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Críticas ordenadas por utilidad
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4,9
4.404
6
25 de julio de 2010
25 de julio de 2010
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez años después del éxito cosechado por la primera entrega de Pesadilla en Elm Street, Wes Craven decidió reconciliarse con New Line Cinema retomando su célebre personaje de Freddy Krueger. El problema es que, en el film anterior de la saga, habían matado de una manera definitiva a este memorable villano.
¿Cómo solucionar este problema? Craven tuvo una idea brillante basada en un argumento típico de otros géneros: cine dentro del cine. Así, la película nos situaba a actores, director y productores, todos ellos interpretándose a sí mismos, en el año de estreno del nuevo film (1994). Resultaba curioso ver en pantalla a los propios Wes Craven (director, guionista y productor ejecutivo) y Robert Shaye (productor ejecutivo) tratando de convencer de nuevo al elenco original para que apareciese en una nueva Pesadilla en Elm Street.
A partir de aquí la cosa se complica, ya que los miembros del equipo de rodaje, incluídos los responsables de la parte técnica, empiezan a tener horribles pesadillas. Cuando muere el primero de ellos, comienza a planear la sospecha de que Freddy Krueger, como encarnación del mal, ha logrado traspasar los límites de la ficción para hacer de las suyas en el mundo real.
La idea de Craven fue bastante ingeniosa. En el film, él sueña con las secuencias antes de escribir cada capítulo del nuevo guión y, mientras tanto, éstas se van cumpliendo. El problema es que una vez superada la premisa inicial, el libreto no aprovecha al máximo todas su posibilidades, convirtiéndose en una continuación más, eso sí, con un relato mucho más propio del género de terror que las bromas que supusieron las partes cinco y seis.
Quizá el problema es que la historia se centra demasiado en Heather Langenkamp. Si Robert Englund (como sí mismo, claro) o John Saxon hubieran tenido más calado en la trama, creo que la película habría ganado muchos más enteros. Pero el guión peca de poca profundidad en ese aspecto, dejando una sensación de "lo que pudo haber sido y no fue".
Otro aspecto negativo es lo poco que aparece Freddy Krueger. Se vislumbran sus actos, uno siempre lo tiene presente, pero salvo en el tramo final, nunca es el verdadero protagonista.
Uno siempre tendrá esa espinita clavada de un guión al que le faltó algo de trabajo, sin embargo volver a disfrutar con alguna que otra secuencia memorable (a destacar las de la autopista y todo lo sucedido en el hospital), paladear una vez más la tensión de aquellos que saben que si se duermen morirán y asistir de nuevo a un tratamiento serio y novedoso de Freddy Krueger, mereció la pena.
¿Cómo solucionar este problema? Craven tuvo una idea brillante basada en un argumento típico de otros géneros: cine dentro del cine. Así, la película nos situaba a actores, director y productores, todos ellos interpretándose a sí mismos, en el año de estreno del nuevo film (1994). Resultaba curioso ver en pantalla a los propios Wes Craven (director, guionista y productor ejecutivo) y Robert Shaye (productor ejecutivo) tratando de convencer de nuevo al elenco original para que apareciese en una nueva Pesadilla en Elm Street.
A partir de aquí la cosa se complica, ya que los miembros del equipo de rodaje, incluídos los responsables de la parte técnica, empiezan a tener horribles pesadillas. Cuando muere el primero de ellos, comienza a planear la sospecha de que Freddy Krueger, como encarnación del mal, ha logrado traspasar los límites de la ficción para hacer de las suyas en el mundo real.
La idea de Craven fue bastante ingeniosa. En el film, él sueña con las secuencias antes de escribir cada capítulo del nuevo guión y, mientras tanto, éstas se van cumpliendo. El problema es que una vez superada la premisa inicial, el libreto no aprovecha al máximo todas su posibilidades, convirtiéndose en una continuación más, eso sí, con un relato mucho más propio del género de terror que las bromas que supusieron las partes cinco y seis.
Quizá el problema es que la historia se centra demasiado en Heather Langenkamp. Si Robert Englund (como sí mismo, claro) o John Saxon hubieran tenido más calado en la trama, creo que la película habría ganado muchos más enteros. Pero el guión peca de poca profundidad en ese aspecto, dejando una sensación de "lo que pudo haber sido y no fue".
Otro aspecto negativo es lo poco que aparece Freddy Krueger. Se vislumbran sus actos, uno siempre lo tiene presente, pero salvo en el tramo final, nunca es el verdadero protagonista.
Uno siempre tendrá esa espinita clavada de un guión al que le faltó algo de trabajo, sin embargo volver a disfrutar con alguna que otra secuencia memorable (a destacar las de la autopista y todo lo sucedido en el hospital), paladear una vez más la tensión de aquellos que saben que si se duermen morirán y asistir de nuevo a un tratamiento serio y novedoso de Freddy Krueger, mereció la pena.

7,3
60.254
7
11 de abril de 2006
11 de abril de 2006
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico thriller de cine negro con toques de humor, sorprendentemente bien dirigido por el escocés Paul McGuigan, que venía de realizar dos mediocridades importantes: "El misterio de Wells" y "Obsesión". La película se basa en dos pilares fundamentales: un sólido e inteligente guión y un reparto de auténtico lujo. La trama está muy bien llevada, de forma que va enganchando poco a poco al espectador: dos mafias rivales, un asesino implacable, policías al acecho y un chico un tanto despistado, torpe y demasiado hablador que se lleva todas las tortas, pero que es el centro de la historia. El chico en cuestión es el irregular Josh Hartnett, que en esta ocasión sabe estar a la altura; los dos jefes mafiosos son dos monstruos de la interpretación como Morgan Freeman y Ben Kingsley; el policía encargado del caso es el siempre solvente Stanley Tucci; el frío asesino que se mueve como pez en el agua entre las dos bandas criminales como si de Clint Eastwood en "Por un puñado de dólares" se tratara es el gran Bruce Willis, que demuestra estar en plena forma y por último, Lucy Liu es la protagonista femenina, en un rol más importante de lo que al principio pudiera parecer. Hay referencias a otros films e incluso un mini estudio de la saga "James Bond" en uno de los diálogos, aparte de alguna que otra sorpresa. También destaca la bella factura de alguno de los planos, como la originalidad de los títulos de crédito a semejanza de un balance contable. En definitiva, un film muy entretenido, nada previsible y con algún que otro flash-back bien insertado, en el que la inferior calidad de los últimos cinco minutos con respecto al resto del metraje no es motivo suficiente como para estropear todo el trabajo anterior.
16 de abril de 2009
16 de abril de 2009
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debido a la proliferación de musicales existentes en los años 60, Clint Eastwood decidió arriesgarse protagonizando “La leyenda de la ciudad sin nombre”, encarnando a un personaje que no tenía absolutamente nada que ver con lo que este genio había interpretado hasta la fecha: un buen tipo, agradable, prácticamente abstemio, algo melancólico y un tanto blandengue, cuya profesión es la de buscador de oro, aunque lo que realmente le gustaría encontrar es un gran amor. Su personaje contrasta no sólo con la imagen que todos tenemos de Eastwood, sino con su compañero de fatigas, un genial Lee Marvin que es el verdadero protagonista: un borracho, centro de todas las juergas, que tiene como afición partir la cara de vez en cuando al bueno de Eastwood, lo que demuestra que este formidable cineasta tiene el suficiente sentido del humor como para reírse de sus típicos personajes.
Joshua Logan (Camelot, Sayonara) fue el encargado de dirigir esta divertidísima película en la que tienen lugar sentimientos tan dispares como la soledad, el amor, la búsqueda de un lugar en el que echar raíces, el sexo sin tapujos, la codicia o la juerga continua, que es lo que, en última instancia, parece que persigue la gran mayoría de los personajes.
Así pues tenemos diversión a raudales en un musical muy alegre, vistoso y con mucho colorido, de moralidad inexistente, en el que Eastwood comenzó a mostrarnos su gusto por la música, ya que es uno de los cantantes del reparto. Muy divertida.
Joshua Logan (Camelot, Sayonara) fue el encargado de dirigir esta divertidísima película en la que tienen lugar sentimientos tan dispares como la soledad, el amor, la búsqueda de un lugar en el que echar raíces, el sexo sin tapujos, la codicia o la juerga continua, que es lo que, en última instancia, parece que persigue la gran mayoría de los personajes.
Así pues tenemos diversión a raudales en un musical muy alegre, vistoso y con mucho colorido, de moralidad inexistente, en el que Eastwood comenzó a mostrarnos su gusto por la música, ya que es uno de los cantantes del reparto. Muy divertida.

8,7
73.459
8
18 de diciembre de 2006
18 de diciembre de 2006
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica pieza teatral llevada al cine por el reconocido director Sidney Lumet. El film es tan simple como genial, pues trata por entero de las deliberaciones llevadas a cabo dentro de una sala por los doce miembros de un jurado en un juicio por asesinato. Al principio la mayoría parece tenerlo muy claro, pero la duda en uno de los miembros hará recapacitar al resto sobre la sentencia final. Henry Fonda es el protagonista, fantástico de principio a fin, magistral en sus gestos y reacciones, siendo amo y señor de la escena. Fonda se enfrenta, en solitario a once hombres que pensaban enviar al acusado a una muerte segura. En dicha confrontación Lumet hace un auténtico estudio de la sociedad norteamericana, con variados personajes que quieren la pena capital por distintos motivos, algunos de ellos totalmente irrelevantes con respecto a lo reflejado en el acta judicial. "Doce hombres sin piedad" es un claro exponente de guión de calidad, algo que ocurría mucho cuando no existían enormes efectos especiales, pues había que entretener al espectador de otra manera.

6,5
18.967
7
30 de enero de 2006
30 de enero de 2006
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico thriller realizado por Enrique Urbizu, en la que probablemente es su mejor película como director hasta la fecha. La trama se apoya en un fenomenal guión, que aúna intrigas, corrupciones, testigos protegidos y crímenes, que son descubiertos por el azar, otorgando el relato gran importancia a las casualidades, al destino. Las secuencias de acción vienen caracterizadas por un predominio del realismo sobre la espectacularidad, lo que a este film le va de maravilla dado que confiere tal verosimilitud a la historia, que uno puede llegar a pensar que está basada en hechos reales. A todo esto ayudan las más que solventes interpretaciones de los protagonistas, Resines y Coronado, habitualmente en otro tipo de roles, más del tipo comedia televisiva. Ambos saben cambiar de forma satisfactoria sus registros más conocidos para conferir a sus personajes un alto grado de dramatismo que resulta indispensable para cerrar la credibilidad del argumento. Si además tenemos una narración plena de brío y ritmo, que mantiene en todo momento en vilo al espectador, el resultado es una brillante producción, muy por encima del cine del tipo "Torrente", la cual permite pensar que en el cine español existen posibilidades reales de crear largometrajes de buena calidad.
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