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MiniserieDocumental

6,7
9.800
7
16 de junio de 2019
16 de junio de 2019
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está claro que lo sucedido en Alcàsser hace ya 25 años no dejó (ni deja) indiferente a nadie. Supuso un punto de inflexión en nuestra sociedad y en la manera de abordar los sucesos y el sufrimiento ajeno por medio de un periodismo al servicio del "share" televisivo. Ese ansia por atrapar al espectador, al oyente o al lector a cualquier precio y de cualquier forma es algo a la vista de todos en la sociedad sobreinformada en la que vivimos actualmente. "Clickbaits", sensacionalismo, prensa rosa y demás situaciones de dudosa ética periodística han desvirtuado ésta profesión que se supone al servicio de la verdad más objetiva y rigurosa.
Ésta serie documental es una retrospectiva que va más allá de los brutales asesinatos. A falta de una única e indiscutible resolución, busca entre los detalles, entre las reacciones y entre las heridas tan profundas que el caso causó en sus múltiples implicados. Ahonda, desde el respeto y el rigor que no tuvo la prensa en su momento, en las consecuencias de todo aquello desde diferentes puntos de vista, sin decantarse, al menos de una forma evidente, por ninguna de las partes y, sobretodo, sin hacer del dolor un morboso protagonista. Camina en una delgada línea que separa dos vertientes de opinión: Una oficial quizás más sensata, políticamente correcta y definitiva; y otra versión alternativa que supone una ruptura total con todo el desarrollo oficial de la investigación y que, a veces, roza lo insólito, lo sádico y lo visceral.
Entre indiscutibles lagunas en la investigación y disparatadas teorías conspiranoicas se encuentra una verdad al servicio del espectador. Quizás una sobredosis de puntos de vista, macabras situaciones, personajes pintorescos y conductas de dudable moralidad provocan una momentánea pérdida de rumbo, ante la insólita decadencia de la conducta humana y de nuestra sociedad en concreto. Un caso que empacha: demasiada miga, demasiados actores, demasiado oportunismo y demasiados interrogantes, pero con un brillante y reflexivo final: En el fondo, no hemos cambiado tanto como hemos creído.
Ésta serie documental es una retrospectiva que va más allá de los brutales asesinatos. A falta de una única e indiscutible resolución, busca entre los detalles, entre las reacciones y entre las heridas tan profundas que el caso causó en sus múltiples implicados. Ahonda, desde el respeto y el rigor que no tuvo la prensa en su momento, en las consecuencias de todo aquello desde diferentes puntos de vista, sin decantarse, al menos de una forma evidente, por ninguna de las partes y, sobretodo, sin hacer del dolor un morboso protagonista. Camina en una delgada línea que separa dos vertientes de opinión: Una oficial quizás más sensata, políticamente correcta y definitiva; y otra versión alternativa que supone una ruptura total con todo el desarrollo oficial de la investigación y que, a veces, roza lo insólito, lo sádico y lo visceral.
Entre indiscutibles lagunas en la investigación y disparatadas teorías conspiranoicas se encuentra una verdad al servicio del espectador. Quizás una sobredosis de puntos de vista, macabras situaciones, personajes pintorescos y conductas de dudable moralidad provocan una momentánea pérdida de rumbo, ante la insólita decadencia de la conducta humana y de nuestra sociedad en concreto. Un caso que empacha: demasiada miga, demasiados actores, demasiado oportunismo y demasiados interrogantes, pero con un brillante y reflexivo final: En el fondo, no hemos cambiado tanto como hemos creído.

7,2
39.153
9
16 de noviembre de 2019
16 de noviembre de 2019
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Redención, perdón, decadencia, ocaso, vida, final... después de ver El Irlandés éstas palabras rondan tu cabeza buscando un sentido a todo lo que hacemos durante nuestra existencia, y este es el mensaje más auténtico que transmite este largo e intenso film.
A pesar de su edad, las viejas glorias (con un invitado de excepción) han vuelto a reunirse para hacer lo que mejor saben hacer: historias de la calle. Y en esto, desde luego, son insuperables. Y tiene gracia que, el inexorable paso del tiempo se muestre en los rostros que actúan (a pesar de los insuficientes esfuerzos del CGI) pero no haya hecho mella en la convicción de sus voces ni en la vivacidad de sus miradas, tampoco en la vibrante dirección de un director con un manejo del lenguaje cinematográfico a la altura de muy pocos.
Las caras, la época, los trajes, las formas, los coches, la música... todo nos es familiar en el universo Scorsese, sobretodo en el primer tercio del film. Pero en este caso. la película abarca toda una vida, adquiere una profundidad asombrosa relatándonos un descenso a los infiernos de la mano de un personaje en búsqueda, del perdón de sus inconfesables pecados y de su anhelo por descansar en paz, en el cielo o, probablemente, en el infierno.
El ocaso, lejos de ser glorioso, es pausado, decadente y cruel, y aquí Marty parece querer decirnos que sus personajes son como podemos ser cualquiera de nosotros en algún momento de nuestra (¿corta?) existencia: Corruptibles, débiles trozos de carne que aparentan ser como rocas, pero de los que a veces brotan sentimientos, y que por ello, y en definitiva, son humanos, como todos nosotros. Somos humanos porque algún día llega nuestra hora e independientemente de lo que hayas hecho, lo que hayas vivido, lo que hayas luchado o los helados que te hayas comido, acabarás en un ataúd. Martin Scorsese nos está mirando a los ojos durante 3 horas y media para decirnos: “¡ey tío! vive tu puta vida, pero cuidado, porque puedes sentirte jodidamente culpable”.
A pesar de su edad, las viejas glorias (con un invitado de excepción) han vuelto a reunirse para hacer lo que mejor saben hacer: historias de la calle. Y en esto, desde luego, son insuperables. Y tiene gracia que, el inexorable paso del tiempo se muestre en los rostros que actúan (a pesar de los insuficientes esfuerzos del CGI) pero no haya hecho mella en la convicción de sus voces ni en la vivacidad de sus miradas, tampoco en la vibrante dirección de un director con un manejo del lenguaje cinematográfico a la altura de muy pocos.
Las caras, la época, los trajes, las formas, los coches, la música... todo nos es familiar en el universo Scorsese, sobretodo en el primer tercio del film. Pero en este caso. la película abarca toda una vida, adquiere una profundidad asombrosa relatándonos un descenso a los infiernos de la mano de un personaje en búsqueda, del perdón de sus inconfesables pecados y de su anhelo por descansar en paz, en el cielo o, probablemente, en el infierno.
El ocaso, lejos de ser glorioso, es pausado, decadente y cruel, y aquí Marty parece querer decirnos que sus personajes son como podemos ser cualquiera de nosotros en algún momento de nuestra (¿corta?) existencia: Corruptibles, débiles trozos de carne que aparentan ser como rocas, pero de los que a veces brotan sentimientos, y que por ello, y en definitiva, son humanos, como todos nosotros. Somos humanos porque algún día llega nuestra hora e independientemente de lo que hayas hecho, lo que hayas vivido, lo que hayas luchado o los helados que te hayas comido, acabarás en un ataúd. Martin Scorsese nos está mirando a los ojos durante 3 horas y media para decirnos: “¡ey tío! vive tu puta vida, pero cuidado, porque puedes sentirte jodidamente culpable”.
17 de agosto de 2019
17 de agosto de 2019
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asistimos constantemente a un cambio de era, a un cambio de ciclo. Cada vez todo cambia de forma más rápida. Las modas y tendencias se extinguen a una velocidad vertiginosa. Vivimos en un continuo cambio del que no podemos escapar. Simplemente debemos asumirlo y adaptarnos a los nuevos tiempos... y el cine no es una excepción.
Rick Dalton es ese hombre que está en pleno proceso de asumir un nuevo rol en su profesión, de adaptarse a los nuevos tiempos o morir, de llevarlo con la mayor dignidad posible. Las viejas glorias son demasiado viejas para los nuevos tiempos (sino que se lo digan a Al). Ese aire nostálgico, decadente, y a ratos entusiasta, es el nuevo ingrediente que Tarantino dota a su nueva obra, probablemente reflejo de su estado de ánimo, de una segunda juventud... vaya usted a saber.
El caso es que lo nuevo del maestro viene a ser un soplo de aire fresco en su carrera. Se aleja más que nunca de su oda a la violencia para priorizar el retrato de un Hollywood esplendoroso, próspero y soleado, un Hollywood pretencioso, quizás injusto y desagradecido, pero nunca exento de glamour y oportunidades. Apenas se dejan notar sus tics tan característicos, pero su capacidad narrativa sigue intacta. Es quizás su película más descriptiva, más laboriosa, más preocupada por lo escénico, lo cual va en contraposición del ritmo, que es de lo que más adolece.
Un ritmo irregular para satisfacer sus deseos más personales, y es que Tarantino está en posición de hacer lo que le plazca, y esta película es el mayor ejemplo de ello.
Lejos de ser la nueva Kill Bill, la nueva Django o Pulp Fiction, Érase un vez en América es su obra más personal y quizás carismática y singular de su carrera. Quizás también la más irónica, satírica y autocrítica. El carisma de Di Caprio y Pitt te atrapa y es el cebo perfecto para sumergirte dentro del cine de 1969. Una época donde el séptimo arte cambió para siempre (¿culpa de los putos "hippies"?). Es el cine dentro del cine. Llamémosle metacine.
Rick Dalton es ese hombre que está en pleno proceso de asumir un nuevo rol en su profesión, de adaptarse a los nuevos tiempos o morir, de llevarlo con la mayor dignidad posible. Las viejas glorias son demasiado viejas para los nuevos tiempos (sino que se lo digan a Al). Ese aire nostálgico, decadente, y a ratos entusiasta, es el nuevo ingrediente que Tarantino dota a su nueva obra, probablemente reflejo de su estado de ánimo, de una segunda juventud... vaya usted a saber.
El caso es que lo nuevo del maestro viene a ser un soplo de aire fresco en su carrera. Se aleja más que nunca de su oda a la violencia para priorizar el retrato de un Hollywood esplendoroso, próspero y soleado, un Hollywood pretencioso, quizás injusto y desagradecido, pero nunca exento de glamour y oportunidades. Apenas se dejan notar sus tics tan característicos, pero su capacidad narrativa sigue intacta. Es quizás su película más descriptiva, más laboriosa, más preocupada por lo escénico, lo cual va en contraposición del ritmo, que es de lo que más adolece.
Un ritmo irregular para satisfacer sus deseos más personales, y es que Tarantino está en posición de hacer lo que le plazca, y esta película es el mayor ejemplo de ello.
Lejos de ser la nueva Kill Bill, la nueva Django o Pulp Fiction, Érase un vez en América es su obra más personal y quizás carismática y singular de su carrera. Quizás también la más irónica, satírica y autocrítica. El carisma de Di Caprio y Pitt te atrapa y es el cebo perfecto para sumergirte dentro del cine de 1969. Una época donde el séptimo arte cambió para siempre (¿culpa de los putos "hippies"?). Es el cine dentro del cine. Llamémosle metacine.

6,9
37.870
7
6 de marzo de 2022
6 de marzo de 2022
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un personaje explotado al máximo, tanto en cine como en televisión, del que se ha hecho casi de todo (para bien y para mal), con ese afán de estirar el chicle hasta la saciedad, Batman ha vuelto a la gran pantalla con aires renovados: nuevos looks y nuevos rostros, pero mismos personajes. Un lavado de cara para hacerlo menos fantástico y sofisticado de lo que cabría esperar en un film de este calibre. La intención es clara, y no es otra que alejarse del prototipo de películas franquicia tipo Marvel o DC, para acercarlo a lo mundano, a lo real, y adaptarlo a nuestro panorama sociopolítico lleno de propaganda, mentiras y corrupción.
La primera hora y media es fantástica, y la película alcanza su cima justo a la mitad, para ya volverse, quizás, más irregular e insegura en su segundo tramo. El formato thriller la acerca a lo mejor de Fincher: una estética Seven con un argumento Zodiac, donde los anticlímax ganan claramente en número a las secuencias rompedoras y atractivas. Y es que tres horas dan para mucho, y puede que la duración sea uno de los mayores puntos flacos de la película. Es difícil mantener una intensidad narrativa tanto tiempo como Nolan hizo magistralmente en su triología del murciélago.
Los momentos de acción, por tanto, están muy dosificados y, en cierta parte, se hacen esperar. Pero lo que aquí prima es la trama en sí, la investigación y la moral de los personajes, los cuales vemos sufrir en la pantalla por su pasado y por la decadencia y bajeza moral que les rodea. Quizás mucha gente se espere otra cosa al ir a ver una película de superhéroes, pero The Batman muestra el lado más humano y, quizá el más crudo, de los personajes detrás de las máscaras. El caso es que, haya sido o no por exigencias del guion, Pattinson vuelve a parecerse al vampiro de crepúsculo con su heladora frialdad, su inexpresividad y su tono melancólico. Un Batman que más bien parece un adolescente influenciado por el aura y la filosofía de Kurt Cobain, que un verdadero hombre de justicia y venganza. Tiene sentido si, como parece, esto puede ser el comienzo de una nueva saga, ya que sería un personaje a desarrollar y madurar en sucesivas películas.
Quizás sea la película menos Bruce Wayne desde que Batman aterrizó en el cine, y la más Burtoniana desde Batman Vuelve, por su clara estética oscura y gótica.
En definitiva, The Batman es una interesante aportación al género desde la perspectiva de acercarlo más al plano realista que al fantástico, y supone una declaración de intenciones por parte de la Warner de cara a juntar a este Batman tan mundano con el maquiavélico Joker de Joaquín Phoenix.
La primera hora y media es fantástica, y la película alcanza su cima justo a la mitad, para ya volverse, quizás, más irregular e insegura en su segundo tramo. El formato thriller la acerca a lo mejor de Fincher: una estética Seven con un argumento Zodiac, donde los anticlímax ganan claramente en número a las secuencias rompedoras y atractivas. Y es que tres horas dan para mucho, y puede que la duración sea uno de los mayores puntos flacos de la película. Es difícil mantener una intensidad narrativa tanto tiempo como Nolan hizo magistralmente en su triología del murciélago.
Los momentos de acción, por tanto, están muy dosificados y, en cierta parte, se hacen esperar. Pero lo que aquí prima es la trama en sí, la investigación y la moral de los personajes, los cuales vemos sufrir en la pantalla por su pasado y por la decadencia y bajeza moral que les rodea. Quizás mucha gente se espere otra cosa al ir a ver una película de superhéroes, pero The Batman muestra el lado más humano y, quizá el más crudo, de los personajes detrás de las máscaras. El caso es que, haya sido o no por exigencias del guion, Pattinson vuelve a parecerse al vampiro de crepúsculo con su heladora frialdad, su inexpresividad y su tono melancólico. Un Batman que más bien parece un adolescente influenciado por el aura y la filosofía de Kurt Cobain, que un verdadero hombre de justicia y venganza. Tiene sentido si, como parece, esto puede ser el comienzo de una nueva saga, ya que sería un personaje a desarrollar y madurar en sucesivas películas.
Quizás sea la película menos Bruce Wayne desde que Batman aterrizó en el cine, y la más Burtoniana desde Batman Vuelve, por su clara estética oscura y gótica.
En definitiva, The Batman es una interesante aportación al género desde la perspectiva de acercarlo más al plano realista que al fantástico, y supone una declaración de intenciones por parte de la Warner de cara a juntar a este Batman tan mundano con el maquiavélico Joker de Joaquín Phoenix.

7,2
49.937
6
19 de septiembre de 2021
19 de septiembre de 2021
3 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de ver Dune después de haber ido al cine totalmente virgen de su universo. Confieso que ni he leído la novela ni he visto el film de Lynch (imperdonable, sí, como seguidor de su cine). Para una persona en mi situación (con la que seguro que han ido e irán muchos) la película ciertamente te desconcierta desde el punto de vista argumental. Cuando consigues conectar con la relación entre duques, emperadores, planetas, tribus, gusanos del desierto... lo siento, pero casi todo me recuerda a Star Wars, siendo a su vez consciente que la obra de Herbert es anterior al universo de Lucas.
Como todo blockbuster, funciona muy bien en una sala de cine: un popurrí de imágenes espectaculares, efectos especiales de primera y un reparto lleno de estrellas. El film es una desconexión brutal y, aunque no llegues realmente a conectar con la motivación real de los personajes, llega un momento que simplemente te dejas llevar y es ahí, en su parte central, cuando empiezas a disfrutar. Y esto, curiosamente, me ocurre con el cine de Nolan, sobre todo con sus dos últimos trabajos. Una gran complejidad visual y narrativa que disfraza una gran carencia de base. Unos personajes desdibujados y vacíos con los que nunca llegas a conectar del todo. Una película sin alma.
El casting es bastante discutible. Muchas caras reconocibles pero fuera de lugar. Reconozco el carisma de Jason Momoa, pero actores como Brolin, Isaac o Bardem no están en su papel. Chalament es un actor con talento pero si se encasilla en este tipo de personajes lucirá muy poco. Creo que los papeles femeninos en esta película lucen muchísimo más.
Quizás sea esto lo que el cine necesitaba después de una época oscura (o quizás no). El caso es que no te pueden obligar a estudiar la lección antes de ir a una sala. Nadie tiene por qué leer un libro, o ver otra película, y encima sin tratarse de una secuela, para comprender la complejidad de una distopía a este nivel. No creo, por lo tanto, que el "Dune" de Villeneuve sea una obra que se justifique a sí misma. En todo caso ha sido una obra que me ha hecho salir del cine con la curiosidad de leer la novela, o de ver la obra homónima de Lynch, pero lejos de querer revisionarla o de esperar fervientemente por una secuela. Es posible que con eso el bueno de Denis ya haya logrado muchísimo.
Creo que es justo cerrar con la imperial banda sonora de Hans Zimmer que, sin ningún tema repetitivo y reconocible a lo John Williams, es capaz de sumergirte en la película y en gran parte la salva del desastre.
Como todo blockbuster, funciona muy bien en una sala de cine: un popurrí de imágenes espectaculares, efectos especiales de primera y un reparto lleno de estrellas. El film es una desconexión brutal y, aunque no llegues realmente a conectar con la motivación real de los personajes, llega un momento que simplemente te dejas llevar y es ahí, en su parte central, cuando empiezas a disfrutar. Y esto, curiosamente, me ocurre con el cine de Nolan, sobre todo con sus dos últimos trabajos. Una gran complejidad visual y narrativa que disfraza una gran carencia de base. Unos personajes desdibujados y vacíos con los que nunca llegas a conectar del todo. Una película sin alma.
El casting es bastante discutible. Muchas caras reconocibles pero fuera de lugar. Reconozco el carisma de Jason Momoa, pero actores como Brolin, Isaac o Bardem no están en su papel. Chalament es un actor con talento pero si se encasilla en este tipo de personajes lucirá muy poco. Creo que los papeles femeninos en esta película lucen muchísimo más.
Quizás sea esto lo que el cine necesitaba después de una época oscura (o quizás no). El caso es que no te pueden obligar a estudiar la lección antes de ir a una sala. Nadie tiene por qué leer un libro, o ver otra película, y encima sin tratarse de una secuela, para comprender la complejidad de una distopía a este nivel. No creo, por lo tanto, que el "Dune" de Villeneuve sea una obra que se justifique a sí misma. En todo caso ha sido una obra que me ha hecho salir del cine con la curiosidad de leer la novela, o de ver la obra homónima de Lynch, pero lejos de querer revisionarla o de esperar fervientemente por una secuela. Es posible que con eso el bueno de Denis ya haya logrado muchísimo.
Creo que es justo cerrar con la imperial banda sonora de Hans Zimmer que, sin ningún tema repetitivo y reconocible a lo John Williams, es capaz de sumergirte en la película y en gran parte la salva del desastre.
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