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7,8
36.943
10
24 de noviembre de 2024
24 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Últimamente me siento más atraído por un tipo de cine que se dirige más a la simpleza de la vida que a la artificiosa complejidad que solemos darle. Es con esas obras tan auténticamente humanas que logro entender el sino del cine. Y Paris, Texas es un pilar en ese sentimiento de comprender la magia del cine.
Wim Wenders logra traspasar cualquier tipo de barrera ante la sensibilidad, confeccionando una obra profundamente sensorial, tanto en lo sentimental como en lo material. Da la sensación de que cada plano es un lamento vital encerrado en celuloide. El alemán toca con virtuosismo temas como la paternidad, la redención, la soledad, e incluso el amor perdido y la reconciliación con ese lamento que es inherente al paso del tiempo.
En lo técnico, Wenders y Robby Müller crean un lenguaje visual que no es más que el reflejo de lo emocional, una iconografía tan llena de belleza como de significado.
Una obra maestra a todas luces, no puedo reprocharle nada, quizá solo que se acabe. Pero así es la vida: como comienza, se termina. Lo que también está claro es que tú deberías comenzar a ver Paris, Texas.
Wim Wenders logra traspasar cualquier tipo de barrera ante la sensibilidad, confeccionando una obra profundamente sensorial, tanto en lo sentimental como en lo material. Da la sensación de que cada plano es un lamento vital encerrado en celuloide. El alemán toca con virtuosismo temas como la paternidad, la redención, la soledad, e incluso el amor perdido y la reconciliación con ese lamento que es inherente al paso del tiempo.
En lo técnico, Wenders y Robby Müller crean un lenguaje visual que no es más que el reflejo de lo emocional, una iconografía tan llena de belleza como de significado.
Una obra maestra a todas luces, no puedo reprocharle nada, quizá solo que se acabe. Pero así es la vida: como comienza, se termina. Lo que también está claro es que tú deberías comenzar a ver Paris, Texas.

8,3
113.164
8
23 de noviembre de 2024
23 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Alguien voló sobre el nido del cuco se mantiene fresca en su mayoría, sigue tratando las enfermedades mentales con respeto y con una valentía sorprendente para su contexto. Y este es el punto clave que la consolidó como un clásico dentro del séptimo arte.
Y es que Milos Forman consigue equilibrar la balanza cómica con la dramática y reflexiva, logrando ser ambivalente en una temática más que compleja, plagada de minas y de vértices puntiagudos. El checoslovaco proyecta una serie de conceptos enfrentados que funcionan francamente bien: la autoridad médica contra esa libertad sin barreras, el conformismo médico contra esa rebeldía en busca de algo más. Un juego de roles que desemboca en una palpable, pero elegante, crítica a la estigmatización de la época y al añejo sistema de salud mental estadounidense.
Antes de finalizar, es clave mencionar el gran papel de un Jack Nicholson que se deja llevar por los impulsos de su personaje, así como a un elenco que se retroalimenta a sí mismo para configurar una experiencia colectiva satisfactoria.
Es un clásico atemporal del cine, de visionado obligatorio. Milos Forman logra hacer reír, conmover y reflexionar. No te equivocarás con esta obra.
Y es que Milos Forman consigue equilibrar la balanza cómica con la dramática y reflexiva, logrando ser ambivalente en una temática más que compleja, plagada de minas y de vértices puntiagudos. El checoslovaco proyecta una serie de conceptos enfrentados que funcionan francamente bien: la autoridad médica contra esa libertad sin barreras, el conformismo médico contra esa rebeldía en busca de algo más. Un juego de roles que desemboca en una palpable, pero elegante, crítica a la estigmatización de la época y al añejo sistema de salud mental estadounidense.
Antes de finalizar, es clave mencionar el gran papel de un Jack Nicholson que se deja llevar por los impulsos de su personaje, así como a un elenco que se retroalimenta a sí mismo para configurar una experiencia colectiva satisfactoria.
Es un clásico atemporal del cine, de visionado obligatorio. Milos Forman logra hacer reír, conmover y reflexionar. No te equivocarás con esta obra.
10
15 de noviembre de 2024
15 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Son muchas las cintas que tratan de sumergirse en el horror de la guerra, de imbuirse en el devastador reducto que deja a su paso, cada una de ellas focalizándose en algún aspecto concreto de lo que la guerra deja. Pero Elem Klimov agarra todos esos aspectos y los compacta en una película de terror que carece de artificios y solo deja lugar a una realidad carente de compasión.
Masacre. Ven y mira es un recuerdo imborrable del descenso del ser humano a los infiernos de la guerra, un viaje duro, cruel, falto de alma en relación con el espectador, devastador en su propósito, agotador en su fondo y forma; es una obra de arte repleta de dolor.
Alexei Kravchenko, ese niño inocente, cándido, que, disfrutando de su condición, es despojado de todo ápice de esa niñez y transformado en la representación del trauma, de la desconexión con la realidad, de la perdición vital, sumido en una mirada perdida que es y será eterna.
Posee cantidad de detalles en lo visual y narrativo que dan lugar a la reflexión, a la admiración por la forma en que las plantea. Es consciente de lo que trata de evocar y, por lo tanto, realiza un tratamiento del espectador tan distante como maduro.
Es un imprescindible del cine bélico y del cine como arte. Hay que verla aunque suponga un reto; te devastará, pero lo hará con la virtud de la verdad.
Masacre. Ven y mira es un recuerdo imborrable del descenso del ser humano a los infiernos de la guerra, un viaje duro, cruel, falto de alma en relación con el espectador, devastador en su propósito, agotador en su fondo y forma; es una obra de arte repleta de dolor.
Alexei Kravchenko, ese niño inocente, cándido, que, disfrutando de su condición, es despojado de todo ápice de esa niñez y transformado en la representación del trauma, de la desconexión con la realidad, de la perdición vital, sumido en una mirada perdida que es y será eterna.
Posee cantidad de detalles en lo visual y narrativo que dan lugar a la reflexión, a la admiración por la forma en que las plantea. Es consciente de lo que trata de evocar y, por lo tanto, realiza un tratamiento del espectador tan distante como maduro.
Es un imprescindible del cine bélico y del cine como arte. Hay que verla aunque suponga un reto; te devastará, pero lo hará con la virtud de la verdad.

8,6
46.520
10
12 de noviembre de 2024
12 de noviembre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De la mano de uno de los mejores directores de la historia, como lo es Billy Wilder, se nos presenta el mejor drama judicial que he tenido la oportunidad de presenciar. Estrenada el mismo año que 12 hombres sin piedad, era difícil decantarse por una de las dos, pero es por una amalgama de virtudes que se agolpan una tras otra que considero que Testigo de cargo merece ese título por encima de lo que, para mí, es el segundo mejor drama judicial.
En primer lugar, el guion. Me es difícil plasmar la redondez de lo que acabo de ver: diálogos inteligentes, personajes bien construidos, una narrativa llevada de una forma tan dinámica como brillante. Es un trabajo narrativo tan superlativo que logra evocar una admiración única por los personajes, lo que hace que el espectador se deje llevar por cada una de las líneas escritas por Wilder. Por último, quiero alabar la calidad de los giros argumentales propuestos por Wilder; algunos se ven más que otros, pero todos son creíbles y contundentes.
Quiero más que destacar el trabajo de Charles Laughton, agradecerlo; es el alma de la cinta. Todo pasa por él: es quien te hace reír, aplaudir, pensar. Es el núcleo central que, desde el primer momento, consigue transmitir qué tipo de persona y abogado es, proporcionando al espectador una satisfacción desde el minuto cero. Una satisfacción que se mantiene sobresaliente con los demás personajes; todos tienen un porqué, un objetivo bien construido, gracias a lo desarrollado narrativamente por Wilder.
El juicio es tramposamente perfecto, sabe tensar el juego de la acusación y la defensa, generando emociones palpables en el espectador, que durante gran parte del metraje no consigue unir las piezas, pero se divierte jugando con ellas. Giro tras giro, te sorprendes y te cuestionas cuál es la verdad, pero la cinta consigue en muchas ocasiones engañarte con un juego narrativo e interpretativo muy bien llevado. Y es, de nuevo, por las intervenciones de Charles Laughton que ese juego es tan gratificante.
Si pudiera, obligaría a su visionado; es un imperdible del cine, una oda a saber escribir y a tener aprecio por el espectador, y más que aprecio, respeto. Desde ahora, esta obra maestra perdurará en mí como una de las mejores películas de la historia.
En primer lugar, el guion. Me es difícil plasmar la redondez de lo que acabo de ver: diálogos inteligentes, personajes bien construidos, una narrativa llevada de una forma tan dinámica como brillante. Es un trabajo narrativo tan superlativo que logra evocar una admiración única por los personajes, lo que hace que el espectador se deje llevar por cada una de las líneas escritas por Wilder. Por último, quiero alabar la calidad de los giros argumentales propuestos por Wilder; algunos se ven más que otros, pero todos son creíbles y contundentes.
Quiero más que destacar el trabajo de Charles Laughton, agradecerlo; es el alma de la cinta. Todo pasa por él: es quien te hace reír, aplaudir, pensar. Es el núcleo central que, desde el primer momento, consigue transmitir qué tipo de persona y abogado es, proporcionando al espectador una satisfacción desde el minuto cero. Una satisfacción que se mantiene sobresaliente con los demás personajes; todos tienen un porqué, un objetivo bien construido, gracias a lo desarrollado narrativamente por Wilder.
El juicio es tramposamente perfecto, sabe tensar el juego de la acusación y la defensa, generando emociones palpables en el espectador, que durante gran parte del metraje no consigue unir las piezas, pero se divierte jugando con ellas. Giro tras giro, te sorprendes y te cuestionas cuál es la verdad, pero la cinta consigue en muchas ocasiones engañarte con un juego narrativo e interpretativo muy bien llevado. Y es, de nuevo, por las intervenciones de Charles Laughton que ese juego es tan gratificante.
Si pudiera, obligaría a su visionado; es un imperdible del cine, una oda a saber escribir y a tener aprecio por el espectador, y más que aprecio, respeto. Desde ahora, esta obra maestra perdurará en mí como una de las mejores películas de la historia.

7,0
57.846
9
28 de octubre de 2024
28 de octubre de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 2017, cuando apenas había cumplido los 14 años, se estrenaba esta obra bélica de la mano de Christopher Nolan. Bajo la ignorancia que conlleva la edad, me salí de la sala y me metí en otra película de la cual ni siquiera llego a recordar el nombre. Aun así, me alegro, porque dudo que hubiese entendido el gran trabajo que tenía delante.
Y es que, con Dunkerque, Nolan da lugar a su obra más infravalorada, una lección de maestría cinematográfica inolvidable. La forma en que es capaz de trazar una historia sin protagonistas definidos, logrando aun así que el espectador empatice con cada uno de ellos, es admirable.
No soy de citar en mis críticas, pero hasta el propio Tarantino admira esta cinta a tal punto que considera que tiene la mejor escena de cine bélico de la historia: una escena tan simple como eficaz, tan brutal como elegante y tan bien rodada que consigue subyugar al espectador.
A nivel técnico, es impecable. La fotografía es limpia, pero te hace sentir sucio, con una paleta de colores fría y desesperanzadora que transmuta al espectador, manteniéndolo en una tensión por la verdad que se está ilustrando.
La recomiendo encarecidamente. Es un viaje triste pero verdadero por una historia bélica simple, pero contada de una forma realista y seria. Es tanto para los amantes de Nolan como para sus detractores más acérrimos.
Y es que, con Dunkerque, Nolan da lugar a su obra más infravalorada, una lección de maestría cinematográfica inolvidable. La forma en que es capaz de trazar una historia sin protagonistas definidos, logrando aun así que el espectador empatice con cada uno de ellos, es admirable.
No soy de citar en mis críticas, pero hasta el propio Tarantino admira esta cinta a tal punto que considera que tiene la mejor escena de cine bélico de la historia: una escena tan simple como eficaz, tan brutal como elegante y tan bien rodada que consigue subyugar al espectador.
A nivel técnico, es impecable. La fotografía es limpia, pero te hace sentir sucio, con una paleta de colores fría y desesperanzadora que transmuta al espectador, manteniéndolo en una tensión por la verdad que se está ilustrando.
La recomiendo encarecidamente. Es un viaje triste pero verdadero por una historia bélica simple, pero contada de una forma realista y seria. Es tanto para los amantes de Nolan como para sus detractores más acérrimos.
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