Esta es una obra que te obliga a reflexiona, al plantear sin subterfugios un dilema moral que seguramente se cierne sobre nuestra civilización desde hace milenios. No pretendo haberlo resuelto, así que me limitaré a decir que, a pesar de las críticas mayoritariamente negativas, a mí la historia me mantuvo interesado en lo que ocurría en la pantalla durante todo el tiempo de proyección. Y esto es casi lo único que le pido a una película. La crudeza de algunas imágenes es un arma que la directora blande sobre nuestras cabezas, unida a la denuncia de la religión judeocristiana y de la corrupción política. Todo ello contrapuesto al inquebrantable compromiso de la protagonista con los derechos de los animales y a su solidaridad con los marginados. El inesperado desenlace es casi un manifiesto.
Mi única objeción no tiene que ver directamente con la película... Observo desde hace algún tiempo un llamativo repunte de la temática animalista en el cine. Lo cual podría obedecer a que se esté produciendo una simple toma de conciencia o también - desconfiado que es uno -, a algún otro tipo de agenda oculta. El sistema es capaz de absorberlo todo al fin y al cabo, y el animalismo a ultranza también tiene sus riesgos.

"No esperes nada como como `Fresa y chocolate´", me avisaron antes de entrar, dando por sentado que la película me iba a decepcionar. Tal vez por esa precisa razón me gustó. Nunca fui un fan de "Fresa y chocolate", que en su día me pareció una película bastante deshonesta y un tanto mentirosa. No encontré en ella ni un atisbo de la Cuba real que yo vi, lo cual no es ningún desprecio. Probablemente en su época no se podía decir más. Me parece un signo esperanzador que una obra como "La partida" haya podido hacerse, algo tiene que estar cambiando en la isla de Cuba. La película está lejos de ser perfecta, por ejemplo el final me pareció un tanto traído por los pelos. Pero se me ocurre que probablemente la imperfección es uno de sus encantos, además de la crudeza de la narración y de la excelente ambientación, que es el más fiel reflejo que he visto hasta ahora en el cine de la Cuba que yo vi. La interpretación de los dos chicos protagonistas también me pareció más que notable, y otro tanto la de los numerosos secundarios. En resumen, una obra que te mantiene atento a la pantalla durante todo el tiempo que dura la proyección y que es también un notable ejercicio de honestidad.

Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy totalmente de acuerdo con la mayoría de los críticos. Si por algo destaca esta película es por no tener absolutamente nada destacable. El guión es manido y no aporta nada que no sepa cualquier lector de suplementos dominicales, los diálogos y los personajes son sosos, etc... Hasta la guerra parece la guerra de Gila- pero sin maldita gracia- y no creo que sea del todo a propósito. En realidad el problema tal vez venga de que que el director, o sea el amigo Giorgio, no parece haber tenido una idea demasiado clara de lo que quería hacer y, en consecuencia, la película no consigue nunca levantar el vuelo.
Los actores, más o menos bien, dentro de lo que cabe.

Todo en esta película está apenas insinuado y esa es, a mi juicio, su principal baza. Otra es la ausencia de cualquier tipo de grandilocuencia. Confieso que, en mi caso, haberme sentido cautivado por la historia tiene aún más mérito, pues no me cuento entre los fans incondicionales de Isabel Coixet. Siempre he tenido la impresión de que cultiva una especie de falsa naturalidad que me resulta irritante. De hecho, me metí en el cine sin saber quién era la directora. Una suerte, ya que, de otra forma, tal vez me hubiese dejado arrastrar por los prejuicios.
Para ser breve, a poca sensibilidad que se tenga, uno no debería perderse esta obra, a mi entender la más lograda con diferencia de su autora. En esta no hay un solo elemento que chirríe, por el contrario todo el engranaje funciona a la perfección. Desde el trazo de los personajes, algunos de ellos realmente memorables como la propia protagonista, el misántropo, la niña o la aristocrática arpía, hasta las imágenes casi místicas de la Inglaterra rural, también difíciles de borrar de la memoria. Por no hablar de una interpretación que, de tan convincente, desarma.

Si te gusta el cine histórico y, como yo, no sabes nada de la historia de Dinamarca, ésta es tu película. Aunque me temo, a tenor de las críticas que he leído, que no ha de gustar a todo el mundo por igual. Me cuento entre los que disfrutaron cada segundo de esta historia, espléndidamente realizada, ambientada e interpretada.
Me impactó en especial la interpretación del rey- ni idea de quien es el actor-, que tenía todos los números para desemboca en la caricatura grotesca y, sin embargo, vuelve al personaje totalmente creíble. Los demás actores también están perfectos, todo hay que decirlo.
Ya sé que hay quien considera que hay mucho cartón piedra en esta película, pero no es mi caso. En ningún momento capté ni un sólo detalle que me sacara de esta historia envolvente y tampoco me aburrí nunca, a pesar de su larga duración.
Al fin y al cabo el episodio histórico a que hace referencia es fascinante.
¿Qué más se puede pedir?