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5,2
23.639
6
7 de diciembre de 2014
7 de diciembre de 2014
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene que ser la hostia ser judío. O musulmán. Creer en Cristo Salvador… o en Pablo Iglesias salvador. Acudir cada domingo a una misa nacional-madridista. En el estadio o el bar. O ser ateo practicante, esa raza porqueyolovalguista, o creer que la tecnología nos hará libres, o la ciencia, o la madre que los parió. Creer en algo, formar parte de algo más grande que uno mismo. Inmenso, eterno. Que dios esté de tu lado, sea quien sea y juegue en el equipo que juegue. Tener la certeza de que molas más que el otro, porque en lo que crees es cierto, porque lo dicen los tuyos, tu dios o tu tuitero estrella. Sí, tiene que ser la hostia creer, tener fe. Coger a un faraón del brazo y soltarle: “No ha muerto ningún hebreo, mi dios la tiene más grande que el tuyo, y lo sabes”.
(...)
Últimamente se hace difícil hasta creer también, en el cine, o en cualquier expresión artística, devorada por la maquinaria comercial, por la búsqueda del rendimiento material. Y es que uno se cansa también de esperar en la esquina a Ridley Scott, cheira en mano. Ya lo dijimos hablando de El Consejero, el bueno de Ridley es un juventicida, puso fin a la juventud de muchos espectadores el día que estrenó Prometheus. Pero ya pasó, perdonamos y olvidamos. Qué otra cosa podemos hacer, no somos judíos.
(...)
He oído por ahí que si esta película la coge Steven Spielberg o Peter Jackson, lo borda. Hay mucho cachondo. Si la coge el primero, yo ni voy, no quiero saber nada del chantajista emocional más grande de la historia del cine. Por muy judío que sea. Curiosamente aquí tenemos a Steven Zaillian, guionista de La lista de Schindler. Zaillian parece el principal responsable de que este guión no se hunda en las aguas embravecidas de la playa del Cofete. No ofrece enjundia suficiente para pasar horas de discusión teológica, pero no trata al espectador como si fuese un niño grande.
La primera mitad de metraje es muy efectiva. Los diálogos son, a menudo, certeros y con importantes carga de profundidad. No solo reflexiona sobre dioses y faraones. Trata sobre esclavitud, revolución, dignidad. Y también sobre penitencia y fe, claro. El hecho de que esta primera parte de la película apueste por la palabra y no por los molestos estruendos digitales es un punto a su favor.
La reflexión sobre el origen y la historia del pueblo hebreo y el judaísmo deja interesantes reflexiones, algunas de ellas también críticas, lo cual es de valorar viniendo de donde viene… «Yo soy Dios», dice el faraón, mientras al otro lado del río se oye: «No, no, yo soy Dios… Y mi mujer también». Si escarbamos un poco en el mensaje y el trasfondo de la película, nos podemos divertir debatiendo.
Pero para la segunda parte de Exodus quedan las plagas… La cinta decae un poco cuando perdemos de vista a Bale y Edgerton, ambos notables en sus respectivos papeles. Llegan los esperados efectos especiales. Parece que muchos espectadores fueron al cine para ver a Moisés abrir las aguas. ¿Dónde están los millones de dólares, Ridley? ¿Te los gastaste en el helicóptero con el que cruzabas Jandía? Se supone que un blockbuster debe ser un espectáculo visual. Pues bien, en mi caso, Exodus me parece estupenda desde un punto de vista formal. Pero algunos espectadores igual querían que las aguas inundasen la sala de cine. No sé, yo no voy al cine a sufrir (solo) un chute sensorial, ni tampoco a jugar a la PlayStation…
Exodus no es la película del milenio. Está lejos de las grandes cintas de Ridley Scott, casi no hace falta ni decirlo… Pero ofrece dos horas y media entretenidas, por momentos sustanciosas a nivel de contenido, guiadas por el oficio del director británico, el digno guión de Zaillian y compañía, y dos actores en estado de gracia. Creo que hoy en día no se puede pedir mucho más a una superproducción hollywoodiense. Es lo que tiene ser un escéptico recalcitrante y victimista, no creo ni en la Meca del cine… Aunque ahora que lo pienso, soy victimista, soy un poco judío, voy a repasar la Torah…
Lo Mejor: Buena parte de los diálogos. No es una película superficial, ofrece algunos elementos de debate muy interesantes. El aspecto formal. Bale y Edgerton. Bale, angustiado, esperando la respuesta divina tras un risco: «¿I’m lost».
Lo Peor: Secundarios-florero. Algunas fallas en el ritmo narrativo en la segunda fase de la película. El niño Dios no me convence.. Pasarte la eternidad recordando que fuiste un pueblo perseguido y que tu dios mola más, es más viejo y más agresivo que el de los otros. «¿Qué pasará cuando dejemos de huir?» Pues lo que pasa ahora. Pero lo peor de todo, con diferencia, es querer (creer) y no poder.
[crítica de david rubio publicada en alucine.es]
(...)
Últimamente se hace difícil hasta creer también, en el cine, o en cualquier expresión artística, devorada por la maquinaria comercial, por la búsqueda del rendimiento material. Y es que uno se cansa también de esperar en la esquina a Ridley Scott, cheira en mano. Ya lo dijimos hablando de El Consejero, el bueno de Ridley es un juventicida, puso fin a la juventud de muchos espectadores el día que estrenó Prometheus. Pero ya pasó, perdonamos y olvidamos. Qué otra cosa podemos hacer, no somos judíos.
(...)
He oído por ahí que si esta película la coge Steven Spielberg o Peter Jackson, lo borda. Hay mucho cachondo. Si la coge el primero, yo ni voy, no quiero saber nada del chantajista emocional más grande de la historia del cine. Por muy judío que sea. Curiosamente aquí tenemos a Steven Zaillian, guionista de La lista de Schindler. Zaillian parece el principal responsable de que este guión no se hunda en las aguas embravecidas de la playa del Cofete. No ofrece enjundia suficiente para pasar horas de discusión teológica, pero no trata al espectador como si fuese un niño grande.
La primera mitad de metraje es muy efectiva. Los diálogos son, a menudo, certeros y con importantes carga de profundidad. No solo reflexiona sobre dioses y faraones. Trata sobre esclavitud, revolución, dignidad. Y también sobre penitencia y fe, claro. El hecho de que esta primera parte de la película apueste por la palabra y no por los molestos estruendos digitales es un punto a su favor.
La reflexión sobre el origen y la historia del pueblo hebreo y el judaísmo deja interesantes reflexiones, algunas de ellas también críticas, lo cual es de valorar viniendo de donde viene… «Yo soy Dios», dice el faraón, mientras al otro lado del río se oye: «No, no, yo soy Dios… Y mi mujer también». Si escarbamos un poco en el mensaje y el trasfondo de la película, nos podemos divertir debatiendo.
Pero para la segunda parte de Exodus quedan las plagas… La cinta decae un poco cuando perdemos de vista a Bale y Edgerton, ambos notables en sus respectivos papeles. Llegan los esperados efectos especiales. Parece que muchos espectadores fueron al cine para ver a Moisés abrir las aguas. ¿Dónde están los millones de dólares, Ridley? ¿Te los gastaste en el helicóptero con el que cruzabas Jandía? Se supone que un blockbuster debe ser un espectáculo visual. Pues bien, en mi caso, Exodus me parece estupenda desde un punto de vista formal. Pero algunos espectadores igual querían que las aguas inundasen la sala de cine. No sé, yo no voy al cine a sufrir (solo) un chute sensorial, ni tampoco a jugar a la PlayStation…
Exodus no es la película del milenio. Está lejos de las grandes cintas de Ridley Scott, casi no hace falta ni decirlo… Pero ofrece dos horas y media entretenidas, por momentos sustanciosas a nivel de contenido, guiadas por el oficio del director británico, el digno guión de Zaillian y compañía, y dos actores en estado de gracia. Creo que hoy en día no se puede pedir mucho más a una superproducción hollywoodiense. Es lo que tiene ser un escéptico recalcitrante y victimista, no creo ni en la Meca del cine… Aunque ahora que lo pienso, soy victimista, soy un poco judío, voy a repasar la Torah…
Lo Mejor: Buena parte de los diálogos. No es una película superficial, ofrece algunos elementos de debate muy interesantes. El aspecto formal. Bale y Edgerton. Bale, angustiado, esperando la respuesta divina tras un risco: «¿I’m lost».
Lo Peor: Secundarios-florero. Algunas fallas en el ritmo narrativo en la segunda fase de la película. El niño Dios no me convence.. Pasarte la eternidad recordando que fuiste un pueblo perseguido y que tu dios mola más, es más viejo y más agresivo que el de los otros. «¿Qué pasará cuando dejemos de huir?» Pues lo que pasa ahora. Pero lo peor de todo, con diferencia, es querer (creer) y no poder.
[crítica de david rubio publicada en alucine.es]

5,2
1.550
4
21 de noviembre de 2014
21 de noviembre de 2014
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
(...)
El caso es que cuando empezamos a ver Paris-Manhattan, con su bonita introducción, nos viene a la memoria Sigue Soñando. Una chica, obsesionada con Woody Allen, acude a su inmensa sabiduría práctica y neoyorquina, curtida en mil batallas. Alice pregunta y Woody responde. A todos nos gustaría un consultorio directo con nuestro artista preferido. Y qué mejor que Allen para responder a nuestra complicadas tribulaciones de urbanita inestable.
Por tanto, el planteamiento de Paris-Manhattan es sencillo pero sugerente. No se complica pero ofrece cierta originalidad. Muchos somos los aficionados al cine de Woody Allen, y la debutante Sophie Lellouche, apuesta casi sobre seguro. Pero este es solo el planteamiento. A partir de ahí la película debería ofrecer algo más, aunque se trata de un producto lúdico sin grandes ambiciones. Y no, no ofrece mucho más que unos esperanzadores 10 primeros minutos (en los que, por otro lado, Alice Taglioni resulta ridícula caracterizada como adolescente). Dejamos Manhattan y pronto aterrizamos en la aburrida y aburguesada comedia francesa.
Vale. Es una comedia romántica sin pretensiones. Pero es una comedia, es una película. Si solo pretendes hacerme pasar un rato divertido, quiero divertirme. Y durante la mayor parte de París-Manhattan no me río, ni siquiera sonrío. Pero como no soy el centro del universo, estoy atento a la persona que ve conmigo la película. Ella se ríe algo más. Bueno, a lo mejor es más divertida de lo que yo creo…
París-Manhattan diseña puentes transatlánticos entre la capital francesa y los dominios de Woody Allen. Por momentos, se nos vuelve Misterioso Asesinato en Manhattan, hay un poco de Toma el dinero y corre, y mucho de Manhattan. En el primer caso, es evidente con la secuencia de la investigación en casa de la hermana de la protagonista. Pero a mí me hace poca gracia el asunto. Lo veo metido con calzador, al igual que la presencia del instalador de alarmas en la vida de esta familia, familia que no puede ser más francesa. A veces me pregunto si en Francia solo vive gente de este tipo, tan elegantes todos, tan pelazo, tan porque yo lo valgo… Gente que ¿trabaja? en una farmacia, pero como si no…
A lo que voy es que París-Manhattan tiene sus momentos (pocos) pero esencialmente es el flojo empaste de unas cuantas situaciones poco ingeniosos y no muy graciosas. El deseo de la directora (o de la producción) de ofrecer una película sencilla y fácilmente disfrutable ha dejado el metraje en poco más de 70 minutos. El noviete maravilloso de Alice va y viene sin mucho sentido y el problema alcohólico de su madre es irrelevante, tal y como se plantea. (Nos enteramos de que está borracha y a la escena siguiente solo hay zumos en su casa y todo vuelve a ser maravilloso… Y ¿para qué todo esto? O me lo cuentas bien, o no me lo cuentes).
París-Manhattan nos tiene reservada una sorpresa final que, la verdad, vale la pena. Pero a mi modo de ver, la buena introducción y el sugestivo final no justifica 60 minutos poco más que intrascendentes. Una cosa es plantear una película sencilla y otra hacerla simple.
Lo Mejor: El planteamiento. Nos recuerda la gran trascendencia que ha tenido Woody Allen en el cine de las últimas cuatro décadas.
Lo Peor: El nudo de la película está muy deshilvanado. Es tan corta que hay varios asuntos que no están bien tratados. A mí no me hizo mucha gracia. ¿Elegancia francesa o altivez parisien?
[crítica de david rubio para alucine.es]
El caso es que cuando empezamos a ver Paris-Manhattan, con su bonita introducción, nos viene a la memoria Sigue Soñando. Una chica, obsesionada con Woody Allen, acude a su inmensa sabiduría práctica y neoyorquina, curtida en mil batallas. Alice pregunta y Woody responde. A todos nos gustaría un consultorio directo con nuestro artista preferido. Y qué mejor que Allen para responder a nuestra complicadas tribulaciones de urbanita inestable.
Por tanto, el planteamiento de Paris-Manhattan es sencillo pero sugerente. No se complica pero ofrece cierta originalidad. Muchos somos los aficionados al cine de Woody Allen, y la debutante Sophie Lellouche, apuesta casi sobre seguro. Pero este es solo el planteamiento. A partir de ahí la película debería ofrecer algo más, aunque se trata de un producto lúdico sin grandes ambiciones. Y no, no ofrece mucho más que unos esperanzadores 10 primeros minutos (en los que, por otro lado, Alice Taglioni resulta ridícula caracterizada como adolescente). Dejamos Manhattan y pronto aterrizamos en la aburrida y aburguesada comedia francesa.
Vale. Es una comedia romántica sin pretensiones. Pero es una comedia, es una película. Si solo pretendes hacerme pasar un rato divertido, quiero divertirme. Y durante la mayor parte de París-Manhattan no me río, ni siquiera sonrío. Pero como no soy el centro del universo, estoy atento a la persona que ve conmigo la película. Ella se ríe algo más. Bueno, a lo mejor es más divertida de lo que yo creo…
París-Manhattan diseña puentes transatlánticos entre la capital francesa y los dominios de Woody Allen. Por momentos, se nos vuelve Misterioso Asesinato en Manhattan, hay un poco de Toma el dinero y corre, y mucho de Manhattan. En el primer caso, es evidente con la secuencia de la investigación en casa de la hermana de la protagonista. Pero a mí me hace poca gracia el asunto. Lo veo metido con calzador, al igual que la presencia del instalador de alarmas en la vida de esta familia, familia que no puede ser más francesa. A veces me pregunto si en Francia solo vive gente de este tipo, tan elegantes todos, tan pelazo, tan porque yo lo valgo… Gente que ¿trabaja? en una farmacia, pero como si no…
A lo que voy es que París-Manhattan tiene sus momentos (pocos) pero esencialmente es el flojo empaste de unas cuantas situaciones poco ingeniosos y no muy graciosas. El deseo de la directora (o de la producción) de ofrecer una película sencilla y fácilmente disfrutable ha dejado el metraje en poco más de 70 minutos. El noviete maravilloso de Alice va y viene sin mucho sentido y el problema alcohólico de su madre es irrelevante, tal y como se plantea. (Nos enteramos de que está borracha y a la escena siguiente solo hay zumos en su casa y todo vuelve a ser maravilloso… Y ¿para qué todo esto? O me lo cuentas bien, o no me lo cuentes).
París-Manhattan nos tiene reservada una sorpresa final que, la verdad, vale la pena. Pero a mi modo de ver, la buena introducción y el sugestivo final no justifica 60 minutos poco más que intrascendentes. Una cosa es plantear una película sencilla y otra hacerla simple.
Lo Mejor: El planteamiento. Nos recuerda la gran trascendencia que ha tenido Woody Allen en el cine de las últimas cuatro décadas.
Lo Peor: El nudo de la película está muy deshilvanado. Es tan corta que hay varios asuntos que no están bien tratados. A mí no me hizo mucha gracia. ¿Elegancia francesa o altivez parisien?
[crítica de david rubio para alucine.es]

5,4
904
6
25 de julio de 2012
25 de julio de 2012
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recomiendo a todo el mundo que, si puede, vea la película, también, con los comentarios del director y del coguionista. De esta manera se eliminan muchos de los tópicos sobre la misma. La falta de escrúpulos con la que ambos juzgan su propio trabajo de juventud demuestra hasta qué punto los cinéfilos de salón se equivocan en sus manidos juicios. No hay pedantería, que sí la habrá, y mucho, en buena parte de su filmografía posterior. Lo que hay es un millón de coronas danesas (muy poco dinero), mucho tiempo y poca inspiración. Es simplemente un experimento rodado con poca pericia, algo de humor y mucha falta de planificación.
Algunas escenas son particularmente vergonzantes y la incapacidad de Niels para aguantar la sonrisa puede llegar a ser muy molesta. Pero algo interesante se percibe tras tanta incompetencia. Y ese interés explota en uno de los finales más sobrecogedores que he visto en una película. Absurdo también, pero sobrecogedor. Solo por eso, merece la pena echarle un vistazo.
¿Es constitucionalmente obligatorio utilizar la palabra fallida en una crítica de cine moderadamente negativa de una película de un director de renombre? ¿Sí? Bien, fallida. No quiero que mis huesos acaben en la cárcel.
Algunas escenas son particularmente vergonzantes y la incapacidad de Niels para aguantar la sonrisa puede llegar a ser muy molesta. Pero algo interesante se percibe tras tanta incompetencia. Y ese interés explota en uno de los finales más sobrecogedores que he visto en una película. Absurdo también, pero sobrecogedor. Solo por eso, merece la pena echarle un vistazo.
¿Es constitucionalmente obligatorio utilizar la palabra fallida en una crítica de cine moderadamente negativa de una película de un director de renombre? ¿Sí? Bien, fallida. No quiero que mis huesos acaben en la cárcel.

7,0
36.405
6
6 de octubre de 2014
6 de octubre de 2014
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
(...)
En Coherence no hay efectos especiales, ni complejas localizaciones. Tampoco tenemos intérpretes de renombre. Coherence, como las películas anteriormente citadas, vive del guión. De su calidad y efectividad depende el éxito del proyecto. El primer largometraje de James Ward Byrkit apuesta por el suspense, el juego psicológico y los giros narrativos. El espectador tendrá que poner todo de su parte para desentrañar las claves de la historia. Es un juego cinematográfico que nos encanta. Y por eso, presenciamos el inicio de Coherence con interés.
(...)
La cinta de Ward Byrkit tiene en vilo al espectador buena parte del metraje. El director y guionista consigue persuadir al espectador introduciendo algunos hábiles recursos como el tema del El gato de Schrödinger o que uno de los personajes parezca saber más que el resto. Pero una vez que el planteamiento de la historia ha logrado de forma certera su objetivo, comienzan los problemas narrativos.
La forma de actuar de los personajes no es verosímil. Hemos repetido esta frase mil veces, pero es uno de los grandes problemas de esta clase de cine que depende tanto del guión, especialmente de la relación entre personajes, su evolución y sus reacciones. Una vez que la cosa se pone seria en casa de estos amigos, nadie actúa con mucha lógica. Internet no es la única forma de obtener información sobre una situación extraña o peligrosa. No acabo de entender por qué no pueden salir del vecindario en un principio (por qué no lo intentan, al menos). Y una vez que se acepta (aceptación demasiado rápida) que se están enfrentando a algo a lo que nunca nadie se ha enfrentado en la historia de la humanidad, se comportan como si nada. “Voy a echar la siesta", "¿Por qué no nos enrollamos sin que nos vea tu novia?", etc. Pero no es lugar para spoilers.
Podríamos resumir los problemas de Coherence de esta forma: el responsable de la película sacrifica la verosimilitud en favor del juego y el efectismo narrativo, pero efectividad no es lo mismo que efectismo… El espectador sigue con intriga la evolución de la historia, pero ya no está fascinado porque los trucos son demasiado visibles. La trama pierde seriedad, porque los personajes, por lo general, no se compartan de forma creíble.
No obstante, en la fase final de la película, cuando uno de los personajes toma las riendas de la historia, la tensión vuelve a crecer y disfrutamos de nuevo, gracias también, a un final bastante acertado. Concluyendo, Coherence es una cinta de ciencia ficción con altibajos, pero interesante y debatible.
Lo Mejor: El planteamiento y la resolución.
Lo Peor: Muchos comportamientos no son creíbles en el contexto en el que se encuentran los personajes. Cierto efectismo en el desarrollo narrativo.
[crítica publicada en alucine.es]
En Coherence no hay efectos especiales, ni complejas localizaciones. Tampoco tenemos intérpretes de renombre. Coherence, como las películas anteriormente citadas, vive del guión. De su calidad y efectividad depende el éxito del proyecto. El primer largometraje de James Ward Byrkit apuesta por el suspense, el juego psicológico y los giros narrativos. El espectador tendrá que poner todo de su parte para desentrañar las claves de la historia. Es un juego cinematográfico que nos encanta. Y por eso, presenciamos el inicio de Coherence con interés.
(...)
La cinta de Ward Byrkit tiene en vilo al espectador buena parte del metraje. El director y guionista consigue persuadir al espectador introduciendo algunos hábiles recursos como el tema del El gato de Schrödinger o que uno de los personajes parezca saber más que el resto. Pero una vez que el planteamiento de la historia ha logrado de forma certera su objetivo, comienzan los problemas narrativos.
La forma de actuar de los personajes no es verosímil. Hemos repetido esta frase mil veces, pero es uno de los grandes problemas de esta clase de cine que depende tanto del guión, especialmente de la relación entre personajes, su evolución y sus reacciones. Una vez que la cosa se pone seria en casa de estos amigos, nadie actúa con mucha lógica. Internet no es la única forma de obtener información sobre una situación extraña o peligrosa. No acabo de entender por qué no pueden salir del vecindario en un principio (por qué no lo intentan, al menos). Y una vez que se acepta (aceptación demasiado rápida) que se están enfrentando a algo a lo que nunca nadie se ha enfrentado en la historia de la humanidad, se comportan como si nada. “Voy a echar la siesta", "¿Por qué no nos enrollamos sin que nos vea tu novia?", etc. Pero no es lugar para spoilers.
Podríamos resumir los problemas de Coherence de esta forma: el responsable de la película sacrifica la verosimilitud en favor del juego y el efectismo narrativo, pero efectividad no es lo mismo que efectismo… El espectador sigue con intriga la evolución de la historia, pero ya no está fascinado porque los trucos son demasiado visibles. La trama pierde seriedad, porque los personajes, por lo general, no se compartan de forma creíble.
No obstante, en la fase final de la película, cuando uno de los personajes toma las riendas de la historia, la tensión vuelve a crecer y disfrutamos de nuevo, gracias también, a un final bastante acertado. Concluyendo, Coherence es una cinta de ciencia ficción con altibajos, pero interesante y debatible.
Lo Mejor: El planteamiento y la resolución.
Lo Peor: Muchos comportamientos no son creíbles en el contexto en el que se encuentran los personajes. Cierto efectismo en el desarrollo narrativo.
[crítica publicada en alucine.es]

6,7
3.096
6
29 de julio de 2014
29 de julio de 2014
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué las películas con un “mensaje necesario” a menudo ofrecen guiones deficientes? Parece que cuando un director o guionista prepara un proyecto con un fuerte contenido social o moral, especialmente si denuncia una situación actual, considera que el relato cinematográfico es secundario. Una película de denuncia, como cualquier otra, debe intentar satisfacer desde el punto de vista narrativo.
No vale eso de: “lo que cuento es muy importante para el género humano, es arriesgado y va contra la censura, es necesario que todo el mundo sepa lo que ocurre en X, da igual cómo lo cuente, lo importante es que llegue al espectador”. Una película es un relato de ficción, si quieres denunciar mediante un relato de ficción, no con un documental (que maneja otros recursos), no te olvides de cuidar el guión literario, es decir, el discurso, la caracterización de personajes, la coherencia entre episodios o unidades narrativas, bla bla bla.
(...)
Porque Un toque de violencia es una película necesaria, impactante, y que todo el mundo debería ver (especialmente los espectadores interesados en la situación actual de China y sus crecientes desigualdades sociales), pero, no es una buena película.
A touch of sin agrupa cuatro historias de violencia. De violencia, corrupción, desesperación, soledad y dinero. China vive una situación política y económica muy especial. Dos fantasmas recorren China… ¿Qué puede suceder si combinamos lo mejor (o lo peor) del comunismo con lo mejor (o lo peor) del capitalismo? China es la respuesta. La película de Jia Zhang Ke expone las consecuencias de esta evolución imparable de la sociedad china. Y en todo ello radica el innegable valor que tiene esta película como documento de denuncia y análisis social.
El primer protagonista hace lo que muchos han pensado hacer alguna vez. Ante la corrupción generalizada del ámbito político y de poder solo existen 3 opciones: mirar para otro lado, formar parte de ella, o coger la escopeta de caza. Ninguna es una buena opción. La corrupción genera un estado de frustración y rabia difícilmente manejable. Pero mientras haya una persona con poder sobre otra, habrá corrupción. Por mucho que haya caras (o caretas) nuevas en los partidos políticos o en cualquier organización de poder.
Por otro lado, y esto ya es una opinión muy personal, no considero que el mundo esté separado entre inocentes parias y malignos poderosos. Todos tenemos una parte de responsabilidad. ¿Qué hemos hecho, hacemos o haremos para que las cosas cambien? Y la pregunta del millón: ¿Si nosotros tuviésemos poder, resistiríamos la tentación? El ser humano tiene una enorme capacidad para rabiarse con las tropelías ejecutadas por los demás, y para justificar las propias. Sí, sí, resistiríamos la tentación, porque yo lo valgo… Digo más: Seguro que todos los espectadores de esta película empatizan con sus protagonistas, pero ninguno se ve reflejado en los personajes corruptos y poderosos. Hasta cierto punto, es un defecto de la misma: nos presenta una realidad muy polarizada, pobres y ( más o menos) buenos, ricos y muy malos. El mundo está muy polarizado económicamente, pero no tanto moralmente.
Los otros tres capítulos de Un toque de violencia siguen la línea del primero, aunque solamente el segundo logra satisfacernos a nivel narrativo, además de ofrecer un personaje más complejo. Y es que la cinta de Jia Zhang Ke llega a caer en la reiteración, incluso aburriendo en su última fase. Al final, la denuncia se come a la historia. La insistencia en el (loable) objetivo de la película, perjudica al resultado artístico.
Lo Mejor: Es una película necesaria. La segunda historia.
Lo Peor: Reiterativa y un poco forzada en algunas de las situaciones que expone. Más allá de su impactante mensaje, no funciona del todo bien como relato cinematográfico.
[crítica publicada en alucine.es]
No vale eso de: “lo que cuento es muy importante para el género humano, es arriesgado y va contra la censura, es necesario que todo el mundo sepa lo que ocurre en X, da igual cómo lo cuente, lo importante es que llegue al espectador”. Una película es un relato de ficción, si quieres denunciar mediante un relato de ficción, no con un documental (que maneja otros recursos), no te olvides de cuidar el guión literario, es decir, el discurso, la caracterización de personajes, la coherencia entre episodios o unidades narrativas, bla bla bla.
(...)
Porque Un toque de violencia es una película necesaria, impactante, y que todo el mundo debería ver (especialmente los espectadores interesados en la situación actual de China y sus crecientes desigualdades sociales), pero, no es una buena película.
A touch of sin agrupa cuatro historias de violencia. De violencia, corrupción, desesperación, soledad y dinero. China vive una situación política y económica muy especial. Dos fantasmas recorren China… ¿Qué puede suceder si combinamos lo mejor (o lo peor) del comunismo con lo mejor (o lo peor) del capitalismo? China es la respuesta. La película de Jia Zhang Ke expone las consecuencias de esta evolución imparable de la sociedad china. Y en todo ello radica el innegable valor que tiene esta película como documento de denuncia y análisis social.
El primer protagonista hace lo que muchos han pensado hacer alguna vez. Ante la corrupción generalizada del ámbito político y de poder solo existen 3 opciones: mirar para otro lado, formar parte de ella, o coger la escopeta de caza. Ninguna es una buena opción. La corrupción genera un estado de frustración y rabia difícilmente manejable. Pero mientras haya una persona con poder sobre otra, habrá corrupción. Por mucho que haya caras (o caretas) nuevas en los partidos políticos o en cualquier organización de poder.
Por otro lado, y esto ya es una opinión muy personal, no considero que el mundo esté separado entre inocentes parias y malignos poderosos. Todos tenemos una parte de responsabilidad. ¿Qué hemos hecho, hacemos o haremos para que las cosas cambien? Y la pregunta del millón: ¿Si nosotros tuviésemos poder, resistiríamos la tentación? El ser humano tiene una enorme capacidad para rabiarse con las tropelías ejecutadas por los demás, y para justificar las propias. Sí, sí, resistiríamos la tentación, porque yo lo valgo… Digo más: Seguro que todos los espectadores de esta película empatizan con sus protagonistas, pero ninguno se ve reflejado en los personajes corruptos y poderosos. Hasta cierto punto, es un defecto de la misma: nos presenta una realidad muy polarizada, pobres y ( más o menos) buenos, ricos y muy malos. El mundo está muy polarizado económicamente, pero no tanto moralmente.
Los otros tres capítulos de Un toque de violencia siguen la línea del primero, aunque solamente el segundo logra satisfacernos a nivel narrativo, además de ofrecer un personaje más complejo. Y es que la cinta de Jia Zhang Ke llega a caer en la reiteración, incluso aburriendo en su última fase. Al final, la denuncia se come a la historia. La insistencia en el (loable) objetivo de la película, perjudica al resultado artístico.
Lo Mejor: Es una película necesaria. La segunda historia.
Lo Peor: Reiterativa y un poco forzada en algunas de las situaciones que expone. Más allá de su impactante mensaje, no funciona del todo bien como relato cinematográfico.
[crítica publicada en alucine.es]
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