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Críticas 122
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de marzo de 2013 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película empieza dando la falsa impresión de un drama épico con una pequeña secuencia de acción de la Guerra Civil pero inmediatamente la narración nos lleva a un primer plano de dos soldados norteños al final de la batalla quienes parecen conversar con un camarada que está fuera del encuadre. Cuando la cámara cambia de perspectiva, vemos que Lincoln es el interlocutor y al final de la escena los soldados siguen dirigiéndose a él verbalizando sus célebres citas como si estuvieran ante el mismísimo monumento en Washington D.C.
Es así que Spielberg marca tempranamente el tono de la cinta que gira en torno a la personalidad del personaje principal abocado en lograr la abolición de la esclavitud como paso previo al fin de la Guerra Civil. Lincoln es presentado como un hombre grande física y espiritualmente, sencillo, noble, melancólico debido a tristes sucesos familiares pero también muy reflexivo y firme en sus convicciones. En este sentido siente su misión hasta en sueños y el límite de su vida personal y pública desaparece lo que es captado por su esposa Mary quien, frente a la situación, expresa su angustia. Al respecto las actuaciones tanto de Daniel Day Lewis como de Sally Field, sobre todo el del primero, son muy convincentes en su composición de personajes históricos y complejos dando la impresión que logran aproximarse en el acento, poses, gestos y miradas a la idiosincrasia y modales decimonónicos que toman preponderancia frente a la exactitud física. Sin embargo el aspecto cuenta sin lugar a dudas y ahí está el trabajo de vestuario, maquillaje y peluquería para demostrarlo. Este esfuerzo de producción se extiende a la notable escenografía y a la fotografía oscura y desgastada como el daguerrotipo de la época que hace que la puesta en escena sea más creíble y mejor ambientada pero también hace una cinta más densa cuyos diálogos están, además, llenos de datos que a veces abruman y pueden causar tedio en el espectador.
Pero por lo apuntado al principio no estamos, como podría pensarse, frente a una elegía o a una estampita de Lincoln porque dentro de la crónica de cómo se lograron los votos para aprobar la enmienda constitucional, se cuenta que esta empresa no estuvo exenta de tejes y manejes políticos que incluyeron sobornos a congresistas de los cuales tenía conocimiento el Presidente leñador. En ese sentido puede comparársele con Oskar Schindler, otro de los personajes de Spielberg, quien para lograr el objetivo de salvar a muchos judíos de una muerta segura, no dudó en falsificar documentos, fraguar pruebas y enfrentar a la legalidad imperante de la Alemania nazi.
Sin embargo, al contrario de la película sobre el holocausto, en esta se hace extrañar el impacto emocional en el espectador porque Spielberg ha querido hacer un Lincoln que, sutilmente y salvando las distancias de época y de contexto, se le pueda comparar con Obama como mostrándole un camino a transitar o un estilo a imitar en el futuro dejando de lado la parte épica y sórdida que un drama como este pudo haber brindado.
29 de septiembre de 2012 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oliver Stone debe ser, entre los directores de cine de autor, uno de los menos reconocibles en pantalla no por los temas que acomete que son todos de fondo político o social sino porque la estética visual que utiliza ofrece diferentes matices dentro de su conocida grandilocuencia, que puede ser más barroca o más sobria. En el caso de “Salvajes”, la cinta está en camino del primer estilo, con variaciones propias en la fotografía, pero lo que sorprende aquí es que el drama social, aparentemente, está desvirtuado hasta tal punto que si a la película le subimos el tono satírico y grotesco parecería de Robert Rodriguez celebrando otra entrega de gamberrismo despreocupado. Pero no nos engañemos porque eso es solo parcialmente cierto ya que por un lado hay una historia fabulesca que parece recrear “Jules et Jim” de Truffaut que cuenta el origen y los sueños de un trío idealista de jóvenes enamorados, unidos fuertemente por su adicción a la marihuana que ellos mismos producen y venden desde el concepto de la calidad del producto, y por el otro lado, o al frente, está la mafia asesina de los carteles de la droga mexicana, a quienes solo les importa liderar el negocio a cualquier precio en una visión satírica que hace recordar a Rodriguez o a Tarantino. Pero la verdadera intención de Stone al rehacer el clásico francés en una versión “rastafari” californiana mezclada con sangre y balas es el deseo de entrar en el debate mundial sobre la legalización de la marihuana aportando con un alegato sutilmente a favor. Para dicho efecto tomó la decisión de no hacer otra cinta parecida a la de “Tráfico” de Soderbergh de la que escoge, sin embargo, algunos elementos que la constituyen; eligiendo más bien el argumento en mención pero desde el alucinado punto de vista y narración en off de Ofelia, la consumidora recurrente del trío mencionado. Por dicho motivo vemos colores chillones, postales turísticas, paisajes paradisíacos imaginarios y también reflexiones sobre lo “salvaje” como sinónimo de primario, silvestre. Pero también advertimos que los filtros cambian cuando la chica sufre los rigores del secuestro y aparecen los videos sangrientos. Toda la narración se sostiene de esta forma resultando entretenida porque Stone es un maestro de la edición y el montaje audiovisual.
Pero hay dos problemas: primero que la cinta es previsible, más allá de la secuencia final que busca sorprendernos y, segundo, que las actuaciones no están entre sus puntos fuertes. Como consecuencia, a la historia de amor de a tres le falta fuerza resintiéndose su credibilidad y algunos villanos, como el que interpretan Benicio del Toro y John Travolta lucen demasiado acartonados. En ese sentido Salma Hayek hizo una mejor labor pero queda la sensación de que la mezcla de drama, comedia y sátira afectó la eficacia de la puesta en escena. Con todo, creo que esta película, es la mejor que ha hecho Oliver Stone en por lo menos 15 años.
19 de septiembre de 2012 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica puesta en escena y estupendas actuaciones para una película que se encuentra, desde ya, entre lo mejor de Mike Leigh quien, a su vez, refuerza su posición entre los más importantes directores británicos de los últimos tiempos. El enfoque, como en anteriores trabajos, se centra en personajes de clase media, por lo general trabajadores dependientes, pero aquí el factor discriminativo es la edad: vemos personajes de gente madura a punto de la jubilación, golpeados por el sistema y por la vida, moralmente desorientadas y con futuro incierto que encuentran refugio en una familia funcional de la misma edad con preocupaciones corrientes pero que, en el contexto, resulta insólitamente feliz y unida. Dicho contexto, cual prólogo, se ilustra en el comienzo de la cinta, con la escena de una depresiva Imelda Staunton yendo, obligada por el médico, a consultas justamente con la psicoterapeuta Gerry ( Ruth Sheen) esposa del geólogo Tom( Jim Broadbent) quien trabaja en cambiar las estructuras subterráneas de Londres, todo un metafórico complemento. Esta pareja tiene la función de ser el portavoz del director y su hijo Joe y su novia vendrían a ser los suplentes, en su película anterior era la exultante Poppy de Sally Hawkins, siendo la diferencia con respecto a “Happy go lucky” en que aquí no hay un personaje principal porque es un colectivo el que triunfa y los aparentemente secundarios, como la Mary de Leslie Manville, asumen el objetivo más importante. El asunto es que la pareja transmite la mirada compasiva de Leigh, esa que, literalmente, abraza y apoya a los desvalidos morales, incluso en los tristes momentos invernales del desenlace, con un añadido de visión ecológica de la vida plena dentro de unas escenas que muestran cómo lo cotidiano y ordinario se convierte en extraordinario gracias a la solvencia de los actores, la excelente calidad de los diálogos que incluso sustituyen, cuando es necesario, la necesidad de recurrir a flash backs sobre el pasado y los precisos encuadres y evoluciones de cámara. Y si bien la fotografía neutra nos comunica el drama que nos remite a trabajos anteriores como “Secretos y mentiras”, esta película no está exenta de constantes pincelazos coloridos de humor que le dan vitalidad e identidad. Y si vemos más en detalle, Mike Leigh hace un trabajo magistral sin recurrir a giros argumentales convencionales a gusto del público como que a ninguno de sus personajes dolientes les soluciona sus problemas o siquiera les da esperanza, solo los reconforta y aconseja. Además, utiliza el cambio de estación no solamente como una propuesta poética sino también como referencia a la narración lineal de la película y a la estructura tradicional del relato cinematográfico que lo subvierte dividiéndolo en cuatro partes y todo esto sin utilizar grandes escenarios como el interior de una casa o el de un auto. Veremos que nos muestra su próxima primavera creativa.
5 de agosto de 2011 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconocible en su estilo y consecuente con sus ideas, Isabel Coixet no deja de filmar la búsqueda de la efímera felicidad dentro de la inexorable fatalidad. En esta oportunidad lo hace nuevamente con mucho esteticismo y brillantez visual, recurriendo a logrados apuntes de postal turística, pero con una historia remendada entre la inspiración de la directora catalana y otras películas como “Babel” y “Perdidos en Tokio” y con el agregado de un narrador en off que no le agrega ningún valor a la propuesta.
La cinta se ve con interés, no tanto por lo que se nos cuenta sino por los momentos en que se logran expresar sutilmente los sentimientos de los protagonistas y por la expectativa de descubrir en qué momento aparecen los temas recurrentes y preferidos de Coixet. Independientemente de esta consideración, es decir si no se conoce su filmografía, el espectador promedio puede sentirse decepcionado por un falso thriller policial pero también podría entusiasmarse por el giro dramático de la historia que la aleja de lo convencional aunque tendría que reconocer objetivamente que la mayoría de personajes secundarios están mal delineados. Pero este detalle no es nuevo en Coixet, es ya distintivo de ella su preocupación por los principales y el descuido de los secundarios y de sus historias paralelas. No le interesa mucho el realismo como objetivo cinematográfico en cuanto opaque la presentación estética del interior de sus personajes. Esta aseveración se puede constatar en “Mi vida sin mí” y en “Elegy” sobre todo. El problema adicional en esta entrega es de guión porque Rinko Kikuchi, quien interpreta a una asesina a sueldo con oscuro pasado y espíritu tormentoso, no puede redondear ninguna de las dos facetas, es decir no puede ser “Nikita” y tampoco Sarah Polley debido a la inclusión fallida del narrador, papel que le quita vuelo y amplitud a su personaje pretendiéndose, a cambio, un registro de sus “sonidos” cuya ejecución, en vez de hacerlo más profundo y misterioso, lo hace más banal y secundario. En cambio a Sergi Lopez se le siente más libre, auténtico, menos presionado y termina llevando la acción como si fuera el director delante de cámaras. Y aunque las escenas amorosas no defraudan, las referencias al cine de Nagisa Oshima parecen algo desproporcionadas. Indudablemente que Coixet pretendió superar la valla de su propio récord de calidad pero no logró hacerlo.
29 de enero de 2011 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disculpen amigos pero esta vez me siento incapaz de comentar la película de otro modo, así que todo lo envío al "spoiler". No tengo intención de burlarme ni pretendo adoptar poses de divo malcriado. Solo soy un humilde aficionado al cine que suele escribir mal pero que ama esta página. La prueba es que ya tengo convalidadas 84 críticas en menos de 2 años. Y si mi crítica No.85 no es aceptada de esta manera, pues simplemente la eliminaré y seguiré adelante con otro título. Gracias.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Esta película puede causar polémica en la percepción de sensaciones pero si las sacamos en limpio concluimos que, aparentando ser limitada visualmente, es, en realidad, notablemente abigarrada. Y siendo original en su planteamiento, es comodona y minoritaria en su decisión de emprender y arriesgar. En otras palabras, es, sobre todo, ingeniosa por la forma que nos permite, más que verla, imaginarla, utilizando un guión muy bien planificado que lleva a escena el tema de la invasión norteamericana en Irak y sus múltiples secuelas. Si bien la cámara ausculta al personaje principal en tomas claustrofóbicas que nos transmite todo su sufrimiento, desesperación y angustia, es a través del celular, dejado por sus secuestradores, que conocemos su identidad, su pasado, su presente, sus relaciones laborales, familiares, extra maritales y hasta su propia personalidad. Además, en las conversaciones con los agentes de rescate y con el secuestrador, nos situamos en el contexto y la coyuntura política correspondiente, nos enteramos del desarrollo de la trama en sí misma y del impacto que, en cuestión de minutos, causa en el mundo la noticia por medio de la difusión de videos, que el mismo contratista Conroy se hace, como señales de vida y de muerte. Es decir, el poder determinante de las nuevas tecnologías de la comunicación puesta en evidencia en forma brillante.
Pero todo el metraje consiste en escenas dentro del cajón, donde vemos el drama personal de cuerpo entero acompañado por el ya citado celular, un encendedor, una linterna, un lapicero y una bengala, además de la visita ocasional de una víbora de cascabel, en una escena muy lograda. Es evidente que hay un propósito de alegorizar la situación desde un principio y más cuando el cajón comienza a romperse y se va llenando de arena. Dicha pretensión no desentona salvo cuando Cortés decide hacer tomas en picado o laterales que disminuyen el efecto asfixiante y terrorífico que la película consigue con más intensidad que muchas películas del género. Ese error y el tragicómico final son, a mi parecer, las debilidades más objetivamente saltantes de la cinta pero no la desmerecen en absoluto.
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