Ni todas las niñas de familia bien son tan memas (incluyo a la insoportable hermana de Babi y a la amiga rebelde por supuesto), ni quiero pensar, es tan fácil que una chica, con dos dedos de frente, se cuelgue por un guaperas tan extremadamente violento al que desee entregar su "flor" (que esa es otra pavada sacada de la época de Maricastaña).

Sólo el hecho de que las chicas de los moteros se aten voluntariamente a ellos, en sentido contrario a la marcha para más INRI, ofende a la inteligencia y cordura de cualquier persona y te indigna contra el guionista que fue capaz de plasmar en un papel esa idea y contra el productor que quiso poner su dinero para sacar adelante este bodrio.

Tampoco todas las madres son tan malas, ni tan perras, ni tan adúlteras. Ni los padres tan tontorrones, bonachones, ni comprensivos... Las profesoras de los colegios, "supuestamente" elitistas, no son tan cabronas ni parecen monjas disfrazadas de laicas.

Podría seguir así hasta el infinito, incluso más allá...pero terminaré diciendo que la cinta es, como digo, un insulto al buen gusto, a la inteligencia y al sentido común.

Si fuera María Valverde o Mario Casas me daría vergüenza que este título figurase en mi filmografía por mucho que les haya permitido vivir mucho mejor gracias a los cuantiosos ingresos obtenidos.

Coincido con muchos otros críticos que el encuentro final con el hijo es un añadido innecesario más propio de telefilm de sobremesa y sin embargo el suspense con la botella de alcohol en la habitación sí me gustó...porque ahí vuelves a despreciar al personaje para volver a admirarlo unos minutos después cuando reconoce frente al tribunal de investigación que sí, que es un alcohólico.