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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
18 de octubre de 2008
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martin Scorsese (en plena fase que autodenominó de crisis creativa) concibió la arriesgada idea de realizar una suerte de continuación de El Buscavidas 25 años después de haberse rodado ésta. Con ello, no hacía sino llevar a la pantalla la segunda novela que sobre el personaje de Eddie Felson había publicado dos años antes el también autor de la primera: Walter Tevis ( The Hustler vio la luz en 1959 y The color of money en 1984).

Sin embargo, desde el punto de vista cinematográfico, no podía ser una adaptación más. El resultado sería irremediablemente comparado con el film rodado anteriormente, calidad de los originales literarios aparte.

El buscavidas (Robert Rossen, 1961) es una de las más devastadoras radiografías sobre el fracaso que se han plasmado en la pantalla, usando el mundo del billar como telón de fondo. El buscavidas es una película sobre billar y poco más.

Scorsese crea una interesante película donde destacan las escenas propias del juego (inevitable el recuerdo a Casino) aunque adolece de una mejor resolución. Pero sobre todo, permitió que la "Gloriosa" Academia de Hollywood intentara reparar uno de sus constantes agravios y premiara al gran Paul Newman. Y, además, por la continuación de quizá su mejor interpretación (el Oscar en 1962 fue a parar, ¿alguien lo recuerda?, a Maximilian Schell por El juicio de Nuremberg).

Y es que el color del dinero se basa casi exclusivamente en Paul Newman (Eddie Felson) quien compone una actuación excelente aunque no tan destacada como muchas otras de su filmografía, (no ya en el Buscavidas, sino por ejemplo 4 años antes en Veredicto Final) como el jugador de billar retirado y dedicado a la venta de licores que un día descubre a un joven jugador que le transmite las sensaciones necesarias para intentar apadrinarle y convertirle en todo aquello que, quizá, él pudo llegar a ser.

Junto a Newman, Tom Cruise (correcto en su papel de jovencillo impetuoso y repelente) y Mary Elizabeth Mastrantonio (muy limitada como mujer calculadora). Y, sobre todo, el constante recuerdo a Piper Laurie, Jackie Gleason y el genial George C. Scott.

Como recomendación (si puede realizarse), se debe intentar aislar ambas películas. Así, esta de Scorsese se verá como un buen film, correcto, con una interpretación de Newman muy destacable. Por su parte, el Buscavidas seguirá quedando como la absoluta obra maestra que es. Para que el sabor de boca sea bueno, recomiendo ver primero la cinta de Scorsese y después la de Rossen.
30 de noviembre de 2008
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género carcelario dio y sigue dando grandes títulos (20.000 años en Sing-Sing, La fuga de Alcatraz, Cadena perpetua ... por citar epocas diferentes). Y este es un claro ejemplo.

Posiblemente sea el gran Paul Newman el actor del que más personajes recordamos (por encima de Wayne o Stewart). Y Luke Jackson (junto a Eddie Felson - El buscavidas- y Henry Gandorff - El golpe) el primero de ellos que se nos viene a la cabeza. Igual que al escuchar el nombre de esta película nuestra mente se ve repleta de huevos duros.

Stuart Rosenberg, que a principios de los 80 también rodaría otro gran drama carcelario, Brubaker (esta vez con Redford), nos cuenta la historia de Luke (Cool Hand) Jackson: condecorado en la 2ª Guerra Mundial, es incapaz de adaptarse a la sociedad y tras romper varios contadores de aparcamiento condenado dos años a la prisión de Road Prison 36 (Florida).

Luke es un espíritu libre, un rebelde, un "cabezota" ... y nunca se da por vencido. Esta forma de ser, lógicamente, le llevará a enfrentarse con sus compañeros primero (hasta convertirse en un héroe para ellos) y, desde luego, con las normas de la prisión.

Y es que en todo el film subyace una amarga crítica contra el autoritarismo y las "normas" imperantes en el sistema carcelario (no sólo los agotadores trabajos forzados en carreteras), que simbólicamente se reflejan en las gafas de sol usadas por el vigilante. Significativa la primera frase de la película, enunciada mientras se trabaja a pleno sol:

- ¿Puedo quitarme la camisa, jefe?

La película se encuentra repleta de escenas ya míticas:

- La pelea entre Kennedy y Newman
- La apuesta de los 50 huevos
- La carrera por acabar de asfaltar la carretera (que simboliza la oposición al orden establecido)
- El coche lavado por Joy Harmon y toda su simbología sexual

Entre los actores, destacar a George Kennedy (oscar al mejor secundario) y la casi silenciosa presencia de Dennis Hopper (faltaban un par de años para que el indomable fuera él). Y Newman, Newman, Newman.... en una (y son muchas) de sus mejores interpretaciones; con esa sonrisa irónica que se gasta (actor unisex: gusta tanto a hombres como a mujeres. De ahí el título de la crítica). Y además, exhibiendo torso y abdominales!!. Nominado también al Oscar, éste recairía en Rod Steiger (En el calor de la noche, había que combatir el racismo), que también superó (agárrense) a Beatty, a Hoffman y a Spencer Tracy.

Resumiendo, gran película con un memorable (en todos los aspectos) Newman que nos permite recuperar (Ay, Dios) el espíritu rebelde de los 60.
11 de octubre de 2008
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
En gran cantidad de ocasiones (quizá por desconocimiento, quizá por "momentánea amnesia"), cuando se habla de los grandes autores de la comedia clásica se deja fuera al gran Mitchell Leisen. Y eso que es autor de maravillas como La muerte de vacaciones, Una chica afortunada, Recuerdo de una noche noche o Adelante mi amor. Pero quizá sea esta su obra más representativa y reconocida.

Con guión de los afamados Brackett y Wilder, Leisen crea (en pleno apogeo de este subgénero) una adorable screwball comedy con París como escenario y la tradicional diferencia de clases en este tipo de comedias como motor de la trama (recordemos Holiday o Al servicio de las damas).

No busquemos, pues, lógica alguna en el argumento. En la primera secuencia, una mujer vestida con traje de noche es despertada en un vagón de tren por el revisor a su llegada a la capital francesa; se encuentra sin dinero, pero busca "pescar" un buen partido que le de "la felicidad del dinero"; pero la primera persona a la que encuentra es un modesto taxista que intenta ayudarla. A partir de aquí, los equívocos y situaciones absurdas e hilarantes se suceden con mano maestra entre críticas a la vacuidad de la clase social alta.

Claudette Colbert, protagonista principal, se encuentra maravillosamente cómoda en su papel, y recordemos que fue una de las reinas de la comedia. Junto a ella destaca el gran John Barrymore (que urde el engaño para librarse de cierto peso que descansa sobre su cabeza) y Don Ameche como el taxista que no se resignará a perder a la mujer que ha estado buscando toda su vida: memorable su llamada a la unión de los taxistas parisienses como habían hecho durante el sitio de París en la 1ª Guerra Mundial.

Destacar, asimismo, a otros secundarios como Francis Lederer y, especialmente, la glamourosa Mary Astor quien, claro está, todavía no había caído en las redes de Spade / Bogart.

En suma, una adorable película que inyecta unas adorables ganas de vivir.
11 de noviembre de 2008
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El maestro nos avisa en el prólogo de que aunque nos parezca mentira, esta historia es real. Y esta simple declaración ya nos confiere un plus de angustia que no abandonamos hasta el The End (o hasta que terminamos de analizar la película una o dos horas después). En los telefilmes se quiere conseguir lo mismo con la frase "basada en hechos reales", y esa angustia (física, desde luego), nos abandona cuando hacemos zapping (y no encontramos un culebrón, claro está).

Con Falso culpable Hitchcock retoma uno de sus temas predilectos: el hombre normal que por diversas circunstancias se encuentra metido en un rol que no el suyo (39 escalones, Alarma en el expreso, Con la muerte en los talones, etc.). Pero esta vez desde la más absoluta realidad.

Apoyándose en un necesario y majestuoso blanco y negro (ya sólo recurriría a él, también acertadamente, en Psicosis) y en la inquietante partitura del gran B. Herrmann, nos introduce en una atmósfera opresiva y angustiosa contando la historia de Christopher Emmanuel Balestrero, un músico de New York que se ve acusado de varios robos e identificado por testigos presenciales como autor de los mismos.

Con este punto de partida, lógicamente Kafka nos viene a la memoria. Y Hitchcock ayuda mostrando con rápidos y duros trazos el absurdo de gran parte de la administración (jurídico-policial en este caso). A destacar, por ejemplo, como debe repetir una y otra vez nombre, dirección y demás datos personales.

Con una primera parte genial, quizá el final decaiga en exceso, a lo que "ayuda" el desarrollo argumental del personaje de Vera Miles (la mujer del acusado). Pese a ello, podemos encontrar escenas grandiosas como el traslado desde comisaría a la cárcel (con un intercambio espeluznante de planos entre objetos -esposas, llaves- pies sin rostros de otros acusados y el rostro de desesperación "in crescendo" de Fonda), la escena del juicio (el acusado se da cuenta de que nadie atiende al mismo) o esa fusión que se hace entre el rostro de Fonda y la del verdadero culpable.

Y Henry en una de sus mejores interpretaciones, reflejando a la perfección desde la incomprensión hasta la angustia. El segundo visionado es para seguirle única y exclusivamente a él.

En resumen, una gran película del maestro inglés (aunque quizá no muy conocida y/o valorada), rodada en plena época de madurez, ya que tras ella rodaría de una tacada Vértigo, Con la muerte en los talones, Psicosis, Los pájaros y Marnie, la ladrona. ¿Quién da más?
25 de marzo de 2009
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reunión de grandes nombres. Sydney Pollack adaptó a John Grisham y contó con un gran reparto, Tom Cruise, Hackman, la Tripplehorn (esposa de Douglas en Instinto Básico, recuerdan sí contra la pared y el sexo anal, esa), Holly Hunter, Harris, Paul Sorvino (increiblemente de gángster, sí), Viterelli (qué decir)... Lo mejor, curiosamente la música de Dave Grusin.
La tapadera es una película increible. Es decir, no te crees nada. Mitch es el "típico" estudiante de Harvard casado con una chica rica que ha dejado la fortuna familiar de lado por él. Para pagarse los estudios, realiza varios trabajos al día, entre clase y clase y por la noche atiende a su mujer, ve alguna película comiendo pizza y si tiene tiempo se prepara el "cum laude". Es guapo, medianamente alto cuando Cruise se pone los calzos o cuando se los quita y está al lado de Holly Hunter, y deportista. Hasta aquí lo coherente.
Pues bien, resulta que antes del último examen realiza varias entrevistas y un pequeño bufete de Memphis le ofrece un pastón. Y para allá que se van. Pero como tiene que haber película, pues empiezan a pasar cosas raras, como la muerte de dos compañeros de trabajo. Y Cruise, que no es tonto, empieza a sospechar. Sobre todo cuando se le presentan los federales, y es que esta gente de Harvard es así de inteligente.
Y por ahí también aparece la mafia, por lo que se ve atrapado entre dos fuegos: los mafiosos y los federales. Y además, no quiere violar el secreto profesional el caballero.
Bueno, pues tamaño conjunto de incoherencias y muchísimas más que no desvelo, incluida una escena final que es para matar al escritor, al guionista, al montador, al director, al productor o al del cattering por no haberlos envenenado a todos, dan lugar a un film que te hace pasar el rato (largo, 150 minutos).
En esto creo que tiene que ver la notable mano de un Pollack que, aunque lejos de sus mejores momentos, sabe algo de esto. Además, mientras dirige no se le ve el careto en otras películas, lo que siempre es de agradecer. Y no es poco mérito que pases el rato sin existir apenas acción y con la sarta de idioteces cuyos ejemplos he mencionado con anteriodidad, aunque si se ve en casa se puede echar en algún momento una ojeada a alguna revista.
Clásica película de la que en España se diría, "es que cuenta con muchos medios...". Pues sí, muchos medios para juntar un buen reparto y, sobre todo, para contratar a Pollack, que nos salva la función. Me reservo algún chistecillo sobre Alatriste.

Entre el 5 y el 6. 6 porque me gusta el abrigo de Cruise, 5 por las pintas y modelitos de la Hunter. 6 por el personaje de Elvis, que mola, 5 porque no viene a cuento. 6 por la aparición de Sorvino y su amigo, 5 porque los matones no me convencen. Decide la calva de Harris.
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