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Críticas 123
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
24 (Serie de TV)
24 24
Serie
Estados Unidos2001
6,6
34.558
Joel Surnow (Creador), Robert Cochran (Creador) ...
8
7 de diciembre de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
24 es una serie sorprendente. Principalmente por dos motivos. El segundo motivo –el primero lo dejo para más adelante- es la manera brutal en que las emergencias nacionales obligan a los protagonistas a matar compañeros, cortarle la cabeza a detenidos, suspender todos los derechos constitucionales de los presuntos terroristas, torturar con métodos científicos, amenazar a las familias, etc. La trama de esta serie esta llena de cárceles ilegales -peores que Guantánamo si me apuran-, métodos cuestionables, una ética acomodaticia y un protagonista capaz de matar todo lo que se mueve.

 Uno de los momentos más escabrosos, en el cual la ética queda supeditada a la emergencia nacional, es la ejecución de Ryan Chapelle, a manos de Jack Bauer, a petición de un terrorista incontrolado. Las intrigas presidenciales, las constantes traiciones y los golpes de mano palaciegos, son uno de los vectores de la serie.

 Pero lo cierto es que esa capacidad de saltar los límites, la forma de relatar las operaciones antiterroristas, los agentes dobles, triples, topos, traiciones y golpes de efecto, las tramas en la Presindencia, hacen de 24 una serie muy dinámica. Me ha sorprendido. Aunque también puede ser –y lo es- repetitiva.

El personaje es atractivo por lo superlativo que es. Jack Bauer se salta todas las reglas, mata sin pudor, o sufre un accidente de aviación, del que se recupera sacudiéndose el polvo para caer en las manos -enésima vez- de Nina Meyers (su Profesor Moriaty particular durante las tres primeras entregas).



El primer motivo, aquel por el que me enganchó la serie es la frescura con la que utiliza algo que Hitchcock o Zinnemann intentaron con diferente éxito: hacer coincidir el tiempo de la ficción con el de la película. El tiempo real.
 
Las películas más célebres son “La soga” y “Sólo ante el peligro”. Pero hay otras que intentan acercarse a esa unidad de tiempo, generalmente con un marcado aire teatral.

 Doce hombres sin piedad.
A la hora señalada.
The Birthday.
Ultima llamada. 

Algunas películas más recientes, creo que copiando la estética de 24, se acercan al tiempo real, sin vocación de exactitud y ocupando los exteriores.

Cellular.
Colateral. 

El que realmente consiguió el tiempo real, con auténticos planos secuencias, sin cortar, sin música, a pelo, sin aditamentos, es Warhol. Eat, Blow job, etc. Aunque, salvo contadas excepciones el cine de Warhol no es narrativo, es como un juego, una boutade.

 En cambio, 24 forma parte del más puro espectáculo televisivo. Con un protagonista que ha renunciado prácticamente al cine, aunque ahora vuelva un poco con "The sentinel", aquí bautizada como "la sombra de la sospecha", que copia las tramas en la presidencia de los estados unidos, a pesar de que el papel que mejor le cuadraba a Kiefer Sutherland, el ínclito Jack Bauer, se lo ha llevado Michael Douglas. El hijo de Donald Sutherlando no necesita el cine, como muchos otros actores americanos, triunfa con este producto de impecable factura, cuya limitación estilística, el tiempo real, es uno de sus grandes atractivo.

Lo cierto, es que los guionistas han sabido crear un universo 24 que funciona de manera autónoma, un mundo de alta política, de superfuncionarios de agencias, que funciona al minuto, con los digitos sobreimpresionados en cada corte publicitario y las elipsis entre temporadas ejecutadas muy bien en el guión. Es increíble que todo ese maremagnum de actores que se caen del reparto, de nuevos personajes, de relaciones novedosas, de golpes de efecto, siga funcionando muy bien en casi todas las temporadas. Personalmente, me gusta, cada cierto tiempo, descubrir el nuevo rumbo de esta serie, con esa ambientación obsesiva, los repiqueteos de los teléfonos de la UAT, esa realización en primeros planos con teleobjetivo, la superposición de las tramas familiares con las de acción, y ese despliegue de tramas superpuestas, entrelazadas que constituye cada nuevo día D en la seguridad nacional del país del fallecido David Palmer, el primer presidente afroamericano de ficción.
5 de diciembre de 2014 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es la adaptación de “La llave de cristal", del escritor de novela negra Dashiell Hammett. Para no pagar derechos de autor a los herederos de Hammett, los hermanos Coen se creyeron en la necesidad de negar la autoría, aunque el personaje central de Tom Reagan es clavado al Ned Beaumont de la novela original. Existe también una película de 1942 basada oficialmente en el relato de Hammett: La llave de cristal de Estuart Heisler, protagonizada por Brian Donlevy, Verónica Lake, con su larga caballera ondulada, y Alan Ladd, el pequeño gran hombre.

Miller´s crossing comparte gran parecido argumental con Jojimbo de Kurosawa, película en la que un mercenario es pretendido por dos bandas rivales luchando por controlar un pueblo.

También es acertado lo que dice Quim Casas en el Dirigido por 184: “...una cámara que sabe relajarse en los momentos más crispados y sabe dotar de nervio y pasión a los más tranquilos, imprime una vez más ritmo impactante que no nace precisamente de la fluidez de los acontecimientos...”. Los hermanos Coen consiguen alargar secuencias que en manos de otro director se tratarían sumariamente. “Fargo”, por ejemplo, es un ejercicio de alargamiento del tiempo narrativo. En “muerte entre las flores”, determinados objetos, los sombreros, por ejemplo, llevados por el viento, funcionan como mcguffin visual. Son detalles sin importancia que la cobran en la realización cargando de tensión meras anécdotas. Un niño roba un peluquín del muerto. Los personajes especulan sobre esa acción que nosotros sabemos intrascendente.

La realización es fantástica. Los Coen estaban en estado de gracia en ese aspecto. El énfasis, en forma de plano contraplano, o de estéticos travellings, de determinadas anécdotas intrascendentes provoca un efecto climático, mientras que otras secuencias se tratan de forma más concisa aunque sobre el papel fuesen más dignas de ser dilatadas. La secuencia del ajusticiamiento simulado de Bernie en el bosque, con el leit motive musical "Danny Boy" de fondo, y travellings en contrapicado subjetivo de las copas de los árboles, toma un acento lírico y una dimensión visual que resulta muy difícil de prever en el guión, pero que funciona razonablemente bien en la pantalla. De hecho este pasaje es el que da título a la película, ya que el lugar prefijado para la ejecución es el cruce de Miller en el que tiene lugar esta secuencia central. La traducción castellana, "muerte entre las flores", y el cartel promocional de la película intentan subrayar esta escena, en la que no hay realmente ni muerte ni flores.

Tom Reagan –Gabriel Byrne en su mejor interpretación- sabe moverse en los entresijos y corrupciones del poder de una ciudad indeterminada hacia finales de la década de los 20 igual que Yojimbo lo hizo en el japón feudal. Determina sus movimientos como un ajedrecista. Sólo comete un error: dejar con vida a Bernie –intrepretado por John Turturro-, hermano de Berna y causante de todos los conflictos que se desencadenan en la historia.
25 de diciembre de 2013 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caso es que la he visto entera. Y no debería. Tengo algo sagrado con el cine. Como si fuera un pecado muy feo dejar una película que va por mal camino a medias. Bueno, en el caso de Spring Breaks, creo que debería haber renunciado en los primeros planos. Cámaras lentas de adolescentes americanas moviendo las tetas. Emborrachándose en plan kamikaze. Al sol del verano. La cosa pintaba mal. Un par de antiguas niñas disney en bikini toda la película, con música suavecita, ralentizados y drogas y sexo soft. A lo mejor soy un mirón morboso y por eso no he podido parar. Pero chichas malosas con bikinis amarillos actuando como Scarface. Dont fuck me. No hay por donde cogerlo. Y el caso es que el director no parece malo. Mezcla texturas, presente con pasado, repite tomas, juega con el sonido. No parece malo. La actuación de James Franco, pues, para qué mentir, está muy bien. El tipo tiene punch, actúa con músculo, es el único personaje que te puedes creer un poquito. Sólo un poquito. No soy de eso que dicen que no veáis una película. Yo ya la he visto. Y a lo mejor sois adolescentes a los que les gusta ver el trasero de Selena Gómez. Yo qué sé. Haced lo que queráis.
Mi vecino Totoro
Japón1988
7,7
50.412
Animación
9
27 de septiembre de 2012 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he visto todas las películas de Miyazaki pero mi vecino Totoro es la mejor de las que he tenido el placer de disfrutar. En esta película esta tendencia a la desmesura está muy atemperada por una cadencia clásica. En una reciente entrevista, el director actual del Zinemaldia, Rebordinos, decía que estaba “a la altura del mejor Hawks”. Incluso en las reputadas “La princesa Mononoke” o en “El viaje de Chihiro” el universo fantástico se desparrama en un torrente que a mi me resultaba excesivo. Me perdía en ese universo onírico lleno de criaturas y giros surreales que acababan embotando mi percepción. Me parecía demasiado. “Mi vecino Totoro”, en cambio, tiene una pincelada fantástica muy ligera y se desarrolla con una fluidez en la que lo fantástico se mezcla con lo cotidiano en proporciones muy naturales.
El ritmo es apasionante. La llegada a la nueva casa, la relación con los vecinos, el número de personajes, la presentación de las tramas, se van sucediendo de forma natural con una realización sin grandes subrayados que tiene más similitudes con el cine clásico americano que con la tendencia a un onirismo desaforado in crescendo de otros filmes de Miyazaki o de la tradición nipona en general. Esa contención de “Mi vecino Totoro”, la natural comprensión del padre o de la abuela de las visiones fantásticas de las niñas, la convivencia de lo cotidiano con lo fantástico jamás está forzada ni chirría lo más mínimo.
A mí siempre me ha encantado. Estoy deseando que la vean mis hijas y que queden igual de prendadas que yo con esta historia. Veremos.
10 de octubre de 2013
8 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay obras de arte que bordean el límite entre lo sublime y lo ridículo. Ver al sastre que interpreta Antonio de la Torre comiendo un filete de moza adobado con perejil y acompañado de un vaso de tinto con su gesto adusto está justo en ese límite, a mi entender. No digo que la película no tenga sus valores. Uno de ellos es la sobriedad, otro es la capacidad del director para el encuadre artístico, su valor sosteniendo en ocasiones planos de larga duración o su montaje ajustado y pausado.
El problema es que, los que tenemos una edad ya hemos visto eso en Bresson, en Antonioni o en Tarkovski. Incluso llevado a un límite mucho más radical. En una época en la que el cine está en un punto de inflexión y necesita atraer gente a las salas de cines, no me parece que el tono de este film vaya a conseguir ese objetivo. En todo caso, esta película atraerá a espectadores gafapastas o a canosos cinéfilos criados en el cine de arte y ensayo. Tampoco digo que eso esté mal. Pero no es algo novedoso ni una profunda reflexión sobre la mente psicópata, es más bien una película aceptable con vocación minoritaria.
Su final, en el que el caníbal tiene un inesperado ataque de sinceridad que pretende crear un clima de extrema tensión estaba en ese punto del que hablaba al principio: entre lo sublime y lo ridículo. Aunque a mi juicio, lamentablemente, más cerca de lo segundo que de lo primero.
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