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6,4
17.076
7
12 de septiembre de 2015
12 de septiembre de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película se resuelve en el tercer acto. Sin él, los dos primeros actos componen una película atmosférica, lenta, un thriller decadente con actuaciones geniales de un trío de perdedores: James Gandolfini en su último personaje, el dueño de un bar al que la mafia chechena ha convertido en gerente en lugar de propietario; Noomi Rapace, la actriz sueca que interpreta a una camarera apocada que no consigue liberarse de su antigua relación con un matón de poca monta; Tom Hardy, el camarero del bar de Gandolfini, cuya verdadera naturaleza se esconde debajo de las numerosas capas de su genial interpretación.
Como decía, es una película de tercer acto. No al estilo del Sexto sentido, cuando nos enteramos que Willis está muerto, el pobre. Ni como en Sospechosos habituales o La otra cara de la verdad, donde Kevin Spacey o Edward Norton se liberan de sus personajes demediados y muestran su verdadera naturaleza. Lo de Tom Hardy es mucho más sutil y más de spoiler.
Como decía, es una película de tercer acto. No al estilo del Sexto sentido, cuando nos enteramos que Willis está muerto, el pobre. Ni como en Sospechosos habituales o La otra cara de la verdad, donde Kevin Spacey o Edward Norton se liberan de sus personajes demediados y muestran su verdadera naturaleza. Lo de Tom Hardy es mucho más sutil y más de spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Tom Hardy pasea durante toda la película su mochila de perdedor, de camarero que no consigue ligar ni aunque la novia se le insinúe, amante de los animales abandonados, zarandeado por todos los supuestos duros de la película. Y es sólo al final cuando descubrimos que el verdadero héroe, el tipo duro como la roca, el ejecutor impasible, el que maneja los hilos de lo posible en un mundo de matones, es él: el camarero sin sangre.

6,5
14.245
6
31 de agosto de 2015
31 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Wild está basada en la novela homónima escrita por Cheryl Strayed que narra su propia vida. Su viaje de autodescubrimiento al recorrer una ruta que atraviesa Méjico, Estados Unidos y acaba a Canadá. El libro es brutalmente honesto porque relata su infancia con un padre alcohólico que abusa de su madre, el divorcio, la enfermedad de la madre el descenso a los abismos de Cheryl, que tontea con la heroína y el sexo promiscuo antes de emprender la ruta redentora. ¿Cómo está narrado en la película? Pues el presente es su ruta por el Sendero de las Cimas del Pacífico. Y el pasado son flash back más bien cortos y desordenados de su vida.
En principio la elección de Reese Witherspoon como protagonista es, por lo menos, cuestionable. Parece que tiene una personalidad cinematográfica más dulce y glamourosa que su personaje. Pero no se pueden poner pegas a su interpretación porque se deja la piel y el encanto en su viaje iniciático.
Si hay una moraleja en la película -y yo no soy muy de moralejas- es que siempre hay tiempo para retomar el rumbo de tu vida. Y a mi, en mi personal itinerario vital ese mensaje me ayuda. Y aunque no me gusta la estructura temporal, con flash backs explicativos, reconozco que con una itinerario lineal la película funcionaría seguramente peor porque no estaría tan subrayado el viaje como redención.
No cabe duda de que todo nos hace recordar la película de Sean Penn, Hacia rutas salvajes. La película del actor-director es más salvaje y acaba bastante peor. Es sin duda más salvaje. Sin embargo, Alma salvaje se puede ver sin sentir haber perdido el tiempo. Incluso con la sensación de haberse leído un pequeño libro de autoayuda con el viaje como metáfora. Merece la pena.
En principio la elección de Reese Witherspoon como protagonista es, por lo menos, cuestionable. Parece que tiene una personalidad cinematográfica más dulce y glamourosa que su personaje. Pero no se pueden poner pegas a su interpretación porque se deja la piel y el encanto en su viaje iniciático.
Si hay una moraleja en la película -y yo no soy muy de moralejas- es que siempre hay tiempo para retomar el rumbo de tu vida. Y a mi, en mi personal itinerario vital ese mensaje me ayuda. Y aunque no me gusta la estructura temporal, con flash backs explicativos, reconozco que con una itinerario lineal la película funcionaría seguramente peor porque no estaría tan subrayado el viaje como redención.
No cabe duda de que todo nos hace recordar la película de Sean Penn, Hacia rutas salvajes. La película del actor-director es más salvaje y acaba bastante peor. Es sin duda más salvaje. Sin embargo, Alma salvaje se puede ver sin sentir haber perdido el tiempo. Incluso con la sensación de haberse leído un pequeño libro de autoayuda con el viaje como metáfora. Merece la pena.

6,0
2.194
6
19 de agosto de 2015
19 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi todas las críticas hablan de metáfora sobre el amor de juventud. Como si la película quisiera trascender más allá de la metáfora argumental. Yo no lo veo así: es la historia de amor entre Arnaud y Madeleine. Nada más y nada menos. Arnaud es un joven sin muchas pretensiones ni muchos dilemas existenciales, mientras que Madeleine es una chica más compleja que parece estar siempre caminando sobre el filo del abismo. De ese choque de caracteres surge la tensión fundamental de la película. Arnaud enseñará a Madeleine a tomárselo todo con un poco más de calma. Madeleine contagia a Artaud a una loca aventura en el campamento del ejército francés, que se transforma en una especie de Lago azul salvaje.
A mí personalmente no me parece una metáfora de nada. Ni le veo más lecturas ni trascendencia. Es una película que se ve con tranquilidad, que tiene poco de comedia y más de drama existencial, aunque no carece de toques de humor que provienen sobre todo de la mercurial naturaleza de Madeleine, que parece una fuerza de la naturaleza, insatisfecha y vehemente. Alguna crítica ya lo apuntaba: parece que el personaje del hombre tiene menos fuerza cinegénica, mientras que la mujer, generalmente relegada a un rol secundario, se convierte en esta ocasión en el motor de la historia.
Una prometedora opera prima.
A mí personalmente no me parece una metáfora de nada. Ni le veo más lecturas ni trascendencia. Es una película que se ve con tranquilidad, que tiene poco de comedia y más de drama existencial, aunque no carece de toques de humor que provienen sobre todo de la mercurial naturaleza de Madeleine, que parece una fuerza de la naturaleza, insatisfecha y vehemente. Alguna crítica ya lo apuntaba: parece que el personaje del hombre tiene menos fuerza cinegénica, mientras que la mujer, generalmente relegada a un rol secundario, se convierte en esta ocasión en el motor de la historia.
Una prometedora opera prima.

5,1
17.653
5
13 de diciembre de 2014
13 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Petersen se está especializando en películas marinas, en catástrofes pasadas por agua. El submarino o La tormenta perfecta son películas más interesantes, en las que no hay una codificación de género tan rígida.
Porque lo más interesante de esta película es saber quién va a morir y en qué orden. Sólo he fallado en uno.
El melodrama, el thriller, la comedia romántica, el terror, todo género en sí es un corsé que limita el comportamiento de los personajes, las tramas posibles y los escenarios de la acción. Aunque eso no significa que no exista margen para la creación dentro de la dramaturgia del género. Aunque, si el director, el guionista, el productor, o todos juntos, se imponen las normas de forma restrictiva y categórica, el producto se acaba pareciendo a una parodia de Leslie Nielsen, en el que cada plano es previsible y, en tanto que mimético respecto a las reglas del género, gracioso sin pretenderlo. En Poseidón sabemos que "no" morirán los que tienen pareja. Sabemos que el amor materno filial es garantía de supervivencia. No morirá la madre, no morirá el hijo. En la presentación de algunos personajes, sabemos que su fanfarronería y su egoísmo, su sobreactuación constante, le aseguran el primer puesto entre los candidatos a morir. Sabemos que tiene que haber una sacrificio heroico y que ese le corresponderá por casting al padre, a Kurt Russell, ya muy mayor para aguantar todo el metraje vivo. Los chicanos irán cayendo en orden: primero los hombres, luego las mujeres. Sólo Dreyfuss, que no tiene pareja, y es mayor, llega hasta el final, contra todo pronóstico. Supongo que porque el caché del actor desaconsejaba cualquier fin prematuro. Los efectos especiales, concentrados en dos o tres secuencias, deben haber sido tan caros que da pudor hasta parpadear por miedo a malgastar el esfuerzo de miles de dólares de FX sólo para enjugar la córnea.
El melodrama, el thriller, la comedia romántica, el terror, todo género en sí es un corsé que limita el comportamiento de los personajes, las tramas posibles y los escenarios de la acción. Aunque eso no significa que no exista margen para la creación dentro de la dramaturgia del género. Aunque, si el director, el guionista, el productor, o todos juntos, se imponen las normas de forma restrictiva y categórica, el producto se acaba pareciendo a una parodia de Leslie Nielsen, en el que cada plano es previsible y, en tanto que mimético respecto a las reglas del género, gracioso sin pretenderlo. En Poseidón sabemos que "no" morirán los que tienen pareja. Sabemos que el amor materno filial es garantía de supervivencia. No morirá la madre, no morirá el hijo. En la presentación de algunos personajes, sabemos que su fanfarronería y su egoísmo, su sobreactuación constante, le aseguran el primer puesto entre los candidatos a morir. Sabemos que tiene que haber una sacrificio heroico y que ese le corresponderá por casting al padre, a Kurt Russell, ya muy mayor para aguantar todo el metraje vivo. Los chicanos irán cayendo en orden: primero los hombres, luego las mujeres. Sólo Dreyfuss, que no tiene pareja, y es mayor, llega hasta el final, contra todo pronóstico. Supongo que porque el caché del actor desaconsejaba cualquier fin prematuro. Los efectos especiales, concentrados en dos o tres secuencias, deben haber sido tan caros que da pudor hasta parpadear por miedo a malgastar el esfuerzo de miles de dólares de FX sólo para enjugar la córnea.

5,3
11.185
6
8 de diciembre de 2014
8 de diciembre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más interesante de la película es la historia real de Domino Harvey, las curiosidades relacionadas con la vida de esta niña bien que quiso ser mala y que fue amiga personal de Tony Scott durante diez años. En la entrada en la wikipedia podéis ver a la domino real de hace diez años. Murió hace unos años sin poder ver el estreno de la película. Al final de la película se ve un plano de una mujer, rubia de pelo corto, que sonríe a la cámara, mientras detrás un objeto pesado cae sobre un coche dando paso a una inserto blanco sobre fondo negro: “in loving memory”. Es ella poco antes de morir de sobredosis.
Domino Harvey es hija de Lawrence Harvey, el actor que interpretaba a Raymond Saw en la versión original de El mensajero del miedo (1962). Raymond Saw es ese falso héroe, que acaba suicidándose, al darse cuenta que el control mental le ha convertido en un fantoche del poder falseando su memoria. En “Domino” se ven extractos de esta película en la pantalla de una de las casas asaltadas por la banda de caza recompensas. La parte más pretenciosa de la película es ese intento, hacia la mitad, de denunciar el espectáculo mediático. Algunos actores de “Sensación de vivir”, la serie azucarada sobre la juventud de Beberly Hills, aceptan autoparodiarse, igual que Jerry Springer, el rey de la televisión amarilla estadounidense. Si quieres ver que tipo de periodismo hace, puedes mirar un rato su televisión online. La película retrata, parodiando, los realities policíacos, el gusto por la violencia televisada o la fatuidad del mundo del espectáculo. Es lo más cerca que está la película de denunciar el gran guiñol del espectáculo. Pero el intento no cuaja, aunque haya un puñado de esos actores intensos, malditos, al filo, como Mickey Rourke, Christopher Walken, o el cantante Tom Waits. Parece una película que quiere ser maldita y turbia sin conseguirlo, situarse de lado de la américa más salvaje, de los pobres, de los árabes, de las madres solteras, de los perseguidos, pero acaba fagocitada por su resultado, un thriller al uso empujado por la más enorme maquinaria publicitaria americana, que acepta con agrado directores de películas políticamente incorrectas, mientras sean tan rentables como las de los hermanos Scott.
Domino Harvey es hija de Lawrence Harvey, el actor que interpretaba a Raymond Saw en la versión original de El mensajero del miedo (1962). Raymond Saw es ese falso héroe, que acaba suicidándose, al darse cuenta que el control mental le ha convertido en un fantoche del poder falseando su memoria. En “Domino” se ven extractos de esta película en la pantalla de una de las casas asaltadas por la banda de caza recompensas. La parte más pretenciosa de la película es ese intento, hacia la mitad, de denunciar el espectáculo mediático. Algunos actores de “Sensación de vivir”, la serie azucarada sobre la juventud de Beberly Hills, aceptan autoparodiarse, igual que Jerry Springer, el rey de la televisión amarilla estadounidense. Si quieres ver que tipo de periodismo hace, puedes mirar un rato su televisión online. La película retrata, parodiando, los realities policíacos, el gusto por la violencia televisada o la fatuidad del mundo del espectáculo. Es lo más cerca que está la película de denunciar el gran guiñol del espectáculo. Pero el intento no cuaja, aunque haya un puñado de esos actores intensos, malditos, al filo, como Mickey Rourke, Christopher Walken, o el cantante Tom Waits. Parece una película que quiere ser maldita y turbia sin conseguirlo, situarse de lado de la américa más salvaje, de los pobres, de los árabes, de las madres solteras, de los perseguidos, pero acaba fagocitada por su resultado, un thriller al uso empujado por la más enorme maquinaria publicitaria americana, que acepta con agrado directores de películas políticamente incorrectas, mientras sean tan rentables como las de los hermanos Scott.
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