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Críticas 258
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
17 de abril de 2025
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
(6'25/10)

Christopher Landon dirige este thriller con luces y sombras que promete dar entretenimiento sin exigir demasiado al espectador. Y es que el director estadounidense se dio a conocer con las dos mediocres pero resultonas entregas de Feliz día de tu muerte, dos slashers de los que ahora se desmarca para centrarse más en la intriga y en los giros de guion locos.

La cita (2025) es ágil, no se anda con rodeos y, en apenas quince minutos, nos presenta todo lo que debemos saber para entrar en la peor cita de la historia. Y, si bien es cierto que el guion es trepidante, hay momentos donde Landon quiere innovar por encima de las posibilidades del guion o incluso de la propia película. Esto es palmario en ciertas decisiones de nuestra protagonista o en algunos giros de verosimilitud cuestionable.

Es cierto que, si apagamos el cerebro, estos defectos pasan más por alto y podemos disfrutar un thriller dinámico que, en ciertos momentos, demuestra virtudes a la hora de posicionar la cámara o de confeccionar la tensión de algunas escenas.

Más allá de las evidentes licencias de guion que se suelen pasar por alto, también presenta un defecto común en este tipo de cintas: no pasa más de media hora y ya sabes cuál será su final; quizá no sepas exactamente el camino, pero, aun así, no es difícil vislumbrar el desenlace.

Por otro lado, creo que la inclusión del pasado de nuestra protagonista no está desarrollada con la coherencia narrativa suficiente como para que suponga un matiz orgánico en ella; se siente más como una característica añadida para que todo lo que le precede suene más dramático y convincente.

La cita (2025) es un thriller efectivo y ligero, que permite al espectador pasar un rato distendido en el cine y que, por el camino, posee algunas ráfagas de virtuosismo en ciertos apartados. Landon se supera en un terreno que maneja lo suficientemente bien como para entretener al público medio.

https://nosvemoslosjueves.com/cine/la-cita-luces-y-sombras-en-un-thriller-solvente
12 de diciembre de 2024
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este 2024 se ha presentado una producción francesa que adapta, de nuevo, la novela de Alejandro Dumas El Conde de Montecristo. Aunque está pasando desapercibida, es fácilmente una de las mejores películas del año, siendo infinitamente superior a taquillazos como la insulsa Gladiator II o la sobrevalorada Wicked.

La dupla francesa encargada de dirigir este trabajo consigue una historia ágil, épica y, sobre todo, entretenida, pese a sus tres horas de duración. Una duración más que justificada, ya que para nada entorpece el ritmo de la cinta. Por otro lado, el filme ofrece una historia de venganza clásica, de esas que corrompen hasta al más recto. Esta inicia con un preludio que fluye generando interés en el espectador, para más tarde adentrarnos en la representación más visceral y retorcida de la venganza, de cómo se desdibuja la justicia cuando son los sentimientos los que llevan las riendas y, más aún, cuando la traición es la piedra angular de ese rencor.

Obviamente, en su tercio final se vislumbra ese concepto tan cinematográfico de la redención, de una revelación que nace de la pérdida, dotando de claridad a lo verdaderamente importante.

Visualmente, es vistosa y placentera, posee buen gusto gracias a una fotografía cuidada, que sabe usar los colores, las luces y las sombras a conveniencia del contexto.

Gran trabajo: El Conde de Montecristo es una película notable, que logra evocar multitud de sentimientos acordes con los blockbusters actuales, pero con una mayor calidad que la media. No te hará reflexionar, pero te divertirás durante tres efímeras horas.
3 de abril de 2025 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Ayer y Jason Statham parecen haber encontrado la sociedad perfecta entre director y actor, una sociedad que comenzó con la reseñable Beekeeper. El protector (2024) y que continúa con una entretenida pero irregular A Working Man (2025).

Ambas cintas se fundamentan en lo que ha caracterizado la prolífica carrera de Statham: ser el héroe de acción carismático que tanto nos gusta. En esta ocasión, Ayer presenta una historia que sorprende por lo poco original que es, una en la que nuestro protagonista deberá rescatar a una joven de las garras de la mafia rusa. Y, bajo esta premisa, seguiremos los pasos de la, en muchas ocasiones, inverosímil investigación que se llevará a cabo para dar con la susodicha.

Y si bien es cierto que el guion confeccionado por Ayer y Stallone es insultantemente mediocre, la cinta consigue entretener si te mantienes indiferente ante los muchos errores y licencias narrativas que toma. Por otro lado, la acción, que suele ser la parte que compensa la inconsistencia narrativa, aprueba, pero sin muchos alardes; podría decirse que esperaba más. Por ejemplo, en Beekeeper. El protector (2024), las coreografías eran bastante más elaboradas, brutales y con una puesta en escena que no abusaba tanto de la oscuridad.

Para ir finalizando, quiero destacar un uso terrorífico de la banda sonora en los primeros veinte minutos de la cinta, completamente forzado y anticlimático, que, gracias a Dios, se soluciona rápidamente.

A pesar de todas las críticas negativas que he mencionado, he disfrutado bastante la cinta. No sé si será porque soy fan incondicional de Jason Statham, que es lo más probable, pero A Working Man (2025) es, a la vez, absurdamente mediocre y absurdamente entretenida.
24 de marzo de 2025 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de sucumbir al encanto de Dreyer a través de su Dies Irae (1943), me embarco de nuevo en otra de sus obras magnas. Y es que después de experimentar la metodología estilística del danés, me enfrento a Ordet (1955) con el respeto e ilusión que merece una de las mejores obras de la historia del cine.

Como no podía ser de otra forma, la fe, la duda y el milagro serán los temas en los que la cinta orbitará. Estos conceptos estarán representados en la familia Borgen, con Morten como patriarca y cristiano moderado, su hijo Mikkel desencantado del camino de la fe, Johannes, el hijo del medio, quien tiene el convencimiento de ser Jesucristo y predica como tal, y por último, el hijo menor, Anders, que busca enlazarse con la hija de un fanático religioso. Este último hecho, unido a uno aún más fatal, será el caldo de cultivo para que las creencias de cada uno de ellos se tambaleen con la voracidad propia de la fragilidad humana.

Solo con dos cintas del danés puedo apreciar que es el maestro de los silencios, de crear arte por medio de lo intangible, logrando hacer un cine que da significado a la palabra trascendencia. En Ordet (1955), la tensión espiritual se logra mediante un guion y una teatralidad tan precisos que los efectismos son inexistentes, convirtiéndose en uno de los análisis de la fe más serios y maduros que he visto. Dreyer entiende la fe como un sentimiento personalísimo y, por ello, desecha el dogmatismo e introduce la libertad de ver la fe como una fuerza capaz de sostener y alterar la realidad del individuo.

Carl Theodor Dreyer siente todo el respeto posible hacia la religión como cineasta, un respeto que abandera su trabajo, dotándolo de una profundidad primorosa. La escena final es uno de los momentos más bellos que he tenido el placer de presenciar, ya que entiende al ser humano con la capacidad para creer en lo intangible, incluso cuando todo parece perdido. El danés no se molesta en convencerte de nada, solo pretende mostrar al mundo cómo la religión, y por consiguiente la fe, son capaces de conmover dejando la razón a un lado.

En su cáliz más visual y artístico, Dreyer logra crear la espiritualidad de la que habla, inspirado en la pintura holandesa, ya sea Rembrandt por la densidad de su atmósfera o Vermeer por la luz y la utilización de los cuerpos en el espacio; sea como fuere, se logran composiciones con una intención simbólica hipnótica. Por otro lado, se utilizan planos largos, con movimientos sutiles de cámara, cargados de una austeridad que transmite la rigidez emocional que se pretende.

Ordet (1955) va directa a una de las estanterías más selectas de mi cine y del cine, un regalo de unas proporciones que escapan a la valoración numérica y que trascienden a un espacio donde solo habitan unas pocas elegidas por el impasible juez que es el paso del tiempo.
30 de diciembre de 2024 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Orgullo y prejuicio nace de la aclamada novela de Jane Austen, y es Joe Wright quien se encarga de trasladar al séptimo arte las aristas de unos personajes y de una sociedad tan particular como interesante para el espectador.

Su título no puede ser más literal, ya que nos topamos con una serie de personajes profundamente imperfectos, con taras inherentemente humanas, ya sean las reflejadas en el título de la cinta, que están bien construidas en nuestra dupla protagónica, y otras secundarias presentes durante todo el metraje. Es un drama romántico que, sin llegar a conmoverme especialmente, derrocha sensibilidad y buen hacer en las dinámicas entre personajes, elevando las interacciones entre Bennet y Darcy.

Roma Osin, encargado de la fotografía, realiza un gran trabajo con su uso de la luz natural, reflejando lo atemporal del amor, mientras que sus interiores transmiten las tensiones sociales propias de la época.

Estamos ante una adaptación más que solvente, notable, diría. Consigue impactar en los sentimientos del espectador en mayor o menor medida, es realista en los defectos y virtudes del ser humano y, por lo tanto, altamente recomendable, más si disfrutas de los dramas románticos de época.
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