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Críticas ordenadas por utilidad
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7
30 de septiembre de 2013
30 de septiembre de 2013
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que Jackson es un director válido tan sólo para grandes superproducciones, con un estilo de trabajo de manual, sin ninguna novedad ni nada destacable; un director, en definitiva, indigno de la literatura fantástica de Tolkien. El Señor de los Anillos (de adelante ESDLA) era, a nivel fílmico, un absoluto fracaso, y El Hobbit no podía ser de otra manera teniendo en cuenta quién lo firma. Y es triste, en tanto y cuanto nada hay que se pueda mejorar en algunas de las mejores novelas de la historia de la literatura universal, como son las de Tolkien, así que no es muy difícil trasladarla al celuloide cuando uno cuenta con tres horas de metraje por película (cuatro y media en la versión extendida). Sólo hace falta inventiva, personalidad artística y un poco de valor.
Sin embargo, y a diferencia de ESDLA, se ha conseguido aportar a esta precuela un toque ciertamente personal. Se ha respetado la historia con la máxima fidelidad al libro (incluso las canciones y los elementos más fantasiosos de carácter infantil, lo cual no es nada fácil de combinar con una historia tan profunda y seria). Ha añadido elementos de su cosecha en el guión, sin desvirtuar la esencia de la historia como en ESDLA, sino que por el contrario ha detectado, magnificado y profundizado la sutil ideología tolkeniana (el amor al hogar, la nostalgia, la prevalencia inherente del mal y la lucha cotidiana contra él, el carácter cíclico de la historia, etc.) y ha enriquecido los personajes de manera ostentosa y loable. Ha aprovechado el llamativo humor tolkeniano, tan presente en esta novela que fue diseñada para un público infantil y juvenil, al contrario que ESDLA, de tono más serio. Sin embargo, sospecho que los aspectos positivos del guión y de la construcción de los personajes son obra de Guillermo del Toro, el cual habría hecho bien acabando lo que empezó, puesto que desde el diseño de los personajes y de los monstruos hasta el desarrollo narrativo llevan implícitos su firma perfectamente distinguible, su sello de calidad y gran inventiva.
Lo que Jackson aporta es, a todas luces, su densidad de metraje (que demuestra su carencia de imaginación con interminables y repetitivas escenas de combate a cada cual más excesiva e innecesariamente ostentosa, o sus clásicos planos aéreos de los bellos paisajes neozelandeses), y su innumerable cantidad de tópicos fílmicos (ya saben: las escenas íntimas o de reflexión han de estar siempre enmarcadas en un amanecer o en una puesta de sol; prólogo narrado con música de flautas al fondo, como si la audiencia careciera de cerebro para entender la historia sin que se la ofrezcan limpia y masticada; una fotografía plana, con unas cámaras manejadas siguiendo al dedillo el manual, etc. etc.) Ha dado por supuesto que quien ve esta cint, ya ha visto ESDLA, como si no fuera posible la existencia de algún ser humano civilizado que aún no haya visto aquella lamentable e insultante bazofia, y eso es mucho suponer y es injusto a nivel narrativo (demuestra lo limitado de su imaginación). Ha sido una gran lástima para el arte del cine (que no para la industria) que hayan puesto en manos de tan mediocre director las historias más maravillosas jamás contadas.
En este caso concreto, la mano de Jackson ha dañado en lo técnico un guión muy bien desarrollado y unas interpretaciones decentes, entre las cuales cabe destacar la de Martin Freeman, hasta ahora el mejor hobbit que hemos visto en la gran pantalla. Su vis cómica natural, su gesticulación histriónica y su expresividad facial y corporal, sumado a cierta flema con aires de gentleman, han devuelto a la Tierra Media el toque profundamente británico que Tolkien había impuesto a su narrativa. Por lo tanto, hay que decir de esta primera parte de El Hobbit que si bien adolece de las novatadas de su director, el guión, las interpretaciones y el aspecto visual más oscuro por momentos han contribuido a conservar, realzar y magnificar la esencia y la arquitectura filosófica de la gran obra de Tolkien. Mejor, en ese sentido, que ESDLA, o, al menos, más inteligente. Y eso, en una obra de Jackson (sea mérito suyo o no), es un paso importante. Constituye, por tanto, una aportación inesperada e interesante, que veremos como se desarrolla en las siguientes películas.
Sin embargo, y a diferencia de ESDLA, se ha conseguido aportar a esta precuela un toque ciertamente personal. Se ha respetado la historia con la máxima fidelidad al libro (incluso las canciones y los elementos más fantasiosos de carácter infantil, lo cual no es nada fácil de combinar con una historia tan profunda y seria). Ha añadido elementos de su cosecha en el guión, sin desvirtuar la esencia de la historia como en ESDLA, sino que por el contrario ha detectado, magnificado y profundizado la sutil ideología tolkeniana (el amor al hogar, la nostalgia, la prevalencia inherente del mal y la lucha cotidiana contra él, el carácter cíclico de la historia, etc.) y ha enriquecido los personajes de manera ostentosa y loable. Ha aprovechado el llamativo humor tolkeniano, tan presente en esta novela que fue diseñada para un público infantil y juvenil, al contrario que ESDLA, de tono más serio. Sin embargo, sospecho que los aspectos positivos del guión y de la construcción de los personajes son obra de Guillermo del Toro, el cual habría hecho bien acabando lo que empezó, puesto que desde el diseño de los personajes y de los monstruos hasta el desarrollo narrativo llevan implícitos su firma perfectamente distinguible, su sello de calidad y gran inventiva.
Lo que Jackson aporta es, a todas luces, su densidad de metraje (que demuestra su carencia de imaginación con interminables y repetitivas escenas de combate a cada cual más excesiva e innecesariamente ostentosa, o sus clásicos planos aéreos de los bellos paisajes neozelandeses), y su innumerable cantidad de tópicos fílmicos (ya saben: las escenas íntimas o de reflexión han de estar siempre enmarcadas en un amanecer o en una puesta de sol; prólogo narrado con música de flautas al fondo, como si la audiencia careciera de cerebro para entender la historia sin que se la ofrezcan limpia y masticada; una fotografía plana, con unas cámaras manejadas siguiendo al dedillo el manual, etc. etc.) Ha dado por supuesto que quien ve esta cint, ya ha visto ESDLA, como si no fuera posible la existencia de algún ser humano civilizado que aún no haya visto aquella lamentable e insultante bazofia, y eso es mucho suponer y es injusto a nivel narrativo (demuestra lo limitado de su imaginación). Ha sido una gran lástima para el arte del cine (que no para la industria) que hayan puesto en manos de tan mediocre director las historias más maravillosas jamás contadas.
En este caso concreto, la mano de Jackson ha dañado en lo técnico un guión muy bien desarrollado y unas interpretaciones decentes, entre las cuales cabe destacar la de Martin Freeman, hasta ahora el mejor hobbit que hemos visto en la gran pantalla. Su vis cómica natural, su gesticulación histriónica y su expresividad facial y corporal, sumado a cierta flema con aires de gentleman, han devuelto a la Tierra Media el toque profundamente británico que Tolkien había impuesto a su narrativa. Por lo tanto, hay que decir de esta primera parte de El Hobbit que si bien adolece de las novatadas de su director, el guión, las interpretaciones y el aspecto visual más oscuro por momentos han contribuido a conservar, realzar y magnificar la esencia y la arquitectura filosófica de la gran obra de Tolkien. Mejor, en ese sentido, que ESDLA, o, al menos, más inteligente. Y eso, en una obra de Jackson (sea mérito suyo o no), es un paso importante. Constituye, por tanto, una aportación inesperada e interesante, que veremos como se desarrolla en las siguientes películas.

5,6
7.910
1
16 de febrero de 2015
16 de febrero de 2015
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bazofia pretenciosa, snob y posmoderna, teñida de una contemporaneidad vacía y superficial que se fundamenta en el absurdo. Pedante a más no poder, supuestamente es una cinta innovadora que según sus seguidores tiene una gran profundidad y bla bla bla. No siempre la locura significa genialidad, y mucho menos cuando la locura es fingida. "Titus" es, en definitiva, infumable y poco recomendable. Lo normal es que a los cinco minutos estés deseando abandonar por la enorme sensación de desazón y repulsión estética que produce. No puedo decir mucho más porque reconozco que no he visto más de media hora. No he podido aguantar. Y que me ocurra a mí esto con una película inspirada en Shakespeare es preocupante, muy preocupante.
8
27 de julio de 2021
27 de julio de 2021
2 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A día de hoy, cualquier producción que se enmarque en el género de la fantasía épica medieval o de espada y brujería cuenta con el hándicap de que será comparada una y mil veces con la sin par "Juego de tronos", una comparación inevitable que muy pocos productos -por no decir ninguno por ahora- puede resistir. Sin embargo, las diferencias son notables y contribuyen a que las comparaciones sean injustas y poco procedentes. "The Witcher", como adaptación de la saga de Geralt de Rivia del escritor polaco Andrzej Sapkowski, se enmarca -al igual que la laureada serie de HBO- en la tendencia dominante en el género fantástico durante los años 90 y principios de los 2000, una época en la que las grandes sagas de fantasía abandonaron la candidez y aires juveniles de obras magnas como "El Señor de los Anillos" para incluir temas y tonos más adultos (violencia, sexo, intrigas políticas...)
Pero aún siguiendo esos estándares de su época, la saga de Sapkowski siempre tuvo algo diferente en cuanto a su tono jocoso y casi autoparódico, su evidente sátira de los grandes tópicos del género y su soltura en cuanto a la estructura narrativa. La serie de Netflix tiene la gran virtud de que, sin ser absolutamente fiel a la historia, la recompone conservando todos eses matices que definen la saga. No es que sea una comedia ni una producción poco seria, y las cartas nunca están del todo sobre la mesa, pero uno no puede evitar sonreírse ante ciertos pasajes que rozan la parodia o elementos contemporáneos absolutamente anacrónicos que, sin embargo y por alguna razón inexplicable, le dan precisamente a la serie una identidad y una diferenciación que se agradece. Desde las cantigas desafinadas y en tono pop del bardo Jaskier hasta la puesta en escena manifiestamente cutre y pulp -un efecto sin duda buscado-, pasando por la pose exageradamente ruda y seca del protagonista, todo contribuye a una sensación de ligereza y sarcasmo que lo convierten en un buen entretenimiento.
Por otra parte, la adaptación de los libros (dejemos a un lado los videojuegos, que se centran en otra parte de la historia de la saga) es muy correcta, conservando incluso la estructura narrativa fragmentaria y extraña de las novelas. Tanto es así que nos obliga como espectadores a estar atentos a cada detalle para percibir en qué momentos la historia avanza o vuelve atrás, conformando así un mosaico que agudiza el ingenio y el interés del espectador. También el espíritu de los personajes se mantiene, hasta el punto de que se profundiza en algunos flecos de la historia que en los libros no se detalla, como la hermosa historia de amor entre Yennefer e Istred con la cual los guionistas han hecho un buen trabajo. Además, la serie se construye a base de tramas episódicas sin renunciar a un argumento general que unifique los capítulos, algo que la acerca todavía más a las novelas.
En suma, no es "Juego de Tronos" ni falta que hace. La fantasía épica necesitaba algo diferente y la historia de Geralt de Rivia se prestaba desde un principio. Netflix tuvo el acierto de llevar a cabo una buena adaptación, con un buen diseño de producción acorde a lo buscado, unas interpretaciones muy solventes y un guión atractivo y bien hilado.
LO MEJOR: Que, a diferencia de "Juego de tronos" y sin despreciar la magna obra de HBO, en "The Witcher" al menos puedes encariñarte de los personajes sin riesgo de que sean decapitados, castrados, despellejados o eviscerados en el capítulo siguiente. Eso sí, violencia y sexo los hay también a raudales.
LO PEOR: Diría que en cuanto al diseño de producción se echa de menos un poco más de belleza y colorido en las localizaciones. Es cierto que las atmósferas oscuras y deprimentes es lo que se lleva hoy en día, pero en una obra de fantasía nunca está de más alguna localización verdaderamente hermosa.
Pero aún siguiendo esos estándares de su época, la saga de Sapkowski siempre tuvo algo diferente en cuanto a su tono jocoso y casi autoparódico, su evidente sátira de los grandes tópicos del género y su soltura en cuanto a la estructura narrativa. La serie de Netflix tiene la gran virtud de que, sin ser absolutamente fiel a la historia, la recompone conservando todos eses matices que definen la saga. No es que sea una comedia ni una producción poco seria, y las cartas nunca están del todo sobre la mesa, pero uno no puede evitar sonreírse ante ciertos pasajes que rozan la parodia o elementos contemporáneos absolutamente anacrónicos que, sin embargo y por alguna razón inexplicable, le dan precisamente a la serie una identidad y una diferenciación que se agradece. Desde las cantigas desafinadas y en tono pop del bardo Jaskier hasta la puesta en escena manifiestamente cutre y pulp -un efecto sin duda buscado-, pasando por la pose exageradamente ruda y seca del protagonista, todo contribuye a una sensación de ligereza y sarcasmo que lo convierten en un buen entretenimiento.
Por otra parte, la adaptación de los libros (dejemos a un lado los videojuegos, que se centran en otra parte de la historia de la saga) es muy correcta, conservando incluso la estructura narrativa fragmentaria y extraña de las novelas. Tanto es así que nos obliga como espectadores a estar atentos a cada detalle para percibir en qué momentos la historia avanza o vuelve atrás, conformando así un mosaico que agudiza el ingenio y el interés del espectador. También el espíritu de los personajes se mantiene, hasta el punto de que se profundiza en algunos flecos de la historia que en los libros no se detalla, como la hermosa historia de amor entre Yennefer e Istred con la cual los guionistas han hecho un buen trabajo. Además, la serie se construye a base de tramas episódicas sin renunciar a un argumento general que unifique los capítulos, algo que la acerca todavía más a las novelas.
En suma, no es "Juego de Tronos" ni falta que hace. La fantasía épica necesitaba algo diferente y la historia de Geralt de Rivia se prestaba desde un principio. Netflix tuvo el acierto de llevar a cabo una buena adaptación, con un buen diseño de producción acorde a lo buscado, unas interpretaciones muy solventes y un guión atractivo y bien hilado.
LO MEJOR: Que, a diferencia de "Juego de tronos" y sin despreciar la magna obra de HBO, en "The Witcher" al menos puedes encariñarte de los personajes sin riesgo de que sean decapitados, castrados, despellejados o eviscerados en el capítulo siguiente. Eso sí, violencia y sexo los hay también a raudales.
LO PEOR: Diría que en cuanto al diseño de producción se echa de menos un poco más de belleza y colorido en las localizaciones. Es cierto que las atmósferas oscuras y deprimentes es lo que se lleva hoy en día, pero en una obra de fantasía nunca está de más alguna localización verdaderamente hermosa.
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