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Críticas 68
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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25 de noviembre de 2016 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a la disparidad de sus formas y resultados, las dos películas más abucheadas de la pasada edición del Festival de Cannes rebosan contemporaneidad. Cada una a su manera (a la de sus directores, ambos con un sello personal indiscutible e inimitable), Personal Shopper y The Neon Demon hablan, en cierto modo, de lo superficial y vacuo de nuestras vidas, de la situación del individuo en una sociedad cada vez más dominada por las nuevas tecnologías, entre otras cosas. Si bien es cierto que el último punto es mucho más adecuado para referirse al nuevo trabajo de Olivier Assayas, pues Nicolas Winding Refn ha decidido reciclar o actualizar un discurso que alcanzó sus cotas más altas hace ya 20 años con el estreno de Showgirls, el incomprendido film de Paul Verhoeven, también lo es que la concepción de ambas películas abraza el ahora, lo instantáneo y lo efímero.

Dicha recepción es una muestra inequívoca de lo mucho que nos cuesta aceptar la realidad de nuestro mundo proyectada en superficies que se empapan del trasfondo, de esa realidad de la que hablamos. Es por eso que sería realmente injusto considerar The Neon Demon como una cinta vacía o incoherente, pues, aunque es cierto que fondo y forma se (con)funden, en un principio son muchos los temas de interés que se ponen sobre la mesa. Esta sátira repleta de simbolismo (marca de la casa NWR, como se empeña en aclarar tanto al principio como al final de la película) al mundo de la moda transita a nivel narrativo por caminos muy similares a los de la ya mencionada Showgirls, además de emparentarse directamente con Passion de De Palma en su reiterativo juego de espejos, dominado por el ansia de éxito y la envidia, en el plano profesional y, especialmente, en el de la belleza estética. Tal es el mundo en el que se ve inmersa Jesse (Elle Fanning), una joven e inocente modelo que se muda a Los Ángeles para participar de ese circo de difícil acceso y aún más complicada permanencia, que no le quedará más remedio que desarrollar un instinto de supervivencia basado en alimentar al demonio que lleva(mos) dentro.

En medio de una división crítica incomprensible, con voces que sitúan la propuesta entre lo mejor del siglo y otras que la rechazan sin miramientos, es necesario aplaudir el estilo audiovisual del cineasta danés, que, a pesar de su autocomplacencia y ensimismamiento, cada vez mayores, es único cuando se trata de construir atmósferas sugestivas y set pieces dignas del Dario Argento de Suspiria. Y así es como comienza un film que encuentra sus mejores momentos en sus fases menos narrativas, cuando sus imágenes, texturas y sonidos podrían pertenecer sin ningún problema al género de terror. Por lo demás, The Neon Demon tiende a sufrir las consecuencias de su esteticismo, la necesidad de Refn por dejar su impronta en todos los planos. Presentar el primer encuentro entre las protagonistas a través de espejos, estableciéndose ese primer contacto mediante sus respectivas proyecciones, es una decisión inteligente e interesante; sin embargo, repetir ese recurso durante dos horas termina transmitiendo pereza y agotamiento narrativo. En su primera película protagonizada por féminas, Refn parece haber encontrado en Elle Fanning a su nínfula particular, su objeto de deseo fílmico. Es en el incesante seguimiento de la actriz, lleno de símbolos en la puesta en escena (evidente contraste entre el rojo de la sangre y el color azul) y acompañado en todo momento por la excelente partitura de Cliff Martinez, donde las intenciones, o al menos las posibilidades que atisbamos al comienzo, quedan reducidas a una cuestión de forma, que no es negativo per se pero sí clarividente.

En esta ocasión, para saber si nos encontramos ante una obra maestra, una nadería inmediatamente olvidable o una película entre tantas, habrá que esperar a que la polarización se reduzca, algo que muy probablemente no ocurra ni con el paso de los años. Lo único que queda claro es que, a no ser que vuelva a dirigir un trabajo de encargo, NWR seguirá confeccionando obras con su estilo, más definido y radical en cada uno de sus trabajos. The Neon Demon no es más que la enésima muestra de un autor que intenta seguir descubriéndose a sí mismo. Veremos hasta dónde puede llegar.
25 de noviembre de 2016
6 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Partiendo de la base de que El destierro no es una película que vaya a romper con los tópicos que rodean al cine español, es más que plausible su punto de partida: Durante la Guerra Civil Española, un soldado está destinado a vigilar un fuerte en medio de la montaña cuando el invierno acecha. Este campesino, Silverio, que pertenece al bando franquista simplemente por haberse encontrado en el lugar menos adecuado en un momento determinado, tendrá que compartir en adelante las paredes de su diminuta cabaña con Teo, un prácticamente religioso completamente a favor de su bando y en contra de los republicanos. A la confrontación de ideales y personalidades, que apenas subyace en el primer tramo de la narración, se le suma la aparición de una joven polaca, perteneciente al bando republicano y a la que únicamente protegerán y mantendrán escondida a cambio de favores sexuales. Es esta decisión la que hace todo estallar dentro (y fuera) del fuerte.

Por lo tanto, el fracaso de El destierro no es precisamente por su premisa, que pretende sacarle partido a su escasez presupuestaria en un paraje solitario y accidentado por la climatología, donde los personajes se cuentan con los dedos de la mano y los enfrentamientos se viven como si nos encontrásemos en las mismísimas montañas nevadas. Sin embargo, pronto queda claro que la fotografía de los paisajes es algo puramente accesorio, y que su incidencia se limita a algunos planos de transición que siempre aparecen en el momento inadecuado. Lo mismo ocurre con el acompañamiento musical, que resulta ser tan molesto como innecesario. Pero es que todas las decisiones de dirección se encuentran a unos niveles realmente bajos, impropios para un trabajo que se va a estrenar en salas de cine.

A pesar de lo monótono y acartonado del trabajo de Arturo Ruiz Serrano tras las cámaras, es complicado imaginarse una buena película con un guion tan ridículo como este, escrito por el propio director. No es que estemos viendo un filme que se desarrolla en plena Guerra Civil; es que parece que la visión del director se encuentra anclada en lo peores años de nuestra historia. Así las cosas, al huir del maniqueísmo termina forzando situaciones ridículas, con una especie de triángulo amoroso entre los personajes sonrojante. De hecho, la evolución del trío protagonista se produce en una sola escena, que pretende suplir la incoherencia narrativa que reina en todo el metraje. Después de esto, el avanzar de la trama se convierte en un suplicio que no genera más que indiferencia. Tampoco ayuda el trabajo de los actores, a los que es mejor no juzgar por las líneas que se ven obligados a recitar. Sin exagerar, algunos de los diálogos podrían aparecer en las más notables listas de la biblioteca cuñadil.

Las virtudes cinematográficas de El destierro son inexistentes, por lo que la situación geográfica del conflicto se queda en una burda metáfora que nos azota durante casi hora y media. Imagino que algún día seremos capaces de entender cómo funciona la distribución en este país; por el momento, todos mis intentos han sido en vano.
20 de diciembre de 2014
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre me he preguntado cómo sería el crear una película mala a propósito, y me da que el resultado no distaría mucho del de Hombres. mujeres y niños, la nueva película de Jason Reitman. Es la primera película del director que veo, y por lo que tengo entendido llegó a demostrar algo de talento en anteriores trabajos. Lo que sí puedo afirmar, es que en esta aberración no se vislumbra ningún atisbo del talento que pudiera tener.

Hombres. mujeres y niños se encarga de repetir el planteamiento de la notable Disconnect, de Henry Alex Rubin; historias cruzadas, mismo prototipo de familia en alguno de los casos, etc. El problema llega cuando ves que en de seguir un tono bastante realista como en la mencionada anteriormente, el señor Reitman se encarga de crear un producto enteramente artificial, en el que las pocas situaciones que pudiesen tener un mínimo de credibilidad se ven eclipsadas por un "guión" de lo más nauseabundo. Pero los problemas por desgracia no terminan con el guión, pues resulta inverosímil y fallido todo aquello que forma parte de la película. Las actuaciones en su 90% resultan pésimas; la BSO está compuesta por pistas malas que acompañan peor a la película, la voz en off resulta cargante e innecesaria y el uso de las redes sociales y aplicaciones más de lo mismo - nos muestran hasta las palabras que hacen en apalabrados -. Ésto último me recuerda al brillante uso que se les da en Hermosa Juventud, mostrando únicamente lo estrictamente necesario.

Lo único que me queda por decir es que se alejen de este bodrio, que ni siquiera logra funcionar como simple entretenimiento. Es probablemente una de las peores películas de 2014, una propuesta interesante (aunque ya manida y nada original) que pierde su interés desde el primer fotograma. Lo que podemos ver en este film es una sucesión de despropósitos, a los cuales vamos llegando a través de unos personajes que son un despropósito de por sí.
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