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Críticas 93
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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31 de mayo de 2009 4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene que ver más con el bosque sueco del principio. La vista de pinos y coníferas varias, no sé su nombre exacto, principio de tundra, pero muy fértil.
En cierto modo como el lenguaje, que podría decirse que es profuso en matices y sentimientos, ¿no? Obviamente.
También es evidente que no existe ni un segundo de poesía. Quiero decir desde fuera.
No sé si me explico.
Yo no sé si es que los suecos son así, si es que Bergman es así, o si es que el Beethoven que atruena al supuestamente demolido viejo Johan contiene algún gravoso o solemne mensaje.
Es muy sospechoso que si fuera danesa pueda decirse Kierkeegard, si fuera del centro de Europa o por ahí existencialista o tal, que si Brecht campa a sus desnudas anchas, que si lenguaje, que si tal, que si Bach y Brahms alemana, y Dios y la madre que lo alumbró.
(¿De dónde surge la firmeza del viejo?
Di 33 y luego vida y mueve los brazos, deprisa o despacio, más o menos aspavientos.)
Bueno, la música, la zarabanda es mensaje, lenguaje y medio universal, ¿no es eso?
Sí, eso debe ser.
Porque si no no es posible que la Ulmann sea tan frígida, el Johan tan lamentablemente lastimoso cuando se despoja de la bata y de sus hojas, o el tal Henrik se rebane el cuello o lo que sea, bese a la rubia jovencita…
¿Y Anna? ¿Qué es eso del amor de Anna?
Pero, a ver, ¿de veras el mundo de dos implica al de varios, hay sutilezas, se definen las cosas, se comprenden las cosas, se confunden al mismo tiempo y la mujer se queda afligida frente a las fotografías?
Intachablemente neutro, irreprochablemente lúcido y otoñal pero no, inexorablemente revelador y bla.
La muchacha se va a tocar el chelo por ahí, y los dos más ancianos se dicen cosas y luego nada.
Supongo que un epílogo, aunque insuficiente en ocasiones, debe ser lo anterior, los intersticios, y una suerte de propósito final, una intención subyacente pero que más o menos se abra paso.
Porque si aun enseñando no muestras nada te dirán que eres un mastuerzo, un gélido, un sueco, o lo que sea.
Por otra parte también puedes hacerte músico y/o director de orquesta.
Como ya se anticipaba, eso sí que debe ser un lenguaje de matices, sí. Y seguro que aun equívoco, finalmente logra despuntar una serie o un conglomerado de sentimientos.
(Pero no te atrevas con las palabras y los rostros, eh).

La música.
Es lo que tiene.
20 de febrero de 2011 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi mujer ha construido algo bello.
No es mi mujer, pero lo será.
La llevo viendo allí como una aparición desde cuándo, ¿toda mi vida?, ¿diez segundos?
Es buena en asuntos de jardinería. Que requieren cierta ruda habilidad a veces, al transplantar tallos, brotes, abrir la tierra y sembrarla; y otras pero casi siempre su natural delicadeza para que se perpetúen las flores.
El barro de mis botas. Los cambios, y el polvo. Y eso me recuerda que hace mucho que no…
Aunque todo sea prosaico, y no tenga música a la que bailar desacompasado, daré tres vueltas por la tierra, juntaré varios maderos, antes de volver, allí donde sucede la paradoja de las raíces que construyen cosas.
(Raíz, raíz, pradera. Vacas).
Es de cariz y raíz fundamental que suceda la siguiente cosa:

No lo voy a negar, no soy un simple ranchero. Estoy temporalmente cojo porque me impactó una bala, y antes de que termine de subir en el primer piso todos saben ya que estoy subiendo, y al final de la escalera uno nunca sabe lo que le espera si les coges prevenidos.
Lo que es realmente importante es que, al margen de las tierras de labranza, el ejercicio de la medicina, la investigación sesuda que justifique un cuerpo en la Tierra y un techo sobre la cabeza etc. Lo que es fundamental es que cuando mi futura mujer haga bajo el arco crecer las flores, rosas, azucenas, celosía, azalea, cactus, no lo sé, no me sé los nombres. Ella me deje arrancar una. De su jardín. Sí señores.
Para que cuando se la entregue y aunque esté manchada sepa que es suya.
11 de agosto de 2010 3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco a poco Aki Kaurismäki, fiel y eficaz embajador de su país -aunque, como obrero bolchevique, se supone que "no posee madre patria"-, ha ido extendiendo su propaganda; pero esto no debe confundirse con deleznable proselitismo de ninguna clase.
Merced a un continuado trabajo y a una intensiva dedicación a la realización de películas -con especial incidencia en el pulimiento de elaborados guiones-, ha logrado, desde la primera barrera inevitable que es un estado-nación como, en este caso Finlandia, abrirse paso gracias al arte cinematográfico -el cual, en su estado ideal, se supone quizá no poseedor de fronteras-, y alcanzar todos los rincones.
Esto es una cosa buena a la hora de, por ejemplo, rodar en otras ciudades que no sean Helsinki.
Por ejemplo, en "La vida de Bohemia" los personajes eran finlandeses, en tanto que amantes del siglo XX y odiadores del XXI, amantes del desorden existencial -de la existencia-, y de la Verdad Suprema que nace de la periferia; respetadores de la ausencia de lágrima -que se ve sustituida por la risa amarga, o risa Verdadera Suprema-; y con una marcada filiación suicido-absurda de la que Finlandia es embajadora reconocida debido quizá a sus prolongados inviernos y a su, en consecuencia, escasez de luces parpadeantes y/o chiringuitos.
Antes de que pierda el hilo, lo que quería decir es que lo de la extensión del mensaje de Kaurismäki, con esos guiños cinéfilos y esos gags tan potentes a la par que clásicos en concreto en esta película/documental finlandés -la vieja escuela de la comedia documental, podría llamarse-, con ese éxito de, digamos, la propagación de su perspectiva vital, Kaurismäki -Aki-, ha tenido la oportunidad de rodar en Londres.
Una ciudad que ya es completamente finlandesa -¿o se dice finesa?-.
Aunque sus habitantes sean ingleses de pub, franchutes o violeteras punk que venden rosas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Miro listas y directores por ahí, etc., pero si alguien conoce a otro resistente/lenitivo como A. Kaurismäki que me lo diga, por favor, pues soy algo bisoño en esto.
Antes de que tiren abajo el Honolulu Bar o se ejecute algún otro símbolo que indique Decadencia.
Y eso no, señor, eso sí que no.

(Por cierto, un apunte personal, en contraste con la anterior riada de objetividad: habría que estudiar el influjo de ciertos personajes icónicos en la carrera/perfil de ciertos actores, ¿no? Quiero decir: Jean-Pierre Léaud siempre será un huidor-perdedor y todo eso, ¿no?
Creo que lo de Kaurismäki es abundar en el cliché y no ver más allá, hombre. Muy mal hecho.
Es como lo que le pasaba a Bela Lugosi, que se creía y lo creían eterno protagonista de la saga Crepúsculo.
En mi opinión hubiera estado bien que J-P. Léaud hubiese sido un vampiro deprimido.
Quizá un remake americano...)
18 de febrero de 2009
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disparaba a la barriga y a la frente rubicunda de mi padre.
Y me alimentaba de la opulencia voluptuosa de los senos de mamá.
La luz me vio nacer.
La audaz melancolía, morir.
Pero descansaré por siempre en el valle de los avasallados.

(El peor miedo es el miedo blanco: dejas de amar, porque te aterra amar demasiado.)

Gloria al sueño en las alturas,
y a los senos de Bianca -algún día vendrás, y me dejarás morderlos-,
adiós.
Mr. Dough and the Egg Princess (C)
CortometrajeAnimación
Japón2010
7,3
1.104
Animación
8
11 de noviembre de 2012
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cuadro de Brueghel, en el que se inspira el maestro Miyazaki. Maestro, porque es japonés, bueno sí. Y por los cuadros holandeses del XVII y alrededores, realizados por "maestros", en una de esas eras donde la eclosión civilizadora alcanzó un punto armonioso y cruelmente hasta hermoso, en el norte, Holanda. Es ese momento. Cuando la cosecha. Cuando la naturaleza, el trigo y el horno artificial (pero es solo una mejora de algo instintivo) parecen coexistir en una tensión vivificante y necesaria. El Museo Ghibli, en Tokyo, la ciudad más ciudad del mundo. Con películas que suceden en aldeas. Como si rastrearan algo, un equilibrio. Esa cosecha. La comida. El estómago. Lo sublime. Lo maestro.
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