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6
13 de noviembre de 2020
13 de noviembre de 2020
50 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es obvio que está habiendo un auge de las series españolas, por lo menos en lo que a calidad se refiere. Y es que las plataformas (que no cadenas de televisión) están ofreciendo desde los últimos años producciones muy estimables, notándose que se están poniendo todos los esfuerzos posibles en ofrecer series de primer nivel. Los ejemplos son bastantes, por lo que me limitaré a hablaros de la nueva miniserie española de Netflix, Los favoritos de Midas.
Basada en un relato corto y creada, escrita y dirigida por Mateo Gil (responsable de la ya olvidada Nadie conoce a nadie, entre otras), la serie está protagonizada por el siempre inmenso Luis Tosar, uno de los mejores actores de nuestro país (quizás el mejor). Su participación es lo que más me ha llamado la atención de la propuesta, entre otras cosas porque el actor no suele dejarse ver en productos de estas características, es decir, en series.
He leído algunas entrevistas suyas al respecto, confesando que le convenció el proyecto por ser una miniserie con trama cerrada, siendo para él lo mismo que rodar una película, aunque más larga, ya que hablamos de seis episodios que oscilan entre los cuarenta y sesenta minutos. Una vez vistos, debo reconocer que estamos ante un thriller tan solvente y correcto como convencional, ya que es una serie que se deja ver pero que si destaca es por su entregado reparto.
La dirección de Gil es sólida, notándose su buena mano tras las cámaras y ofreciendo instantes tensos, pero jamás al nivel de otros ejemplos recientes, aunque las comparaciones sean odiosas. Se nota que Netflix ha sido generosa con el presupuesto (en especial teniendo el fichaje de Tosar).
El guion cumple como thriller con tintes dramáticos, pero conviven varias tramas, centrándose demasiado sus responsables en las secundarias y descuidando un poco la principal, que es realmente la que más interesa, coqueteando con ella en los primeros episodios hasta que todo detona en el desenlace. Y es que la serie deja la sensación de que quizás se podría haber contado todo en menos episodios.
Por otro lado, hay bastantes clichés, como por ejemplo el protagonista levantándose en plena reunión y mirando las vistas de la ciudad desde su enorme cristalera, antes de tomar una importante decisión, siendo un recurso que usan varias veces… en el mismo episodio. No hay sorpresa ni originalidad, no aprovechándose en absoluto su peculiar premisa argumental.
Tampoco se puede negar que estamos ante una serie que cumple como entretenimiento y nunca aburre (también por la sensacional labor de Tosar), pero no deja de ser un thriller del montón (aunque del bueno) que quizás podría haber dado más de sí.
El protagonista está muy bien dibujado, siendo un tipo poderoso que nos cae bien (también juegan a eso), con un carácter decidido y a la vez vulnerable, siendo una personalidad bastante lograda y con la que el espectador puede empatizar a pesar de tener un poder adquisitivo bien distinto.
Por supuesto, Luis Tosar tiene mucho que ver en el triunfo del personaje, y es que da igual lo que le des a este monstruo de la actuación, que siempre ofrece actuaciones memorables y por encima de la media. No estamos ante su mejor trabajo, pero sin él, la serie hubiese perdido muchos enteros. No podemos olvidarnos de los convincentes secundarios, como una sorprendente Marta Belmonte (actriz a la que he descubierto en esta serie) o un felizmente recuperado Guillermo Toledo, en un registro más serio de lo habitual, demostrando lo buen actor que es. Espero que se tome nota y le vuelvan a brindar oportunidades, porque se las merece.
En conclusión, tenemos una miniserie que sirve como entretenimiento, con un apartado técnico que roza lo impecable, aunque dejando la sensación de que sin Tosar quizás no habría llamado la atención, destacando el elenco actoral sobre el resto de elementos. Solvente, aunque convencional.
Más críticas: ocioworld.net
Basada en un relato corto y creada, escrita y dirigida por Mateo Gil (responsable de la ya olvidada Nadie conoce a nadie, entre otras), la serie está protagonizada por el siempre inmenso Luis Tosar, uno de los mejores actores de nuestro país (quizás el mejor). Su participación es lo que más me ha llamado la atención de la propuesta, entre otras cosas porque el actor no suele dejarse ver en productos de estas características, es decir, en series.
He leído algunas entrevistas suyas al respecto, confesando que le convenció el proyecto por ser una miniserie con trama cerrada, siendo para él lo mismo que rodar una película, aunque más larga, ya que hablamos de seis episodios que oscilan entre los cuarenta y sesenta minutos. Una vez vistos, debo reconocer que estamos ante un thriller tan solvente y correcto como convencional, ya que es una serie que se deja ver pero que si destaca es por su entregado reparto.
La dirección de Gil es sólida, notándose su buena mano tras las cámaras y ofreciendo instantes tensos, pero jamás al nivel de otros ejemplos recientes, aunque las comparaciones sean odiosas. Se nota que Netflix ha sido generosa con el presupuesto (en especial teniendo el fichaje de Tosar).
El guion cumple como thriller con tintes dramáticos, pero conviven varias tramas, centrándose demasiado sus responsables en las secundarias y descuidando un poco la principal, que es realmente la que más interesa, coqueteando con ella en los primeros episodios hasta que todo detona en el desenlace. Y es que la serie deja la sensación de que quizás se podría haber contado todo en menos episodios.
Por otro lado, hay bastantes clichés, como por ejemplo el protagonista levantándose en plena reunión y mirando las vistas de la ciudad desde su enorme cristalera, antes de tomar una importante decisión, siendo un recurso que usan varias veces… en el mismo episodio. No hay sorpresa ni originalidad, no aprovechándose en absoluto su peculiar premisa argumental.
Tampoco se puede negar que estamos ante una serie que cumple como entretenimiento y nunca aburre (también por la sensacional labor de Tosar), pero no deja de ser un thriller del montón (aunque del bueno) que quizás podría haber dado más de sí.
El protagonista está muy bien dibujado, siendo un tipo poderoso que nos cae bien (también juegan a eso), con un carácter decidido y a la vez vulnerable, siendo una personalidad bastante lograda y con la que el espectador puede empatizar a pesar de tener un poder adquisitivo bien distinto.
Por supuesto, Luis Tosar tiene mucho que ver en el triunfo del personaje, y es que da igual lo que le des a este monstruo de la actuación, que siempre ofrece actuaciones memorables y por encima de la media. No estamos ante su mejor trabajo, pero sin él, la serie hubiese perdido muchos enteros. No podemos olvidarnos de los convincentes secundarios, como una sorprendente Marta Belmonte (actriz a la que he descubierto en esta serie) o un felizmente recuperado Guillermo Toledo, en un registro más serio de lo habitual, demostrando lo buen actor que es. Espero que se tome nota y le vuelvan a brindar oportunidades, porque se las merece.
En conclusión, tenemos una miniserie que sirve como entretenimiento, con un apartado técnico que roza lo impecable, aunque dejando la sensación de que sin Tosar quizás no habría llamado la atención, destacando el elenco actoral sobre el resto de elementos. Solvente, aunque convencional.
Más críticas: ocioworld.net

2,7
3.670
1
9 de septiembre de 2011
9 de septiembre de 2011
32 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de terror sosa y light donde las haya, con unos actores pésimos, escenas absurdas y ataques de escualos sosos y pateticos.
Lo unico bueno es la duración, ya que se hace corta y pasa como un suspiro...llega a durar más y se acaba como las víctimas de The Ring.
Si alguien busca gore, desnudos y casquería de la buena se ha equivocado de película, podeis verla con vuestros hijos o hermanos pequeños, ya que la sangre, el gore o los desnudos brillan por su ausencia.
¿Que nos queda? La sensación de que se ha desperdiciado una buena oportunidad de hacer una película divertida sobre tiburones (como Deep Blue Sea) y mostrarnos esta mediocridad que parece de hace 10 años (los efectos especiales son mediocres a estas alturas).
Os la podeis ahorrar o recomendadsela a vuestro peor enemigo.
Lo unico bueno es la duración, ya que se hace corta y pasa como un suspiro...llega a durar más y se acaba como las víctimas de The Ring.
Si alguien busca gore, desnudos y casquería de la buena se ha equivocado de película, podeis verla con vuestros hijos o hermanos pequeños, ya que la sangre, el gore o los desnudos brillan por su ausencia.
¿Que nos queda? La sensación de que se ha desperdiciado una buena oportunidad de hacer una película divertida sobre tiburones (como Deep Blue Sea) y mostrarnos esta mediocridad que parece de hace 10 años (los efectos especiales son mediocres a estas alturas).
Os la podeis ahorrar o recomendadsela a vuestro peor enemigo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las muertes de los personajes son absurdas, como la del negro que se sacrifica para que después se coman a su compañero de la forma más patética, así como otras, con tiburones que saltan como delfines...
Serie

7,2
3.243
7
13 de septiembre de 2023
13 de septiembre de 2023
31 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jury Duty, serie reality de cámara oculta sobre un jurado de 12 miembros en el que 11 son actores, y uno no. Es decir, todo es falso, con un protagonista que no es consciente de la farsa. La premisa es tan jugosa que cuesta resistirse a semejante bocado, por lo que aquí estamos, con una propuesta que ha recibido opiniones entusiastas tanto por parte de la crítica como del público, al menos el que lo ha visto, porque en España creo que nadie le ha hecho mucho caso, siendo algo esperable porque Amazon ni se ha molestado en doblarla. Que oye, a lo mejor no es por una pereza que si muestran otras plataformas, sino simplemente porque esta experiencia es mejor verla en versión original, y una vez vista, lo ratifico.
Zanjado este asunto, entremos en faena, estando totalmente de acuerdo con las reseñas positivas, ya que estamos ante un producto ingenioso, divertido y, sobre todo, emotivo, aunque cueste creerlo. Los responsables de esta producción han sido muy avispados, cogiendo el clásico truco de la cámara oculta, y amparándose en la grabación de un falso documental, para justificar que el protagonista no sea consciente del engaño, rodeado de unos actores en estado de gracia. Todos están impecables, destacando a un magnífico James Marsden interpretándose a sí mismo. No me cansaré de decirlo, pero Marsden es uno de los actores más infravalorados de los últimos tiempos, y su hilarante participación en esta serie lo pone todavía más de relieve.
Pero lo increíble es que no solo los actores están estupendos, sino que encima el protagonista, que no sabe de qué va la cosa y se comporta tal cual es, ofrece una presencia magnética, cayéndonos bien desde el minuto uno, gracias a una personalidad tan auténtica como sosegada, con una naturalidad que contrasta a la perfección con el resto de los personajes. Para más inri, nos regala un discurso digno de un drama judicial, confirmándose como un total acierto de casting.
Y es que todo funciona en esta producción, gracias a sus buenas intenciones, no centrándose tan solo en el humor, elemento que funciona genial en no pocos momentos, gracias a unos gags inspirados, sino que también apuesta por la emotividad, con unos personajes que se quedan en tu corazón, gracias a unos actores que lo dan todo. Jamás se ha visto un jurado tan entrañable, y solo por eso, ya merece la pena este viaje.
No es perfecta, tampoco estoy diciendo eso, pero sí es una de las mejores series del año, además de una experiencia cargada de buen rollo y que deja una sonrisa de boca a oreja cuando finaliza su octavo episodio. De verdad, si queréis pasar un buen rato, dadle una oportunidad, porque como espectadores necesitamos más propuestas como la que nos ocupa, sencillas, graciosas y con corazón. Una deliciosa sorpresa.
Más críticas: Javi McClane (Youtube)
Zanjado este asunto, entremos en faena, estando totalmente de acuerdo con las reseñas positivas, ya que estamos ante un producto ingenioso, divertido y, sobre todo, emotivo, aunque cueste creerlo. Los responsables de esta producción han sido muy avispados, cogiendo el clásico truco de la cámara oculta, y amparándose en la grabación de un falso documental, para justificar que el protagonista no sea consciente del engaño, rodeado de unos actores en estado de gracia. Todos están impecables, destacando a un magnífico James Marsden interpretándose a sí mismo. No me cansaré de decirlo, pero Marsden es uno de los actores más infravalorados de los últimos tiempos, y su hilarante participación en esta serie lo pone todavía más de relieve.
Pero lo increíble es que no solo los actores están estupendos, sino que encima el protagonista, que no sabe de qué va la cosa y se comporta tal cual es, ofrece una presencia magnética, cayéndonos bien desde el minuto uno, gracias a una personalidad tan auténtica como sosegada, con una naturalidad que contrasta a la perfección con el resto de los personajes. Para más inri, nos regala un discurso digno de un drama judicial, confirmándose como un total acierto de casting.
Y es que todo funciona en esta producción, gracias a sus buenas intenciones, no centrándose tan solo en el humor, elemento que funciona genial en no pocos momentos, gracias a unos gags inspirados, sino que también apuesta por la emotividad, con unos personajes que se quedan en tu corazón, gracias a unos actores que lo dan todo. Jamás se ha visto un jurado tan entrañable, y solo por eso, ya merece la pena este viaje.
No es perfecta, tampoco estoy diciendo eso, pero sí es una de las mejores series del año, además de una experiencia cargada de buen rollo y que deja una sonrisa de boca a oreja cuando finaliza su octavo episodio. De verdad, si queréis pasar un buen rato, dadle una oportunidad, porque como espectadores necesitamos más propuestas como la que nos ocupa, sencillas, graciosas y con corazón. Una deliciosa sorpresa.
Más críticas: Javi McClane (Youtube)
6
4 de enero de 2020
4 de enero de 2020
45 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente, no tenía mucha intención de ver esta nueva adaptación de la novela y el mito, pero las recientes y estupendas críticas profesionales me han convencido, ya que la dejaban de poco más que una miniserie magistral, afirmando que es la mejor adaptación desde esa maravilla rodada por Coppola en 1992, cosa que, seamos sinceros, tampoco era muy difícil.
Pues bien, gracias a Netflix (ya que es exclusiva de la plataforma, al menos internacionalmente) he podido visionar sus tres únicos episodios (ya que se trata de una miniserie). Si puedo describir a la serie con dos palabras seria arriesgada pero pretenciosa (y porque no decirlo, fallida). Y es que estamos ante una reinvención del personaje, que enfadará a los más puristas y amantes de la novela original. Si eres de estos, te advierto que te vas a tirar de los pelos (si es que los tienes) en más de una ocasión, ya que los creadores hacen lo que les da la gana en casi cada momento.
Y es que Mark Gatis y Steven Moffat son unos traviesos. Son también los responsables de la serie Sherlock, que hasta su temporada cuatro podía afirmar, sin pudor alguno, que estaba en mi top cinco de mejores series de la historia. Y es que aquella tiene dos primeras temporadas magistrales, una tercera correcta pero decepcionante y una cuarta bastante innecesaria y olvidable.
La cualidad de estos dos señores es, a la vez, lo mejor y lo peor que pueden ofrecer, que no es otra cosa que los giros de guion. Es un recurso que les funcionó muy bien en las tres primeras temporadas de Sherlock, pero que les fallo, de forma estrepitosa, en la mencionada cuarta entrega. Y es que no es lo mismo ser ingenioso que tramposo. Lamentablemente, trasladan a su nuevo proyecto lo peor de ellos, entregando giros de guion que si sorprenden es porque son absurdos y sinsentido, no por otra cosa.
La dirección del dúo (y demás involucrados) es prácticamente impecable (aunque en el último episodio hay un efecto especial digno de la peor serie Z), ya que técnicamente la serie luce muy bien y se nota el cuidado y mimo en los detalles, como ese tétrico castillo o la ambientación de la época. Por ahí bien.
Es una pena que los guiones no estén a la altura, ya que, si bien es cierto que la serie quiere ser original, ofreciendo riesgo y diversión (con todo lo que ello conlleva), esos mencionados giros imposibles (e innecesarios) resienten el conjunto, aparte que la serie es demasiado pretenciosa, siendo más obvia de lo que pretende, habiendo incluso algún apunte predecible, como la identidad de cierto personaje.
Sin embargo, este Drácula es oro puro, con unos diálogos fabulosos y un carisma indudable, ofreciendo a un villano desternillante y cruel, que atrapa desde el primero momento. Y, sinceramente, creo que parte de la culpa (en el buen sentido) la tiene un sobresaliente Claes Bang, que ofrece una interpretación brillante y cautivadora.
Es sorprendente como muchos espectadores (o directamente gente que ni se ha molestado en ver la serie) le ha criticado por su físico o por ser un conde casposo (por la apariencia, no por otra cosa), cuando es obvio que se buscaba a un digno heredero de los actores de antaño (como el señor Lee), aportando elegancia, pero con un tono macabro y sádico que le viene como anillo al dedo. Sin él la serie perdería muchos enteros, y por eso es lo mejor de la misma.
Y ya que hablamos de reparto, (casi) todos cumplen en los tres episodios, pero conviene destacar a una también estupenda Dolly Wells, en un papel nada sencillo y lleno de matices. Atención especial a los acentos de ambos (la he visto en versión original).
Y bueno, cada episodio dura hora y media y podría decirse que es una historia en sí, aunque el final de cada capítulo conduzca al siguiente. Valorarlos en detalle sería entrar en spoilers, por lo que me limitaré a decir que el mejor es el primero, que es el que sigue (más o menos) el discurrir de la novela, y ofrece algunos momentos bastante hilarantes y logrados, además de terroríficos, pero el resultado final tampoco es nada del otro aquel.
El segundo se deja ver, pero desaprovecha la oportunidad de desarrollar el misterio presentado, y al final se queda en correcto y curioso, pero poco más, con un final interesante, que es desaprovechado totalmente por su horrendo tercer episodio, que no hay por donde cogerlo, y donde uno no sabe que demonios querían transmitir o explicar los creadores, ya que fallan estrepitosamente al cerrar la miniserie con un capítulo insulso, mediocre y que mancha el nivel de la propuesta, que tampoco era para echar cohetes.
En conclusión: ¿Es una mala serie? No, pero no pasa de correcta (a pesar de elementos positivos como algunas ideas y sus dos protagonistas). ¿Es la genialidad que los críticos están diciendo de ella? Pues tampoco, y la verdad que no entiendo su entusiasmo, a no ser que se hayan sorprendido por una propuesta tan bizarra y desmelenada del mito, pero eso no quiere decir que los resultados sean los más óptimos, siendo más bien un experimento fallido.
Y es que me temo que Gatiss y Moffat han perdido su toque, y la genialidad que mostraron en las dos primeras temporadas de Sherlock, que podría haber sido una serie perfecta, y al final se vio perjudicada por una última temporada bastante lamentable. En fin, se agradece el intento y las ganas de revolverlo todo y ofrecer algo diferente, pero eso no quiere decir que tengamos que aplaudirlo como algo único, porque no lo es.
Dos primeros episodios tan entretenidos como correctos, pero un tercero que mancha el resultado final, en una serie interesante que, sinceramente, dudo que sea recordada con el paso de los años. Y es una pena, porque entre su actor protagonista (que ha nacido para el papel), la calidad técnica y la guasa del conjunto había material de sobra para que las (engañosas) críticas aparecidas hasta el momento tuviesen su justificación y su razón de ser. Otra vez será.
Más críticas: ocioworld.net
Pues bien, gracias a Netflix (ya que es exclusiva de la plataforma, al menos internacionalmente) he podido visionar sus tres únicos episodios (ya que se trata de una miniserie). Si puedo describir a la serie con dos palabras seria arriesgada pero pretenciosa (y porque no decirlo, fallida). Y es que estamos ante una reinvención del personaje, que enfadará a los más puristas y amantes de la novela original. Si eres de estos, te advierto que te vas a tirar de los pelos (si es que los tienes) en más de una ocasión, ya que los creadores hacen lo que les da la gana en casi cada momento.
Y es que Mark Gatis y Steven Moffat son unos traviesos. Son también los responsables de la serie Sherlock, que hasta su temporada cuatro podía afirmar, sin pudor alguno, que estaba en mi top cinco de mejores series de la historia. Y es que aquella tiene dos primeras temporadas magistrales, una tercera correcta pero decepcionante y una cuarta bastante innecesaria y olvidable.
La cualidad de estos dos señores es, a la vez, lo mejor y lo peor que pueden ofrecer, que no es otra cosa que los giros de guion. Es un recurso que les funcionó muy bien en las tres primeras temporadas de Sherlock, pero que les fallo, de forma estrepitosa, en la mencionada cuarta entrega. Y es que no es lo mismo ser ingenioso que tramposo. Lamentablemente, trasladan a su nuevo proyecto lo peor de ellos, entregando giros de guion que si sorprenden es porque son absurdos y sinsentido, no por otra cosa.
La dirección del dúo (y demás involucrados) es prácticamente impecable (aunque en el último episodio hay un efecto especial digno de la peor serie Z), ya que técnicamente la serie luce muy bien y se nota el cuidado y mimo en los detalles, como ese tétrico castillo o la ambientación de la época. Por ahí bien.
Es una pena que los guiones no estén a la altura, ya que, si bien es cierto que la serie quiere ser original, ofreciendo riesgo y diversión (con todo lo que ello conlleva), esos mencionados giros imposibles (e innecesarios) resienten el conjunto, aparte que la serie es demasiado pretenciosa, siendo más obvia de lo que pretende, habiendo incluso algún apunte predecible, como la identidad de cierto personaje.
Sin embargo, este Drácula es oro puro, con unos diálogos fabulosos y un carisma indudable, ofreciendo a un villano desternillante y cruel, que atrapa desde el primero momento. Y, sinceramente, creo que parte de la culpa (en el buen sentido) la tiene un sobresaliente Claes Bang, que ofrece una interpretación brillante y cautivadora.
Es sorprendente como muchos espectadores (o directamente gente que ni se ha molestado en ver la serie) le ha criticado por su físico o por ser un conde casposo (por la apariencia, no por otra cosa), cuando es obvio que se buscaba a un digno heredero de los actores de antaño (como el señor Lee), aportando elegancia, pero con un tono macabro y sádico que le viene como anillo al dedo. Sin él la serie perdería muchos enteros, y por eso es lo mejor de la misma.
Y ya que hablamos de reparto, (casi) todos cumplen en los tres episodios, pero conviene destacar a una también estupenda Dolly Wells, en un papel nada sencillo y lleno de matices. Atención especial a los acentos de ambos (la he visto en versión original).
Y bueno, cada episodio dura hora y media y podría decirse que es una historia en sí, aunque el final de cada capítulo conduzca al siguiente. Valorarlos en detalle sería entrar en spoilers, por lo que me limitaré a decir que el mejor es el primero, que es el que sigue (más o menos) el discurrir de la novela, y ofrece algunos momentos bastante hilarantes y logrados, además de terroríficos, pero el resultado final tampoco es nada del otro aquel.
El segundo se deja ver, pero desaprovecha la oportunidad de desarrollar el misterio presentado, y al final se queda en correcto y curioso, pero poco más, con un final interesante, que es desaprovechado totalmente por su horrendo tercer episodio, que no hay por donde cogerlo, y donde uno no sabe que demonios querían transmitir o explicar los creadores, ya que fallan estrepitosamente al cerrar la miniserie con un capítulo insulso, mediocre y que mancha el nivel de la propuesta, que tampoco era para echar cohetes.
En conclusión: ¿Es una mala serie? No, pero no pasa de correcta (a pesar de elementos positivos como algunas ideas y sus dos protagonistas). ¿Es la genialidad que los críticos están diciendo de ella? Pues tampoco, y la verdad que no entiendo su entusiasmo, a no ser que se hayan sorprendido por una propuesta tan bizarra y desmelenada del mito, pero eso no quiere decir que los resultados sean los más óptimos, siendo más bien un experimento fallido.
Y es que me temo que Gatiss y Moffat han perdido su toque, y la genialidad que mostraron en las dos primeras temporadas de Sherlock, que podría haber sido una serie perfecta, y al final se vio perjudicada por una última temporada bastante lamentable. En fin, se agradece el intento y las ganas de revolverlo todo y ofrecer algo diferente, pero eso no quiere decir que tengamos que aplaudirlo como algo único, porque no lo es.
Dos primeros episodios tan entretenidos como correctos, pero un tercero que mancha el resultado final, en una serie interesante que, sinceramente, dudo que sea recordada con el paso de los años. Y es una pena, porque entre su actor protagonista (que ha nacido para el papel), la calidad técnica y la guasa del conjunto había material de sobra para que las (engañosas) críticas aparecidas hasta el momento tuviesen su justificación y su razón de ser. Otra vez será.
Más críticas: ocioworld.net

7,9
3.033
8
3 de julio de 2020
3 de julio de 2020
37 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que debutó en el año 2015, el musical Hamilton ha arrasado en Estados Unidos, ganando infinidad de premios y causando furor desde entonces, siendo un auténtico fenómeno mundial. Yo había oído hablar de él desde su estreno, ya que en su momento no se hablada de otra cosa, siendo definido por los que lo habían podido catar como de una auténtica obra maestra. Claro, que si no vives en Estados Unidos lo tenías bastante complicado, como es mi caso.
Pues bien, en esta vida casi todo tiene solución, ya que Disney Plus, en un movimiento más que inteligente, ha estrenado la película del musical en su plataforma casi por sorpresa. En principio se iba a estrenar la película por parte de Disney a finales de 2021, pero finalmente ha llegado la obra "integra" (está entre comillas porque han eliminado un par de palabrotas... en fin) a la plataforma del ratón. Seguramente el coronavirus haya tenido bastante que ver.
La llegada de la obra a la plataforma ha sido recibida con un aplauso unánime por parte de la crítica, al tener de momento un 100% en Rotten Tomatoes. La verdad es que me sorprenden bastante esas críticas positivas, no porque la obra no lo merezca, sino más bien porque estamos ante un musical moderno, diferente y transgresor, que seguramente no sea del agrado de todos, pero que parece que a los críticos sí que les ha convencido. Eso sí, algo me dice que no es para todos los paladares.
Antes de comenzar a desgranar la popular obra, tengo que advertir que dicho musical ha llegado a Disney Plus sin subtítulos en español, solamente en inglés, en un error garrafal por parte de Disney, dejando de relieve su pereza en según que maniobras, ya que no se nota que no están muy preocupados en las actualizaciones de la plataforma alrededor del mundo. De ahí el retraso en la llegada a países como España o que su catálogo deje bastante que desear. Pero esa es otra historia.
Una vez aclarado este punto, puedo confirmar que el musical son dos horas y media de rap y canciones pegadizas, donde el humor y el dramatismo se dan la mano para contarnos la historia de Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores. Ahí es nada.
La verdad es que sacar una obra así, de la biografía de Hamilton y con unas letras y canciones tan redondas y modernas no es poca cosa, y todo el merito es del escritor de la obra, que no es otro que el popular Lin-Manuel Miranda, que ha colaborado anteriormente en no pocas ocasiones con Disney (Moana, Mary Poppins 2) y que se podría considerar un absoluto genio.
No obstante, y aunque la mayoría de las canciones me han fascinado, las dos horas y media no me han parecido magistrales, ya que en la segunda mitad se pierde algo de la garra inicial, aunque la obra tiene un buen cierre. También es cierto que hay canciones tan impresionantes y magistrales que eclipsan inevitablemente a otras menos logradas, haciendo que el cómputo general no sea perfecto, porque el nivel mostrado en según que momentos roza el sobresaliente.
Negar que seguramente dos horas y media de rap sean indigestas para según que personas es no querer ver la verdad, aunque no seré yo quien diga que no estamos ante una obra única y sorprendente, pero tampoco puedo mirar a otro lado y negar que el nivel de la primera hora no se mantiene hasta el final. Al menos esa es mi impresión.
La puesta en escena es una maravilla, y eso que están siempre con los mismos decorados, pero los bailes y movimientos son más que acertados y están medidos al milímetro, teniendo detrás una dirección concienzuda y sublime. Nada está dejado al azar y todo funciona como un reloj. Fabuloso.
En cuanto al reparto, el bueno de Lin-Manuel Miranda se adjudica el papel protagonista, cosa que no tiene ningún reproche, ya que la obra es suya y tiene todo el derecho, pero volvería a faltar a la verdad (aunque más bien sería mi verdad) al no reconocer que es ampliamente superado por sus compañero de reparto, ya sea a la hora de rapear o de cantar. Quizás haya sido su particular voz u otros factores que no sabría explicar, pero me han convencido más los momentos protagonizados por sus compañeros de escena, los cuales, curiosamente, tienen los mejores instantes del musical.
Por otro lado, considero que es un acierto apostar por el humor en según que momentos, buscando la complicidad del público, el cual se ríe en no pocos momentos, aunque decididamente estamos ante un drama que nos cuenta la historia de Alexander Hamilton y de Aaron Burr (éste interpretado de forma excelente). La diferencia es que se ha hecho apostando por un toque moderno y diferente que seguramente ahuyente a según que espectadores, pero que ha demostrado que ha sido una idea innovadora y un completo éxito. Yo he quedado encantado, desde luego.
Y bueno, las canciones y la banda sonora son un punto y aparte, ya que son la clave del musical y lo mejor de lejos, con unas letras que funcionan como un reloj y dan la sensación de estar en una batalla de rap constante, solo que en otro contexto histórico. Una maravilla.
En conclusión, estamos ante un musical fascinante e irrepetible, que aunque no me parece magistral sí que considero que merece todos los aplausos habidos y por haber, ya sea solamente por haber ofrecido una producción tan arriesgada y diferente. Un musical digno de ver y que no te puedes perder si tienes curiosidad por el fenómeno mundial (y que ahora ha vuelo a despertar con la llegada a Disney Plus) o si simplemente te gusta el género. Imprescindible.
Más críticas: ocioworld.net
Pues bien, en esta vida casi todo tiene solución, ya que Disney Plus, en un movimiento más que inteligente, ha estrenado la película del musical en su plataforma casi por sorpresa. En principio se iba a estrenar la película por parte de Disney a finales de 2021, pero finalmente ha llegado la obra "integra" (está entre comillas porque han eliminado un par de palabrotas... en fin) a la plataforma del ratón. Seguramente el coronavirus haya tenido bastante que ver.
La llegada de la obra a la plataforma ha sido recibida con un aplauso unánime por parte de la crítica, al tener de momento un 100% en Rotten Tomatoes. La verdad es que me sorprenden bastante esas críticas positivas, no porque la obra no lo merezca, sino más bien porque estamos ante un musical moderno, diferente y transgresor, que seguramente no sea del agrado de todos, pero que parece que a los críticos sí que les ha convencido. Eso sí, algo me dice que no es para todos los paladares.
Antes de comenzar a desgranar la popular obra, tengo que advertir que dicho musical ha llegado a Disney Plus sin subtítulos en español, solamente en inglés, en un error garrafal por parte de Disney, dejando de relieve su pereza en según que maniobras, ya que no se nota que no están muy preocupados en las actualizaciones de la plataforma alrededor del mundo. De ahí el retraso en la llegada a países como España o que su catálogo deje bastante que desear. Pero esa es otra historia.
Una vez aclarado este punto, puedo confirmar que el musical son dos horas y media de rap y canciones pegadizas, donde el humor y el dramatismo se dan la mano para contarnos la historia de Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores. Ahí es nada.
La verdad es que sacar una obra así, de la biografía de Hamilton y con unas letras y canciones tan redondas y modernas no es poca cosa, y todo el merito es del escritor de la obra, que no es otro que el popular Lin-Manuel Miranda, que ha colaborado anteriormente en no pocas ocasiones con Disney (Moana, Mary Poppins 2) y que se podría considerar un absoluto genio.
No obstante, y aunque la mayoría de las canciones me han fascinado, las dos horas y media no me han parecido magistrales, ya que en la segunda mitad se pierde algo de la garra inicial, aunque la obra tiene un buen cierre. También es cierto que hay canciones tan impresionantes y magistrales que eclipsan inevitablemente a otras menos logradas, haciendo que el cómputo general no sea perfecto, porque el nivel mostrado en según que momentos roza el sobresaliente.
Negar que seguramente dos horas y media de rap sean indigestas para según que personas es no querer ver la verdad, aunque no seré yo quien diga que no estamos ante una obra única y sorprendente, pero tampoco puedo mirar a otro lado y negar que el nivel de la primera hora no se mantiene hasta el final. Al menos esa es mi impresión.
La puesta en escena es una maravilla, y eso que están siempre con los mismos decorados, pero los bailes y movimientos son más que acertados y están medidos al milímetro, teniendo detrás una dirección concienzuda y sublime. Nada está dejado al azar y todo funciona como un reloj. Fabuloso.
En cuanto al reparto, el bueno de Lin-Manuel Miranda se adjudica el papel protagonista, cosa que no tiene ningún reproche, ya que la obra es suya y tiene todo el derecho, pero volvería a faltar a la verdad (aunque más bien sería mi verdad) al no reconocer que es ampliamente superado por sus compañero de reparto, ya sea a la hora de rapear o de cantar. Quizás haya sido su particular voz u otros factores que no sabría explicar, pero me han convencido más los momentos protagonizados por sus compañeros de escena, los cuales, curiosamente, tienen los mejores instantes del musical.
Por otro lado, considero que es un acierto apostar por el humor en según que momentos, buscando la complicidad del público, el cual se ríe en no pocos momentos, aunque decididamente estamos ante un drama que nos cuenta la historia de Alexander Hamilton y de Aaron Burr (éste interpretado de forma excelente). La diferencia es que se ha hecho apostando por un toque moderno y diferente que seguramente ahuyente a según que espectadores, pero que ha demostrado que ha sido una idea innovadora y un completo éxito. Yo he quedado encantado, desde luego.
Y bueno, las canciones y la banda sonora son un punto y aparte, ya que son la clave del musical y lo mejor de lejos, con unas letras que funcionan como un reloj y dan la sensación de estar en una batalla de rap constante, solo que en otro contexto histórico. Una maravilla.
En conclusión, estamos ante un musical fascinante e irrepetible, que aunque no me parece magistral sí que considero que merece todos los aplausos habidos y por haber, ya sea solamente por haber ofrecido una producción tan arriesgada y diferente. Un musical digno de ver y que no te puedes perder si tienes curiosidad por el fenómeno mundial (y que ahora ha vuelo a despertar con la llegada a Disney Plus) o si simplemente te gusta el género. Imprescindible.
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