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8
5 de abril de 2021
5 de abril de 2021
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La empecé a ver en la tele con bastantes recelos. El tema, basado en un caso real (un joven exitoso que de pronto, a causa de un tonto accidente, se vuelve parapléjico), prometía ser de lo más deprimente y cansino. Pero no, la película despierta un interés creciente y te atrapa hasta el final.
Protagoniza Aaron Paul, el joven que hacía de socio drogadicto de Walter White en Breaking Bad, demostrando una vez más lo buen actor que es. Tanto Lena Olin, como Tom Berenguer, y los demás miembros del reparto nos ofrecen también unas magníficas interpretaciones. Tom Berenguer, haciendo de padre del protagonista, tiene una escena que si no te hace llorar es que eres una piedra. En cuanto a la dirección y demás aspectos técnicos, son funcionales, muy correctos, y no pretenden destacar por encima de los actores o de la historia.
Esta película toca temas espinosos, como el impacto de la minusvalía en las relaciones familiares e íntimas; y también el duro proceso que debe pasar el minusválido para aceptar sus limitaciones y adaptarse a sus nuevas condiciones de vida. Lo cierto, como ya insinué antes, es que he estado a punto de llorar en varias ocasiones, cosa que no me sucede a menudo.
Cuando acabé de ver Adam me quedé con el mensaje de superación que transmite: por muy duramente que nos golpee la vida, siempre hay una oportunidad para crecer y superar, dentro de lo que cabe, los obstáculos que nos impiden ser felices.
Protagoniza Aaron Paul, el joven que hacía de socio drogadicto de Walter White en Breaking Bad, demostrando una vez más lo buen actor que es. Tanto Lena Olin, como Tom Berenguer, y los demás miembros del reparto nos ofrecen también unas magníficas interpretaciones. Tom Berenguer, haciendo de padre del protagonista, tiene una escena que si no te hace llorar es que eres una piedra. En cuanto a la dirección y demás aspectos técnicos, son funcionales, muy correctos, y no pretenden destacar por encima de los actores o de la historia.
Esta película toca temas espinosos, como el impacto de la minusvalía en las relaciones familiares e íntimas; y también el duro proceso que debe pasar el minusválido para aceptar sus limitaciones y adaptarse a sus nuevas condiciones de vida. Lo cierto, como ya insinué antes, es que he estado a punto de llorar en varias ocasiones, cosa que no me sucede a menudo.
Cuando acabé de ver Adam me quedé con el mensaje de superación que transmite: por muy duramente que nos golpee la vida, siempre hay una oportunidad para crecer y superar, dentro de lo que cabe, los obstáculos que nos impiden ser felices.

6,8
10.286
3
30 de agosto de 2015
30 de agosto de 2015
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me resultan incomprensibles las elogiosas críticas que ha recibido esta película. Presa de un aburrimiento y una impaciencia insoportable, la tuve que dejar a los 40 minutos y tirar de forward, aunque haciendo breves paradas para ver si había alguna novedad, hasta los títulos de crédito finales. Y si la hubiera visto en cine, me hubiera ido de la sala pero fijo. Es la peor película de Polanski que he visto hasta ahora; realizar una película en un solo escenario (un teatro) y con solo dos personajes es un reto difícil pero no imposible (en Burried hay un solo personaje encerrado toda la película en un ataud oscuro), pero aquí Polanski ha fracasado estrepitosamente. El director teatral protagonista se intuye que es un alter ego de propio director y hasta se le parece físicamente aunque con bastantes años menos; y a su mujer, Emmanuelle Seigner, el papel de mujer arrebatadora, manipuladora y dominante le viene bastante grande debido a sus mediocres dotes interpretativas, y además está demasiado mayor para ejercer de seductora irresistible. En fin, una decepción total; me quedo con La semilla del diablo, Chinatown y Repulsión, autenticas obras maestras filmadas por Polanski hace ya más de cuatro décadas. Incluso la relativamente reciente El Pianista me pareció maravillosa. Pero esta... ¡Vaya rollo!
6
22 de septiembre de 2014
22 de septiembre de 2014
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para escribir aquí mismo Matthew McConaughey he tenido que irme a otra pagina y luego a otra, y luego copiar y pegar, porque acordarse de como se escribe el dichoso nombrecito es absolutamente imposible. Bueno, pues eso, la serie... no está mal, pero es muy inferior a Breaking Bad e incluso a Homeland, las dos series que he visto completas hasta ahora. De True Detective esperaba mucho por todos los elogios que había oído, pero al final me ha decepcionado. Me gustaron solo los tres primeros episodios; ese clima cálido, nublado y morboso, la mentalidad nihilista y filosófica del protagonista y sus diferencias con su brutote compañero... Pero al cuarto episodio ya me aburrí, y el quinto lo he dejado por la mitad (aunque tras acabar esta crítica lo he retomado y no estaba mal, me he quedado intrigado...) porque me costaba prestar atención y se me iba la cabeza pensando en otras cosas. Y no es que me moleste el ritmo narrativo lento, sino que el argumento pierde interés al derivar hacia una especie de inanición dispersa centrada en la vida privada de los protagonistas y al final ya no te acuerdas de que es lo que están buscando y de que co***es va todo. En fin, tal vez el problema esté en que estoy demasiado bien acostumbrado: después de disfrutar con la última y definitiva temporada de Breaking Bad (una obra genial y cumbre del arte de todos los tiempos), cualquier serie parece mala en comparación. Vale, pero bien que me tragué tres temporadas de Homeland. Pues sí, pero es que esa también es bastante más apasionante y adictiva que True Detective, qué quieres que te diga.

5,4
3.437
2
29 de octubre de 2007
29 de octubre de 2007
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que no entiendo es qué necesidad había de meter el nombre de la maravillosa fotógrafa Diane Arbus en este fregado; pues esta película no tiene nada que ver con ella ni con su vida; pero claro, ya lo advierten: "un retrato imaginario..."
Por lo demás, me parece una película francamente mediocre, por no decir mala, con una historia que solo daría para un cortometraje, alargada de modo artificial.
A mí, lo que me hubiera gustado es ver una historia sobre la vida de Arbus, su atracción y compromiso con los marginados, así como su triste y prematura muerte por suicidio en su apartamento de Nueva York.
Y frente a eso, ¿qué nos cuentan? Una estúpida historia sobre la frustrada esposa de un fotógrafo y sus relaciones con su cirquense vecino. Pero claro, se supone que en un universo paralelo "ella habría podido ser Diane Arbus". ¡Qué se vayan a tomar por el... y me devuelvan el dinero de la entrada! (esto último es una frase retórica pues la vi en DVD por 1 Euro y veinte céntimos, ja, ja...)
Nota: le pongo un dos, porque a nivel visual y técnico la película tiene el empaque de la típica producción de Hollywood, que si no le pondría un cero.
Por lo demás, me parece una película francamente mediocre, por no decir mala, con una historia que solo daría para un cortometraje, alargada de modo artificial.
A mí, lo que me hubiera gustado es ver una historia sobre la vida de Arbus, su atracción y compromiso con los marginados, así como su triste y prematura muerte por suicidio en su apartamento de Nueva York.
Y frente a eso, ¿qué nos cuentan? Una estúpida historia sobre la frustrada esposa de un fotógrafo y sus relaciones con su cirquense vecino. Pero claro, se supone que en un universo paralelo "ella habría podido ser Diane Arbus". ¡Qué se vayan a tomar por el... y me devuelvan el dinero de la entrada! (esto último es una frase retórica pues la vi en DVD por 1 Euro y veinte céntimos, ja, ja...)
Nota: le pongo un dos, porque a nivel visual y técnico la película tiene el empaque de la típica producción de Hollywood, que si no le pondría un cero.
8
27 de septiembre de 2009
27 de septiembre de 2009
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imaginemos un país -llamémosle Cherburgolandia- en el que sus habitantes, cuando van al cine, se extrañaran de que los actores de cierta película recitaran sus diálogos de forma que ellos juzgarían monótona y sin acompañamiento musical alguno. Una película extravagante e irreal, dirían. Y es que el mundo que conocemos, en el fondo, no es más que una interpretación de la realidad cuya validez se sustenta en el número de individuos que comparten sus reglas y convenciones.
Quizá por ello, aunque en un principio choque un poco que todos los diálogos de este musical atípico estén cantados (como si estuviéramos ante una opera), acaba uno acostumbrándose. Este modo de llevar los códigos del musical hasta el extremo acaba resultando, de hecho, más natural que el mundo esquizofrénico en el que se desenvuelven los musicales tradicionales, donde los actores, tras hablar largamente como “gente normal”, se ponen a cantar y a bailar de pronto al son de una música salida de no se sabe donde.
Uno de los puntos sobresalientes de esta película es su estilizado aspecto visual. Destacan los colores primarios (verdes, azules) y las ricas texturas (sobre todo en los papeles pintados) que muchas veces armonizan con el vestuario de los actores. Un “look” que luce bastante realista sin embargo, y se aleja del aspecto artificial y como de cartón-piedra que caracteriza a la mayoría de las películas musicales rodadas en estudio que solía confeccionar Hollywood. Deneuve, jovencísima, está estupenda, y todos los actores cantan sus diálogos con sentimiento y naturalidad, aunque estén doblados por cantantes profesionales cuya técnica de opereta nos remite a los musicales “de toda la vida”. Con todo, una sutil cadencia jazzistica recorre las variaciones de unas melodías que, por lo general, no buscan excesivo protagonismo (salvando el emotivo tema central que suena en la escena de la despedida en la estación, por ejemplo), pues parecen haberse compuesto para adecuarse a su función de soporte y acompañamiento de los diálogos. Y aquí hay que hacer una mención obligada a Michel Legrand, posteriormente captado por el cine americano y que compuso, entre muchas, la inolvidable banda sonora de “Verano del 42”.
En resumen: una original y conseguida película que cuando concluyó me sumió en una tierna melancolía. El amor recorre a veces caminos tortuosos que se interrumpen y vuelven a reanudarse. Pero algo se pierde en el camino y ya no puede recuperarse nunca.
Quizá por ello, aunque en un principio choque un poco que todos los diálogos de este musical atípico estén cantados (como si estuviéramos ante una opera), acaba uno acostumbrándose. Este modo de llevar los códigos del musical hasta el extremo acaba resultando, de hecho, más natural que el mundo esquizofrénico en el que se desenvuelven los musicales tradicionales, donde los actores, tras hablar largamente como “gente normal”, se ponen a cantar y a bailar de pronto al son de una música salida de no se sabe donde.
Uno de los puntos sobresalientes de esta película es su estilizado aspecto visual. Destacan los colores primarios (verdes, azules) y las ricas texturas (sobre todo en los papeles pintados) que muchas veces armonizan con el vestuario de los actores. Un “look” que luce bastante realista sin embargo, y se aleja del aspecto artificial y como de cartón-piedra que caracteriza a la mayoría de las películas musicales rodadas en estudio que solía confeccionar Hollywood. Deneuve, jovencísima, está estupenda, y todos los actores cantan sus diálogos con sentimiento y naturalidad, aunque estén doblados por cantantes profesionales cuya técnica de opereta nos remite a los musicales “de toda la vida”. Con todo, una sutil cadencia jazzistica recorre las variaciones de unas melodías que, por lo general, no buscan excesivo protagonismo (salvando el emotivo tema central que suena en la escena de la despedida en la estación, por ejemplo), pues parecen haberse compuesto para adecuarse a su función de soporte y acompañamiento de los diálogos. Y aquí hay que hacer una mención obligada a Michel Legrand, posteriormente captado por el cine americano y que compuso, entre muchas, la inolvidable banda sonora de “Verano del 42”.
En resumen: una original y conseguida película que cuando concluyó me sumió en una tierna melancolía. El amor recorre a veces caminos tortuosos que se interrumpen y vuelven a reanudarse. Pero algo se pierde en el camino y ya no puede recuperarse nunca.
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