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Críticas ordenadas por utilidad
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7,6
47.177
5
27 de febrero de 2016
27 de febrero de 2016
87 de 144 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente pienso que 2015 es la peor cosecha que se ha visto en lo que llevamos de siglo en las ediciones de los “Oscars”. Bueno, esto puede ser también extensivo a premios de otros países, la calidad media ha bajado. Y eso que, desde no hace mucho, la academia de Hollywood, en el apartado de mejor película del año, pasó de nominar cinco a diez largometrajes, un lote en el que ya entra de todo. Este año, entre sus “sorpresas” figura “La habitación”, que aunque de producción oficialmente irlandesa, es una coproducción con Canadá, donde se ha rodado, y con cierto aire independiente en su fachada. Realmente se trata de un film con buena promoción detrás, respaldada por una “major” potente y que sabiamente han sabido hacer circular. De hecho han contado con Joan Allen y William H. Macy en personajes secundarios.
Hasta hoy, mi único comentario con “spoiler” era el de la película “Perdida”. Con “La habitación” será mi segundo comentario con “spoiler”, pero antes de adentrarme en esa zona peligrosa, sobre todo para quien no haya visto el film, me gustaría quejarme de las críticas profesionales actuales, tanto del mundo escrito como del audiovisual, por no saber hablar de un film sin reventarlo. En el recuerdo quedan los excelentes críticos que prescindían de descuartizar su argumento y eran capaces de hacer un análisis serio. El reventar argumentos se está convirtiendo en algo casi habitual, pero es más indignante en casos, como este, donde se supone que su baza principal es desconocer su argumento y sus giros.
Si no la has visto te sugiero que dejes de leer aquí.
Hasta hoy, mi único comentario con “spoiler” era el de la película “Perdida”. Con “La habitación” será mi segundo comentario con “spoiler”, pero antes de adentrarme en esa zona peligrosa, sobre todo para quien no haya visto el film, me gustaría quejarme de las críticas profesionales actuales, tanto del mundo escrito como del audiovisual, por no saber hablar de un film sin reventarlo. En el recuerdo quedan los excelentes críticos que prescindían de descuartizar su argumento y eran capaces de hacer un análisis serio. El reventar argumentos se está convirtiendo en algo casi habitual, pero es más indignante en casos, como este, donde se supone que su baza principal es desconocer su argumento y sus giros.
Si no la has visto te sugiero que dejes de leer aquí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER
Lo más interesante de su propuesta es el arranque, y cuando el espectador sabe con certeza las circunstancias de sus protagonistas y el motivo del por qué viven perennemente en esa habitación, la novelista y guionista, Emma Donoghue, toma la opción del “suspense”, con el motivo de la fuga. Bueno, muy libres han sido de optar por esa elección, que era la más lúdica y comercial, pero la que provoca que se vaya cayendo a trozos su verosimilitud. No se explican demasiadas cosas, como el que Brie Larson (la madre) no se haya intentado escapar por la claraboya desde un principio o el que su plan de liberar a su hijo Jack, de una manera tan absurda, quepa en cualquier mente retorcida, como es el caso de su secuestrador, que obra como ella ha maquinado ya que ni precinta la alfombra ¿Por qué no lo entierra en el mismo jardín o disuelve al chico en ácido? Pues no, lo monta en una furgoneta, arriesgándose innecesariamente, como un saco de papas.
Desde el momento que la policía los pone a salvo, de nuevo gira el film y cambia el punto de vista. Aunque el chico sea el narrador y lo hemos visto todo desde la perspectiva de la madre, se va alternando cuando le viene bien a su guionista, porque su guión puede quedar en evidencia, y se salva de cualquier análisis serio, desperdiciando la oportunidad de contarnos más interioridades de la familia, o hablarnos de qué fue del “antiguo” mundo de ella, de las amistades de la joven madre y por qué, no ya que le cuesta reiniciar su propia vida, sino del motivo de que sus amistades no se vuelven a poner en contacto con ella. Su final, obvio, no convence, sobre todo por usar un bonito tema musical de fondo, como se hace en cualquier telefilm.
Lenny Abrahamson, su director, que ha sido nominado, hace una correcta labor, dirigiendo bien a sus actores, pero sin capacidad de sorprender en su propuesta, ni en su ritmo y tampoco en sus tiros de cámara, con tomas resueltas pero muy academicista, con una capacidad, más que narrativa, de adobar un producto que no pasa de correcto. Y eso poniendo el espectador la mejor de las intenciones.
El mayor de sus aciertos es el apartado interpretativo, sobre todo por la correcta Brie Larson, favorita en todas las apuestas, (aunque un “Oscar” por esto me parece excesivo) y por el pequeño, pero enorme actor, Jacob Tremblay como Jack, verdadero protagonista e injustamente ignorado en las nominaciones. Pero claro, en Hollywood prima la imagen y el vender moda en su alfombra roja. Si hubieran sido honestos hubieran nominado a Tremblay y a Abraham Attah (el niño de “Beasts of No Nation”) como mejores protagonistas del año, pero parecería, más que una gala de los “Oscars” una retransmisión del sorteo de Navidad desde el colegio San Ildefonso con tanto niño enchaquetado. Es el mismo error que cometen los políticos, todo por la foto, y ya deberíamos saber que tanta pose y tanta promoción desbordada no levantan ninguna industria.
Lo más interesante de su propuesta es el arranque, y cuando el espectador sabe con certeza las circunstancias de sus protagonistas y el motivo del por qué viven perennemente en esa habitación, la novelista y guionista, Emma Donoghue, toma la opción del “suspense”, con el motivo de la fuga. Bueno, muy libres han sido de optar por esa elección, que era la más lúdica y comercial, pero la que provoca que se vaya cayendo a trozos su verosimilitud. No se explican demasiadas cosas, como el que Brie Larson (la madre) no se haya intentado escapar por la claraboya desde un principio o el que su plan de liberar a su hijo Jack, de una manera tan absurda, quepa en cualquier mente retorcida, como es el caso de su secuestrador, que obra como ella ha maquinado ya que ni precinta la alfombra ¿Por qué no lo entierra en el mismo jardín o disuelve al chico en ácido? Pues no, lo monta en una furgoneta, arriesgándose innecesariamente, como un saco de papas.
Desde el momento que la policía los pone a salvo, de nuevo gira el film y cambia el punto de vista. Aunque el chico sea el narrador y lo hemos visto todo desde la perspectiva de la madre, se va alternando cuando le viene bien a su guionista, porque su guión puede quedar en evidencia, y se salva de cualquier análisis serio, desperdiciando la oportunidad de contarnos más interioridades de la familia, o hablarnos de qué fue del “antiguo” mundo de ella, de las amistades de la joven madre y por qué, no ya que le cuesta reiniciar su propia vida, sino del motivo de que sus amistades no se vuelven a poner en contacto con ella. Su final, obvio, no convence, sobre todo por usar un bonito tema musical de fondo, como se hace en cualquier telefilm.
Lenny Abrahamson, su director, que ha sido nominado, hace una correcta labor, dirigiendo bien a sus actores, pero sin capacidad de sorprender en su propuesta, ni en su ritmo y tampoco en sus tiros de cámara, con tomas resueltas pero muy academicista, con una capacidad, más que narrativa, de adobar un producto que no pasa de correcto. Y eso poniendo el espectador la mejor de las intenciones.
El mayor de sus aciertos es el apartado interpretativo, sobre todo por la correcta Brie Larson, favorita en todas las apuestas, (aunque un “Oscar” por esto me parece excesivo) y por el pequeño, pero enorme actor, Jacob Tremblay como Jack, verdadero protagonista e injustamente ignorado en las nominaciones. Pero claro, en Hollywood prima la imagen y el vender moda en su alfombra roja. Si hubieran sido honestos hubieran nominado a Tremblay y a Abraham Attah (el niño de “Beasts of No Nation”) como mejores protagonistas del año, pero parecería, más que una gala de los “Oscars” una retransmisión del sorteo de Navidad desde el colegio San Ildefonso con tanto niño enchaquetado. Es el mismo error que cometen los políticos, todo por la foto, y ya deberíamos saber que tanta pose y tanta promoción desbordada no levantan ninguna industria.
3
4 de febrero de 2017
4 de febrero de 2017
57 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que en los Oscars se amplió a diez el número de candidatas que podían competir en el apartado de mejor película del año, la propia industria americana apuesta, astutamente, por toda clase de géneros y producciones, donde dan cabida desde “blockbusters” a ese cine independiente que no conviene dejar marginado, un cine de menor repercusión en taquilla pero, en la mayoría de los casos, es infinitamente más respetable, desde el punto de vista cinematográfico, que muchos de los éxitos de taquilla. Lo que pasa es que, sin comparar títulos, este año han decidido darle el espaldarazo a dos del cine “indi” relegando al olvido a otros que sí lo merecían. Junto a Barry Jenkins por “Moonlight”, que aún no hemos visto, le han otorgado seis nominaciones al film de Kenneth Lonergan, que ya contaba con muchos admiradores del cine profesional junto a críticos de prestigio. Su “Manchester frente al mar”, opta a mejor película, director, actor principal, actriz y actor secundarios además de mejor guión original, que según las apuestas, sería el único Oscar que fijo se podría llevar. Todo esto sirva como dato significativo, pero que en absoluto a mí me ha condicionado. Es más, creo que esta oleada de admiración, al menos en este caso, es desorbitada y totalmente injustificada.
Los principales problemas de “Manchester frente al mar” es que muy pretenciosa, pero a niveles exagerados, con fallos casi de principiante, además de ser extremadamente gélida. Su guión está narrado astutamente a base “flash backs”, bien dosificados, pero el único motivo es que si estuviera contando en orden cronológico sería de esos guiones que tendrían menos interés a la hora de ponerlos en imágenes y Lonergan sería acusado de ser un advenedizo, más que del mundo desgarrado de Lars Von Trier, del melodrama de Douglas Sirk, pero sin su encanto, colorido ni su fuerza. A nivel de guión leído supongo que llegaría más que visionándolo, donde la música utilizada juega a mi juicio en contra total. Sirva de ejemplo la concatenación de escenas donde suena el Adagio de Albinoni, concepto de un recién graduado con ínfulas. Su terrible drama en ningún momento nos afecta, más bien nos aburre, lleva a la desidia, con unos personajes en lo que no encuentro empatía en ningún caso, ni los entiendo ni me interesan. Se ha pretendido plasmar un trozo de “realidad” y ha quedado un film frío, que no analítico, dirigido de una manera irrelevante en su conjunto, aunque tenga alguna que otra escena suelta salvable.
El capítulo de los actores es quizás el más respetable, con un buen trabajo de Cassey Affleck pero con un personaje como el de Lee que no ofrece ni avances ni tampoco es poliédrico. El resto se ve que pone su talento, como Michelle Williams, pero a pesar de su nominación nos deja la sensación de estar desaprovechada y ya el hecho de nominar a Lucas Hedges nos parece pasarse del todo. Comentar la breve e interesante aportación de Grechten Mol y el llamativo parecido, sobre todo de perfil, que con el tiempo inesperadamente ha adquirido Matthew Broderick con Boris Izaguirre.
Sus contados fallos de racords son casi imperceptibles, pero los hay. La fotografía como su montaje, meramente sirven al relato, pero sin arroparlo, quizás porque la intención de su director se lo ha impedido, esa intención de realizar un drama descarnado y desnudo, cosa que no ha logrado, por más que haya sido apoyado, como hemos dicho anteriormente, desde varios flancos, por gente que no son cabezas huecas, incluyendo el que entre sus productores se encuentre Matt Damon. Tenía todos los condimentos, pero en este caso, y lo siento de veras, he tenido la sensación de tiempo perdido. No tenían motivo para ejercer labor reflexiva o educativa, pero para colmo no he aprendido nada porque nada me han contado.
Los principales problemas de “Manchester frente al mar” es que muy pretenciosa, pero a niveles exagerados, con fallos casi de principiante, además de ser extremadamente gélida. Su guión está narrado astutamente a base “flash backs”, bien dosificados, pero el único motivo es que si estuviera contando en orden cronológico sería de esos guiones que tendrían menos interés a la hora de ponerlos en imágenes y Lonergan sería acusado de ser un advenedizo, más que del mundo desgarrado de Lars Von Trier, del melodrama de Douglas Sirk, pero sin su encanto, colorido ni su fuerza. A nivel de guión leído supongo que llegaría más que visionándolo, donde la música utilizada juega a mi juicio en contra total. Sirva de ejemplo la concatenación de escenas donde suena el Adagio de Albinoni, concepto de un recién graduado con ínfulas. Su terrible drama en ningún momento nos afecta, más bien nos aburre, lleva a la desidia, con unos personajes en lo que no encuentro empatía en ningún caso, ni los entiendo ni me interesan. Se ha pretendido plasmar un trozo de “realidad” y ha quedado un film frío, que no analítico, dirigido de una manera irrelevante en su conjunto, aunque tenga alguna que otra escena suelta salvable.
El capítulo de los actores es quizás el más respetable, con un buen trabajo de Cassey Affleck pero con un personaje como el de Lee que no ofrece ni avances ni tampoco es poliédrico. El resto se ve que pone su talento, como Michelle Williams, pero a pesar de su nominación nos deja la sensación de estar desaprovechada y ya el hecho de nominar a Lucas Hedges nos parece pasarse del todo. Comentar la breve e interesante aportación de Grechten Mol y el llamativo parecido, sobre todo de perfil, que con el tiempo inesperadamente ha adquirido Matthew Broderick con Boris Izaguirre.
Sus contados fallos de racords son casi imperceptibles, pero los hay. La fotografía como su montaje, meramente sirven al relato, pero sin arroparlo, quizás porque la intención de su director se lo ha impedido, esa intención de realizar un drama descarnado y desnudo, cosa que no ha logrado, por más que haya sido apoyado, como hemos dicho anteriormente, desde varios flancos, por gente que no son cabezas huecas, incluyendo el que entre sus productores se encuentre Matt Damon. Tenía todos los condimentos, pero en este caso, y lo siento de veras, he tenido la sensación de tiempo perdido. No tenían motivo para ejercer labor reflexiva o educativa, pero para colmo no he aprendido nada porque nada me han contado.

6,3
1.544
6
19 de octubre de 2019
19 de octubre de 2019
36 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus ochenta y seis años, Costa- Gavras debe ser uno de los últimos grandes directores que a su edad esté activo. Y digo lo de “a su edad” porque habitualmente los estudios no producen a octogenarios, por muy bien que se conserven en todos los aspectos, física y mentalmente, como es el caso sin duda presente, ya que Costa- Gavras está hecho un pincel y está más vivo que muchos jóvenes de veinte años. Y para colmo, a lo largo de su carrera, nunca ha traicionado sus principios y con mayor o menor fortuna, ha hecho un cine digno, pero nunca con escasa fortuna. Concretamente, el 15/12/12, con motivo del estreno de su película “El capital” yo afirmaba: “Admiro a Costa-Gavras. Nunca he visto de él una mala película. Nos ha dado obras maestras, un montón de excelentes películas y otras quizás no tanto, pero Costa- Gavras es un ejemplo de “juventud”, constancia y coherencia, como otros coetáneos de la cinematografía francesa, como lo fue Rohmer o como sigue siendo el vanguardista Alain Resnais, por ejemplo.” Ya Resnais por desgracia ha fallecido y sigo reivindicando la figura de Costa- Gavras, aunque su última aportación estrenada entre nosotros, “Comportarse como adultos”, no sea de lo mejor de fu filmografía.
Parece que en esta ocasión, lo que más le ha importado a su director y también guionista, ha sido plasmar la etapa en Grecia en 2015 durante el gobierno de Tsipras en el que estaba Yanis Varoufakis como ministro de finanzas, y que posteriormente escribió la novela en la que se basa el film. Todo gira entorno a mandatarios europeos, hombres grises sin compasión que sirven a la Comunidad Europea, donde hay una única mujer, Christine (Josiane Pinson), la presidenta, que parece tener algo de sentimiento y sentido común, en una institución impersonal que no tolerará que nadie les intente ofrecer ningún plan si no sacan tajada, una verdad tan habitual como terrorífica.
Por lo que he visto por encima de comentarios de críticos se supone que profesionales, algunos achacan que la película es tediosa, por ejemplo. Es como si te metes a ver “Nixon” de Oliver Stone y esperas que te divierta, que hay que ser idiota. Otros afirman que utiliza un tono didáctico sin talento, menuda cretinez, o que es casi propagandística. Pues no, señores, y a ver quien es el valiente o la valiente que se hubiera atrevido a realizar una película tan ingrata como difícil, logrando, al menos que cumpla como legado histórico y que no te duerma al cuarto de hora.
Y esto es lo que parece, como apuntábamos antes, era la intención del film: lo ha despojado de “suspense” aunque en algunos momentos haya tensión, sobre todo para quien desconozca la historia que se cuenta. Aquí se narra y analiza unos hechos políticos y sociales que poco importan al “gran público” pero plagados de dignidad y coherencia, no como héroes de un cine de Hollywood, si no de ciudadanos comprometidos, con sus dudas y temores, pero teniendo como tabla de salvación una ideología incorruptible.
Alexandre Desplat logra una estupenda banda sonora que cubre momentos muy dispares, aunque haya un tema por ahí suelto que parezca inspirado en el Morricone de “Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha”. La fotografía de Giorgos Arvanitis también alterna diferentes climas con bastante soltura, sobre todo las referentes a las convenciones internacionales.
Su reparto, la mayoría desconocido, son actores que podrían asemejarse a los políticos en la vida real, y que la mayoría destaca, no ya porque puedan resultar atractivos, saltándose los aburridos cánones estéticos imperantes, si no porque saben imprimir aplomo a sus personajes, sobre todo Christos Loulis o Alexandros Bourdoumis.
En la producción vemos que figura Alexandre o Michèle Ray- Gavras. Supongo que sino se hubiera tirado de familiares y amigos, además de todo tipo de ayuda auxilio casi, hubiera sido imposible llevarla a cabo.
Tanto que hablan muchos de cine necesario, considero que “Comportarse como adultos” lo es, aunque sea un film nada grato de ver si se busca solamente entretenimiento, pero cuanto menos es interesante. Antes de pasar al “spoiler” me gustaría recordar unas palabras de Malkovich cuando promocionaba “El cielo protector” de Bertolucci, en las que decía que prefería un fracaso con Bertolucci antes que éxito con un director vulgar. No creemos que “Comportarse como adultos” sea un fracaso, pero al menos me alegra ver en el cine una obra, quizás menor, de un gran director, que una basura bien plastificada de un pelagatos.
Parece que en esta ocasión, lo que más le ha importado a su director y también guionista, ha sido plasmar la etapa en Grecia en 2015 durante el gobierno de Tsipras en el que estaba Yanis Varoufakis como ministro de finanzas, y que posteriormente escribió la novela en la que se basa el film. Todo gira entorno a mandatarios europeos, hombres grises sin compasión que sirven a la Comunidad Europea, donde hay una única mujer, Christine (Josiane Pinson), la presidenta, que parece tener algo de sentimiento y sentido común, en una institución impersonal que no tolerará que nadie les intente ofrecer ningún plan si no sacan tajada, una verdad tan habitual como terrorífica.
Por lo que he visto por encima de comentarios de críticos se supone que profesionales, algunos achacan que la película es tediosa, por ejemplo. Es como si te metes a ver “Nixon” de Oliver Stone y esperas que te divierta, que hay que ser idiota. Otros afirman que utiliza un tono didáctico sin talento, menuda cretinez, o que es casi propagandística. Pues no, señores, y a ver quien es el valiente o la valiente que se hubiera atrevido a realizar una película tan ingrata como difícil, logrando, al menos que cumpla como legado histórico y que no te duerma al cuarto de hora.
Y esto es lo que parece, como apuntábamos antes, era la intención del film: lo ha despojado de “suspense” aunque en algunos momentos haya tensión, sobre todo para quien desconozca la historia que se cuenta. Aquí se narra y analiza unos hechos políticos y sociales que poco importan al “gran público” pero plagados de dignidad y coherencia, no como héroes de un cine de Hollywood, si no de ciudadanos comprometidos, con sus dudas y temores, pero teniendo como tabla de salvación una ideología incorruptible.
Alexandre Desplat logra una estupenda banda sonora que cubre momentos muy dispares, aunque haya un tema por ahí suelto que parezca inspirado en el Morricone de “Investigación sobre un ciudadano libre de toda sospecha”. La fotografía de Giorgos Arvanitis también alterna diferentes climas con bastante soltura, sobre todo las referentes a las convenciones internacionales.
Su reparto, la mayoría desconocido, son actores que podrían asemejarse a los políticos en la vida real, y que la mayoría destaca, no ya porque puedan resultar atractivos, saltándose los aburridos cánones estéticos imperantes, si no porque saben imprimir aplomo a sus personajes, sobre todo Christos Loulis o Alexandros Bourdoumis.
En la producción vemos que figura Alexandre o Michèle Ray- Gavras. Supongo que sino se hubiera tirado de familiares y amigos, además de todo tipo de ayuda auxilio casi, hubiera sido imposible llevarla a cabo.
Tanto que hablan muchos de cine necesario, considero que “Comportarse como adultos” lo es, aunque sea un film nada grato de ver si se busca solamente entretenimiento, pero cuanto menos es interesante. Antes de pasar al “spoiler” me gustaría recordar unas palabras de Malkovich cuando promocionaba “El cielo protector” de Bertolucci, en las que decía que prefería un fracaso con Bertolucci antes que éxito con un director vulgar. No creemos que “Comportarse como adultos” sea un fracaso, pero al menos me alegra ver en el cine una obra, quizás menor, de un gran director, que una basura bien plastificada de un pelagatos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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Hay cosas que pueden ir en contra del film, como su final, que a más de un espectador le despistó por completo. Ese baile visto cien millones de veces en el mundo de la danza contemporánea, con una coreografía básica, queda para algunos como fuera de lugar, aunque me pareció una manera original de cerrar el film. Tras tanto diálogo necesario creo que hay mensajes que se pueden dar sin recurrir a la palabra, aunque a esas alturas ya estaba todo dicho.
Hay cosas que pueden ir en contra del film, como su final, que a más de un espectador le despistó por completo. Ese baile visto cien millones de veces en el mundo de la danza contemporánea, con una coreografía básica, queda para algunos como fuera de lugar, aunque me pareció una manera original de cerrar el film. Tras tanto diálogo necesario creo que hay mensajes que se pueden dar sin recurrir a la palabra, aunque a esas alturas ya estaba todo dicho.

6,9
3.231
8
26 de mayo de 2022
26 de mayo de 2022
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente la 94 edición de los Oscar será recordada, a niveles básicos, como la edición del guantazo que le arreó Will Smith a Chris Rock. Si se quiere profundizar algo más se podría apuntar que fue el año que se despreció otorgando solamente un “Oscar” a “El poder del perro”, o que se decidió premiar a la más cómoda de las producciones, el “remake” “Coda: Los sonidos del silencio”. Lo mismo hizo, dicho sea de paso, la Academia de Cine Británica.
Y ya, si se quiere cargar sin piedad sobre estas clases de ceremonias, se podrá recordar como el año en que la Academia Norteamericana decidió ignorar a “Mass” sin una mísera nominación. Nada. La gran olvidada (o marginada). Teniendo la ocasión de nominar a diez películas y así, revitalizar la honra de la institución, han preferido esconderla y que pasase desapercibida, tratándose realmente de uno de los films más valientes y arriesgados del año. Los británicos la nominaron, parece ser de chiripa, a la mejor actriz secundaria (Ann Dowd), y no, no ha pasado desapercibida, sobre todo para el público más selecto. De hecho no fue ignorada en premios más “off” que tienen menos fama como los Independent Spirit o Gotham.
Es de esa clase de películas que con el tiempo irá ganando seguidores, y que entre tanta simplicidad o mediocridad, destaca aún más. Parece mentira, ya que está muy bien estructurada y llevada con pulso, que sea el debut en el guion y en la dirección del actor Fran Kranz.
De entrada “Mass” en mi opinión, se trata de un film de visión obligada para guionistas, directores y sobre todo para actores que hagan papeles, o pretendan hacerlos, de gran formación y preparación orgánica. Eso sí, no es recomendable para esa clase de público que no aprecie un cine de cámara en el que el texto es primordial.
Para mí “Mass” es un ejemplo de cine coral, contiene de las mejores actuaciones del año y el impresionante trabajo de los cuatro protagonistas que llevan el peso del film es impecable, imprescindible cada cual, como las patas que sustentan una mesa, y nunca mejor dicho: Jason Isaacs, Martha Plimpton, Ann Dowd y Reed Birney sacan lo mejor de sí mismos en esta película, de muy bajo presupuesto y filmada en dos semanas en Sun Valley, Idaho, la mayor parte en interiores. Algún espectador podrá pensar erróneamente que se trata de teatro filmado. Rotundamente no. Es un cine intimista en el que, como hemos dicho, el verbo es fundamental, con un espinoso tema, y sus personajes, van desvelando gradualmente sus interioridades sin faltar a la veracidad en ningún momento, porque “Mass” es dolorosa, en algunos momentos difícil de tragar y emocionante, no solo porque nos interese su conclusión, sino porque es humana, sentida. Prefiero no entrar en más detalle para preservar posibles sorpresas aunque sí debo advertir que hay un par de comentarios de usuarios que son casi “spoilers”, así que ojo con lo que se lee.
Recalcamos una vez más lo bien planificada que está, con un ritmo interno muy medido, y genialmente interpretada donde ningún actor pisa a su compañero.
Apuntamos el nombre de Fran Kranz porque, ojalá, en un futuro, nos pueda dar films tan notables como el presente.
Y ya, si se quiere cargar sin piedad sobre estas clases de ceremonias, se podrá recordar como el año en que la Academia Norteamericana decidió ignorar a “Mass” sin una mísera nominación. Nada. La gran olvidada (o marginada). Teniendo la ocasión de nominar a diez películas y así, revitalizar la honra de la institución, han preferido esconderla y que pasase desapercibida, tratándose realmente de uno de los films más valientes y arriesgados del año. Los británicos la nominaron, parece ser de chiripa, a la mejor actriz secundaria (Ann Dowd), y no, no ha pasado desapercibida, sobre todo para el público más selecto. De hecho no fue ignorada en premios más “off” que tienen menos fama como los Independent Spirit o Gotham.
Es de esa clase de películas que con el tiempo irá ganando seguidores, y que entre tanta simplicidad o mediocridad, destaca aún más. Parece mentira, ya que está muy bien estructurada y llevada con pulso, que sea el debut en el guion y en la dirección del actor Fran Kranz.
De entrada “Mass” en mi opinión, se trata de un film de visión obligada para guionistas, directores y sobre todo para actores que hagan papeles, o pretendan hacerlos, de gran formación y preparación orgánica. Eso sí, no es recomendable para esa clase de público que no aprecie un cine de cámara en el que el texto es primordial.
Para mí “Mass” es un ejemplo de cine coral, contiene de las mejores actuaciones del año y el impresionante trabajo de los cuatro protagonistas que llevan el peso del film es impecable, imprescindible cada cual, como las patas que sustentan una mesa, y nunca mejor dicho: Jason Isaacs, Martha Plimpton, Ann Dowd y Reed Birney sacan lo mejor de sí mismos en esta película, de muy bajo presupuesto y filmada en dos semanas en Sun Valley, Idaho, la mayor parte en interiores. Algún espectador podrá pensar erróneamente que se trata de teatro filmado. Rotundamente no. Es un cine intimista en el que, como hemos dicho, el verbo es fundamental, con un espinoso tema, y sus personajes, van desvelando gradualmente sus interioridades sin faltar a la veracidad en ningún momento, porque “Mass” es dolorosa, en algunos momentos difícil de tragar y emocionante, no solo porque nos interese su conclusión, sino porque es humana, sentida. Prefiero no entrar en más detalle para preservar posibles sorpresas aunque sí debo advertir que hay un par de comentarios de usuarios que son casi “spoilers”, así que ojo con lo que se lee.
Recalcamos una vez más lo bien planificada que está, con un ritmo interno muy medido, y genialmente interpretada donde ningún actor pisa a su compañero.
Apuntamos el nombre de Fran Kranz porque, ojalá, en un futuro, nos pueda dar films tan notables como el presente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER
Muy bueno su planteamiento, su inicio, en el que preparan el escenario para las parejas a la par que sirve también al espectador como introducción para algo que no sabe bien qué va a ocurrir.
Todo en ella es austero y, como mucho, se oyen coros de fondo cantando himnos de redenciones como banda sonora, porque sobre eso gira la historia.
Impresionante el punto final, el breve retorno de Linda, donde ha tenido el encuentro entre ambas parejas y que pone los pelos de punta.
Muy bueno su planteamiento, su inicio, en el que preparan el escenario para las parejas a la par que sirve también al espectador como introducción para algo que no sabe bien qué va a ocurrir.
Todo en ella es austero y, como mucho, se oyen coros de fondo cantando himnos de redenciones como banda sonora, porque sobre eso gira la historia.
Impresionante el punto final, el breve retorno de Linda, donde ha tenido el encuentro entre ambas parejas y que pone los pelos de punta.

6,8
4.174
8
8 de febrero de 2020
8 de febrero de 2020
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine puede que esté agonizando, pero sin duda lo que está muerto son la mayoría del público y las leyes que rigen las salas de cine. ¿Por qué se permite la entrada de comida en un cine y en el teatro, la ópera o en un museo no? Y para colmo comiendo como cerdos, algunos con los pies apoyado en el cabezal de la butaca delantera, con bolsas ruidosas de gusanitos y otras porquerías y además con los móviles encendidos. Hace poco apareció la horrenda noticia que en un teatro de Zaragoza, la gran Lola Herrera dejó de interpretar una función porque un móvil sonaba insistentemente y la propietaria, algo parecido a una señora, ya que sería más apropiado decir la irresponsable, no lo apagaba. Parte del público carece de educación y esos son los que nos conducirán a la ignorancia y a que cada día hagan películas más vomitivas, porque eso es lo que les gusta. Para ahorrarme todo esto que he descrito me suelo sentar muy delante, mientras que en el gallinero se cuecen los numeritos que les he contado.
Ayer, en la sesión de estreno de “Vida oculta”, cosa rara, algunos espectadores huyeron sentándose también por las primeras filas para poder disfrutarla tranquilamente. Y es que, para aclarar algo de base, la película de Malick no es para ese “gran público”. Malick nunca ha sido un director de masas y por ahora no lo sigue siendo, por fortuna. Su cine es muy particular, por ello tiene muchos detractores, los cuales no se enteran ni Jota de sus propuestas, ni de sus intenciones y por supuesto, no pueden apreciar su resultado, si es que llegan a verla hasta el final.
Malick, tras su paréntesis sin rodar durante dos décadas, se ha ido despegando cada vez más de lo que son las convicciones o reglas establecidas narrativas, para ir desembocando en un cine cada vez más filosófico y casi metafísico. No es de extrañar que su nuevo proyecto trate sobre Jesucristo. Afirmando esto puede que haya quien crea que se trate de un director meramente religioso. Para mí no es del todo correcto, al igual no fue así al recordar a otros directores que tiraron por esos derroteros sin tener nada ver unos con otros, sea el caso de Bergman o Tarkovski. Todos los estilos eran diferentes, pero sus constantes eran parecidas. Incluso con el Olmi de “El árbol de los zuecos”, que en un estilo casi documental se adentraba claramente en esa línea. Y saco a colación esa obra maestra de Olmi porque, sin guardar mucha relación, en ciertos aspectos me la ha evocado, así como algunos de los interiores parecen inspirados en el cine de Dreyer.
En “Vida oculta” es cierto que encontramos al Malick de hace años, ciñéndose mucho al guión y a lo que es una estructura formal para ser comprendido, con una historia basada en hechos reales, y que como siempre, está envuelta en una poderosa presencia audiovisual. Sus inspiraciones pictóricas son constantes, su fotografía, en este caso no es del que era su colaborador habitual Emmanuel Lubezki, si no de Jörg Widmer, es maravillosa y quizás uno de los logros más inesperados sea su banda sonora, o mejor debería decir sus bandas sonoras: hay una recopilación de temas de autores clásicos y otros más contemporáneos como Kilar o Arvo Pärt y otra banda sonora de James Newton Howard, autor eficiente y en ocasiones puede resultar algo cargante, pero que aquí logra uno de sus trabajos más inspirados.
August Diehl y Valerie Pachner encabezan un extenso reparto con muchos papeles secundarios, encarnados algunos de ellos por actores de renombre como Jürgen Prochnov o los recientemente desaparecidos Michael Nykvist y Bruno Ganz, que era uno de los mejores actores en lengua germana. Están magníficos, sobre todo a veces soportando los primeros planos y que incluso, sin líneas de diálogos, transmiten todas sus intenciones.
Malick ha utilizado la historia de Franz Jägerstätter para expresar, ante todo, la sinrazón de la guerra, para dejar de manifiesto el daño que puede provocar entre los habitantes de una pequeña aldea y señalar el bochornoso papel que juegan los responsables de la iglesia, atados de pies y manos a los intereses de una nación que parece que ha perdido la cordura ante un nacionalismo ridículo, cosa que hoy en día está mundialmente de actualidad.
Su voz en off es quizás una de las más justificadas que recordemos se hayan utilizado en un film, mientras hay también breves diálogos no subtitulados en alemán, porque a veces la acción interna es más importante que la acción externa, Esto no de no subtitular ya ocurrió por ejemplo, por imposición de Visconti, en todas las copias para todos los países de otra gran obra maestra, “La caída de los dioses”, porque a veces la acción es más importante la interna que lo externa.
Puede que el único inconveniente se encuentre en su extenso guión, que en su segunda mitad sus circunstancias se vuelvan algo reiterativas, ya que conocemos a la perfección el pensamiento del protagonista, y poco aporte a su progresión dramática, no llegando por ello al nivel de otros films de Malick ni a su, para mí, gran obra maestra que es “El árbol de la vida”. Pero aún así, se trata de un fascinante poema y una reflexión maravillosa sobre la vida y la muerte.
Por cierto, la película estrenada en España el siete de febrero, lo hace dos días antes de entregarse los Oscars. Significativo que en esta cada vez más tombolera ceremonia este film no haya obtenido ni una sola nominación. Por un lado, ya lo decíamos, no se trata de un film popular, pero a la Academia de Hollywood, aunque fuera por blanquear su deteriorada imagen, bien le hubiera valido haberla tenido en cuenta, ya que son tan tendentes al postureo, aunque sea oportunista o gratuito.
La película se cierra con una frase de George Elliot y una dedicatoria, como todo poema que se precie, a Alexandra Malick, su tercera mujer con la que sigue casado en la actualidad.
Ayer, en la sesión de estreno de “Vida oculta”, cosa rara, algunos espectadores huyeron sentándose también por las primeras filas para poder disfrutarla tranquilamente. Y es que, para aclarar algo de base, la película de Malick no es para ese “gran público”. Malick nunca ha sido un director de masas y por ahora no lo sigue siendo, por fortuna. Su cine es muy particular, por ello tiene muchos detractores, los cuales no se enteran ni Jota de sus propuestas, ni de sus intenciones y por supuesto, no pueden apreciar su resultado, si es que llegan a verla hasta el final.
Malick, tras su paréntesis sin rodar durante dos décadas, se ha ido despegando cada vez más de lo que son las convicciones o reglas establecidas narrativas, para ir desembocando en un cine cada vez más filosófico y casi metafísico. No es de extrañar que su nuevo proyecto trate sobre Jesucristo. Afirmando esto puede que haya quien crea que se trate de un director meramente religioso. Para mí no es del todo correcto, al igual no fue así al recordar a otros directores que tiraron por esos derroteros sin tener nada ver unos con otros, sea el caso de Bergman o Tarkovski. Todos los estilos eran diferentes, pero sus constantes eran parecidas. Incluso con el Olmi de “El árbol de los zuecos”, que en un estilo casi documental se adentraba claramente en esa línea. Y saco a colación esa obra maestra de Olmi porque, sin guardar mucha relación, en ciertos aspectos me la ha evocado, así como algunos de los interiores parecen inspirados en el cine de Dreyer.
En “Vida oculta” es cierto que encontramos al Malick de hace años, ciñéndose mucho al guión y a lo que es una estructura formal para ser comprendido, con una historia basada en hechos reales, y que como siempre, está envuelta en una poderosa presencia audiovisual. Sus inspiraciones pictóricas son constantes, su fotografía, en este caso no es del que era su colaborador habitual Emmanuel Lubezki, si no de Jörg Widmer, es maravillosa y quizás uno de los logros más inesperados sea su banda sonora, o mejor debería decir sus bandas sonoras: hay una recopilación de temas de autores clásicos y otros más contemporáneos como Kilar o Arvo Pärt y otra banda sonora de James Newton Howard, autor eficiente y en ocasiones puede resultar algo cargante, pero que aquí logra uno de sus trabajos más inspirados.
August Diehl y Valerie Pachner encabezan un extenso reparto con muchos papeles secundarios, encarnados algunos de ellos por actores de renombre como Jürgen Prochnov o los recientemente desaparecidos Michael Nykvist y Bruno Ganz, que era uno de los mejores actores en lengua germana. Están magníficos, sobre todo a veces soportando los primeros planos y que incluso, sin líneas de diálogos, transmiten todas sus intenciones.
Malick ha utilizado la historia de Franz Jägerstätter para expresar, ante todo, la sinrazón de la guerra, para dejar de manifiesto el daño que puede provocar entre los habitantes de una pequeña aldea y señalar el bochornoso papel que juegan los responsables de la iglesia, atados de pies y manos a los intereses de una nación que parece que ha perdido la cordura ante un nacionalismo ridículo, cosa que hoy en día está mundialmente de actualidad.
Su voz en off es quizás una de las más justificadas que recordemos se hayan utilizado en un film, mientras hay también breves diálogos no subtitulados en alemán, porque a veces la acción interna es más importante que la acción externa, Esto no de no subtitular ya ocurrió por ejemplo, por imposición de Visconti, en todas las copias para todos los países de otra gran obra maestra, “La caída de los dioses”, porque a veces la acción es más importante la interna que lo externa.
Puede que el único inconveniente se encuentre en su extenso guión, que en su segunda mitad sus circunstancias se vuelvan algo reiterativas, ya que conocemos a la perfección el pensamiento del protagonista, y poco aporte a su progresión dramática, no llegando por ello al nivel de otros films de Malick ni a su, para mí, gran obra maestra que es “El árbol de la vida”. Pero aún así, se trata de un fascinante poema y una reflexión maravillosa sobre la vida y la muerte.
Por cierto, la película estrenada en España el siete de febrero, lo hace dos días antes de entregarse los Oscars. Significativo que en esta cada vez más tombolera ceremonia este film no haya obtenido ni una sola nominación. Por un lado, ya lo decíamos, no se trata de un film popular, pero a la Academia de Hollywood, aunque fuera por blanquear su deteriorada imagen, bien le hubiera valido haberla tenido en cuenta, ya que son tan tendentes al postureo, aunque sea oportunista o gratuito.
La película se cierra con una frase de George Elliot y una dedicatoria, como todo poema que se precie, a Alexandra Malick, su tercera mujer con la que sigue casado en la actualidad.
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