A mi amigo Pablo le voy a decir que no se coma más la cabeza. Lleva años intentando escribir un guión de cine decente, para luego poder filmar una peliculita amateur. ¿Para qué complicarse tanto si luego te llega el primer mamarracho y te filma cuatro chorradas hiladas? Que sí, Pablo, no merece la pena; graba lo primero que se te ocurra y au.
El tal Fujiwara este pensó en mezclar zombis, colegialas y ¿samuráis? y le salió 'Zombie Hunter'. Un esperpento digno de ser comparado con 'Jesucristo Cazavampiros' o 'Kárate a muerte en Torremolinos'. Porque tiene un toque cutre-casposo que no oculta, con maquillaje zombie, disfraces y casquería de patio de guardería. Además, el Fujiwara debe tener principio de Parkinson si no, no entiendo a qué viene tanto mareo con la cámara.
La historia va de un pueblo atacado por zombies en el que una colegiala, de repente, se hará salvadora de la humanidad porque su abuelo alzheimico, un fantástico cirujano, le implanta el súperbrazo de un cazador de zombies muerto. Absurdo, lo sé. Y para colmo, que nadie se queje de las americanadas, Fujiwara también pensó que en una de terror tiene que haber chicas salidorras y pardillos.
El humor es demasiado bizarro y desproporcionado para poder disfrutarlo. El gore, ya se ha dicho, muy cutre. No hay nada que destacar. Como mucho le vuelvo a decir a Pablo que si alguien ha podido rodar tal engendro, no se desanime y siga adelante con sus guiones. En serio, no va a ser peor que "esto".

Es muy arriesgado rodar una película con tan sólo una cámara y un actor porque se reduce el cine a una concepción minimalista y tediosa por momentos. Especialmente si el director se empeña en grabar, durante varios minutos, a un tío tocando el saxo, a otro contando una anécdota o a una loca voceando. En principio son escenas que no aportan más que morralla al metraje.
'Permanent Vacation', a mi modo de ver, guarda muchas relaciones con 'Extraños en el paraíso' en el sentido de que son dos historias sobre gente "fracasada", aburrida, monótona, en busca de un cambio en sus vidas. Y ambas están rodadas desde una sencillez de medios.
En 'Permanent Vacation', Allie, un fanático de Charlie Parker, pretende abandonar Estados Unidos y, para lograrlo, necesita conseguir urgentemente dinero.
Jarmusch, con su parsimonia habitual, dota a la historia de una extraordinaria lentitud para la escasa hora que dura. Se detiene en detalles a priori nimios y ahí clava la cámara. Pero es esa insistencia en dichos detalles los que nos llevan a pensar que se esconde algún significado más profundo en ellos (algunos a esto lo llaman "pretenciosidad"). O también su manía de fijarse en los mil secundarios estrambóticos con los que se cruza Allie, que al fin y al cabo son los que le dan un mayor atractivo a la película. Porque Allie, al contrario que los chicos de 'Extraños en el paraíso', no resulta tan carismático como para llenar la pantalla por sí solo.
Con todo esto, se configura una ópera prima con la que comprender las obras futuras del controvertido Jarmusch.

Cuántas historias no habrá ya en las que un grupo de infectados, zombies o como se les quiera llamar, amenazan a una población y, por casualidades de la narración, un reducido número de personas les plantarán cara. Pues 'The Crazies' entra en esta clase de historias. El espectador menos avezado incluso ya habrá supuesto que la película será una amalgama de tópicos. Y así es, hay muchas escenas y sustos previsibles y uno puede ir haciendo apuestas de quiénes morirán desde el principio con la seguridad de acertar en los pronósticos. Quizá lo más irritante sean "las casualidades" pues los personajes están en el momento y el lugar adecuado cuando la vida de alguno de los protagonistas está en peligro y se la salva en el último nanosegundo.
Conforme avanza la trama, la película va bajando en interés y en gracia por los topicazos. Acaba siendo aburrida en toda su segunda parte, justo cuando ya empiezan a aparecer los infectados, a excepción de la escena en el lavadero de coches.
Ya sabemos que nos quieren vender una crítica hacia el sistema gubernamental, en este caso, personalizado en el ejército. Sin embargo, no cuaja. La irrupción de los militares no hace más que añadir dosis de hastío y sopor a una idea que se va perdiendo entre las almas en pena que deambulan por la pantalla (y detrás de ella).

Nos puede sonar a tópico: un escritor en horas bajas, aquejado de un drama familiar y con pesadillas, se muda a casa de su tía, recién fallecida, para ver si encuentra allí la inspiración. Y siguiendo con los tópicos, se va entendiendo el trauma del prota a golpe de flashback, se sube el volumen en las escenas -supuestamente- impactantes, el tipo se va volviendo loco progresivamente a ojos de los demás, etc.
Hasta este momento, 'House' se dedica a la presentación y comprensión de las motivaciones y comportamiento del personaje principal desde una perspectiva más o menos seria.
A este tipo de pelis les sienta mejor un traje cómico cuando parece que la historia empieza a irse de madre. Así que, cuando la peli lleva algo más de la mitad, y sobre todo la parte final, adquiere ese cariz socarrón necesario para levantar un poco el vuelo y dotarle de cierta frescura aunque no llegue a los niveles de otras producciones similares de terror-comedia.

Los futuros distópicos dan mucho juego en la literatura y en el cine. Y si lo mezclamos con algo del estilo Gran hermano más una crítica al poder, tenemos un potencial éxito entre manos. Suzanne Collins alcanzó la fama gracias a su saga literaria de ciencia ficción Los juegos del hambre. Ambientada en el futuro, los ricos representados por el Capitolio, quienes dominan el país, se divierten haciendo sufrir a los pobres de manera extremadamente cruel. Cada año, los doce distritos que rodean el Capitolio están obligados a ofrecer un tributo masculino y otro femenino para participar en los Juegos del Hambre, donde lucharán a muerte ya que sólo puede sobrevivir uno. Además, estos juegos son emitidos en directo por la televisión para disfrute de las clases altas.

La primera entrega cinematográfica de Los juegos del hambre consistía básicamente en lo que hemos contado en el primer párrafo. En ella, Katniss Everdeen se ofrecía voluntaria como tributo en lugar de su hermana pequeña. Lograba sobrevivir a la encarnizante lucha junto a su compañero de distrito, Peeta Mellark. En Los juegos del hambre: En llamas, el Capitolio está explotando la historia de amor de Katniss y Peeta quienes viajan por todos los distritos haciendo el Tour de la Victoria. Katniss nota en esos viajes indicios de una rebelión naciente pero el presidente Snow anuncia la llegada de los 75 Juegos del Hambre (El Vasallaje de los 25, juego especial que se realiza cada 25 años) en el que tendrán que competir por la supervivencia los tributos ganadores de otras ediciones de los juegos.

Esta secuela supone una evolución madurativa en varios niveles respecto a la primera parte. En el apartado de dirección, es más nítido y podemos ver con mayor claridad los avatares en la lucha. Francis Lawrence ha sabido imprimir su huella en este ambicioso proyecto donde el estilo visual (y la calidad en general de todo el apartado técnico) es más llamativo que en la primera entrega. Ahí queda el ejemplo de la fiesta en el Capitolio con todos esos vestidos y looks imposibles o la isla de la arena, tan camaleónica y todos los efectos especiales empleados en ella. En cuanto a la historia en sí, se le nota más madurez en general. Los personajes han crecido emocionalmente y lo demuestran con sus comportamientos más estudiados. Lo importante aquí va a ser ver cómo colaboran y hasta qué punto van a confiar Katniss y Peeta en el resto. Lo peor (y en cierto modo también lo mejor) de En llamas es su carácter de película transitoria. Todo queda preparado de cara a la última y conclusiva entrega dejándote al final con la sensación de 'No puede acabar ahora... ¡¡¡necesito saber más!!!'. Esta sensación se ve acrecentada, además, porque a pesar de durar casi dos horas y media y sin tener un ritmo frenético en ningún momento, En llamas es tan sumamente entretenida, inteligente y disfrutable que el espectador no mirará el reloj ni una sola vez.

Además, también supone una evolución en datos de taquilla y rentabilidad. Los juegos del hambre: En llamas ha conseguido ser la mejor apertura en lo que va de año en España y se ha posicionado número uno en taquilla recaudando más de 4 millones de euros y siendo vista por más de 600.000 espectadores en tan sólo su primer fin de semana, doblando los datos de su predecesora. Un gran éxito para un gran blockbuster.