Con sólo un film dirigido en solitario, Greta Gerwig se confirma como una de las voces más originales. Una directora, provista de una mirada sensible y con una marcada personalidad que la ha convertido en todo un referente, triunfa al mantener intacta la esencia, sin traicionar la novela de Louisa May Alcott publicada hace ya 150 años. Es una reformulación para las nuevas generaciones de espectadores que fortalece la figura de sus protagonistas de un modo sutil, combinando clasicismo con puro aire renovador en poco más de 2 horas.

Ofrece una reflexión para dejar claro que el amor en todas sus expresiones es un juego imperecedero y que no hay sueños más grandes que otros. Ideas que la cineasta plasma en una ambiciosa y rompedora adaptación frenéticamente actual. Existen al menos tres adaptaciones anteriores al cine de la famosa obra, sin contar con el teatro, la televisión e incluso la radio en infinidad de ocasiones, es por eso, que Gerwig se desmarca de sus predecesoras, conservando la esencia e introduciendo nuevos matices a una historia llevada tantas veces a la pantalla.

Rompe la estructura lineal para introducir constantes saltos temporales empezando su historia donde acaban las demás, lo que permite entender mejor quién es cada personaje en función de cómo era su infancia. Aporta una frescura envidiable con una mayor movilidad del film manejando a su antojo las emociones del espectador. Aunque, a pesar de aportar agilidad, en algunos momentos cae en lo distendido de la trama, jugando así en su contra.

Logra un atrevimiento codicioso tanto por el magnífico casting como por la forma de ir trazando sus relaciones y, sobre todo, por los diálogos. Todos van encontrando su propia voz y una progresión lógica y satisfactoria, me gustaría resaltar a Florence Pugh, a pesar de que Saoirse Ronan tiene más oportunidad para lucirse, pero Pugh tiene algo especial que consigue conquistarte pudiendo ser la más irritante.

Mujercitas cuenta con una puesta en escena espectacular, una hermosa dirección de fotografía a cargo de Yorick Le Saux, y un vestuario que permite distinguir la posición social de cada uno de los personajes por los cortes, la calidad, etc. Mención especial, a la banda sonora de Alexandre Desplat que acompaña toda la película en segundo plano.

Es una defensa a las artes y las letras, integrando a las mujeres en un mundo de hombres donde no sólo son sujetos amorosos sino que también tienen otras facetas. Lo tiene todo, desde el encanto de abordar con respeto la novela mítica hasta la falta de miedo por actualizarla. Su exquisito acabado técnico y lo maravillosos que es su reparto coronan una obra deliciosa. Una cinta romántica, soñadora, luminosa, cargada de optimismo y una vitalidad que arrastra sin remedio.

CARLOS ANTOLÍN
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Este miércoles 25 de mayo, Netflix ha conseguido hacer más amena la cuarentena con Hogar. Después del estreno de animación Klaus, han vuelto con más cine nacional. Los directores Pastor, han repleto este film de una elegancia estética que deslumbra en todas partes. Está muy cuidada tanto en la puesta en escena, por poca que sea, como en los propios planos. Aunque durante la primera parte no logras entender el camino que la historia va a tomar. Desconcierta en gran medida al ganar mucho más terreno el drama que el propio thriller. Pasa lo mismo con su protagonista Javier Gutiérrez que lo asimilaremos más a su exitoso papel en la serie Vergüenza que al maquiavélico personaje que representa.

Pasado el primer acto del film, Gutiérrez se empieza a desenvolver de manera brillante. Cada gesto, cada mirada lo convierte en pura verdad. Sin lugar a dudas, es uno de los elementos que duplica la calificación de Hogar. Pasando por alto una dualidad con Mario Casas que podría haber dado mucho juego, ritmo y evolución al relato. Del resto de personajes todos están muy por debajo pero con unas interpretaciones apreciables como son la de Mario Casas, Bruna Cusí y Ruth Díaz.

Los hermanos Pastor han conseguido una valiosa dirección pero un defectuoso guion. Las tramas no acaban de encajar del todo, así como el salto temporal que queda un tanto artificial. Deberían haber suprimido las tramas del jardinero y haber afianzado la relación de ambos protagonistas. De esta forma hubieran acercado el thriller a la sutileza y al suspense. Y quizás un final más impactante explorando nuevos caminos en el protagonista.

La música compuesta por Lucas Vidal cobra gran importancia en el film. Está muy bien ejecutada, dividida y repartida. Desde lo más básico como es el goteo de un grifo hasta lo más abstracto como el propio asesinato. En resumen, Hogar divierte pero podría haber sido mucho más de lo que ha sido. Se queda a las puertas de poder convertirse en una gran película. Ha logrado una excelente interpretación y una brillante dirección, pero un mediocre guion que echa por tierra todo lo anterior.

CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
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Tras casi tres años de parón, el pasado 5 de mayo el ministerio reabrió sus puertas para ofrecernos una cuarta temporada llena de homenajes. Sus protagonistas, han recorrido los ámbitos de la pintura, la literatura, la cinematografía, la ciencia y la música con referencias a Clara Campoamor, Camarón, Almodóvar o Emilio Herrera entre otros. Ayer finalizó la temporada tras una etapa gloriosa con un final que dejó caer la despedida definitiva. Javier Olivares, creador y guionista ha confirmado que “No significa que sea una puerta cerrada, aunque nadie garantiza que se vaya a grabar una quinta temporada". Si finalmente optan por la renovación nos encontraríamos con una posible futura agente interpretada por la polifacética Marta Milans. La decisión final de la serie depende de la cadena pública RTVE donde ponen en juicio que pesa más, si los anodinos datos de audiencia o la cultura que esta crea.

En el capítulo final “Días de futuro pasado” se cierra una etapa de errores durante los viajes por el tiempo que la serie arrastraba desde la primera temporada. No obstante, los personajes también tienen su momento para despedirse y cerrar su historia. Salvador le cede su testigo a Ernesto, decisión que parece definitiva en caso de conseguir la renovación e Irene Larra consigue su ansioso y necesario “Departamento de las Mujeres Olvidadas”. Pasado, presente y futuro se mezclan en un capítulo que ha puesto el broche de oro a todas y cada una de las relaciones de los protagonistas; sobre todo de Pacino, Alonso, Julián o incluso Velázquez dejando de lado al personaje de Amelia Folch.

A pesar de que el primer capítulo de la temporada titulado "Perdido en el tiempo" fuese el más visto con 1.570.000 espectadores y no consiguiese llegar a su doble dígito de cuota de pantalla, se trata de una serie que merece tener hueco en la televisión pública. Desde aquí sólo espero que no tarden otros 3 años en renovarla gracias a su didáctica, amena y trepidante revisión de la historia de España envuelta en guiños y agujas a la sociedad.

CARLOS ANTOLÍN
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Con esta película biográfica producida por la plataforma Netflix, Isabel Coixet (directora del film) nos narra con un tono muy laxo, cómo ser mujer y lesbiana a principios del siglo XX. Un 8 de junio de 1901, Elisa (con el nombre de Mario) y Marcela, se casaban por la Iglesia convirtiéndose en las primeras mujeres en contraer matrimonio. Este film, tan real como intimista, es un canto a la libertad que define a mujeres valientes con el derecho a amar. Coixet consigue plasmar a la perfección el sufrimiento de ambas mujeres con un tono de delicadeza y crudeza, mezclado con una melancolía que recorrerá a las protagonistas de principio a fin.

La película no sería lo mismo sin la maravillosa dirección de fotografía que inunda toda la pantalla. Te muestra Galicia en estado puro, su naturaleza se convertirá en la poesía visual que precisa para darle aún más serenidad. Todo esto aumentado gracias al rodaje en blanco y negro de la película, consiguiendo plasmar todas las dificultades de las protagonistas con el fin de afrontar su historia de amor.

Por otra parte, el casting está muy bien logrado. Las dos actrices principales ahondan en sus personajes y los llevarán a la máxima realidad y sufrimiento. Natalia de Molina y Greta Fernández están perfectas, así como Francesc Orella y María Pujalte donde lo único que me ha faltado ha sido más protagonismo para ambos actores que se quedan cortos en pantalla. Ambos son antagonistas uno del otro, Maria Pujalte sufre interiormente mientras que su marido saca al exterior toda su rabia, hacía su hija Marcela.

Por último, me gustaría añadir que debido a su larga duración (2 horas) llega un momento en el que se hace un poco pesado seguir tanto sufrimiento y acabas cansándote de una única trama. También de poco sirve hacer una lectura al pasado si vas a tratar todos los códigos desde ese punto de vista, un punto de vista vital pero irregular en varias ocasiones. Este film no es de los mejores de la directora (Isabel Coixet) ni será aquel por el que la recordaremos, eso sí, es una película que marcará un antes y un después.

CARLOS ANTOLÍN
TuCineCrítico
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Koldo Serra ya conocedor de este género en “Distopía” hace brillar un film que a pesar de poseer un tema desgastado actualmente, consigue con la música y los diferentes movimientos de cámaras que nos metamos de lleno en la película. También la buena elección de los actores donde observamos a una Emma Suarez totalmente cambiada a como la habíamos visto en otros géneros, a Nathalie Poza con una caracterización sobrecogedora y a Hugo Silva interpretando un papel en el lado opuesto al que nos tiene acostumbrados. La gran apuesta de estos tres actores hace que el resto del elenco pase ligeramente desapercibido como es el caso de Carlos (Daniel Pérez Prada), Iratxe (Susana Abaitua) y Eva (Bárbara Goenaga).

Es una película tan real como pura, un retorno al cine quinqui de los años 80 en el cual los antagonistas son los mimos personajes. Serra lo combina con el uso de primeros planos con el que logra cautivar al espectador, haciéndonos partícipes de los diferentes duelos de grandeza de Lola, la mirada pensativa de Raquel o la cara de pánico de los secuestrados.

A pesar de usar el mismo escenario, un banco pequeño pegado a una gran plaza, goza de amplios planos generales de gran minuciosidad y dominancia que permite que lo pasemos por alto. Tanto Serra como sus protagonistas tienen las prioridades claras, donde Raquel una mujer desesperada y un tanto extraña nos sorprende al ser más inteligente de lo que parece con el único motivo de llevarse sus ansiados 35.000€, y Lola una psicópata con mucha fuerza y sangre fría. Ambas se entrelazan y se forma un duelo interpretativo-personal que les lleva a la cima. 70 binladens es una apuesta segura del cine español donde Koldo Serra se consagra con una película un tanto arriesgada.

CARLOS ANTOLÍN
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