ser foco, referencia, personajes.
El cuarto y último es su pequeñez. La lleva tan lejos como para titular minúsculas. Si con los otros me divierto y afilio, éste me lleva directamente a identificarme. Gay no cree estar contando la película definitiva. Quizá no cree que ésta exista. Quizá la película definitiva es la que es capaz de contar la normalidad de la vida de forma que consiga que capte esta normalidad y al mismo tiempo, la haga milagro.
Y él lo consigue. Consigue captar la verdad y encontrar el aura. Consigue hacernos reír con el día a día y emocionarnos hasta la lágrima con el milagro del nacimiento. Consigue hacer la película que siempre quiso hacer Woody Allen: mostrar la tragedia que es la vida, haciendo el tiempo y la distancia del cine, la tornen comedia.

7,5
26.710
7
13 de marzo de 2010
13 de marzo de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Supongo que hay autores que conectan más y que conectan menos con uno. Jacques Audiard conecta con casi todo el mundo. No conecta conmigo.
No se trata de que no lo valore. Su cine siempre me interesa. Siempre me apetece ver qué pasa al final. Siempre me seducen un par de ideas. Siempre lo sigo con fuerza y sin pasión.
Como en el resto, su cine parte de un guión de hierro que se encarga de deconstruir para que no parezca tanto cine. Tiene pinta de que había una gran y potente maquinaria de cine negro que se encarga de anular quitando un par de engranajes. Con eso consigue que su drama se parezca a la vida real, que gane credibilidad y pierda vigor cinematográfico.
Esa decisión lleva a la siguiente y es que su cine lo pueblan personajes antipáticos. No hace el más mínimo esfuerzo por acercar a sus protagonistas. Puedes llegar a entender la situación en la que se encuentra Malik pero es tan deplorable, tan falto de valores cada uno de sus comportamientos que sentir empatía hacia él es la más utópica de las aventuras.
Y este hecho nos lleva a su último foco: la atmósfera. Al no sólo eludir los antihéroes, sino abarrotar de hijos de puta la trama, lo que consigue es que te sitúes en un ambiente que parece profundamente real, pero del que no quieres saber nada. Sólo quieres portarte bien para no ir a una cárcel poblado de islámicos.
Porque no deja poso de esperanza. Por mucho que lo intente con el final. El proceso de aprendizaje del protagonista puede ser el de un profeta, pero desde luego no es el del espectador.
Por eso sigo sin conectar con Audiard. Por eso me temo que seguiré sin conectar.
No se trata de que no lo valore. Su cine siempre me interesa. Siempre me apetece ver qué pasa al final. Siempre me seducen un par de ideas. Siempre lo sigo con fuerza y sin pasión.
Como en el resto, su cine parte de un guión de hierro que se encarga de deconstruir para que no parezca tanto cine. Tiene pinta de que había una gran y potente maquinaria de cine negro que se encarga de anular quitando un par de engranajes. Con eso consigue que su drama se parezca a la vida real, que gane credibilidad y pierda vigor cinematográfico.
Esa decisión lleva a la siguiente y es que su cine lo pueblan personajes antipáticos. No hace el más mínimo esfuerzo por acercar a sus protagonistas. Puedes llegar a entender la situación en la que se encuentra Malik pero es tan deplorable, tan falto de valores cada uno de sus comportamientos que sentir empatía hacia él es la más utópica de las aventuras.
Y este hecho nos lleva a su último foco: la atmósfera. Al no sólo eludir los antihéroes, sino abarrotar de hijos de puta la trama, lo que consigue es que te sitúes en un ambiente que parece profundamente real, pero del que no quieres saber nada. Sólo quieres portarte bien para no ir a una cárcel poblado de islámicos.
Porque no deja poso de esperanza. Por mucho que lo intente con el final. El proceso de aprendizaje del protagonista puede ser el de un profeta, pero desde luego no es el del espectador.
Por eso sigo sin conectar con Audiard. Por eso me temo que seguiré sin conectar.
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