La vida de Michael Corleone continúa por sus fueros; negocios de corbata, políticos de mierda, constructoras, banqueros ladrones de piruletas, cadáveres con cangrejos en las cuencas de los ojos, curas a tope de esmegma, monjas robaniños y un largo etcétera fecal de gentuza que va desfilando ante la gran pantalla. Pero ahora ha llegado la hora de sentar cabeza para Michael, y qué mejor sitio para reposar la testa que el regazo del Papa de turno. Nuestro héroe quiere ahora reposar, dormir y soñar con angelitos y tostadas con queso de untar. Claro que sí, muchacho.

A destacar, lo de siempre, mas un Andy García, alias "Alforfones", que hace un gran papel, y una Sofia Coppola que está para darle cariño con tostadas a tutti pleni.

Excelente documental ficticio que relata hechos reales de marcado contenido fantástico y folklórico y que, siguiendo los parámetros de la serie "Secretos del Universo con Morgan Freeman", nos enseña que la subjetividad es objetiva hasta que alguien te dice lo contrario -o ni eso-.

En mi casa ha gustado mucho. Todos hicieron anoche las maletas para irse en patera hacia Marruecos; excepto yo, que me quedé en el sofá, petrificado por un terrible dolor de huevos.

Como es bien sabido por todos, en el seno del cine de Lynch se disciplinan cumulativamente tanto lo transitorio de lo onírico como lo árido de lo infecundo. A resultas de esta -tal vez, demasiado aventurada- inferencia, se colige la sempiterna alusión en todos sus films al sujeto subyugado por atroz cimbrel, cual doliente bardaje, que vaga por una indirecta existencia sin promulgar su sino y constriñendo la arcada hasta el paroxismo. ¿Nos identificamos con esto? Sí. ¿Alguien puede plasmarlo mejor que este maestro? No.

Carretera Perdida es una virtual apocatástasis lynchiana y todos debemos encorvar la raspa y recibir sonriendo la enhiesta verga de Lynch. Amén.

Pero parece que el tal Jim Jarmusch éste se cree especial, o algo así, y tiene que hacer películas extrañas y estúpidas dirigidas a un público que también se cree especial. ¿En qué clase de universo para lelos se desarrolla esta mierda? ¿Alguien puede creerse que exista un negro gordo fan de Naruto que haga estas cosas? El único acierto del film es su lentitud y pesadez, muy acorde con el tonelaje del protagonista y su mochila.

Esta película es una puta hez maléfica y no hay por dónde cogerla. Venga, venga.

En la España estreñída de los 60, con el intestino a tope de alforfones, nuestro héroe Javier Cámara, a modo de vengador calvo, y con el esfínter bien abierto, marca una ruta hacia la libertad, una libertad que parece hallarse de forma efímera en un pueblecito de Almería, un pueblecito que alberga momentáneamente a una extraña civilización alienígena: hombres libres, artistas, perroflautas y gente del cine. En su camino, repleto de estiércol, hacia cósmicos campos de fresas, nuestro mesías patrio va repartiendo, a diestro y siniestro, sabiduría y cariño con tostadas, no sin antes tener que zafarse de kilotones de obstáculos y de enemigos de la libertad y del plantago ovata. Esta película es la salud. Oh, sí. Amén.