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Críticas ordenadas por utilidad
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6
29 de agosto de 2012
29 de agosto de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que es una película absolutamente diferente y especial no cabe duda. El Oso es una producción prodigiosa con aspecto de documental, pero con un guión cuidado. Tal osadía necesitó de tres años de rodaje, y es que en el filme son un oso y un pequeño osezno los protagonistas (tal como suena) mientras que los humanos son el elemento secundario del filme. Esto tiene la ventaja de hacer del filme algo único, utilizando las imágenes reales de los animales en su entorno, con un sentido narrativo que no es el de la realidad sino que está dirigido, un experimento que funciona muy bien gracias a un montaje excepcional, milimétricamente cuidado y que consigue crear una película de ficción por encima de un documental. Pero esto también tiene una desventaja, la ausencia de diálogos, ya que, lamentablemente para los intereses de la película, los osos no hablan. Esto es una carencia importante, sin diálogos naturales de los protagonistas principales, y ni si quiera una voz en off para contar lo que ocurre (para no dar lugar al documental) nos queda solamente el lenguaje de la imagen, el principal sin duda tratándose de una película, pero que queda incompleto, y que hace que, pese a las travesuras y peripecias de oso y osezno, a veces la película caiga, por momentos, en el aburrimiento, en el documental mudo.
Hacer esta película tiene un mérito impresionante, hacer que los animales interactúen con la cámara ( y no estamos hablando sólo de los osos sino de pumas o ciervos también) resulta simplemente asombroso, pero el hecho de que la dificultad sea mayor no implica que directamente el resultado sea también mejor. Al tener como protagonistas animales, efectivamente la naturalidad de las ‘interpretaciones’ es inmejorable, su comportamiento es el único posible para los plantígrados, pero al ser animales, la implicación con el espectador es mucho menor y resulta más difícil entrar en la película que con protagonistas humanos. Además, el hecho de que un animal no pueda tener personalidad propiamente dicha es un hándicap vital para la construcción del personaje y, en definitiva, para la creación de un buen guión.
El filme de corte ambientalista eleva el medio natural y sus interacciones a la categoría de arte, se deja envolver por la naturaleza con el resultado de una fotografía bellísima y seductora, mientras que el elemento artificial, el humano, es la peste, la parte malévola de un guión en el que la referencia es el punto de vista de los osos y ese elemento la hace única y la separa de otros alegatos medioambientalistas como Eu recebería as piores noticias dos seus lindos labios.
Hacer esta película tiene un mérito impresionante, hacer que los animales interactúen con la cámara ( y no estamos hablando sólo de los osos sino de pumas o ciervos también) resulta simplemente asombroso, pero el hecho de que la dificultad sea mayor no implica que directamente el resultado sea también mejor. Al tener como protagonistas animales, efectivamente la naturalidad de las ‘interpretaciones’ es inmejorable, su comportamiento es el único posible para los plantígrados, pero al ser animales, la implicación con el espectador es mucho menor y resulta más difícil entrar en la película que con protagonistas humanos. Además, el hecho de que un animal no pueda tener personalidad propiamente dicha es un hándicap vital para la construcción del personaje y, en definitiva, para la creación de un buen guión.
El filme de corte ambientalista eleva el medio natural y sus interacciones a la categoría de arte, se deja envolver por la naturaleza con el resultado de una fotografía bellísima y seductora, mientras que el elemento artificial, el humano, es la peste, la parte malévola de un guión en el que la referencia es el punto de vista de los osos y ese elemento la hace única y la separa de otros alegatos medioambientalistas como Eu recebería as piores noticias dos seus lindos labios.

5,8
917
4
1 de agosto de 2012
1 de agosto de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy bien realizada y con un tema interesante de telón de fondo (los últimos coletazos de la dictadura argentina y la represión moral y doctrinal que se acomete en una sociedad con ganas de cambiar de aires) La Mirada invisible resulta aburrida y anodina. Toda la película parece enfocada hacia el final, un magnífico desenlace muy bien construido y sobre todo magníficamente interpretado por la sorprendente Julieta Zylberberg, pero hasta ese momento nos encontramos con más de hora y media de celuloide descriptivo, repasando el ambiente represivo en un colegio. Y es que cuando el foco de la acción cinéfila se centra en los personajes y estos son irremediablemente sosos por las condiciones en las que se ven obligados a vivir, el resultado es el de una película sosa, de ritmo lento, con un nudo eterno destinado a desenlazarse muy adelante en el filme sin que prácticamente no haya habido nada antes más que la sensación de opresión de una dictadura, bueno para el mensaje, pero malo para el arte. El escenario del colegio está muy bien escogido y la proyección del sexo como algo oscuro y sombrío bajo el prisma represor también tiene un punto positivo para la película, pero en un arte desarrollado para entretener, si la película es soporífera ese es el primero de los pecados y la mirada invisible es pecaminosa en ese sentido.
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8,2
150.707
9
1 de agosto de 2012
1 de agosto de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada de trucos, aquí no hay caras que se aparecen subliminalmente, ni efectos especiales, ni monstruos de maquillaje, ni siquiera habitaciones a oscuras donde una musiquita sostenida te anuncia lo peor, lo de El Resplandor es un terror medido, matemático, dibujado a escuadra y cartabón por un genio del cine capaz de hacer de un mal libro de Stephen King el mejor relato de terror jamás contado. Lo de Kubrick en este filme se basa en los elementos que el domina a la perfección y que le otorgaron la fama de maniaco que ostenta. Por un lado, el dominio absoluto de una escenografía gigantesca y la maestría para colocar la cámara en el lugar exacto para acentuarla. El hotel donde transcurre la historia, transcurre entre pasillos longitudinales que te dejan atisbar en el fondo las sorpresas que da el filme, todos enmarcados por cortinas rojas y alfombras naranjas que nos descubre el transcurrir de un triciclo rodando sobre este enigmático suelo, todo ello sin contar el soberbio encaje que tiene el jardín laberíntico en la historia. Nuevamente Kubrick consigue narrar con los objetos y la decoración más que con las palabras y a eso no le gana nadie. El elemento dos de la genialidad de la película radica en la iluminación, y mejor dicho que nunca porque Kubrick huye del tópico de la oscuridad para imbuir el terror, lo hace con estancias iluminadas que resaltan colores que son las que proyectan los estados de ánimo, los juegos de luces son una revelación en cada plano. En tercer lugar destaca sobradamente los efectos de sonido, chirriantes, estridentes, desencajados, que lanzan al aire una sonata lunática dirigida más al subconsciente que al oído, envolviendo la atmósfera de una constante chispa de peligro y de locura. Por último, otra de las cosas que hacen de esta película una obra maestra es la majestuosa interpretación de un Jack Nicholson tan alucinante como alucinado, el vivo retrato de un maniático histriónico capaz de mostrar muecas en su tez que son la imagen misma de la esquizofrenia, una interpretación en la que también ayuda no tanto por sus virtudes dramáticas como por la buena elección de su fisionomía albina y alargada, el papel interpretado por Shelley Duvall. Un guión enigmático llevado a buen ritmo, aunque un tanto destartalado en su concepción donde se mezclan demasiados elementos de terror (vicios acogidos de la idea primigenia del libro) completan un filme que se ha hecho fuerte a lo largo de los años y que no se ha vuelto a repetir, nadie ha sabido ver más allá de la mirada distante y calculadora de Kubrick para encajar un sudoku en forma de celuloide.
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7,7
6.919
4
31 de julio de 2012
31 de julio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película es un caos estructural, como la propia mente quizás, como los recuerdos que se amontonan en algún vertedero del cerebro. Es quizás una película más realista que la de una visión natural y lineal de los recuerdos, pero sólo en esencia, en el trabajo de percepción del espectador, en el aquí y ahora, es demasiado compleja, fragmentaria, inenarrable, un puzzle imposible de componer en la hora y 41 minutos que dura la película. Así, los recuerdos de Alexei aparecen brumosos, confusos, desconcertantes, y más cuando los mismos actores se representan tanto en el presente como en el pasado, aumentando aún más el laberinto cognitivo que nos ofrece la película. Así, durante la película vemos la utilización tanto del color como del blanco y negro de forma que parece casi caprichosa, en el continuo ir y venir de las imágenes de una época a otra que a veces se entremezcla con los espacios oníricos para enzarzar aún más el guión, poco le queda al espectador para tirar del hilo. Súmenle los trozos de documentales o espacios televisivos que inserta dentro de la película (curiosas las referencias a España en este punto, tanto a la guerra civil como en el folclore y las corridas de toros que un genio del cine decidió poner un vez dentro de una de sus películas). Todo eso hace que la película aparezca ante el espectador como añicos de celuloide.
Luego están las formas y en eso Tarkovsky si que no defrauda. La obsesión por el detalle y el realismo en los planos, la comunión de la naturaleza con el metraje, la utilización de los sonidos como verdaderos actos narrativos especialmente con las oleadas de viento que transcurren a lo largo de la película dejando una atroz sensación de soledad, el efecto simbólico de los objetos, la fotografía preciosista en las verdes praderas… en todo eso sigue siendo un mago, sabe dirigir sin ninguna duda, pero la película no se entiende, o al menos mi mente no la alcanza.
La fuerza plática embelesante, la poesía que imprime tanto a golpe de diálogos como de planos, no son pues suficientes para encauzar una película con demasiados pasadizos que no llevan a ningún sitio.
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Luego están las formas y en eso Tarkovsky si que no defrauda. La obsesión por el detalle y el realismo en los planos, la comunión de la naturaleza con el metraje, la utilización de los sonidos como verdaderos actos narrativos especialmente con las oleadas de viento que transcurren a lo largo de la película dejando una atroz sensación de soledad, el efecto simbólico de los objetos, la fotografía preciosista en las verdes praderas… en todo eso sigue siendo un mago, sabe dirigir sin ninguna duda, pero la película no se entiende, o al menos mi mente no la alcanza.
La fuerza plática embelesante, la poesía que imprime tanto a golpe de diálogos como de planos, no son pues suficientes para encauzar una película con demasiados pasadizos que no llevan a ningún sitio.
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7,6
84.044
8
31 de julio de 2012
31 de julio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta superproducción europea, da una vuelta de tuerca al cine bélico convencional y utiliza el western como vehículo para desarrollar la película aunque la batalla se desarrolle en la madre de todas las batallas, la de Stalingrado. Así, la película sustituye a dos pistoleros por dos francotiradores en el cruento entorno del amasijo de escombros en el que se convirtió Stalingrado durante la segunda guerra mundial y es este duelo el que mantiene en pie la acción, la intriga y la estrategia de la película, consiguiendo un efecto sorprendente que se multiplica además por no caer en el efecto maniqueista que el cine del oeste si daba a sus personajes, aquí ambos personajes son buenos y tienen razones para estar en Stalingrado, simplemente les ha tocado luchar en bandos diferentes y lo hacen lo mejor que pueden, pero incluso el personaje nazi resulta ser amable y es fácil empatizar con él.
Además de la innovadora forma de contar una guerra, ‘Enemigo a las puertas’ con una apasionante ambientación, los decorados, localizaciones y vestuario son maravillosos y consiguen recrear esa ciudad industrial horadada de metralla, polvorienta y cadavérica con una enorme precisión, aunque precisamente el rigor histórico no sea uno de los fuertes de la película.
Junto al desarrollo del duelo entre los francotiradores, la película si deja algunos apuntes históricos, como la sangría sobre el pueblo ruso en esa guerra debido a la política stalinista del ‘ni un paso atrás’ que hacía que los que retrocedieran ante las balas enemigas, fueran tiroteados por sus propios compañeros, o el efecto propagandístico en el ejercito ruso, apunte este último muy logrado, especialmente porque pese a los toques heroicos en los que la película incide demasiado, esta cinta esta basada en hechos reales, y el personaje de Vassili Zaitsev, el pastor de los Urales que cazaba lobos y se convirtió en francotirador, existió de verdad, y según la propaganda de la época abatió a todos esos oficiales alemanes hasta el punto de que el III Reich tuvo que enviar a su mejor francotirador para intentar liquidarlo. Según apunta la propia película al final, el fusil de Zaitsev aún se puede ver en el museo de historia de Moscú, el resto de los apuntos históricos sobre los que se basa la película son claramente mejorables, pero no es una pretensión del director el contarnos la verdadera batalla de Stalingrado.
La música es también un elemento importante de la cinta, junto a ella fluyen las emociones en los momentos más intensos de la película, una buena colección de puntos en los que regocijarse con el corazón encogido.
Las actuaciones de la película son también de sobresaliente, el duelo entre francotiradores es también un maravilloso duelo interpretativo entre Ed Harris y Jude Law, y Rachel Weisz borda también un papel magnífico. De aquí nace una de mis escenas favoritas del cine contemporáneo una angustiosa escena de sexo entre barracones hacinados a medio camino entre el placer y el horror que resulta ser acongojante y donde los matices que logran los actores son fantásticos.
Por el contrario, las mayores trabas de la película resultan ser su exceso de moralina anticomunista que deja en peor lugar a los soviéticos que a los nazis de una forma innecesaria en una película donde los tintes políticos nos son imprescindibles para disfrutarla, y por otro lado, el exceso de heroicidad que llevan a algunos personajes a ser algo más que hombres lo que le hace perder cierta credibilidad a la película. Pero por todo lo demás este duelo resulta interesante divertido, lleno de buenos momentos y bien vestida técnicamente.
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Además de la innovadora forma de contar una guerra, ‘Enemigo a las puertas’ con una apasionante ambientación, los decorados, localizaciones y vestuario son maravillosos y consiguen recrear esa ciudad industrial horadada de metralla, polvorienta y cadavérica con una enorme precisión, aunque precisamente el rigor histórico no sea uno de los fuertes de la película.
Junto al desarrollo del duelo entre los francotiradores, la película si deja algunos apuntes históricos, como la sangría sobre el pueblo ruso en esa guerra debido a la política stalinista del ‘ni un paso atrás’ que hacía que los que retrocedieran ante las balas enemigas, fueran tiroteados por sus propios compañeros, o el efecto propagandístico en el ejercito ruso, apunte este último muy logrado, especialmente porque pese a los toques heroicos en los que la película incide demasiado, esta cinta esta basada en hechos reales, y el personaje de Vassili Zaitsev, el pastor de los Urales que cazaba lobos y se convirtió en francotirador, existió de verdad, y según la propaganda de la época abatió a todos esos oficiales alemanes hasta el punto de que el III Reich tuvo que enviar a su mejor francotirador para intentar liquidarlo. Según apunta la propia película al final, el fusil de Zaitsev aún se puede ver en el museo de historia de Moscú, el resto de los apuntos históricos sobre los que se basa la película son claramente mejorables, pero no es una pretensión del director el contarnos la verdadera batalla de Stalingrado.
La música es también un elemento importante de la cinta, junto a ella fluyen las emociones en los momentos más intensos de la película, una buena colección de puntos en los que regocijarse con el corazón encogido.
Las actuaciones de la película son también de sobresaliente, el duelo entre francotiradores es también un maravilloso duelo interpretativo entre Ed Harris y Jude Law, y Rachel Weisz borda también un papel magnífico. De aquí nace una de mis escenas favoritas del cine contemporáneo una angustiosa escena de sexo entre barracones hacinados a medio camino entre el placer y el horror que resulta ser acongojante y donde los matices que logran los actores son fantásticos.
Por el contrario, las mayores trabas de la película resultan ser su exceso de moralina anticomunista que deja en peor lugar a los soviéticos que a los nazis de una forma innecesaria en una película donde los tintes políticos nos son imprescindibles para disfrutarla, y por otro lado, el exceso de heroicidad que llevan a algunos personajes a ser algo más que hombres lo que le hace perder cierta credibilidad a la película. Pero por todo lo demás este duelo resulta interesante divertido, lleno de buenos momentos y bien vestida técnicamente.
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