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Críticas ordenadas por utilidad
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6
13 de noviembre de 2012
13 de noviembre de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film crítico-reflexivo. Sobre la naturalización de la distancia entre el decir y el hacer, entre el discurso y el hecho, naturalización de la pérdida del valor de la palabra. Sobre la frialdad y el cinismo con el que se trata la desconfianza del pueblo y su alienación en cifras estadísticas. Apoyándose en una fotografía y sonido sobresalientes, el film abusa de diálogos retóricos y simbólicos, del relato “inmóvil”, de la existencia de un público paciente al que intenta despistar con algún que otro impacto imprevisto. Este “Ejercicio del Estado”, con un misticismo atractivo, ostenta demasiado ejercicio plástico para mi gusto, en detrimento del poder comunicacional.
Seguir leyendo en http://quecinemirar.blogspot.com.ar/2012/11/el-ministro-2012-francia.html
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6
21 de septiembre de 2012
21 de septiembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En cierto modo, esta ópera prima de Justin Kurzel me hizo recordar aquél muy buen film de David Michôd, “Animal Kingdom”, no solo por compartir nacionalidad, sino por la estética (algo) similar y la violencia temática y explícita que propone.
“Snowtown”, así como “Animal Kingdom”, se centra en un adolescente y sus relaciones dentro del circulo familiar y social. Como era de esperarse, de acuerdo al tono y a las primeras escenas del film, la violencia aparece prácticamente en todas sus formas y permanece hasta la última escena de la película.
Lo que inicialmente era un film sobre la pedofilia y el abuso de menores en sectores sociales indefensos, se va transformando en uno que muestra el accionar de un grupo pseudo nazi que decide hacer justicia por mano propia. Lo que al principio parece hasta merecido (aún sabiendo que está mal y que para eso están -o deberían estar- las instituciones), luego se va tornando cada vez más agresivo, violento, morboso, desagradable. Una canallada en cierto punto lo que hace Kurzel con la mente de Jamie (y la del espectador), quien pasa de víctima a cómplice sin haber hecho absolutamente nada para merecer ni uno ni lo otro.
A través de un tremendo personaje llamado John, quien se aprovecha de las carencias y los miedos de una familia con padre ausente y un barrio olvidado por la justicia social, “Snowtown” muestra en parte cómo se puede mezclar todo con todo y fabricar héroes falsos y justicieros siniestros a partir de la ignorancia, la xenofobia, la impunidad y el abandono por parte del estado.
Interesante propuesta australiana. Violentamente incómoda, a veces tan asfixiante como la permanente nicotina que ingresa en Jamie o su madre y otras veces tan anestesiada como alguno de sus personajes.
www.quecinemirar.blogspot.com
“Snowtown”, así como “Animal Kingdom”, se centra en un adolescente y sus relaciones dentro del circulo familiar y social. Como era de esperarse, de acuerdo al tono y a las primeras escenas del film, la violencia aparece prácticamente en todas sus formas y permanece hasta la última escena de la película.
Lo que inicialmente era un film sobre la pedofilia y el abuso de menores en sectores sociales indefensos, se va transformando en uno que muestra el accionar de un grupo pseudo nazi que decide hacer justicia por mano propia. Lo que al principio parece hasta merecido (aún sabiendo que está mal y que para eso están -o deberían estar- las instituciones), luego se va tornando cada vez más agresivo, violento, morboso, desagradable. Una canallada en cierto punto lo que hace Kurzel con la mente de Jamie (y la del espectador), quien pasa de víctima a cómplice sin haber hecho absolutamente nada para merecer ni uno ni lo otro.
A través de un tremendo personaje llamado John, quien se aprovecha de las carencias y los miedos de una familia con padre ausente y un barrio olvidado por la justicia social, “Snowtown” muestra en parte cómo se puede mezclar todo con todo y fabricar héroes falsos y justicieros siniestros a partir de la ignorancia, la xenofobia, la impunidad y el abandono por parte del estado.
Interesante propuesta australiana. Violentamente incómoda, a veces tan asfixiante como la permanente nicotina que ingresa en Jamie o su madre y otras veces tan anestesiada como alguno de sus personajes.
www.quecinemirar.blogspot.com

5,1
90
5
19 de septiembre de 2012
19 de septiembre de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Además de tratarse de una rareza, un western en el desierto de Atacama, “Sal” presenta como atractivo una cierta complejidad narrativa/enunciativa y distintos niveles de lectura.
En un primer nivel tenemos el contexto en el cual Diego Rougier, realizador argentino radicado en Chile, tal vez movido por la nostalgia y su amor por los films del lejano oeste, logra rodar en el desierto chileno un género casi sin antecedentes en la región y prácticamente extinto a nivel mundial. Rougier dirigió varios cortometrajes y es conocido en Chile por llevar a la TV las series “Tiempo final”, “La niñera” y “Casados con hijos”.
“La gente de cine tiene esas locuras. Un director argentino radicado en Chile se obsesiona por hacer un western en medio del desierto de Atacama. Tarda años, pero logra entusiasmar a dos productores. Y hace su western, donde un director español se obsesiona por hacer un western en medio del desierto de Atacama. El argentino es Diego Rougier… el español es un personaje de ficción” (Paraná Sendrós, Ámbito Financiero). Así, metatextualmente (“cine dentro del cine”), se relaciona aquel primer nivel con un segundo nivel (ya dentro de la ficción), donde un director de cine español llamado Sergio es confundido con otra persona (¡un personaje llamado Diego!), quien resulta enemigo íntimo de Víctor, un temible villano del desierto más árido del mundo, con quien compartía una mujer.
Otro nivel es el de la sátira y las remisiones, no sólo del mundo de los guionistas y directores (sin renombre) que van golpeando puertas y rogando a los productores, sino de los propios códigos, clichés y estructuras del western de hollywood (John Ford) y del spaghetti western (Leone). La interacción entre estos niveles es muy interesante porque Sergio, acusado de no haber vivido lo suficiente para escribir un buen guión, va escribiendo su película a medida que se convierte en uno de sus personajes, real e imaginariamente. Rougier diferencia estéticamente el mundo “real” y el “imaginario” de Sergio, aunque (por suerte) siempre mantiene la incomodidad de esos diferentes niveles entrelazados.
Su condición de rareza y metatexto le permite contar con un cierto “plus” a la hora de ser analizada y calificada por cierta crítica que siempre agradece algo distinto, a la vez que las instituciones de cine también agradecen ser homenajeadas (ejemplos de este “plus” son los que recibieron “Hugo” o “El Artista”, salvando las distancias). El público, por su parte, tal vez se encuentre con un western algo forzado, en algunas partes aburrido por cierto regodeo estético de su director, un poco de humor y posiblemente demasiado extenso.
Lee más en www.quecinemirar.blogspot.com
En un primer nivel tenemos el contexto en el cual Diego Rougier, realizador argentino radicado en Chile, tal vez movido por la nostalgia y su amor por los films del lejano oeste, logra rodar en el desierto chileno un género casi sin antecedentes en la región y prácticamente extinto a nivel mundial. Rougier dirigió varios cortometrajes y es conocido en Chile por llevar a la TV las series “Tiempo final”, “La niñera” y “Casados con hijos”.
“La gente de cine tiene esas locuras. Un director argentino radicado en Chile se obsesiona por hacer un western en medio del desierto de Atacama. Tarda años, pero logra entusiasmar a dos productores. Y hace su western, donde un director español se obsesiona por hacer un western en medio del desierto de Atacama. El argentino es Diego Rougier… el español es un personaje de ficción” (Paraná Sendrós, Ámbito Financiero). Así, metatextualmente (“cine dentro del cine”), se relaciona aquel primer nivel con un segundo nivel (ya dentro de la ficción), donde un director de cine español llamado Sergio es confundido con otra persona (¡un personaje llamado Diego!), quien resulta enemigo íntimo de Víctor, un temible villano del desierto más árido del mundo, con quien compartía una mujer.
Otro nivel es el de la sátira y las remisiones, no sólo del mundo de los guionistas y directores (sin renombre) que van golpeando puertas y rogando a los productores, sino de los propios códigos, clichés y estructuras del western de hollywood (John Ford) y del spaghetti western (Leone). La interacción entre estos niveles es muy interesante porque Sergio, acusado de no haber vivido lo suficiente para escribir un buen guión, va escribiendo su película a medida que se convierte en uno de sus personajes, real e imaginariamente. Rougier diferencia estéticamente el mundo “real” y el “imaginario” de Sergio, aunque (por suerte) siempre mantiene la incomodidad de esos diferentes niveles entrelazados.
Su condición de rareza y metatexto le permite contar con un cierto “plus” a la hora de ser analizada y calificada por cierta crítica que siempre agradece algo distinto, a la vez que las instituciones de cine también agradecen ser homenajeadas (ejemplos de este “plus” son los que recibieron “Hugo” o “El Artista”, salvando las distancias). El público, por su parte, tal vez se encuentre con un western algo forzado, en algunas partes aburrido por cierto regodeo estético de su director, un poco de humor y posiblemente demasiado extenso.
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1 de mayo de 2012
1 de mayo de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Extraños en la noche” compensa con amabilidad y simpatía un flojo guión y demasiadas inverosimilitudes, aún para una comedia romántica clásica. El film toca ciertas temáticas superficialmente y así logra parte de su amabilidad, ahorrándole al público, antes del esperado final feliz, ciertas amarguras típicas del último cine argento.
La simpatía viene dada por una muy buena dupla, acentuadamente dispar, que nos hace reír (de a ratos) con las típicas peleas de la convivencia en pareja, celos e infortunios típicos del género. A esto se le suma un acontecimiento “extraño en la noche”, que le agrega algo de intriga y comicidad propias del humor negro. Además, hay un aporte valioso de otros personajes muy cómicos como el portero del edificio y su madre, el productor musical interpretado por Fabián Vena, la ex novia de Martín, los padres de Martín, el taxista, etc.
“Extraños en la noche” es, sobre todo, Diego Torres, más como músico que interpretando a Martín. En principio, y a la luz de una mirada prejuiciosa típica de nuestra sociedad, los tatuajes de su brazo no se condicen con su personaje, y no creo que esto haya sido pasado por alto, sino obviado adrede. Por otro lado, hay al menos un tema que parece ser tratado de manera menos superficial que el resto: los conflictos esencialistas de la profesión del músico.
Es en este último tópico donde el film parece jugar con la oposición entre un pianista, músico “superior”, instruido en la música clásica y el cantante de baladas románticas o la estrella de rock. El primero no puede ni siquiera pagar el arreglo de su piano, debe depender de ganar una beca y conformarse con tocar en eventos de hoteles, mientras que el segundo, a expensas de un empresario, produce material “vendible”. Lo interesante es que Diego Torres se ubica claramente en el segundo tipo, mientras que Martín en el primero. De ahí una de las transformaciones principales de esta historia, motivada por el amor, fuente fundamental del género.
Siguiendo con esto, no sólo en este sentido el film juega con diferentes planos de realidad (el superponer a Martín y Diego Torres), sino que es poco común -seguramente porque no hay muchos actores-músicos argentinos que sean exitosos en ambas profesiones al mismo tiempo- ver una especie de videoclip insertado en la cinta. “Nuevo Día” es el tema de Diego Torres que escuchamos y vemos mediante una serie de imágenes que sintetizan escenas anteriores del film en una suerte de flash backs forzados.
Posiblemente este film no quede en nuestros recuerdos (ni mucho menos), pero se agradece su amabilidad, su simpatía y sus personajes empáticos en lo poco que dura. Ante la pobre oferta cinematográfica de este otoño, “Extraños en la noche” es una alternativa viable para pasar un rato agradable.
La simpatía viene dada por una muy buena dupla, acentuadamente dispar, que nos hace reír (de a ratos) con las típicas peleas de la convivencia en pareja, celos e infortunios típicos del género. A esto se le suma un acontecimiento “extraño en la noche”, que le agrega algo de intriga y comicidad propias del humor negro. Además, hay un aporte valioso de otros personajes muy cómicos como el portero del edificio y su madre, el productor musical interpretado por Fabián Vena, la ex novia de Martín, los padres de Martín, el taxista, etc.
“Extraños en la noche” es, sobre todo, Diego Torres, más como músico que interpretando a Martín. En principio, y a la luz de una mirada prejuiciosa típica de nuestra sociedad, los tatuajes de su brazo no se condicen con su personaje, y no creo que esto haya sido pasado por alto, sino obviado adrede. Por otro lado, hay al menos un tema que parece ser tratado de manera menos superficial que el resto: los conflictos esencialistas de la profesión del músico.
Es en este último tópico donde el film parece jugar con la oposición entre un pianista, músico “superior”, instruido en la música clásica y el cantante de baladas románticas o la estrella de rock. El primero no puede ni siquiera pagar el arreglo de su piano, debe depender de ganar una beca y conformarse con tocar en eventos de hoteles, mientras que el segundo, a expensas de un empresario, produce material “vendible”. Lo interesante es que Diego Torres se ubica claramente en el segundo tipo, mientras que Martín en el primero. De ahí una de las transformaciones principales de esta historia, motivada por el amor, fuente fundamental del género.
Siguiendo con esto, no sólo en este sentido el film juega con diferentes planos de realidad (el superponer a Martín y Diego Torres), sino que es poco común -seguramente porque no hay muchos actores-músicos argentinos que sean exitosos en ambas profesiones al mismo tiempo- ver una especie de videoclip insertado en la cinta. “Nuevo Día” es el tema de Diego Torres que escuchamos y vemos mediante una serie de imágenes que sintetizan escenas anteriores del film en una suerte de flash backs forzados.
Posiblemente este film no quede en nuestros recuerdos (ni mucho menos), pero se agradece su amabilidad, su simpatía y sus personajes empáticos en lo poco que dura. Ante la pobre oferta cinematográfica de este otoño, “Extraños en la noche” es una alternativa viable para pasar un rato agradable.

5,8
32.746
6
19 de septiembre de 2011
19 de septiembre de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida comedia al estilo yankee, con un elenco heterogéneo y con mucha química. Horrible Bosses se presenta como una comedia negra aunque, en realidad, no lo es tanto. La trama y el guión girarán en torno a la idea de “matar a mi jefe”, pero el humor pasa por el uso de un vocabulario vulgar y explícitamente sexual, algunas remisiones a películas y series relacionadas a crímenes e investigaciones policiales, algo de parodia sobre el racismo y, por sobre todo, este trío de idiotas que hacen todo al revés de cómo lo planean, una y otra vez.
El film tiene muy buenos momentos y nunca baja el ritmo, se juega a explotar la ridiculez absoluta y, a la larga, termina funcionando. Teniendo en cuenta la exageración de los tres personajes que encarnan la figura del jefe, no busca la empatía del público mediante diálogos ácidos o situaciones típicas del mundo laboral en las oficinas, sino que toma una idea central relacionada y crea una loca historia de tres amigos y tres jefes alrededor de ella. Este triple escenario le permite jugar con personajes bien diferentes y le da algo de espesor a un guión bastante plano. Sudeikis y Charly Day están muy bien juntos… Spacey, sólido.
El film tiene muy buenos momentos y nunca baja el ritmo, se juega a explotar la ridiculez absoluta y, a la larga, termina funcionando. Teniendo en cuenta la exageración de los tres personajes que encarnan la figura del jefe, no busca la empatía del público mediante diálogos ácidos o situaciones típicas del mundo laboral en las oficinas, sino que toma una idea central relacionada y crea una loca historia de tres amigos y tres jefes alrededor de ella. Este triple escenario le permite jugar con personajes bien diferentes y le da algo de espesor a un guión bastante plano. Sudeikis y Charly Day están muy bien juntos… Spacey, sólido.
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