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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
30 de junio de 2009
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con ciertos actores me ocurre que, independientemente de lo buena o mala que sea la producción en que participen, siempre logran atraer mi atención por su carisma o encanto. Me ocurre lo mismo con algunas temáticas. En este caso concurren ambas circunstancias: Michael Caine –siempre sublime- en la Rusia post soviética. La película, a priori, me tiene conquistado.

También me encantan esos personajes que, los pongas donde los pongas, son capaces de granjearse por igual tanto adhesiones inquebrantables como intensos odios. Harry Palmer, a quien habíamos perdido la pista 30 años atrás, es uno de ellos. Aparece ahora para mimetizarse con el paisaje de un país que, en tránsito del comunismo a una nueva realidad, es campo arado para el florecimiento de toda clase de actividades al margen de la ley –mafias, mercado negro, narcotráfico-. A sueldo de un jefe mafioso local, empezará a investigar el robo de un arma biológica.

A mi juicio, un acierto de “Bullet to Beijing” es que tanto los personajes como la realización, la música o el diseño de vestuario están impregnados de una frialdad que encaja perfectamente con los cielos y calles de ese país en el que Palmer no puede confiar en nadie, sirviéndole su cinismo como coraza ante una realidad de la que muchos quieren hacerle desaparecer.

No obstante, la película no está exenta de momentos simpáticos –a destacar tres: Palmer saliendo del vehículo de policía por encima del oficial, el viaje en la cabina de un avión que aterriza donde puede y no donde estaba previsto y el disimulo tras hacer estallar en llamas un camión- ni de guiños cinéfilos (daré tres nombres: Sue Lloyd, Jason Connery, Burt Kwouk).

Además está el viaje en el expreso del título. Puestos a admitir filias, admitiré que también me encanta ver en pantalla trayectos en tren y las relaciones que se establecen entre los pasajeros o la tensión que puede crear un viajero inoportuno.

Como leve crítica, las escenas de acción, en especial la del final en la plaza de ese pueblo perdido. Sin embargo, teniendo en cuenta los medios limitados con que contaba esta producción, tampoco está tan mal, aunque … * (spoiler).

En suma, vale que no es una obra maestra, pero como creo se desprende del entusiasmo de esta crítica, yo la considero todo un espectáculo plenamente disfrutable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
… con la cantidad de gente que muere en ese sitio, no sé cómo salen de rositas con tanta facilidad.
28 de julio de 2006
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suprema majadería sin pizca de gracia. Las supuestas situaciones cómicas se suceden una tras otra sin que ninguna de ellas llegue a arrancar una sonrisa. Lo que al principio parece una comedia aderezada con tramas relativas a las diferencias entre padres e hijos adolescentes va tornando hacia el mayor de los desvaríos. Los más variopintos personajes van coincidiendo en la pantalla, pero la química entre ellos resulta nula. Todas las caras conocidas son desaprovechadas -excepto el siempre excelente Stanley Tucci- en un film que no acierta con el slapstick.
Da pena contemplar cómo un director y todo un elenco de actores consagrados se embarcan en un bodrio de tales características.
Una película sin nada que contar tras cuyo visionado uno solo piensa que hay formas mucho más interesantes en las que emplear una hora y media de tu vida.
6 de junio de 2007 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tercera de las aventuras de la saga 007 y, para muchos, la mejor. Lo cierto es que las características apuntadas en “007 contra el Doctor No” y “Desde Rusia con amor” cristalizan en esta entrega para ofrecer un espectáculo trepidante en el que la acción nunca decae; se ofrecen todos los ingredientes que han convertido a James Bond en un personaje mítico: Connery dibujado en el “gunbarrel” disparando a cámara, el teaser inicial con secuencia de acción previa a los característicos títulos de crédito, la misión de suma importancia para mantener el orden internacional, uno de los malvados más malvados de la saga, Auric Goldfinger –acompañado por su esbirro Oddjob-, el Aston Martin con gadgets y, por supuesto, las chicas Bond.

Analizando los más jugosos de estos elementos:

-Goldfinger: millonario con auténtica obsesión por el oro. No es sanguinario, no se mancha las manos de sangre. Su objetivo esencial es tener la mayor cantidad posible del dorado metal.

-Oddjob: secuaz coreano de Goldfinger, su lanzamiento de sombrero suele resultar mortal. Él hace el trabajo sucio. Uno de los iconos de la saga.

-Jill Masterson: su cuerpo yacente pintado por entero de color dorado permanece en el imaginario colectivo.

-Pussy Galore: tras un nombre de pícaro significado se encuentra una mala espléndida que tendrá un desliz –qué extraño- con Bond.

-Operación Grand Slam: consiste en un ataque a Fort Knox con el objetivo de desencadenar el caos económico.

-Aston Martin DB5: siendo una maravilla por sí mismo, su atractivo aumenta con la lista de accesorios incorporados por Q: asiento del pasajero eyectable, ametralladoras salidas de los intermitentes, capacidad para generar una cortina de humo... Descubrimos que Bond ya usaba GPS hace cuarenta años.

Y, desde luego, está el magnífico Sean Connery, convertido ya en dueño absoluto del traje del más famoso agente al servicio de Su Majestad. Despliega fuerza y hace suyas la ironía y capacidad de seducción del personaje.

También es en esta película donde se puede ver la escena en la que 007 está a punto de ser cortado en dos por un rayo –homenajeada en Los Simpson-.

Hacer notar que el libro de Fleming es también muy entretenido, destacando la dolorosa huida de Bond del escondrijo de su enemigo.

Además de una buena peli, todo un icono de la cultura pop.
20 de julio de 2006 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras unos primeros quince minutos sin, aparentemente, demasiado sentido ni relación entre lo que se cuenta, pasamos a contemplar la amplia gama de deliciosas locuras del poeta Attilio (Benigni). Buscará incansablemente y con una gracia inusual algo que parece resultarle esquivo: ser correspondido por la mujer a la que ama (y con la que sueña noche tras noche).
Al igual que en La vida es bella, este film se puede dividir en dos mitades. La segunda de ellas, en este caso, comienza con una llamada que informa de un trágico accidente.
Attilio decidirá, sin dudarlo ni un momento, acudir al Iraq en guerra de 2003. Aunque ello entrañe ciertas dificultades, las superará con la soltura que le caracteriza. Atravesando una serie de curiosas situaciones, conseguirá llegar hasta Bagdad. Una vez allí, hará todo lo posible e imposible por mantener el suspiro de vida que queda en el cuerpo de su amada.
En suma, una maravillosa historia de amor que, de paso, se permite retratar la cruda realidad, las dificultades y el miedo del pueblo iraquí tras el ataque de las tropas americanas.
Muchos podrán tacharla de no ser más que una revisión del anterior y oscarizado film del director, y en cierto modo lo es. Presenta numerosos puntos en común con aquel y, pese a no llegar a su nivel, nos encontramos ante una más que digna película que nos hará sonreír, entristecernos y comprobar una vez más que, a pesar de todas las dificultades que puedan acaecer, para el optimista Benigni -y para muchos más después de ver este film- la vida sigue siendo bella.
6 de marzo de 2007 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las últimas entregas de la saga antigua ya se encargaron progresivamente de traicionar el espíritu inicial basando su gracia cada vez más en caídas y explosiones sin sentido; esta película, para no ser menos, sigue en esa línea constituyendo una revisión de los capítulos más flojos.
No obstante, hay diferencias notables que paso a enumerar:
En primer lugar, aunque toma prestado el título, éste no es un film de la Pantera Rosa. Genios como Blake Edwards o Peter Sellers han sido sustituidos por Shawn Levy (¿qué pinta ese tío aquí?) o Steve Martin (que después de estupideces como “Se armó la gorda” podría ir pensando seriamente en recluirse unos meses en casa y escribirse un guión algo –no mucho, pero algo- inteligente).
Además, este Clouseau no es nuestro Clouseau. Tiene rasgos, sí, como la altivez, el despiste. Etc, pero es ridiculizado en demasía ya desde la elección del vestuario (dejar que los pantalones le queden cortos no aporta ninguna gracia y hay que ver qué poquito arte tiene Martin llevando la característica gabardina).
Ni siquiera el brillante, la Pantera Rosa, conserva la elegancia de tiempos pasados y es aquí un enorme pedrusco portado por un seleccionador de fútbol como alhaja hortera (¿soy el único que echa de menos el original colgando del cuello de Claudia Cardinale?).
Las correrías del inspector hacen esbozar una sonrisa en alguna ocasión aislada, pero los gags suelen ser manidos y harto previsibles.
En resumen, con los mismos ingredientes podían haber hecho una patochada con el mismo poco ingenio, pero sin ultrajar la memoria de uno de los mayores y mejores exponentes del cine cómico de todos los tiempos.
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