Lars Von Trier intercala dos modos de filmar esta película radicalmente diferentes.

La trama principal que se proyecta en la realidad del relato se graba cámara al hombro, con muchos movmientos de cámara. Es cercano, con planos que buscan mostrar lo que hay que ver, nada más. En algún momento se luce mostrando una bella fotografía pero no es lo que le preocupa. Aquí Selma es una chica ciega, tímida, con algún tipo de problema para relacionarse con los demás. Está en muchas ocasiones ensimismada en su mundo. Esto nos lleva al siguiente párrafo.

El mundo interior de la protagonista se presenta de otro modo. El color es más cálido. La cámara es siempre fija y multitud de puntos de vista nos dejan entrever un montaje evidente. Hay planos que buscan la perspectiva inverosimil. Aquí Selma se muestra convencida ante al mundo, alegre y contenta canta con pasión. Nos encontramos ante un artificio. Sabemos que no es real. Lo que aquí pasa solo pasa en las películas, en los musicales de las grandes películas americanas, esas en las que todo sale bien y que nadie se pregunta "¿de dónde coño sale esa música?".