Omar Zúñiga Hidalgo, su director, conoce como utilizar los recursos para trascender, sabiendo lo que desea sugerir, y lo que no; haciendo que sus personajes se muevan con toda la verdad que pudiesen mostrar.

Es amable, no demasiado trascendente, pero contiene escenas de amor de una gran autenticidad, aún debatiéndose en su propio conflicto, nos deja una sensación de nostalgia, sabiendo que la vida no es muy diferente.

La trama carece de complejidad; aún reflejando con evidente conocimiento las relaciones que se establecen entre la comunidad gay; siempre superficiales, intensas en sus encuentros sexuales, sin compromiso afectivo, y de cierta rivalidad competitiva.

Lorenz Hochhuth . es el actor principal y curiosamente no encabeza el reparto. Su interpretación resulta interesante, intensa, comprometida. Es muy joven pero conoce el oficio, tal vez por instinto, o talento, desempeñándolo con solvencia.

Ignoro la razón por la cual me hizo evocar mi larga relación de pareja, puede que lo provocara la ternura de algunas secuencias, la sensación de pertenencia... proximidad cuando tienes a tu lado alguien a quien amas... No sé.

En algunos momentos se ofrece reflexiva. Me ha interesado su equilibrio, algo que su director ha manejado con soltura. Existe complicidad entre John Benjamin Hickey y Niv Nissim, lo cual facilita la conexión con la historia.

No es que la trama sea novedosa, pero si está bien perfilada y es de agradecer, que los diálogos no resulten impostados, ni tediosos.

Mantiene cierta intriga por averiguar hacia donde derivará la relación que han establecido casero e inquilino; la diferencia de edad y esa complicidad que poco a poco va surgiendo, singular, sincera; todo ello aporta un punto de inflexión que despierta curiosidad. Se acompaña de una adecuada banda sonora.

Merece la pena dedicarle los poco más de ochenta minutos de metraje. Aunque se evidencia que después de 4 años, no haya encontrado su público.

En mi constante búsqueda por encontrar algo diferente que me inquiete, me he metido en esta producción danesa, perteneciente al género de desequilibrado insano... con o sin causa... da igual. Todas aportan lo mismo.

La película a medida que avanza, parece que no encontrara una salida o más bien un destino, después de conocerse las causas del comportamiento de Mike.

Abarrotada de secuencias que fueron creadas para rellenar... algunas rozan la absoluta degeneración descontrolada, en el comportamiento del paciente.

Considero que un 4 en mi valoración, ha sido generosa.

Por supuesto no es nada extraordinario, pero James Hawes, su director construye un relato en imágenes de Enid Blayton, retorcido y complejo; con la textura emocional de un personaje sumido en evidentes contradiciones, tal vez por la vida que vivió en su infancia, y por supuesto... las circunstancias posteriores.

El biopic no desfallece en ningún momento... no es generoso con su protagonista, tal vez la imagen que nos vende, aunque cercana a la realidad, sitúa el foco en un arco de mirada única.