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8,2
109.864
10
17 de mayo de 2010
17 de mayo de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy, 15 de Mayo del 2010 he confirmado algo que venía presumiendo en mi interior desde hace varios años a esta parte. Apocalipsis Now, es la obra cinematográfica más grande de la historia. A continuación mis 6 porque:
1-Por su primera secuencia sencillamente magistral, perturbadora, precisamente iniciadora, introductora sobre lo que a continuación está por venir. Una pesadilla, un maldito sueño despierto acerca de la muerte, de la guerra, del caos y de hermosas filas de palmeras ardiendo al son de la apocalíptica The End de The Doors
2 – Por sus actuaciones: Ufff…que decir…Martin Sheen, soberbio, exacto, trasmitiendo su pesar en sus ojos, su desazón en cada gesto. La guerra le pesa demasiado sobre los hombros, ya no la aguanta más. Robert Duvall, magistral, un maldito loco hijo de perra obsesionado por el surf y por un código de hombría ridículo. Marlon Brando: La estampa de la muerte. En su figura reside el fin del mundo…en su guarida esta el verdadero “culo del universo”
3- Su banda sonora: Es la que nos conduce rumbo a los profundos dominios del infierno. Desciende junto a nosotros, nos transporta con sonidos bizarros, con melodías desafinadas y con los Rolling Stones en el camino hacia los avernos. Hacia lo más profundo del alma humana. Si pudiéramos conjetura que música se oiría en el infierno, sin dudas seria la banda sonora de este filme
4 – La mejor manera de calificar a su fotografía es preguntando ¿Hay un solo plano en la película que no signifique algo, que no sirva de simbología en su tenebroso periplo? Si alguien puede responderme esto…entonces prometo tachar esto como virtud esencial de esta obra maestra
5 – Su dirección: Se la nota redonda, plena…la mano de Coppola está presente en cada aspecto del filme, desde la dirección artística, la música, la fotografía, la dirección de actores, Coppola estuvo en todo y al mismo tiempo en nada…está claro que no dejo detalle al azar a la hora de filmar
6 – Su seductora dualidad: Es una película ambivalente. Por un lado es antibelicista: Nos muestra sin tapujos cuan infernal es la guerra para la mente humana. Intenta perturbarnos de la misma manera de que si nosotros fuéramos parte de la tripulación que serpentea por esa enorme vena rumbo al corazón de Lucifer. Pone en evidencia que nada bueno puedo resultar de la crueldad de la guerra pues vencedores y vencidos han de terminar seriamente trastornados tras tanta muerte y crueldad sin sentido.
Sigue en el spoiler:
1-Por su primera secuencia sencillamente magistral, perturbadora, precisamente iniciadora, introductora sobre lo que a continuación está por venir. Una pesadilla, un maldito sueño despierto acerca de la muerte, de la guerra, del caos y de hermosas filas de palmeras ardiendo al son de la apocalíptica The End de The Doors
2 – Por sus actuaciones: Ufff…que decir…Martin Sheen, soberbio, exacto, trasmitiendo su pesar en sus ojos, su desazón en cada gesto. La guerra le pesa demasiado sobre los hombros, ya no la aguanta más. Robert Duvall, magistral, un maldito loco hijo de perra obsesionado por el surf y por un código de hombría ridículo. Marlon Brando: La estampa de la muerte. En su figura reside el fin del mundo…en su guarida esta el verdadero “culo del universo”
3- Su banda sonora: Es la que nos conduce rumbo a los profundos dominios del infierno. Desciende junto a nosotros, nos transporta con sonidos bizarros, con melodías desafinadas y con los Rolling Stones en el camino hacia los avernos. Hacia lo más profundo del alma humana. Si pudiéramos conjetura que música se oiría en el infierno, sin dudas seria la banda sonora de este filme
4 – La mejor manera de calificar a su fotografía es preguntando ¿Hay un solo plano en la película que no signifique algo, que no sirva de simbología en su tenebroso periplo? Si alguien puede responderme esto…entonces prometo tachar esto como virtud esencial de esta obra maestra
5 – Su dirección: Se la nota redonda, plena…la mano de Coppola está presente en cada aspecto del filme, desde la dirección artística, la música, la fotografía, la dirección de actores, Coppola estuvo en todo y al mismo tiempo en nada…está claro que no dejo detalle al azar a la hora de filmar
6 – Su seductora dualidad: Es una película ambivalente. Por un lado es antibelicista: Nos muestra sin tapujos cuan infernal es la guerra para la mente humana. Intenta perturbarnos de la misma manera de que si nosotros fuéramos parte de la tripulación que serpentea por esa enorme vena rumbo al corazón de Lucifer. Pone en evidencia que nada bueno puedo resultar de la crueldad de la guerra pues vencedores y vencidos han de terminar seriamente trastornados tras tanta muerte y crueldad sin sentido.
Sigue en el spoiler:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Por el otro justifica el colonialismo salvaje y arbitrario en aquellos días de la década del 70 en total decadencia y en un retroceso casi definitivo, simbolizado en la argumentacion de la presencia del grupo de franceses en las plantaciones vietnamitas y camboyanas. Además en el discurso del Coronel Kurtz al capitán Willard, a las claras se evidencia una necesidad de dejar atrás los valores morales y el peso de la “hipócrita” opinión pública a la hora de hacer lo necesario para ganar una guerra. Su mensaje podría codificarse como algo así: La guerra es una mierda, sus consecuencias son devastadoras para el físico y el alma humana y si puedes evitarla mucho mejor, pero una vez que estas en ella, solo importa ganar y hacer lo necesario para lograrlo.
Una verdadera radiografía sobre la humanidad de la que nadie puede estar ajeno y sin mencionar una monumental clase sobre como hacer cine visual y de contenido a la vez…cosa hoy día casi imposible para las limitadas mentes actuales ubicadas tras las cámaras.
Una verdadera radiografía sobre la humanidad de la que nadie puede estar ajeno y sin mencionar una monumental clase sobre como hacer cine visual y de contenido a la vez…cosa hoy día casi imposible para las limitadas mentes actuales ubicadas tras las cámaras.

7,1
54.199
8
31 de enero de 2010
31 de enero de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Personalidad para no usar el apellido de tu padre (un tal David Bowie) para “chapear” en tu debut y ganar más adeptos por portación de nombre
Personalidad para imaginar una solución posible a un problema tan presente, pero con enormes perspectivas de ser aun más grave en el futuro
Personalidad por desarrollar una historia en el lado oscuro de la luna, con un solo actor (enorme, incomparable Sam Rockwell) en medio de la soledad
Personalidad para no dejarse llevar por un guion que pedía efectos especiales con desmesura (imagino tantos nombres que lo hubiesen hecho)
Personalidad para saber usar los silencios, las miradas y unos diálogos tan certeros como cotidianos aun a cientos de miles de kilómetros de la tierra
Personalidad para plantearnos un dilema moral sobre una situación que la humanidad ya está afrontando y en los próximos años cambiara la vida humana al punto de sustituir a Dios mismo y su creación a través de la ciencia.
Personalidad para dejarnos pensando durante varios días después sobre la resolución y las conclusiones surgidas por ese dilema antes mencionado
Personalidad y muchísimos “huevos” por tomar el pesado legado dejado por uno de los directores más grandes de la historia, y colocar como uno de los protagonistas a un robot símil a Hal9000 y jugar con esa evocación todo el tiempo, haciéndonos esperar a cada momento una reacción de este sucesor del antológico y asesino robot, un tal “Gerty”, que lo emparenten con su ascendiente.
Personalidad para no usar la inconmensurable expresividad de Kevin Spacey, y "mandarlo" a representar la voz de una maquina como lo es “Gerty” (Lo cual en este filme no es poca cosa)
Personalidad para equivocarse, puesto que los errores de su inexperiencia lo llevan a plantear situaciones inconclusas, como las apariciones que sufre Sam antes del accidente sobre una mujer en medio de la nada y que jamás tiene una explicación concreta en todo el metraje, aunque esta “equivocación” a causa de su impericia, casi todos los que vean la película podrán notar que tiene el fin de tejerle una trampa al espectador, justificando en esta el cambio en las actitudes del personaje interpretado por Rockwell.
Personalidad es lo que le sobra a este joven director, pues ha logrado una de los mejores películas del 2009 (aunque no ha sido ciertamente un año desbordante de buenas producciones), con un manejo de los tiempos y una madurez a la hora de contar este esplendido guion que nos llevan a apuntar su nombre, pues como su historia, el futuro de Duncan se augura tan brillante como la luna misma (Con un muy rico lado oscuro y todo).
Personalidad para imaginar una solución posible a un problema tan presente, pero con enormes perspectivas de ser aun más grave en el futuro
Personalidad por desarrollar una historia en el lado oscuro de la luna, con un solo actor (enorme, incomparable Sam Rockwell) en medio de la soledad
Personalidad para no dejarse llevar por un guion que pedía efectos especiales con desmesura (imagino tantos nombres que lo hubiesen hecho)
Personalidad para saber usar los silencios, las miradas y unos diálogos tan certeros como cotidianos aun a cientos de miles de kilómetros de la tierra
Personalidad para plantearnos un dilema moral sobre una situación que la humanidad ya está afrontando y en los próximos años cambiara la vida humana al punto de sustituir a Dios mismo y su creación a través de la ciencia.
Personalidad para dejarnos pensando durante varios días después sobre la resolución y las conclusiones surgidas por ese dilema antes mencionado
Personalidad y muchísimos “huevos” por tomar el pesado legado dejado por uno de los directores más grandes de la historia, y colocar como uno de los protagonistas a un robot símil a Hal9000 y jugar con esa evocación todo el tiempo, haciéndonos esperar a cada momento una reacción de este sucesor del antológico y asesino robot, un tal “Gerty”, que lo emparenten con su ascendiente.
Personalidad para no usar la inconmensurable expresividad de Kevin Spacey, y "mandarlo" a representar la voz de una maquina como lo es “Gerty” (Lo cual en este filme no es poca cosa)
Personalidad para equivocarse, puesto que los errores de su inexperiencia lo llevan a plantear situaciones inconclusas, como las apariciones que sufre Sam antes del accidente sobre una mujer en medio de la nada y que jamás tiene una explicación concreta en todo el metraje, aunque esta “equivocación” a causa de su impericia, casi todos los que vean la película podrán notar que tiene el fin de tejerle una trampa al espectador, justificando en esta el cambio en las actitudes del personaje interpretado por Rockwell.
Personalidad es lo que le sobra a este joven director, pues ha logrado una de los mejores películas del 2009 (aunque no ha sido ciertamente un año desbordante de buenas producciones), con un manejo de los tiempos y una madurez a la hora de contar este esplendido guion que nos llevan a apuntar su nombre, pues como su historia, el futuro de Duncan se augura tan brillante como la luna misma (Con un muy rico lado oscuro y todo).

8,3
49.841
10
20 de diciembre de 2009
20 de diciembre de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Una película rodada en estado de gracia”, sería el mejor calificativo que describiría de cuerpo entero y en una frase todo lo que significa y transmite “Matar a un Ruiseñor”. Dulce y amarga, en fin, como la vida misma. Con ese grupo de niños que temen a las sombras de la noche y generan mitos con los extraños vecinos de la esquina, con las tardes inolvidables de verano de nuestra infancia, en los que conocimos el sabor del primer beso y también aprendimos que la vida no es del color rosa que habíamos imaginado y en la que todos los días contemplamos impotentes como se cometen crímenes lamentables, como matar a un ruiseñor, sobre personas inocentes que se encuentran a merced de los rifles de aquellos que se alimentan de las buenas costumbre y la honradez de los demás para imponerse en una sociedad demasiado cruel.
Y en el medio de ese mundo de niños inocentes y desprejuiciados y adultos prejuiciosos y corruptos aparece nuestro Atticus Finch, nuestro Superman de todos los días (no me digan que no se imaginaron aunque sea un momento en toda la película que Gregory Peck en cualquier momento se sacaría el traje formal y dejaría los grandes anteojos sobre la mesa para aflorar la S en el pecho y la capa roja!!), nuestro padre, que como un pedestal incorruptible se levanta sobre la mugre y la infamia de todo eso que vamos descubriendo para amortiguar con el propio peso de su cuerpo y espíritu el duro golpe que recibamos cuando nos demos cuenta que cambiar al mundo y al sistema es imposible.
Porque, la verdad, quien no creyó cuando era chico que su padre era un superhombre, que de su mano se estaría seguro toda la vida y que bajo sus piernas nadie podría hacerle daño. Corta realidad onírica que con el paso de los años y nuestro abandono de la niñez va dando lugar a la llegada de la adolescencia y a esa estúpida creencia de que, aquel que ayer era Superman, hoy es un “salame reprochon” que no sabe nada de la vida y que lo único que hace es regañarnos porque lo hemos defraudado al no ser como él quería que fueramos.
Son las etapas de la vida, son los vaivenes del mundo y los desarrollos de nuestro ser como una persona adulta, socializada, domesticada, en una realidad que todo el tiempo nos dice que no hay lugar para los Atticus Finch, ni para su indeclinable moral.
Hoy, luego de haber atravesado religiosamente todas esas etapas rumbo a mi inepta adultez, elijo volver a creer, elijo volver a sumergirme en el mundo de fantasías que se codea con lo amargo de la realidad pero sin dejar de soñar, sin dejar de imaginar en que hombres como Atticus pueden existir. Vuelvo a mirar a mi viejo e imagino la gran S bajo su pecho, aunque ahora tenga varias canas mas, las arrugas pueblen su rostro y los años de trabajo lo vayan doblando de a poco moral y físicamente. Finalmente comprendí que en el sacrificio que ha hecho por mi familia está el milagro del superhombre, allí habita el Superman de lo cotidiano.
El cine me lo devolvió, Atticus Finch me lo regaló.
Y en el medio de ese mundo de niños inocentes y desprejuiciados y adultos prejuiciosos y corruptos aparece nuestro Atticus Finch, nuestro Superman de todos los días (no me digan que no se imaginaron aunque sea un momento en toda la película que Gregory Peck en cualquier momento se sacaría el traje formal y dejaría los grandes anteojos sobre la mesa para aflorar la S en el pecho y la capa roja!!), nuestro padre, que como un pedestal incorruptible se levanta sobre la mugre y la infamia de todo eso que vamos descubriendo para amortiguar con el propio peso de su cuerpo y espíritu el duro golpe que recibamos cuando nos demos cuenta que cambiar al mundo y al sistema es imposible.
Porque, la verdad, quien no creyó cuando era chico que su padre era un superhombre, que de su mano se estaría seguro toda la vida y que bajo sus piernas nadie podría hacerle daño. Corta realidad onírica que con el paso de los años y nuestro abandono de la niñez va dando lugar a la llegada de la adolescencia y a esa estúpida creencia de que, aquel que ayer era Superman, hoy es un “salame reprochon” que no sabe nada de la vida y que lo único que hace es regañarnos porque lo hemos defraudado al no ser como él quería que fueramos.
Son las etapas de la vida, son los vaivenes del mundo y los desarrollos de nuestro ser como una persona adulta, socializada, domesticada, en una realidad que todo el tiempo nos dice que no hay lugar para los Atticus Finch, ni para su indeclinable moral.
Hoy, luego de haber atravesado religiosamente todas esas etapas rumbo a mi inepta adultez, elijo volver a creer, elijo volver a sumergirme en el mundo de fantasías que se codea con lo amargo de la realidad pero sin dejar de soñar, sin dejar de imaginar en que hombres como Atticus pueden existir. Vuelvo a mirar a mi viejo e imagino la gran S bajo su pecho, aunque ahora tenga varias canas mas, las arrugas pueblen su rostro y los años de trabajo lo vayan doblando de a poco moral y físicamente. Finalmente comprendí que en el sacrificio que ha hecho por mi familia está el milagro del superhombre, allí habita el Superman de lo cotidiano.
El cine me lo devolvió, Atticus Finch me lo regaló.

7,9
131.621
9
16 de marzo de 2009
16 de marzo de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez mas la animación lo ha hecho. Ha tocado la puerta de nuestros sentidos, abierto nuestros corazones y ha sido capaz de, sin la necesidad de actores de carne y hueso, sumergirnos en una historia fantástica y plagada de emociones que solo creíamos factibles de transmitir y contagiar por las habituales cintas en las que los seres humanos encarnan situaciones reales o ficticias, y que logran llevarnos por el sin numero de estadios y mundos que el cine contiene en su antología. Sin embargo, cuanto mas grande hubiese sido “Wall-E” si su representación y guión se hubiesen, sin dejar de ser apuntada hacia el publico "familiar", reflejado mas real, creíble y empíricamente. Es que su argumento alcanza su mayor grado de esplendor en su primera media hora, momento en el que el dialogo brilla por su ausencia pero ni siquiera se percibe en parte por la responsabilidad de una trama desarrollada con precisión, brillantez y una áspera dulzura y por otro lado gracias a una banda sonora extraordinaria, con algunos de los repertorios mas deliciosos del jazz de antaño. Pero luego de ese fragmento rescatado la película pierde fuerza, como un efecto inexplicable e inversamente proporcional las palabras comienzan a quitarle esa magia tan particular y excitante que los sonidos de los engranajes mecánicos y los procesadores artificiales mas el desarrollo de las situaciones en un planeta tierra devastado e inhóspito contenían. Los personajes y las situaciones, a excepción de un Wall-E siempre entrañable, se vuelven chatas, predecibles, totalmente unidimensionales y ridículas, poco creíbles, y EVA, el robot femenino que se presentaba como el complemento de nuestro pequeño protagonista, se va transformando en su antítesis, totalmente inexpresiva (y es justamente esa capacidad de que una maquina, Wall-E, transmita tantas emociones a la vez el gesto mas rescatable del filme) y caricaturesca, prescindible desde aquello que su "personalidad" puede aportar.
Nada quita todo lo increíble de una obra exquisita, dotada de ciertos matices nunca vistos en la historia de la cinematografía, y de un emotivo homenaje a la eterna e imperecedera "2001, una Odisea al Espacio" (con su tema musical de cabecera incluido), pero lejos esta de acercarse a la altura de una "Buscando a Nemo" que continua a la vanguardia de este genero digital que tanto ha crecido en los últimos años.
Podría ser más grande, es verdad, pero su mensaje y su primera parte merecen un lugarcito en la videoteca de las joyas de nuestro amado séptimo arte.
Nada quita todo lo increíble de una obra exquisita, dotada de ciertos matices nunca vistos en la historia de la cinematografía, y de un emotivo homenaje a la eterna e imperecedera "2001, una Odisea al Espacio" (con su tema musical de cabecera incluido), pero lejos esta de acercarse a la altura de una "Buscando a Nemo" que continua a la vanguardia de este genero digital que tanto ha crecido en los últimos años.
Podría ser más grande, es verdad, pero su mensaje y su primera parte merecen un lugarcito en la videoteca de las joyas de nuestro amado séptimo arte.

6,2
13.450
6
27 de febrero de 2009
27 de febrero de 2009
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas películas han quedado tan polémicamente arraigadas en lo mas profundo del interior de la conciencia social, desatando una batalla entre la moralidad y el castigo con un final abierto y una paridad casi irreconciliable, como Mr. Brooks lo ha hecho. Un filme inteligentísimo, repleto de frases que repasan la filosofía de la cotidianeidad, de las conductas sociales periódicas, y de momentos sublimes, capaces de en una simple escena representar esa dualidad que hace a los hombres capaces de ser los mas grandes caballeros para los ojos de sus pares, a la vez que los mas repugnantes e insanos mentales asesinos en la intimidad, en esa vida clandestina que al contrario de la creencia popular muchos, muchísimos sostienen como un perfectamente organizado cronograma que permite convivir a sus ambas personalidades sin que ninguna se superponga sobre la otra y conseguir mantener ese equilibrio que lo conserva a raya del mundo de la locura definitiva, sin retorno. Por momentos parece justificar los crueles actos de un sanguinario ser como el que Kevin Costner representa con justeza (rara vez conseguida en el exageradamente sobrio e inexpresivo actor), pero sus constantes crisis internas, personales, privadas que lo sumergen en el peor de los tormentos, aquel que no puede confesar a nadie ni intentar solucionar con esa tantas veces útil persona que con simplemente escucharnos pueden exorcizar nuestros mas arraigados demonios, nos devuelven a la naturaleza siniestra de un personaje que no quiere ser lo que es, pero que simplemente es: un asesino serial con un serio desorden psicológico. Fascinante análisis freudiano que borra durante sus dos horas de duración el estúpido y acartonado paradigma del asesino full time, despreciable de toda criatura que camina sobre la tierra, aun de sus propios familiares, recorriendo cada uno de los rincones de una mente oscura, criminal, exterminadora, pero absolutamente humana. Un agregado que la vuelve definitivamente deliciosa, inolvidable, suprema, su hija, una joven que recorre los primero años de sus estudios universitarios, padece el mismo síndrome delictivo que él, lo cual coloca a Mr. Brooks en un disyuntiva que merece la pena disfrutar y padecer en su compañía: Si delatar a su primogénita ante las autoridades para así "salvarla" de su propio mal o protegerla, cubrirla de sus faltas como su labor de padre así lo dictamina.
No es una película, es una radiografía de un sicario amateur, románticamente escalofriante, que sobre todas las cosas es un hombre con una familia a la que ama, una carrera profesional exitosa y una reputación intachable, digna de ser admirada por sus colegas.
No es una película, es una radiografía de un sicario amateur, románticamente escalofriante, que sobre todas las cosas es un hombre con una familia a la que ama, una carrera profesional exitosa y una reputación intachable, digna de ser admirada por sus colegas.
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