La mayor parte del metraje de Taxi Driver no es gran cosa. Una historia algo sórdida contada con cierta desgana y que interesa sólo muy medianamente. Sin embargo, la parte final es la que le da sentido y creo que fama a la película. De ahí podemos deducir que lo que le gusta a los espectadores, incluso a los más intelectuales, son los tiros, la violencia y el tremendismo. El buen intelectual sólo necesita una excusa para aceptar la violencia, y es que la película en cuestión tenga zonas medianamente aburridas para poder decir eso tan bonito de "este filme es una reflexión sobre esto o sobre lo otro". Hablando claro, si la peli tiene tiros y muertos y es distraída, es "un producto comercial", seguramente de segundo orden y apto sólo para espíritus no cultivados. Si la película es un peñazo y tiene los mismos muertos y tiros, seguramente se calificará con el socorrido "obra maestra". Taxi driver, ya lo dije, no resulta absolutamente peñazo; pero tampoco me parece obra maestra.

Nos cuesta trabajo creernos una aventura sin la habitual catarata de efectos especiales, pero "La carta esférica", más o menos, lo consigue. A falta de Light and Magic, Imanol Uribe nos lleva por media España (Barcelona, Cádiz, Madrid, Gibraltar, Cartagena...) quizás para dar un toque viajero que acercara la película a las cintas clásicas. En algún momento del tercio final, se pierde un poco el ritmo, pero no es cosa grave, porque en las últimas escenas se recupera. Carmelo Gómez, como siempre que tiene a Aitana Sánchez Gijón cerca, está espléndido, en un papel nada fácil, lo mismo que el italiano Lo Verso. En fin, una pelí sin pretensiones que, sin embargo, resulta mucho más entretenida que la mayoría de las superproducciones guiris. Si no es la mejor adaptación de Pérez reverte al cine, se le acerca bastante.

De "Furia de titanes" se suelen alabar los efectos especiales, o, al menos, el encanto que desprenden las creaciones del "mítico" Ray Harrihausen. Opino exactamente lo contrario. Lo que hace difícil de ver la película son esos efectos, increíblemente desfasados. Pensemos que por aquel entonces ya se habían hecho un par de episodios de Star Wars o el King Kong de Dino de Laurentis, por poner ejemplos de películas con efectos interesantes. Recuerdo haber visto esta cinta cuando la estrenaron, siendo yo adolescente, sin un sentido crítico demasiado acusado, y los trucos de cámara y los efectos visuales ya me parecieron espantosos. Si eso opinaba en 1981, imaginen ahora. Y es una pena, porque lo demás resulta bastante entretenido, con un reparto superchulo y una historia llena de fantasía. Vamos, que precisamente los efectos del afamado Ray Harrihausen son los que estropean la función.

La aventura es la aventura resulta tan divertida que, como dice uno de los comentaristas, si fuera americana tendría fama universal. El argumento es tan descacharrante y tan poco previsible en todo momento, que no podemos sino engancharnos a la pantalla. Por supuesto, los actores realizan una exhibición, pero lo más notable es la química existente entre ellos, que, de puro perfecta, parece casi sobrenatural. Es difícil encontrar una comedia francesa divertida, sin embargo, esta lo es en grado sumo.
Añado algo más. La película es francesa, pero, muy evidentemente, el estilo de comedia es italiano. Y me atrevería decir que en muchos momentos tiene un puntito berlanguiano.

Curiosísima película que casi no se sabe cómo interpretar. A ratos tiene cierto aire documental, ya que aparecen varios personajes reales de la vida local de Nueva Orleans, tanto que en algún momento el espectador alberga la sospecha de que se trata de un film propagandístico. Sobre todo cuando escuchamos al senador que aparece al comienzo dándonos un sermoncito ( en diminutivo porque es muy corto). En algunas escenas se mezclan actores con figuras de la administración y de la política auténticas, con el resultado de que las referidas escenas chirrían bastante, aunque el propio contraste, para que vamos a negarlo, las hace más divertidas. Por lo demás, la peli trata de un asunto parecido al de La ley del silencio, aunque los resultados artísticos sean infinitamente menores. En todo caso, por tratarse de una película bastante corta, resulta razonablemente entretenida, especialmente por el realismo de algunas escenas.