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Críticas 70
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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26 de noviembre de 2023 Sé el primero en valorar esta crítica
El cine de terror y de género en general han tomado mucho auge en este último periodo. En la última década hemos presenciado la aparición de frescos autores con nuevas propuestas encuadradas en lo que podemos llamar Art House Horror, un terror estético, alejado de la tendencia más característica del cine de los ochenta, del gore, y el sadismo psíquico, planteando en cambio un terror “adulto”. 
El neoyorquino Jordan Haworth Peele es uno de los nombres más destacados de este nuevo ciclo de directores, quien logró crear una fuerte expectativa comercial y creativa con esta creación contemporánea.
La Película de Peele, no es de terror en el fondo de ella, aunque lo pueda parer, pues gran parte del tiempo solo utiliza los códigos del género para hacer más denso el suspense. Tampoco es una crítica social o un argumento engañoso. En realidad, la tercera película del director es una aterradora visión de la codicia, el miedo y la percepción de lo extraordinario desde sus lugares más oscuros, temibles y angustiosos.
Una premisa semejante es complicada de hacerla funcionar, y su director se toma una considerable cantidad de tiempo en desarrollarla. Al principio avanza hacia la idea de mostrar la vida al borde de lo cotidiano. El sur de California con su aridez es una mirada a lo remoto, con sus montañas enormes y su cielo interminable. El director establece de inmediato que el misterio está a la distancia, en lo que se difumina en el horizonte y el paisaje engañosamente apacible. Pero más que eso, profundiza en la tensión de lo desconocido que está a simple vista. Por lo que para el Peele el guión, lo inquietante no está del todo escondido. O mejor dicho, está en la periferia, latente y amenazante en medio de la condición de lo desconocido.
 La dirección de su terror apunta a la crítica social, a la visibilización de la comunidad negra, el racismo y el cuestionamiento de los estandartes de la cultura norteamericana. Con ello va un paso más allá y presenta una largometraje altamente ambiciosa por sus múltiples referencias a la historia del cine y la televisión, por su complejidad dramática imbricada con la comicidad y su ridiculización de la cultura pop, rayando el espectáculo esperpéntico del far west.
A parte de sus múltiples musas creativas, Peele está obsesionado en contar la historia de ‘los otros’, los desposeídos, los vulnerados, los fracasado. De cómo el consumo hace que explotemos la realidad de ‘los otros’ y cómo revolucionar la perspectiva de la narración cuando el enfoque deja de ser el conquistador y la mirada se posa en los ojos del conquistado. Es como un intento de vuelta de tuerca a la narrativa histórica al poder, y poner el ojo en el débil y no en el fuerte. 
En su subtrama expone una sitcom de los 90 en la que un chimpancé prácticamente mata a todo el elenco, ingresa en el filme no solo para regalarnos algunas de las escenas más memorables y más propias del terror, sino para hacer referencia a la rabiosa maquinaria de la televisión y el amarillismo. Finalmente, en el centro de la propuesta de su director guionista, se asienta en el sensacionalismo de los medios de comunicación. Si bien la hermana de O.J. logra tomar una foto con una rudimentaria atracción de un parque de diversiones, llega tarde con la primicia en un mundo en el que todos quieren ser protagonistas y testigos.
El guion es una absoluta maravilla; ·El reparto está extraordinariamente acertado con: Steven Yeun, Daniel Kaluuya y Keke Palmer, pues convencen ante lo que pide la película; Técnicamente irreprochable ante los espacios abiertos que se enfoca en su puesta de escena y en el impecable diseño de sonido.
No obstante por desgracia, la película tiene un grave problema de ritmo y de tono en algunos tramos, con el caer en demasia en lo extravagante en su simbolismo. Como por su sobredosis de ideas que hace ser duspersa.Pero esa dispersión, que también afecta a la narrativa, encuentra brillantes resonancias cuando las imágenes nos dicen a dónde mirar. Es, quizás, en una mirada sostenida, que no sabremos si es de reconocimiento o de despedida, la de un niño y un chimpancé con el morro ensangrentado, donde reside la clave del filme: hay que aprender a mirar (y a filmar) a la altura de los ojos.
4 de enero de 2025
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un biopic sobre la humanidad, dignidad y solidaridad de los ciudadanos del mundo. Si la película tiene un gran potencial es que va más allá de la situación localista de Torre Baro y es extrapolable a muchas de las grandes ciudades y poblaciones industrializadas de España de esa época. Esa migración del mundo rural tras la autarquía de los sesenta del franquismo, en que muchos venimos de esos barrios marginales del extrarradio de Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Bilbao, etc. que recibía a Extremeños, Andaluces, Manchegos, Aragoneses. Muchos hemos vivido en esos barrios y pedanías de calles, sin asfaltar, agua de pozo, sin alcantarillado, sin apenas alumbrado urbano, por lo que nos hace tener una cierta empatía con la historia.


Al lado de Eduard Fernández y Clara Segura hay algunos secundarios que quedan un tanto tapados como el joven Pasqual Maragall (David Verdaguer), vecinos Felipin (Salva Reina), o compañeros de trabajo, o incluso Ortega (Vte. Romero) a los que le falta más profundidad. El guion de Barrena y Alberto Marini es emocionalmente resonante. A lo largo de la película, los diálogos son directos, pero cargados de significado, especialmente en las escenas donde Manolo se enfrenta a las autoridades. La película destaca por su forma de entrelazar las microhistorias personales con el contexto socioeconómico más amplio, creando un relato profundamente humano. Hay es cenas un tanto desconcertante, difíciles de entender, como el incendio, o la desaparición del reloj, que dan la sensación de estar metidas de forma forzosa por falta de explicación.



Si bien el desarrollo narrativo promete mucho al principio, y lo emocionante lo deja para el final; la parte central queda muy difuminada y perdida al que parece le cuesta despegar con intimidades. Poco desarrollada, sin mayor envoltura de abrir caminos emotivos, pues pasa muy de puntillas por muchos secundarios, e historias que deja en el aire la lucha sindical y vecinal, el desinterés de los jóvenes, la mirada social despectiva ante los denominados charnegos de entre los 50 a 70. Muchas perspectivas quedan desangeladas, dejando un tanto desargumentado el potencial del relato. Con Barrena lo personal pesa más que lo social, por lo que el personaje de Manolo Vital se lo come todo, con la maestría interpretativa de Fernández.

La música esta bien, pero personalmente me hubiera encajado también alguna que otra canción de Serrat, el "xiquet de Poble Sec", el cual encaja en esta mezcolanza idiomática y la canción protesta.
23 de abril de 2025 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Efectivamente, estamos ante una de las mejores películas de este año, la cual en general está tratada muy bien, aunque efectivamente hay pequeños detalles que no se ajustan aún conclave actual ornamentación, colorido, electos, etc., pero son cuestiones que se hace ante la vistosidad de la dirección. Tal vez el fallo de realismo es que normalmente, el rango de un cardenal es público, aunque el Pontífice puede reservarse hacerlo ‘in pectore’ (en latín, ‘en el pecho’), es un método por el que se mantiene en secreto este nombramiento, en principio por cuestiones de seguridad (por ejemplo, si su congregación está en un lugar donde los católicos sean perseguidos). Es cierto que existen los cardenales ‘in pectore’, pero si el Papa que lo ha nombrado no lo hace público antes de su muerte, el cardenalato expira. Por lo tanto, no sería ni elector ni menos aún nuevo Pontífice.

Técnicamente, juega con vistosidad a la perfección, con tomas con una variedad increíble, en todo momento te intenta situar entre los rincones y secretos personales del vaticano, aunque talvez un buen plano secuencia espectacular le hubiera dotado de más fuerza a la espectacularidad a sus estancias, salones, y realismo de la espectacularidad del sitio.

Su buena música perfecta, intrigante de thriller que la dota, que envuelve de emociones al espectador, a la perfección; a la que se le unen, la vistosidad de los colores que te atrapa en su juego, y los tonos de luz que ofrecen mensajes sin palabras a la historia.

La rítmica tal vez sea lo más flojo, lo que no significa que sea mala, sino uno de los puntos más atascados que podemos encontrar, pues es irregular y no consigue un crecimiento progresivo y rítmico, faltándole profundidad a muchas subtramas, como un final más espectacular, teniendo un final demasiado sosegado como si nada hubiera pasado en la elección, las persianas se levantan las puertas se abren y, la vida sigue tras la gran tormenta del conclave

Una narrativa sencilla perfectamente contada en un estilo clásico, pero con contenido rompedor que nos guía por detalles y secretos del Conclave, así como presentarnos las dudas de fe, debilidades personales, errores del pasado, ambiciones, soberbias, miserias que nos presenta cardenales humanos con sus errores, ante sotto voce en el juego táctico por el papado. Al thriller le quizás le falte más misterio y fuerza en su ajuste y ambición de género, y ante ser un metraje que podía haber aspirado a más.

El toque intersexual y el protagonismo femenino, no dejan de ser florituras modernista de la novela, que personalmente me parece estar metida de una forma forzada. Buenos dota a la historia de unos matices transgresores, haciéndola diferente; pero sin ellos tampoco le hubiera faltado nada, pues la misma lucha fratricida del poder conlleva contradicción, escándalo, y denuncia.

Puesta de escena maravillosa, se caracteriza por su suntuosidad y la atención a los detalles, incluyendo la ambientación en Roma. Quizás a la trama le falte más contar, como se construye y quienes componen los distintos grupos, moviéndose y cambiando hasta la elección menos esperada.

La interpretación es aceptable en la mejor interpretación de Ralph Fiennes (Lawrence el camarlengo), aunque en líneas generales no es nada del otro mundo, ya que lo visual se come mayormente al diálogo, su director pretende que descubramos y sintamos, emocionados por el sentido de la vista, que por los diálogos. Los distintos candidatos recoge las distintas posturas, mostrando una iglesia diversa en su postura y enfrentamientos.
31 de enero de 2025 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film de la realizadora Fargeat, cuenta con un guion perspicaz, un sonido inmersivo, una fotografía espléndida, un ritmo hipnótico y un maquillaje digno de premio. Un largometraje de primer nivel de cine fantástico ante ser una critica sobre la obsesión de la belleza y la juventud, vendiendo el cuerpo al diablo de la ciencia de futuro, una historia visceral salvaje, una experiencia cinematográfica que no se veía desde hace tiempo, por lo que estamos ante el “Body Horror Movie” más destacable de los últimos años, en el que se presentan múltiples clímax que mantienen al espectador en un estado de expectativa constante, en la que se empieza como si fuera un videoclip y se acaba en la aberración del horror.

La película destaca por su valiente y original guion, una propuesta diferenciadora y arriesgada que sorprende al espectador en cada momento. La dirección de Fargeat es agresivo; su estilo es inmersivo y brutal, utilizando técnicas que logran captar al espectador en la historia de manera particular. Se nota especialmente el uso de primeros planos intensos y en la ocasional perspectiva en primera persona, que nos hace sentir como si viviéramos la experiencia en carne propia.
A pesar de contar con pocos escenarios—la casa de la protagonista, en un famoso hogar de Hollywood; un plató de televisión; y un baño donde se produce la transformación del personaje—la cinematografía es impecable, con una fotografía que roza lo sublime.
El montaje merece una mención especial; es, sin duda, uno de los mejores del año. Fargeat utiliza planos rápidos y elaborados que evocan la sensación de estar bajo los efectos de una droga, sumergiendo al espectador en un viaje de cambios y transformaciones. Además, la banda sonora acompaña perfectamente los momentos clave, generando tensión y creando una atmósfera inquietante.
Sin embargo, conforme avanza la trama, especialmente en el acto final, la película tiende a desbordarse. Aunque no se podría decir que sea malo, el último segmento no alcanza el mismo nivel de excelencia que el resto. La película podría haber prescindido de unos 15 minutos, ya que algunas escenas se sienten demasiado largas y repetitivas, y el exceso de intensidad en ciertos momentos puede llegar a cansar al espectador ávido de originalidad. Para quienes disfruten de lo extravagante y lo exagerado, quizás esto sea un punto a favor, pero el exceso me pareció un lastre que le resta impacto al cierre. Aun así, el final es potente, con un toque metafórico y un sello personal que refuerza el carácter de autor de la obra.
Sin apenas diálogos la música también juega un papel crucial, con una banda sonora compuesta por Raffertie, cuyas pulsantes y enérgicas composiciones contribuyen a la sensación de delirio y paranoia que permea la película. La música, junto con el diseño de producción de Stanislas Reydellet, crea un mundo en el que la superficialidad y la obsesión por la apariencia física se reflejan en cada detalle, desde los decorados hasta los trajes de los personajes.

La película se corona con unas interpretaciones insólitas por parte de los tres actuaciones principales con un elenco norable; destacando especialmente Demi Moore (como Elisabeth Sparkle) la cual se deja la piel en cada toma, siendo tal vez la mejores actuaciones de su carrera. Una icónica Moore, quien regresa a sus 62'años con una interpretación que podría consolidarla como una de las favoritas actrices de este año.
La interpretación de Dennis Quaid (como Harvey) destaca por su capacidad para encarnar a un personaje complejo y caricaturesco, que representa a un ejecutivo de Hollywood obsesionado con la juventud y la belleza. Su actuación combina humor y una crítica mordaz hacia la superficialidad de la industria cinematográfica, mostrando a un hombre blanco y pervertido que busca constantemente “carne más joven” para atraer a nuevas audiencias. Quaid logra captar la esencia del vacío detrás de su personaje, invitando al espectador a reflexionar sobre las dinámicas de poder y explotación en el mundo del entretenimiento, lo que le otorga un papel memorable en esta comedia negra. Su presencia en pantalla es efectiva y añade una capa de sátira a la narrativa, subrayando el absurdo del culto a la juventud que permea la cultura popular.
Margaret Qualley ( como Sue) destaca por el esfuerzo que tiene que sufrir para llevar la película a término. En otra ocasión ha sido el álter ego juvenil y lozano de Moore por lo que complementan muy bien. Qualley también se exprime mucho en su papel le estropearon tanto la piel que al final del rodaje tuvieron que buscar formas de evitar grabarle la cara. y en que sufrió acné protésico durante un año. La interpretación de Qualley de pronto encierra tantas capas que lo de ser actriz de método se le queda corto.
Una película que si bien puede no puede ser una gran triunfadora en los Oscars, puede ser acabando siendo de culto, en como conjuga todos sus elementos.
5 de enero de 2024 1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer un biopic canónico es complicado ante no desvirtuar el personaje, pero al mismo tiempo dotarlo de interes. Cuestionar el personaje sin hacer sangre. Trueba y su equipo han conseguido, alejando el filme de sensacionalismos y convirtiendo un drama en algo cálido y romántico, poner en tela de juicio determinados actos del propio biografiado pero sin hurgar demasiado en una herida que marca gran parte de su vida.
Históricamente realista. La narrativa visual discreta y los esfuerzos logísticos por ambientarse en lo más próximo a la época, han conseguido que el metraje no se convierta en un taquillazo en las salas, pero seguramente le acerque al máximo a la realidad y las vidas que se intentan interpretar.
Un humorista que dejó tendencia y su sello personal como los grande comedianted de aspecto frío y serio, en el que no queria contar chistes, pues como el declaro, el no contaba chistes, solo pretendía contar historias y cuentos, el humorista más contratado de España en su momento, ganando medio millón de pesetas por cada gala. La historia obvia la parte final de su vida, pues si bien el cómico triunfó como nadie, pero acabo a los 59 años arruinado, devorado por la depresión, y envuelto en sexo y alcohol.
El largometraje se envuelve en su trasfondo en la historia de amor del matrimonio, es sobre los años más luminosos de la vida de Eugenio, esos en los que conoce a Conchita, el amor de su vida y una mujer sin la que sería imposible entender la compleja personalidad del artista.
El director nos muestra los años 70/80 con sencillez y ternura sobre los años en que surge el artista, esos en los que se inicia al conocer a Conchita, el amor de su vida, una mujer en la que sería imposible entender la compleja personalidad del personaje, cómo un aprendiz de joyero cambia su vida ante una joven cantante en un capricho del destino, formando sus vidas, su matrimonio, y su familia, hasta el día que la enfermedad cruel y siempre perversamente inoportuna, deja su herida, con la muerte de Conchita a los 37.
Un reparto superlativo y una estructura circular en una historia que parece más soñada que vivida impregnada de un poso de melancolía. Sobre todo, porque una vez más, nos remite al sufrimiento del cómico que debe darlo todo para inocular al público ese tranquilizante sin efectos secundarios que es la risa, y sin que se note ese dolor que lo carcome por dentro. David Trueba se inspiró en los libros de Gerard Jofra, hijo del humorista, para hacer esta película. El primogénito estuvo todos los días en el set de rodaje y agradeció que la historia se centrara en Conchita, e intenta conseguir la idiosincrasia de los personajes principales con David Verdaguer (Eugenio Jofra) que suena para mejor goya actor, y Carolina Yuste (Conchita Alcaide).
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