Notoria y notable (o casi sobresaliente) película que se desenreda de la serie precursora y que no se asoma del todo, aunque dejando visible un cierto poso, a la serie posterior. Un ejemplo de algo bien hecho, de un producto histórico al que le han sacado bien el jugo y que, de la misma manera, rebota en nosotros en forma de documento pedagógico, entendible, fiel. Una producción excelsa que no deja nada al azar, que magnifica la importancia de la época, que ahonda en los lugares y en el paisaje, en las ropas y costumbres, en el hecho de contar de manera fehaciente un pedacito de la historia tan (y tan) importante.

Los actores destacan, a cada cual más. La seriedad estática de un rey Fernando mostrada por un Rodolfo Sancho correcto; la ambición desmedida, el ansia, la desesperación ante la oportunidad que retrata un Raúl Mérida-Felipe el Hermoso; el desamparo, la frustación, el amor sin igual de una Juana (no tan loca) con la que Irene Escolar brilla de una manera que, he de confesar, no me esperaba. Los secundarios actúan como los acompañantes imprescindibles sin los cuales el resultado jamás hubiese sido posible.

"La corona partida" debe ser el gran orgullo de Jordi Frades, así como de todos los participantes. Aquí no tiene cabida aquello de que "el cine español es...", aquí no tiene cabida lo de referirse a la serie, aquí no tiene cabida el eterno runrún de si es fiel o no a este o aquel libro. Es una película para disfrutarla como si de una superproducción se tratara, porque al fin y al cabo... ¿no lo es?

Viendo quién está detrás del telón de esta historia (Jonah Hill e incluso Ben Stiller) y quién delante, hay que afirmar que la película no defrauda. Tal vez no sea una estupenda comedia profunda, ni una de esas historias que se aderezan con humor negro. Es una nueva comedia americana al uso, con un James Franco en el papel que mejor sabe hacer (no da para más el muchacho como actor) y un Bryan Cranston en un registro que no tocaba hace años (o décadas).

La situación en Sillicon Valley de un inmaduro nuevo millonario tecnológico, la empresa familiar que pasa apuros, la dualidad calor-frío, la aparente desconexión de los dos personajes principales..., hilan de manera notable los cabos de una historia que no está mal narrada. Tiene gags bastante buenos y no se hace del todo larga. ¿Previsible? Por supuesto. Pero como ya dije arriba, es una nueva comedia americana al uso. ¿Qué más querían?

¿Original? Sí. ¿Habilidosa? También. "Fresh Guacamole" tiene el honor de ser la "película" más breve en ser nominada a un Oscar, pero considerar lo que en teoría es un vídeo en donde el animador muestra sus habilidades de "stop motion" como una historia o un cortometraje me parece excesivo. PES nos prepara un guacamole con productos tan dispares como puede ser una granada de mano, dados o bombillas. Y ya está, un plato de guacamole en menos de dos minutos. No resulta aburrida (sólo faltaría más) pero carece de contenido ni de alicientes para ponerle una nota a la altura de verdaderos cortometrajes animados. Hay que reconocer que la frescura se mantiene en cuanto a la técnica pero el guacamole resulta un tanto breve y soso.

Seth MacFarlane se enfanga más y más en lo que le hace gracia a él para volver a mostrar un producto más que trillado por él mismo. "Ted 2" es las masticación, la digestión y la excreción de las series "Padre de familia" y "American Dad", como lo fue la primera parte de la (esperemos) corta saga, como lo fue la penosa y aborrecible "Mil maneras de morder el polvo", el enésimo capítulo a la estatua del ego de un director estancado y encantado de haberse conocido. Y es que para él todo vale, cualquier tema es motivo de mofa y de chascarrillo, de risión e hilaridad nueva. Pero no; se equivoca. Lo mucho, en demasía, termina por cansar. Y el crédito está más que agotado.

Aunque por otro lado he de confesar que esta secuela me ha gustado (si cabe) algo más que su predecesora. Será por el cameo de Liam Neeson, que evoca al MacFarlane más novedoso y aquel al que echo de menos, o por la parte-secuencia de la Comic Con, verdadero ejercicio de repaso a todo el imaginario cultural actual y reciente. Y son estas secuencias las que me hacen subirle algún punto con respecto a la nota a la anterior película.

Esta vez, el osito Mimosín pretende hacerse adulto: ya saben, casarse, formar una familia y todo eso. Pero vaya, que es una peli de MacFarlane, el cual parece ser un eterno adolescente, ya que el humor va encaminado a ese público teenager que debe partirse el culo viendo a un cuarentón colocándose con marihuana junto a un oso de peluche. Pues resulta que Mimosín quiere ser reconocido como ser humano, y por ahí que va junto a su dueño y una abogada interpretada por Amanda Seyfried, la cual se posiciona como el faro intelectual de una historia que gira en espiral hacia el abismo de la estupidez supina. ¿Acabará cayendo la abogada Sam por semejante sumidero? Sólo espero que el bueno de MacFarlane nos deje con la duda y no se le ocurra probar con una tercera parte. Que haga lo que mejor se le da: sus series animadas en donde el perro y el alienígena son más creíbles que el osito de Mimosín con la voz de Santi Millán.

"Recuérdame" acaba de producirme sensaciones opuestas: una historia de amor como tantas otras, de dos chicos con sus vidas dificultosas y terribles, con dramas tan comunes como el despertar, de pérdidas de allegados, de enfados familiares, de distanciamientos, de desencuentros... Por otro lado la inconexa química de Emilie de Ravin con el "vampiro" Robert Pattinson, una inmaterializada magia que se supone que chorrea por los poros de ambos protagonistas y que no queda plasmada en ningún momento: más claro, la actriz tiene más en común con Robert Carlyle en "Érase una vez" que con el otrora protagonista de "Crepúsculo".

Pero una cosa no quita la otra. Pattinson está correcto en su papel de jovencito confundido y enfadado con el mundo, que ha perdido a su hermano el cual era el faro-emblema que le guiaba y que pasa su tiempo bebiendo y fumando (fumando como un carretero) junto al sempiterno compañero de piso odioso. Chris Cooper tira de galones e interpreta al padre de una chica sin madre que empieza a conocer (algo tarde) los amoríos adolescentes. Pierce Brosnan tiene un personaje ambiguo y extraño: un frío empresario neoyorkino que no tiene tiempo para su familia pero que en su intimidad se revuelca en el amor fraterno sin decírselo a nadie. Hay un personaje enigmático y que sugiere sospechas: el callado nuevo marido de la madre, que siempre está a la sombra de los sucesos que ocurren.

Y por último, como es lógico, está el final. Ese final tan alabado que he acabado por pensar que soy algo así como un perro verde. Pero para valorarlo, hay que verlo. Ustedes mismos.