You must be a loged user to know your affinity with Juankiblog
Críticas ordenadas por utilidad
Movie added to list
Movie removed from list
An error occurred
7
30 de septiembre de 2017
30 de septiembre de 2017
Sé el primero en valorar esta crítica
Resultan innumerables las ocasiones en las que las altas expectativas han jugado en contra de una película. Ya sea por culpa de unos tráilers muy golosos o por unas primeras impresiones exageradamente positivas. No es el caso, desde luego, de Rey Arturo: La leyenda de Excálibur. La última película de Guy Ritchie ha sido vapuleada a muerte por los críticos de todos los países donde se ha estrenado hasta la fecha. Y la hostia en taquilla que se ha pegado ha sido, permitidme el chistecito, legendaria. Todavía me cuesta creer que Disney haya fichado a su director para encargarse de nada más y nada menos que del remake en acción real de Aladdin. Pero es que Guy Ritchie es una figura peculiar.
Su trayectoria como director ya es más bien curiosa. Debutó con la brillante y divertidísima Lock & Stock, para luego coronarse y petarlo por completo con Snatch, cerdos y diamantes, que en el fondo no dejaba de ser un remake encubierto con más dinero y caras conocidas de su primera obra. Algunos se referían a él como el Tarantino británico. No exentos de razón. Y lo que ocurrió después, como dirían los sensacionalistas titulares de las pseudonoticias de Facebook, le sorprenderá.
Movidas chunguísimas con Madonna, jodiendas infumables con Jason Statham… Barridos por la Marea y Revolver por separado ya habrían sido suficientes para liquidar fulminantemente la carrera de cualquier director. Pero Guy Ritchie está hecho de otra pasta. Inexplicablemente resurgió, cual ave fénix, gracias a la entretenida RocknRolla y a sus dos entregas del Sherlock Holmes de Robert Downey Jr. Hasta ahí todo bien. Algo más fría fue la recepción de Operación U.N.C.L.E., pero eso no le impidió dirigir una nueva versión cinematográfica de la leyenda del Rey Arturo. ¿Que por qué? Bueno, ¿y por qué no?
Si os estáis preguntando si Rey Arturo: La leyenda de Excálibur es tan jodida como la venden, la respuesta por mi parte es un rotundo no. No empieza bien, todo hay que decirlo. La introducción resulta francamente soporífera, y eso que durará poco más de cinco minutos. Parte de la culpa la tiene un Eric Bana a quien, ahora sí, propongo seriamente la opción de ponerle una orden de alejamiento que le impida aproximarse a más de 600 metros de una cámara de cine. El mundo será un lugar mejor. De verdad que sí. A un nivel más superficial, los créditos iniciales tampoco ayudan. Son los más feos que me he echado a la cara en años y parecen recién salidos de una peli de superhéroes del 2003. La banda sonora sí que anima un poco el cotarro, sorprendentemente sandunguera y que recuerda a la utilizada en las dos entregas de Sherlock Holmes.
Me atrevería a decir que los críticos han odiado esta película por ser tan abiertamente millennial. Quien busque clasicismo puede irse por donde ha venido. Este Rey Arturo: La leyenda de Excálibur es palomitero a más no poder y está dirigido a la chavalería de ahora. Y sí, eso implica apabullar constantemente al espectador con escenas de acción y caramelos visuales de diversa índole (aunque mala idea ha sido por parte de la distribuidora estrenarla en España después del último capítulo de Juego de Tronos), pero eso no me parece algo necesariamente malo si se hace bien. Y aunque no llegue al nivel de las mejores de Marvel Studios, desde luego se caga y se mea encima de cualquier entrega de Transformers.
El reparto plagado de caras conocidas de la pequeña pantalla no desluce en ningún momento. Charlie Hunnam está sorprendentemente bien como un Arturo cani y chulesco. Su séquito de fieles seguidores macarras no le va muy a la zaga. Pero quien se adueña de la pantalla es Jude Law, que parece estar en su fiesta de cumpleaños. No me cabe ninguna duda de que se lo pasó como un enano rodando esta película, aunque su papel no deje de ser una extensión ligeramente más malévola del interpretado en The Young Pope.
A título personal, uno desearía que Guy Ritchie estuviera más desatado. Se le ve mucho más comedido de lo normal, quizá por presiones del estudio para no espantar a potenciales espectadores. Pero yo creo que esto pedía a gritos un tratamiento mucho más cani, mucho más petardo, sin concesiones. Tendrían que habérsela jugado directamente y apostar por un Snatch en la Edad Media. Vivir para soñar. Y sí, hay ramalazos y pinceladas de este concepto durante toda la película —es inevitable que los tics de Ritchie salgan a relucir tarde o temprano—, pero si se hubiera tomado un poco menos en serio a sí misma sería mucho más disfrutable. En su defensa, hay un cameo de David Beckham para compensar.
Rey Arturo: La leyenda de Excálibur no intenta engañar a nadie. Es un entretenimiento palomitero que nace con la única pretensión de divertir. Es entretenida, divertida, macarra, carismática, con personalidad y particularmente violenta para ser PG-13. Que sí, que como película es más bien justita, tirando a deficiente. Que sí, que en el clímax final se les va de las manos el CGI y parece que estemos viendo un gameplay de Playstation 3. Pero he visto peores zurullos que se han llevado menos hostias. Seamos coherentes, por el amor de Dior.
Crítica original en: http://www.cineenserio.com/rey-arturo-la-leyenda-de-excalibur/
Su trayectoria como director ya es más bien curiosa. Debutó con la brillante y divertidísima Lock & Stock, para luego coronarse y petarlo por completo con Snatch, cerdos y diamantes, que en el fondo no dejaba de ser un remake encubierto con más dinero y caras conocidas de su primera obra. Algunos se referían a él como el Tarantino británico. No exentos de razón. Y lo que ocurrió después, como dirían los sensacionalistas titulares de las pseudonoticias de Facebook, le sorprenderá.
Movidas chunguísimas con Madonna, jodiendas infumables con Jason Statham… Barridos por la Marea y Revolver por separado ya habrían sido suficientes para liquidar fulminantemente la carrera de cualquier director. Pero Guy Ritchie está hecho de otra pasta. Inexplicablemente resurgió, cual ave fénix, gracias a la entretenida RocknRolla y a sus dos entregas del Sherlock Holmes de Robert Downey Jr. Hasta ahí todo bien. Algo más fría fue la recepción de Operación U.N.C.L.E., pero eso no le impidió dirigir una nueva versión cinematográfica de la leyenda del Rey Arturo. ¿Que por qué? Bueno, ¿y por qué no?
Si os estáis preguntando si Rey Arturo: La leyenda de Excálibur es tan jodida como la venden, la respuesta por mi parte es un rotundo no. No empieza bien, todo hay que decirlo. La introducción resulta francamente soporífera, y eso que durará poco más de cinco minutos. Parte de la culpa la tiene un Eric Bana a quien, ahora sí, propongo seriamente la opción de ponerle una orden de alejamiento que le impida aproximarse a más de 600 metros de una cámara de cine. El mundo será un lugar mejor. De verdad que sí. A un nivel más superficial, los créditos iniciales tampoco ayudan. Son los más feos que me he echado a la cara en años y parecen recién salidos de una peli de superhéroes del 2003. La banda sonora sí que anima un poco el cotarro, sorprendentemente sandunguera y que recuerda a la utilizada en las dos entregas de Sherlock Holmes.
Me atrevería a decir que los críticos han odiado esta película por ser tan abiertamente millennial. Quien busque clasicismo puede irse por donde ha venido. Este Rey Arturo: La leyenda de Excálibur es palomitero a más no poder y está dirigido a la chavalería de ahora. Y sí, eso implica apabullar constantemente al espectador con escenas de acción y caramelos visuales de diversa índole (aunque mala idea ha sido por parte de la distribuidora estrenarla en España después del último capítulo de Juego de Tronos), pero eso no me parece algo necesariamente malo si se hace bien. Y aunque no llegue al nivel de las mejores de Marvel Studios, desde luego se caga y se mea encima de cualquier entrega de Transformers.
El reparto plagado de caras conocidas de la pequeña pantalla no desluce en ningún momento. Charlie Hunnam está sorprendentemente bien como un Arturo cani y chulesco. Su séquito de fieles seguidores macarras no le va muy a la zaga. Pero quien se adueña de la pantalla es Jude Law, que parece estar en su fiesta de cumpleaños. No me cabe ninguna duda de que se lo pasó como un enano rodando esta película, aunque su papel no deje de ser una extensión ligeramente más malévola del interpretado en The Young Pope.
A título personal, uno desearía que Guy Ritchie estuviera más desatado. Se le ve mucho más comedido de lo normal, quizá por presiones del estudio para no espantar a potenciales espectadores. Pero yo creo que esto pedía a gritos un tratamiento mucho más cani, mucho más petardo, sin concesiones. Tendrían que habérsela jugado directamente y apostar por un Snatch en la Edad Media. Vivir para soñar. Y sí, hay ramalazos y pinceladas de este concepto durante toda la película —es inevitable que los tics de Ritchie salgan a relucir tarde o temprano—, pero si se hubiera tomado un poco menos en serio a sí misma sería mucho más disfrutable. En su defensa, hay un cameo de David Beckham para compensar.
Rey Arturo: La leyenda de Excálibur no intenta engañar a nadie. Es un entretenimiento palomitero que nace con la única pretensión de divertir. Es entretenida, divertida, macarra, carismática, con personalidad y particularmente violenta para ser PG-13. Que sí, que como película es más bien justita, tirando a deficiente. Que sí, que en el clímax final se les va de las manos el CGI y parece que estemos viendo un gameplay de Playstation 3. Pero he visto peores zurullos que se han llevado menos hostias. Seamos coherentes, por el amor de Dior.
Crítica original en: http://www.cineenserio.com/rey-arturo-la-leyenda-de-excalibur/
15 de noviembre de 2017
15 de noviembre de 2017
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo bueno tiene Downrange es que no tarda demasiado en entrar en materia. Si algo malo tiene Downrange es que luego tampoco tarda mucho en aburrir al personal. El film desaprovecha su inicio trepidante para convertirse poco después en una experiencia soporífera y carente de cualquier tipo de tensión.
No hay cliché que odie más de la crítica cinematográfica que la manida frase de «esta idea daba, como mucho, para un corto y poco más», porque normalmente suele ser una mentira como una catedral. No son pocos los largometrajes que, sobre el papel, pueden parecer ideas pésimas para sostener hora y media que al final nos han dejado con el culo torcido. Obras como Saw, Buried o 127 horas consiguen que premisas a priori muy limitadas nos mantengan en vilo y entretenidos como si se tratase del blockbuster más palomitero producido por Michael Bay.
Downrange intenta jugar en esta misma liga, sirviéndose de una sola localización para sembrar el caos sobre sus personajes. Y la idea —un francotirador muy chungo cepillándose a tiros a un grupo de jovenzuelos atrapados en medio de una carretera semi-desierta— no es mala, pero por desgracia el desarrollo deja mucho que desear.
Lo que sí puedo decir es que esto no es culpa de su director. Ryûhei Kitamura se deja, sin lugar a dudas, los huevos detrás de las cámaras. Las pocas set-pieces que tiene el film resultan verdaderamente espectaculares y están repletas de imágenes icónicas. Nos encontramos ante un ejercicio de estilo de lo más resultón que destaca por abrazar sin complejos un repulsivo gore asiático que parece diseñado para asquear al espectador con el estómago más sensible.
Entiendo entonces que el responsable de los males de la cinta es el guionista Joey O’Bryan, incapaz de escribir unos personajes lo suficientemente interesantes como para mantener el interés durante las escenas más pausadas en las que no corra la sangre a borbotones. Hay que decir que los intérpretes tampoco parecen muy entregados a la causa. No es que trabajen aquí con el mejor material posible, pero echarle un poquito de ganas al asunto no habría venido mal.
Lo que más rabia me da es tener la certeza de que, si el ritmo fuera más consistente, Downrange podría ser tranquilamente una película de culto de esas imprescindibles en cualquier maratón de cine jodido. Cuando pasan cosas, son dignas de aplauso y dejan al espectador ojiplático. Lo malo es que no suelen pasar muchas cosas. El contraste entre molonidad y tedio es demasiado acusado. Y cuando hay más de lo segundo que de lo primero, uno se pregunta si quizá habría salido más a cuenta pasar de ver la película y buscar directamente sus mejores escenas en clips de Youtube.
Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-2017-downrange/
No hay cliché que odie más de la crítica cinematográfica que la manida frase de «esta idea daba, como mucho, para un corto y poco más», porque normalmente suele ser una mentira como una catedral. No son pocos los largometrajes que, sobre el papel, pueden parecer ideas pésimas para sostener hora y media que al final nos han dejado con el culo torcido. Obras como Saw, Buried o 127 horas consiguen que premisas a priori muy limitadas nos mantengan en vilo y entretenidos como si se tratase del blockbuster más palomitero producido por Michael Bay.
Downrange intenta jugar en esta misma liga, sirviéndose de una sola localización para sembrar el caos sobre sus personajes. Y la idea —un francotirador muy chungo cepillándose a tiros a un grupo de jovenzuelos atrapados en medio de una carretera semi-desierta— no es mala, pero por desgracia el desarrollo deja mucho que desear.
Lo que sí puedo decir es que esto no es culpa de su director. Ryûhei Kitamura se deja, sin lugar a dudas, los huevos detrás de las cámaras. Las pocas set-pieces que tiene el film resultan verdaderamente espectaculares y están repletas de imágenes icónicas. Nos encontramos ante un ejercicio de estilo de lo más resultón que destaca por abrazar sin complejos un repulsivo gore asiático que parece diseñado para asquear al espectador con el estómago más sensible.
Entiendo entonces que el responsable de los males de la cinta es el guionista Joey O’Bryan, incapaz de escribir unos personajes lo suficientemente interesantes como para mantener el interés durante las escenas más pausadas en las que no corra la sangre a borbotones. Hay que decir que los intérpretes tampoco parecen muy entregados a la causa. No es que trabajen aquí con el mejor material posible, pero echarle un poquito de ganas al asunto no habría venido mal.
Lo que más rabia me da es tener la certeza de que, si el ritmo fuera más consistente, Downrange podría ser tranquilamente una película de culto de esas imprescindibles en cualquier maratón de cine jodido. Cuando pasan cosas, son dignas de aplauso y dejan al espectador ojiplático. Lo malo es que no suelen pasar muchas cosas. El contraste entre molonidad y tedio es demasiado acusado. Y cuando hay más de lo segundo que de lo primero, uno se pregunta si quizá habría salido más a cuenta pasar de ver la película y buscar directamente sus mejores escenas en clips de Youtube.
Crítica original en: http://www.cineenserio.com/terror-molins-2017-downrange/
6
12 de octubre de 2017
12 de octubre de 2017
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si bien la idea de ir a ver la precuela de un spin-off bastante chusquero de Expediente Warren no me resultaba demasiado apetecible de primeras, intenté enfrentarme a Annabelle Creation sin ningún tipo de prejuicio y disfrutarla por lo que es: un subproducto para ganar dinero a espuertas sin demasiado esfuerzo. Pese a todo, tengo que confesar que funciona mejor como película de terror que la última adaptación de It. Al menos durante sus dos primeros tercios. Luego ya tal.
Con un guión de base más blando que la mierda de pavo, el director David F. Sandberg afronta la tarea con oficio. Aunque no se pueda rascar de donde no hay, Sandberg lo intenta. Está claro que no es un James Wan tras las cámaras, pero al menos se le ve una mejoría desde los cortos que rodó hace tiempo con su señora. Quizá su mayor cualidad no sea la de rematar las escenas de tensión, pero sí que sabe construirlas como es debido y tomarse su tiempo antes de desvariar en el ya obligado tren de la bruja de efectos por ordenador.
Lo que no acabo de entender muy bien es la decisión de no centrar las escenas de terror en la propia Annabelle, el elemento estrella, esa muñeca viejoven que da mal rollo sólo de verla y que roba cualquier instante en el que aparezca en pantalla. Sin ánimo de destripar más de la cuenta, pero en cuanto se desvía la atención hacia otros elementos la cosa empieza a provocar más sopor que tensión.
Y es que otro de sus problemas es que dura más de lo que debería. Algo a lo que no ayuda que también sea más previsible que una película porno. Por mucho que los actores intenten hacerlo bien, están desaprovechados en unos personajes planos, olvidables y de quienes sabemos cuáles van a ser sus arcos a los cinco minutos de metraje. Sólo las obligadas conexiones con su universo cinematográfico harán esbozar una pequeña sonrisa a los fans, pero aun así están metidas con calzador y en el peor momento posible.
Los adolescentes se lo pasarán en grande dando por culo en la sala de cine, riéndose en voz alta, haciendo comentarios pretendidamente irónicos mientras fingen con cierto nerviosismo delante de sus amigos no sentir ni un ápice de terror ante Annabelle Creation. Los amantes del cine de terror no descubrirán aquí nada nuevo, aunque tampoco se encontrarán con el zurullo que podría haber sido, los seguidores de Expediente Warren echarán de menos a James Wan y los críticos se alegrarán de que no sea tan chunga como la primera parte.
En cierto modo, Annabelle Creation no deja de ser La Lego Ninjago Película de su franquicia. Pero al menos está hecha con algo más de cariño. En peores plazas hemos toreado.
Crítica original: http://www.cineenserio.com/annabelle-creation/
Con un guión de base más blando que la mierda de pavo, el director David F. Sandberg afronta la tarea con oficio. Aunque no se pueda rascar de donde no hay, Sandberg lo intenta. Está claro que no es un James Wan tras las cámaras, pero al menos se le ve una mejoría desde los cortos que rodó hace tiempo con su señora. Quizá su mayor cualidad no sea la de rematar las escenas de tensión, pero sí que sabe construirlas como es debido y tomarse su tiempo antes de desvariar en el ya obligado tren de la bruja de efectos por ordenador.
Lo que no acabo de entender muy bien es la decisión de no centrar las escenas de terror en la propia Annabelle, el elemento estrella, esa muñeca viejoven que da mal rollo sólo de verla y que roba cualquier instante en el que aparezca en pantalla. Sin ánimo de destripar más de la cuenta, pero en cuanto se desvía la atención hacia otros elementos la cosa empieza a provocar más sopor que tensión.
Y es que otro de sus problemas es que dura más de lo que debería. Algo a lo que no ayuda que también sea más previsible que una película porno. Por mucho que los actores intenten hacerlo bien, están desaprovechados en unos personajes planos, olvidables y de quienes sabemos cuáles van a ser sus arcos a los cinco minutos de metraje. Sólo las obligadas conexiones con su universo cinematográfico harán esbozar una pequeña sonrisa a los fans, pero aun así están metidas con calzador y en el peor momento posible.
Los adolescentes se lo pasarán en grande dando por culo en la sala de cine, riéndose en voz alta, haciendo comentarios pretendidamente irónicos mientras fingen con cierto nerviosismo delante de sus amigos no sentir ni un ápice de terror ante Annabelle Creation. Los amantes del cine de terror no descubrirán aquí nada nuevo, aunque tampoco se encontrarán con el zurullo que podría haber sido, los seguidores de Expediente Warren echarán de menos a James Wan y los críticos se alegrarán de que no sea tan chunga como la primera parte.
En cierto modo, Annabelle Creation no deja de ser La Lego Ninjago Película de su franquicia. Pero al menos está hecha con algo más de cariño. En peores plazas hemos toreado.
Crítica original: http://www.cineenserio.com/annabelle-creation/
23 de marzo de 2018
23 de marzo de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué chunga fue la vida de John Paul Getty III.
El pobre diablo no tuvo suficiente con ser secuestrado, mutilado y verse despreciado por su familia, sino que además terminó convirtiéndose en un clon de El Dioni durante sus últimos años de vida. Ésta habría sido la oportunidad perfecta de homenajearle tomándose alguna licencia creativa y que la película terminase con él librándose de sus captores robando un furgón. Pero eso habría sido para soñar.
Lo que tenemos, en cambio, es una cinta eficiente y entretenida pero que parece dirigida con el piloto automático y que tiene un guión sorprendentemente plano cuyas licencias creativas sólo han sido aprovechadas para plagarlo de clichés y personajes unidimensionales sólo salvados por el buen hacer de sus protagonistas. Michelle Williams nos ofrece una interpretación espléndida, pero Kevin Sp… digo… Christopher Plummer parece haber nacido para el papel.
Chascarrilos aparte, no pude sentir más que alivio ante la decisión de sustituir a Kevin Spacey en Todo el dinero del mundo. Ya no sólo por la polémica que habría supuesto mantenerlo, ni siquiera quiero entrar en si me parece un acto motivado por la ética o tan solo una maniobra financiera para evitar un suicidio comercial. No. Todo eso me da (relativamente) igual. Lo importante es que nos hemos librado de un nauseabundo maquillaje propio de La Hora Chanante y que ya en su día consiguió horrorizarme en sus primeros tráilers.
Aunque no deja de hacerme profundamente feliz el hecho de que se hayan gastado un dinero en maquillar a un señor de mediana edad para que pareciera un yayo y que después tuvieran que gastarse aún más dinero en contratar a un yayo de verdad para que volviera a rodar sus escenas. Lo que perdemos en maquillaje cutrongo lo ganamos en cromas mal disimulados, pero creo que sale a cuenta. No entiendo, eso sí, por qué no han aprovechado para borrar también a Mark Wahlberg. Asumo que irían mal de tiempo, pero ya que estaban habría sido un detalle. No, el truco de ponerle gafas para que parezca más listo no funciona.
Pero, curiosamente, Todo el dinero del mundo no es un desastre en absoluto. Está dirigida con pulso, es entretenida y contiene algunos momentos de tensión bien conseguidos. Se puede decir que a grandes rasgos funciona. Y lo hace porque, sí, incluso un Ridley Scott desganado sigue siendo mejor que muchos otros directores a todo gas. Lo malo es que cuando el guión no acompaña tampoco podemos esperar que nos entregue algo extraordinario.
Recomendada para todo aquel que quiera conocer la historia de lo miserable que podía llegar a ser el Tío Gilito de la vida real que la protagoniza. Y, aun así, quizá sería más prudente esperar a ver qué tal sale la versión televisiva que prepara Danny Boyle sobre el mismo caso.
Crítica original en: http://www.cineenserio.com/todo-el-dinero-del-mundo/
El pobre diablo no tuvo suficiente con ser secuestrado, mutilado y verse despreciado por su familia, sino que además terminó convirtiéndose en un clon de El Dioni durante sus últimos años de vida. Ésta habría sido la oportunidad perfecta de homenajearle tomándose alguna licencia creativa y que la película terminase con él librándose de sus captores robando un furgón. Pero eso habría sido para soñar.
Lo que tenemos, en cambio, es una cinta eficiente y entretenida pero que parece dirigida con el piloto automático y que tiene un guión sorprendentemente plano cuyas licencias creativas sólo han sido aprovechadas para plagarlo de clichés y personajes unidimensionales sólo salvados por el buen hacer de sus protagonistas. Michelle Williams nos ofrece una interpretación espléndida, pero Kevin Sp… digo… Christopher Plummer parece haber nacido para el papel.
Chascarrilos aparte, no pude sentir más que alivio ante la decisión de sustituir a Kevin Spacey en Todo el dinero del mundo. Ya no sólo por la polémica que habría supuesto mantenerlo, ni siquiera quiero entrar en si me parece un acto motivado por la ética o tan solo una maniobra financiera para evitar un suicidio comercial. No. Todo eso me da (relativamente) igual. Lo importante es que nos hemos librado de un nauseabundo maquillaje propio de La Hora Chanante y que ya en su día consiguió horrorizarme en sus primeros tráilers.
Aunque no deja de hacerme profundamente feliz el hecho de que se hayan gastado un dinero en maquillar a un señor de mediana edad para que pareciera un yayo y que después tuvieran que gastarse aún más dinero en contratar a un yayo de verdad para que volviera a rodar sus escenas. Lo que perdemos en maquillaje cutrongo lo ganamos en cromas mal disimulados, pero creo que sale a cuenta. No entiendo, eso sí, por qué no han aprovechado para borrar también a Mark Wahlberg. Asumo que irían mal de tiempo, pero ya que estaban habría sido un detalle. No, el truco de ponerle gafas para que parezca más listo no funciona.
Pero, curiosamente, Todo el dinero del mundo no es un desastre en absoluto. Está dirigida con pulso, es entretenida y contiene algunos momentos de tensión bien conseguidos. Se puede decir que a grandes rasgos funciona. Y lo hace porque, sí, incluso un Ridley Scott desganado sigue siendo mejor que muchos otros directores a todo gas. Lo malo es que cuando el guión no acompaña tampoco podemos esperar que nos entregue algo extraordinario.
Recomendada para todo aquel que quiera conocer la historia de lo miserable que podía llegar a ser el Tío Gilito de la vida real que la protagoniza. Y, aun así, quizá sería más prudente esperar a ver qué tal sale la versión televisiva que prepara Danny Boyle sobre el mismo caso.
Crítica original en: http://www.cineenserio.com/todo-el-dinero-del-mundo/

4,4
18.205
7
13 de enero de 2016
13 de enero de 2016
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de una magnífica primera parte y de una dignísima secuela, toca poner punto y final a la trilogía con una entrega... Bueno. Jodida. Por así decirlo.
Y es que aquí nos enfrentamos con un problema básico, de raíz: Kevin Williamson no pudo escribir Scream 3. Por lo tanto, y a partir de unas cuantas notas que Williamson escribió con ideas para la película, del guión terminó encargándose un tal Ehren Kruger, genio visionario responsable de obras maestras del séptimo arte como Transformers: La Venganza de los Caídos o Transformers: La Era de la Extinción.
Os hacéis a la idea, ¿no?
Para más inri, durante la producción de la cinta tuvo lugar la masacre del instituto Columbine, lo que desafortunadamente hizo que la productora echase el freno más de la cuenta y estuvieran a punto de cancelar la película. Después de todo, no estaban los norteamericanos con muchas ganas de ver una peli sobre asesinatos en un instituto.
Finalmente el proyecto siguió adelante, pero presionaron fuertemente a Wes Craven para que redujera bajo mínimos el nivel de violencia y se centrase más en la comedia y además le prohibieron ambientar la película en un instituto tal y como estaba planeada.
Ahora sí que vais viendo por dónde irán los problemas, ¿no?
En Scream 3 nos encontramos a un Wes Craven forzosamente descafeinado que se ve totalmente incapaz de insuflarle vidilla a un guión con muy buenas ideas (sospecho, las sugeridas por Williamson) ejecutadas estrepitosamente y muy malas ideas (sospecho, las invenciones de Kruger) ejecutadas aún peor.
Como puntos positivos, es perceptible el notable aumento de presupuesto, ya que todo luce mucho más espectacular (explosiones incluidas, que se note que Kruger es el guionista habitual de Michael Bay). Incluso el opening de la cinta —aunque claramente sea el peor de las cuatro— resulta emocionante y trepidante. Ayuda mucho, eso sí, el toque de gracia que aporta la banda sonora de Marco Beltrami, que aquí se luce especialmente.
También, pese a su ausencia, se nota la mano de Williamson en algunos detalles, como las acertadísimas reglas que propone sobre los finales de trilogía. Podéis hacer la comprobación con cualquier trilogía que se os ocurra, se cumplen todas a rajatabla. Lo que demuestra que, incluso en su peor iteración, Scream sigue funcionando como una sátira cojonuda y extremadamente citable.
Lástima que se pierda en delirios fantasmales y culebronescos que, quienes la hayan visto, ya sabrán a lo que me refiero. Prefiero no destripárselo a nadie, es mejor que se os caigan los cojones al suelo como a todos los que la vieron en su momento. Dejémoslo en que se le da un peso excesivo a la investigación sobre el pasado de un personaje que a nadie le importa lo más mínimo y que por si fuera poco está aliñada con varios momentos bochornosos propios de alguna copia mala de El Exorcista que desentonan por completo con el espíritu de la saga.
Al final quienes salvan la película son los de siempre: Courteney Cox, David Arquette y Jamie Kennedy siguen en estado de gracia y se entregan por completo a un guión que no les hace ningún favor. Neve Campbell no hace acto de presencia casi hasta pasada la primera hora de metraje, lo cual, en cierto modo, no deja de ser una buena noticia al haber sido siempre el personaje menos interesante. Entre eso y unos cameos tan deliciosos como inesperados consiguen que sea el reparto de Scream 3 quien la salve de la quema.
Porque la verdad es que se queda muy pero que muy cerca de ser un completo despropósito, en muchísimas ocasiones. Y yo soy benevolente aquí, porque al fin y al cabo soy un fan acérrimo de la saga y le guardo a cada entrega un cariño especial, pero estoy seguro de que hay gente a la esto le parece un mojón de proporciones bíblicas. Y no podría culpar a nadie por pensarlo porque, en muchos aspectos, llevaría la razón.
Tramposa hasta decir basta con la revelación del asesino —aunque, y esto hay que reconocerlo, tenga un potente valor simbólico y argumental— y con un clímax final aún más dilatado y pasado de vueltas que el de la anterior. Media horita menos de metraje creo que le habría sentado de maravilla, porque el tercer acto puede hacerse realmente interminable.
Aun con todos estos defectos, mentiría si dijese que, muy en el fondo, no me pareció una conclusión acertada para la trilogía. Algo bueno tiene. No sé el qué. Pero algo hay. En algunos aspectos, de algún modo muy loco, me parece la entrega más madura de todas. Por desgracia, también me parece la más abiertamente gilipollas. Y así nos quedamos. No tiene punto medio.
Lo bueno: Un opening potente, escenas espectaculares, giros de guión inteligentes, algunos gags cojonudos, cameos muy locos, un concepto brillante, metaficción por un tubo, final satisfactorio y un cierre de círculo emocional de la trilogía. Wes Craven lo da todo (lo que puede). El reparto lo da todo.
Lo malo: metraje excesivo, guión infantiloide plagado de chistes malos, algunas decisiones argumentales verdaderamente estúpidas, sensación de agotamiento en la franquicia, censura más que evidente y unas salidas de tono incomprensibles cuanto menos.
Concluyendo, Scream 3 podría haber sido un broche de oro para la trilogía, pero se queda en un pastiche de sentimientos encontrados. ¿Es la peor de la saga? Sí, y con mucha diferencia. ¿Es el despropósito infumable que afirman algunos? Pues en realidad tampoco. Al final, ni siquiera puede catalogarse como mala, porque sigue siendo un producto mucho más inteligente y divertido que la media. Pero, simplemente... No es tan buena.
Crítica original: http://www.criticronico.com/2016/01/scream-3.html
Y es que aquí nos enfrentamos con un problema básico, de raíz: Kevin Williamson no pudo escribir Scream 3. Por lo tanto, y a partir de unas cuantas notas que Williamson escribió con ideas para la película, del guión terminó encargándose un tal Ehren Kruger, genio visionario responsable de obras maestras del séptimo arte como Transformers: La Venganza de los Caídos o Transformers: La Era de la Extinción.
Os hacéis a la idea, ¿no?
Para más inri, durante la producción de la cinta tuvo lugar la masacre del instituto Columbine, lo que desafortunadamente hizo que la productora echase el freno más de la cuenta y estuvieran a punto de cancelar la película. Después de todo, no estaban los norteamericanos con muchas ganas de ver una peli sobre asesinatos en un instituto.
Finalmente el proyecto siguió adelante, pero presionaron fuertemente a Wes Craven para que redujera bajo mínimos el nivel de violencia y se centrase más en la comedia y además le prohibieron ambientar la película en un instituto tal y como estaba planeada.
Ahora sí que vais viendo por dónde irán los problemas, ¿no?
En Scream 3 nos encontramos a un Wes Craven forzosamente descafeinado que se ve totalmente incapaz de insuflarle vidilla a un guión con muy buenas ideas (sospecho, las sugeridas por Williamson) ejecutadas estrepitosamente y muy malas ideas (sospecho, las invenciones de Kruger) ejecutadas aún peor.
Como puntos positivos, es perceptible el notable aumento de presupuesto, ya que todo luce mucho más espectacular (explosiones incluidas, que se note que Kruger es el guionista habitual de Michael Bay). Incluso el opening de la cinta —aunque claramente sea el peor de las cuatro— resulta emocionante y trepidante. Ayuda mucho, eso sí, el toque de gracia que aporta la banda sonora de Marco Beltrami, que aquí se luce especialmente.
También, pese a su ausencia, se nota la mano de Williamson en algunos detalles, como las acertadísimas reglas que propone sobre los finales de trilogía. Podéis hacer la comprobación con cualquier trilogía que se os ocurra, se cumplen todas a rajatabla. Lo que demuestra que, incluso en su peor iteración, Scream sigue funcionando como una sátira cojonuda y extremadamente citable.
Lástima que se pierda en delirios fantasmales y culebronescos que, quienes la hayan visto, ya sabrán a lo que me refiero. Prefiero no destripárselo a nadie, es mejor que se os caigan los cojones al suelo como a todos los que la vieron en su momento. Dejémoslo en que se le da un peso excesivo a la investigación sobre el pasado de un personaje que a nadie le importa lo más mínimo y que por si fuera poco está aliñada con varios momentos bochornosos propios de alguna copia mala de El Exorcista que desentonan por completo con el espíritu de la saga.
Al final quienes salvan la película son los de siempre: Courteney Cox, David Arquette y Jamie Kennedy siguen en estado de gracia y se entregan por completo a un guión que no les hace ningún favor. Neve Campbell no hace acto de presencia casi hasta pasada la primera hora de metraje, lo cual, en cierto modo, no deja de ser una buena noticia al haber sido siempre el personaje menos interesante. Entre eso y unos cameos tan deliciosos como inesperados consiguen que sea el reparto de Scream 3 quien la salve de la quema.
Porque la verdad es que se queda muy pero que muy cerca de ser un completo despropósito, en muchísimas ocasiones. Y yo soy benevolente aquí, porque al fin y al cabo soy un fan acérrimo de la saga y le guardo a cada entrega un cariño especial, pero estoy seguro de que hay gente a la esto le parece un mojón de proporciones bíblicas. Y no podría culpar a nadie por pensarlo porque, en muchos aspectos, llevaría la razón.
Tramposa hasta decir basta con la revelación del asesino —aunque, y esto hay que reconocerlo, tenga un potente valor simbólico y argumental— y con un clímax final aún más dilatado y pasado de vueltas que el de la anterior. Media horita menos de metraje creo que le habría sentado de maravilla, porque el tercer acto puede hacerse realmente interminable.
Aun con todos estos defectos, mentiría si dijese que, muy en el fondo, no me pareció una conclusión acertada para la trilogía. Algo bueno tiene. No sé el qué. Pero algo hay. En algunos aspectos, de algún modo muy loco, me parece la entrega más madura de todas. Por desgracia, también me parece la más abiertamente gilipollas. Y así nos quedamos. No tiene punto medio.
Lo bueno: Un opening potente, escenas espectaculares, giros de guión inteligentes, algunos gags cojonudos, cameos muy locos, un concepto brillante, metaficción por un tubo, final satisfactorio y un cierre de círculo emocional de la trilogía. Wes Craven lo da todo (lo que puede). El reparto lo da todo.
Lo malo: metraje excesivo, guión infantiloide plagado de chistes malos, algunas decisiones argumentales verdaderamente estúpidas, sensación de agotamiento en la franquicia, censura más que evidente y unas salidas de tono incomprensibles cuanto menos.
Concluyendo, Scream 3 podría haber sido un broche de oro para la trilogía, pero se queda en un pastiche de sentimientos encontrados. ¿Es la peor de la saga? Sí, y con mucha diferencia. ¿Es el despropósito infumable que afirman algunos? Pues en realidad tampoco. Al final, ni siquiera puede catalogarse como mala, porque sigue siendo un producto mucho más inteligente y divertido que la media. Pero, simplemente... No es tan buena.
Crítica original: http://www.criticronico.com/2016/01/scream-3.html
Más sobre Juankiblog
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here