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Críticas ordenadas por utilidad
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4
26 de octubre de 2012
26 de octubre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al contrario de lo que rezan todas las sinopsis, no creo que “Mongol” nos hable de la vida de Gengis Khan. Supongan que ven una película a cerca de un chaval alemán, ambientada a principios del siglo XX, en que el protagonista pierde a su padre en su adolescencia y al poco contrae una afección pulmonar que le aleja un año de sus estudios. Y aquí se acaba la trama. ¿Sería una película sobre la figura de Adolf Hitler? Yo diría que no.
Lo mismo que he descrito en el párrafo anterior es aplicable a esta película de aceptable fotografía, música en el lindar de lo admisible y trama sosa, centrada básicamente en las inconexas desventuras de un mongol rupestre, simpático, obstinado y profundamente enamorado de su mongola. Por mi parte, no reconozco la figura del gran Khan por ninguna parte, si es que ese Khan llegó a significarse por unificar a todos los de sus tierras y praderas y casi mongolizar a los indios con turbante. Es decir: el film ofrece un pobre personaje protagonista en comparación de lo que hubiera podido dar de sí esta recreación.
Por lo demás, creo que la película se centra en el tema de la adhesión al jefe del clan, a las lealtades truncadas y a la fe matrimonial. El modo en que lo hace deja un poco indiferente.
El film también se acerca al tema de “la tradición”, y presenta al gran Khan como reeducador de sus amorales compatriotas. En este contexto, hay una frase del padre de Temuyín que me ha llegado. En un momento dado, el padre del prota se ve obligado a beber un cuenco de leche que le ofrecen sus enemigos, y dice: “Si un hombre tan grande como yo se salta la tradición el mundo se pondrá patas arriba”. ¡Ay, sí! ¡Los hombres grandes no pueden saltarse la tradición porque los hombres grandes no atan, sostienen! Y ese es el verdadero sentido de la tradición: sostener, no atar.
¿Estaría envenenada la leche que ofrecieron los enemigos? No os lo puedo desvelar, pero sí os anticipo que este episodio podría ser el verdadero precursor de la “mala leche” del auténtico Gengis Khan, y no del anodino hippie que aquí lo representa.
Lo mismo que he descrito en el párrafo anterior es aplicable a esta película de aceptable fotografía, música en el lindar de lo admisible y trama sosa, centrada básicamente en las inconexas desventuras de un mongol rupestre, simpático, obstinado y profundamente enamorado de su mongola. Por mi parte, no reconozco la figura del gran Khan por ninguna parte, si es que ese Khan llegó a significarse por unificar a todos los de sus tierras y praderas y casi mongolizar a los indios con turbante. Es decir: el film ofrece un pobre personaje protagonista en comparación de lo que hubiera podido dar de sí esta recreación.
Por lo demás, creo que la película se centra en el tema de la adhesión al jefe del clan, a las lealtades truncadas y a la fe matrimonial. El modo en que lo hace deja un poco indiferente.
El film también se acerca al tema de “la tradición”, y presenta al gran Khan como reeducador de sus amorales compatriotas. En este contexto, hay una frase del padre de Temuyín que me ha llegado. En un momento dado, el padre del prota se ve obligado a beber un cuenco de leche que le ofrecen sus enemigos, y dice: “Si un hombre tan grande como yo se salta la tradición el mundo se pondrá patas arriba”. ¡Ay, sí! ¡Los hombres grandes no pueden saltarse la tradición porque los hombres grandes no atan, sostienen! Y ese es el verdadero sentido de la tradición: sostener, no atar.
¿Estaría envenenada la leche que ofrecieron los enemigos? No os lo puedo desvelar, pero sí os anticipo que este episodio podría ser el verdadero precursor de la “mala leche” del auténtico Gengis Khan, y no del anodino hippie que aquí lo representa.

7,2
2.733
8
7 de mayo de 2012
7 de mayo de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El pirata era un bandolero del mar; prefería el dinero a dar motivos a la horca, secuestrar a matar (para poder cobrar un rescate), huir al sentido de la aventura. Los piratas del Mediterráneo y también los del Caribe, además, siempre tuvieron naciones aliadas respaldándoles, bien para que interceptaran las rutas comerciales de países opositores, bien para desgastar y desmoralizar al enemigo y a los habitantes de sus costas. De este modo, la piratería era una suerte de oficio nutrido de prófugos, de bereberes o negros que no estuvieron dispuestos a esperar la manumisión y, como la economía sumergida de nuestros días, siempre pudieron existir a condición de que no se pasaran de la raya. Por tanto, en los albores del siglo XX, cuando cualquier vapor que no dependiera de la imprevisibilidad de Céfiro podía darles caza, más que nunca tuvieron que mantenerse en el segmento más discreto de su oficio.
Así pues, en contra de lo que algún crítico sugiere, quizás tengamos que tener el párrafo anterior en cuenta antes de considerar a los piratas de esta película como “monjas ursulinas”.
El film retrata la fantástica aventura de unos niños, hijos de pudientes indianos, que son devueltos a Inglaterra por mor de lo muy bien que se adaptaban a la vida teniendo a la selva y sus peligros por vecinos. Durante el trayecto hacia la vieja Inglaterra, su barco será abordado por los piratas. Ellos aprovecharán entonces para colarse discretamente en las bodegas del barco asaltante durante la trifulca.
Esta película combina los aspectos más clásicos de la aventura y del género de piratas con algunos matices auténticamente desgarradores, en especial los que se relacionan con el sentido de la adaptación de los niños y su capacidad para aprender de la vida y de la muerte (el necesario y natural reverso de la moneda).
En tanto que se adaptan, los niños aprenden y, en este sentido, superan a los adultos que creen saberlo todo. No hay nada más sorprendente y ridículo a los ojos de un niño que las supersticiones de los mayores: hay niños sensibles que saben distinguirlas de la verdadera fe, aspecto que en la película también se hace patente. Quisiera añadir también que, como los gitanos y, en general todos los pueblos nómadas cuya suerte depende más “de lo que se encuentran” que de un patrón cíclico (más propio de pastores o pueblos sedentarios), piratas y marinos siempre fueron muy supersticiosos. Mentar las “serpientes” o las “bichas” ante un gitano es asistir a su trasmudación en cuanto aflora el miedo ancestral de siglos durmiendo al raso. El niño, siempre más débil que el adulto, es especialista en captar los miedos injustificados de éste para tener una herramienta más de supervivencia. En la película lo verán.
(sigo en spoiler por falta de espacio)
Así pues, en contra de lo que algún crítico sugiere, quizás tengamos que tener el párrafo anterior en cuenta antes de considerar a los piratas de esta película como “monjas ursulinas”.
El film retrata la fantástica aventura de unos niños, hijos de pudientes indianos, que son devueltos a Inglaterra por mor de lo muy bien que se adaptaban a la vida teniendo a la selva y sus peligros por vecinos. Durante el trayecto hacia la vieja Inglaterra, su barco será abordado por los piratas. Ellos aprovecharán entonces para colarse discretamente en las bodegas del barco asaltante durante la trifulca.
Esta película combina los aspectos más clásicos de la aventura y del género de piratas con algunos matices auténticamente desgarradores, en especial los que se relacionan con el sentido de la adaptación de los niños y su capacidad para aprender de la vida y de la muerte (el necesario y natural reverso de la moneda).
En tanto que se adaptan, los niños aprenden y, en este sentido, superan a los adultos que creen saberlo todo. No hay nada más sorprendente y ridículo a los ojos de un niño que las supersticiones de los mayores: hay niños sensibles que saben distinguirlas de la verdadera fe, aspecto que en la película también se hace patente. Quisiera añadir también que, como los gitanos y, en general todos los pueblos nómadas cuya suerte depende más “de lo que se encuentran” que de un patrón cíclico (más propio de pastores o pueblos sedentarios), piratas y marinos siempre fueron muy supersticiosos. Mentar las “serpientes” o las “bichas” ante un gitano es asistir a su trasmudación en cuanto aflora el miedo ancestral de siglos durmiendo al raso. El niño, siempre más débil que el adulto, es especialista en captar los miedos injustificados de éste para tener una herramienta más de supervivencia. En la película lo verán.
(sigo en spoiler por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Voy acabando ya antes de que se me empachen de tanto didactismo. No se pierdan esta gran obra con muchos más matices de los que es razonable enumerar aquí. No le pongo un nueve o un diez porque la fotografía y la iluminación son muy, pero que muy mejorables. El que lo quiera comprobar, que vea “La Fragata Infernal” (1962), obra maestra de Peter Ustinov.
Enormes Anthony Quinn y James Coburn, y también los niños intérpretes, con Deborah Baxter a la cabeza.
En fin… que todo se acaba: la piratería, la vida, la infancia y la aventura: cuando vas a morir por algo que no has hecho, deberías darte cuenta de que “el destino” está en el cada día.
Es la última lección del capitán Chávez.
Enormes Anthony Quinn y James Coburn, y también los niños intérpretes, con Deborah Baxter a la cabeza.
En fin… que todo se acaba: la piratería, la vida, la infancia y la aventura: cuando vas a morir por algo que no has hecho, deberías darte cuenta de que “el destino” está en el cada día.
Es la última lección del capitán Chávez.

7,0
16.374
9
11 de enero de 2012
11 de enero de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos de nosotros habremos visto esta película a principios de los ochenta, cuando éramos niños. Yo recuerdo lo que sentí entonces: la gravedad de haber visto algo muy serio. Aquello era… “CINE”… y trascendía con su significado la historia formal que había visto. Lo mismo podía haber sucedido con la saga de La Guerra de las Galaxias (y no digo que no pasara en gran medida…), pero George Lucas imprimía demasiada acción y apabullante magnificencia visual como para que no se acabaran diluyendo mis anhelos filosófico-infantiles. Además, mis amigos sólo hablaban de naves espaciales y de Chewaka. Hablar de La Fuerza hubiera resultado demasiado sospechoso. Y, aún hoy, lo seguiría siendo.
¿El nexo común entre ambas producciones? Frank Oz, por supuesto, codirector de Cristal Oscuro, padre de muchos Teleñecos y, sobre todo, hacedor de Yoda, el maestro Jedi. Oz dio a éste último su voz, movimiento e incluso sus propias expresiones faciales a la hora de diseñarlo. Grande tu eres, Oz Frank.
Así pues, Cristal Oscuro nace de manos de unos titiriteros de primerísima línea. Eso significa, entre otras cosas, que la criaturita más nimia de las muchas que salen en este film se come con patatas a Bob Esponja. ¡Qué no harán, pues, las protagonistas!
Porque, en efecto, esta es una película de marionetas. Decir “cine de animación” me resulta demasiado pedante, demasiado extraño, al menos en este caso: el cine es mucho más reciente que el arte de dar vida a un muñeco. Aunque sí… entiendo que no deja de ser una película y, como tal, su planteamiento, su montaje, la banda sonora y su factura en general, aunque muy de la época, no defraudan en absoluto. Es más, de nuevo veo estridente y pasadísima de rosca la selva tutti-frutti que hizo James Cameron para Avatar en comparación de los deliciosos parajes, llenos de sensibilidad y fantasía que recrea esta película.
No hace falta decir mucho más. Si nunca la has visto, DEBES verla. Si la viste de pequeño… venga… ¡ánimo, que ahora no te cagarás de miedo!
¿El nexo común entre ambas producciones? Frank Oz, por supuesto, codirector de Cristal Oscuro, padre de muchos Teleñecos y, sobre todo, hacedor de Yoda, el maestro Jedi. Oz dio a éste último su voz, movimiento e incluso sus propias expresiones faciales a la hora de diseñarlo. Grande tu eres, Oz Frank.
Así pues, Cristal Oscuro nace de manos de unos titiriteros de primerísima línea. Eso significa, entre otras cosas, que la criaturita más nimia de las muchas que salen en este film se come con patatas a Bob Esponja. ¡Qué no harán, pues, las protagonistas!
Porque, en efecto, esta es una película de marionetas. Decir “cine de animación” me resulta demasiado pedante, demasiado extraño, al menos en este caso: el cine es mucho más reciente que el arte de dar vida a un muñeco. Aunque sí… entiendo que no deja de ser una película y, como tal, su planteamiento, su montaje, la banda sonora y su factura en general, aunque muy de la época, no defraudan en absoluto. Es más, de nuevo veo estridente y pasadísima de rosca la selva tutti-frutti que hizo James Cameron para Avatar en comparación de los deliciosos parajes, llenos de sensibilidad y fantasía que recrea esta película.
No hace falta decir mucho más. Si nunca la has visto, DEBES verla. Si la viste de pequeño… venga… ¡ánimo, que ahora no te cagarás de miedo!
5
17 de marzo de 2011
17 de marzo de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde luego, es todo un reto plantearse rodar una película con un único protagonista y escenario: el reducido espacio de un ataúd. Aunque, maticemos… Se trata de un ataúd XXL, la hamburguesa americana de los ataúdes. Es como un Dodge Barreiros a mi Seat Marbella. Es, en definitiva, -y por usar una expresión de reminiscencias iraquíes- la madre de todos los ataúdes.
Y lo del único protagonista, de hecho, también es matizable: el otro es el mismo teléfono, del que, a mi juicio, se hace uso y abuso.
¿Mi opinión en general? Que la peli es distraída pero no da con el tono en ningún momento. Llámenme clásico, pero las historias las ha de protagonizar quién merece protagonizarlas, esto es, héroes o villanos. Y si me pones a alguien “normal”, que sólo lo sea en apariencia.
Los diálogos más dramáticos, están ya muy vistos y no cuajan. La parte de denuncia es demasiado insustancial. La secuencia “Indiana Jones” (con el ofidio) desentona con lo precedente y lo que sigue. Y la parte relativa al “ingenio” es casi imperceptible. En este sentido, hubiera preferido una chorrada increíble en plan McGyver… no sé… que el protagonista se hiciera una pala endureciendo los calzoncillos con el litio de la batería del móvil. ¡Hombre de Dios, si es un recurso que conocen hasta los niños de párvulos!
En fin, me pongo serio: más allá de la tontería que acabo de decir, me hubiera encantado una película profunda (y nunca mejor dicho) en torno a la serena aceptación de la muerte y/o la piedad del secuestrador. Claro que, igual estoy pidiendo teatro. Y esto es cine. Cine comercial.
Y lo del único protagonista, de hecho, también es matizable: el otro es el mismo teléfono, del que, a mi juicio, se hace uso y abuso.
¿Mi opinión en general? Que la peli es distraída pero no da con el tono en ningún momento. Llámenme clásico, pero las historias las ha de protagonizar quién merece protagonizarlas, esto es, héroes o villanos. Y si me pones a alguien “normal”, que sólo lo sea en apariencia.
Los diálogos más dramáticos, están ya muy vistos y no cuajan. La parte de denuncia es demasiado insustancial. La secuencia “Indiana Jones” (con el ofidio) desentona con lo precedente y lo que sigue. Y la parte relativa al “ingenio” es casi imperceptible. En este sentido, hubiera preferido una chorrada increíble en plan McGyver… no sé… que el protagonista se hiciera una pala endureciendo los calzoncillos con el litio de la batería del móvil. ¡Hombre de Dios, si es un recurso que conocen hasta los niños de párvulos!
En fin, me pongo serio: más allá de la tontería que acabo de decir, me hubiera encantado una película profunda (y nunca mejor dicho) en torno a la serena aceptación de la muerte y/o la piedad del secuestrador. Claro que, igual estoy pidiendo teatro. Y esto es cine. Cine comercial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Acabo. Además, me joroban mucho las películas con dos finales, uno imaginado o soñado y el de "verdad". Hay que tener dos cojones para elegir uno y punto, que el truquito de "es que era soñando" a mi no me vale. En el film "28 días después", por poner un ejemplo, hacen lo mismo, y ya me tocó las narices.

6,7
20.529
6
18 de enero de 2011
18 de enero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es genial, pero funciona. No se entiende del todo, pero es coherente. No se impone la obligación de gustar, pero sí la de ser fiel a los modos de un director. No es un experimento al cien por cien, pero está muy alejada de “lo común”.
No es genial, pero si quieres ir configurando tu visión de lo que es (y puede ser) el CINE, la has de ver.
Por lo demás: una atmósfera muy bien creada, un aire post industrial un poco a lo “1984”, un feto de perro tomado por un bebé, dos o tres momentos graciosos (especialmente cuando el feto se ríe del protagonista), unas interpretaciones acertadas, y un aire general de que el film podría haber sido rodado en cualquier época.
Diré también que da la sensación de que le director Lynch se venga en exceso de sus fantasmas personales, algo poco sorprendente en muchas operas primas. Incluso puede que esa sea la esencia del Surrealismo, algo muy aceptable pero que, a mi juicio, resta interés a cualquier obra.
No es genial, pero si quieres ir configurando tu visión de lo que es (y puede ser) el CINE, la has de ver.
Por lo demás: una atmósfera muy bien creada, un aire post industrial un poco a lo “1984”, un feto de perro tomado por un bebé, dos o tres momentos graciosos (especialmente cuando el feto se ríe del protagonista), unas interpretaciones acertadas, y un aire general de que el film podría haber sido rodado en cualquier época.
Diré también que da la sensación de que le director Lynch se venga en exceso de sus fantasmas personales, algo poco sorprendente en muchas operas primas. Incluso puede que esa sea la esencia del Surrealismo, algo muy aceptable pero que, a mi juicio, resta interés a cualquier obra.
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