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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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29 de abril de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, bueno, bueno. Bien se podría decir que estoy gratamente sorprendido con el resultado de esta segunda entrega de la historia de nuestro querido “Hache”, pues viendo la primera parte de la misma es inevitable esperarse lo peor antes de empezar a ver el film. Aunque bueno, quizá también por esos prejuicios tan negativos es por lo que esta nueva producción deja una sensación de ser más de lo que en verdad es.

Lo admito, deberíamos estar plenamente satisfechos ya que la “madurez” del personaje de Mario Casas dura en este caso cerca de… ¡90 minutos!, a partir de los cuales deja salir al “macho cabrío” que lleva dentro y entran en juego su fanfarronería y tonterías varias. Y el que tarde tanto en reaparecer es ya para estar orgulloso; y si además contamos con que CASI (solo casi) acaba la película sin pegarse con nadie se podría decir que es poco menos que un milagro.

La verdad es que, si se analiza minuciosamente, uno se da cuenta de que la película sigue prácticamente el mismo guión que su predecesora solo que, en este caso, la chulería y bravuconería se las reparten entre varios personajes del largometraje; ya no es solo Mario Casas el “tipo duro” que se cree con derecho a todo (que también), sino que esta vez tiene la dura competencia de la coprotagonista Clara Lago (interpretando a la niña rebelde y seductora), que tampoco se queda atrás en cuanto a prepotencia.

Por lo demás, destacar alguna escena un tanto absurda e innecesaria (raro hubiera sido que no hubiese habido ninguna), muchas “caritas de niño malo” de Mario Casas y escenas de sexo, sexo y más sexo, algo que no puede faltar en la gran mayoría de producciones españolas. Sin embargo, reconozco que la historia es bastante más creíble (y menos bochornosa) que la de “Tres metros sobre el cielo” y que incluso cuenta con algunos detalles de buen cine; entre lo más destacado del film estarían las emotivas escenas donde nuestro protagonista recuerda a su amigo y una buena banda sonora que acompaña a la trama en todo momento.

En conclusión, bastante mejor que la anterior aunque no por ello deja de ser una historia demasiado empalagosa y difícil de creer, centrada en exceso en un personaje cuya mayor preocupación es la de lucir cuerpo durante las dos horas de duración de la película.
26 de abril de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Solo alguien como el maestro Spielberg era capaz de unir bajo un mismo título dos temas tan diferentes dentro del mundo del cine como son la guerra y todo lo que ello conlleva y el amor adolescente de un joven por su caballo, al cual crió desde niño. Una fusión que convierte a un animal tan noble en protagonista indiscutible, mostrando más serenidad, carácter y sentido común que muchos de los personajes humanos que le rodean en el film.

No es la primera vez que el director nos sorprende con la forma de abordar una película de este estilo, centrándose en personajes que, por norma general, suelen ser secundarios y menos importantes que los principales. Los escenarios siguen siendo muy realistas y la fotografía de las escenas es realmente magistral, algo que ya demostró Spielberg con creces en sus producciones anteriores.

Dejando a un margen esa innovación y esa picaresca en la unión de dos temas tan enfrentados, considero que el film abusa, en muchas ocasiones, de un surrealismo extremo. Los personajes parecen ser cautivados por la “magia” de nuestro caballo protagonista y se olvidan por completo de todo lo demás; da igual en qué bando estén o en qué situación se encuentren (la escena en la tierra de nadie, entre las trincheras de ambos bandos, en su intento por ser tierna, roza la tontería y es bastante poco creíble) pues el resultado va a ser el mismo: quedar enormemente encaprichados de nuestro caballito inmortal.

Sin duda, lo mejor del largometraje son esos primeros 40 minutos de drama familiar, donde el valor moral y el afán de superación consiguen imponerse en una atmósfera de desesperación y malos augurios; así como la capacidad de unir historias tan dispares sin que la trama parezca forzada. Lo peor: su larga duración, completamente innecesaria.

Una muy buena película que incluso podría haber sido mejor de no haber abusado tanto de esa descarada “ñoñería” en torno a nuestro cuadrúpedo protagonista.
18 de abril de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para los amantes incondicionales del drama, para los seguidores de George Clooney, para aquéllos que adoran las historias familiares por encima de los demás géneros, y para todos los que somos amantes del cine en general, estamos muy probablemente ante una de las producciones mejor realizadas del año 2011.

En verdad, el film de Alexander Payne tampoco es que sea espectacular; su argumento es más bien simple y peca de estar plagada de clichés que nos recuerdan a películas estrenadas con anterioridad. Sin embargo, no recuerdo ningún drama familiar de este estilo que consiguiera recrear tan bien una situación trágica como lo hace “The Descendants”, sin caer en un dramatismo extremo, así como lograr dar vida a unos personajes que transmiten una química idílica que le da al film una tremenda credibilidad.

Una película que mezcla drama y comedia como muy pocas son capaces, una película que derrocha emociones y sentimientos a través de sus personajes protagonistas tremendamente conseguidos en todos y cada uno de sus aspectos: forma de ser, forma de actuar, gestos, pensamientos… todo está increíblemente trabajado, lo que da lugar a un amplio abanico de sentimientos y reacciones como pueden ser la resignación del protagonista ante el aluvión de malas noticias, la mezcla de rabia y tristeza de la hija mayor o la dulce inocencia de la pequeña “Scottie”.

Por mi parte doy mi más sincera enhorabuena a un magnífico actor como es George Clooney que (literalmente) se desnuda, sentimentalmente hablando, delante de las cámaras y nos ofrece su mejor versión en la piel de un hombre corriente y nada ambicioso que solo pretende tener una vida tranquila y sencilla junto a las personas que quiere y que, sin embargo, tiene la mala suerte de encontrarse con todo lo contrario. El vivo retrato del “quiero, pero no puedo” de la condición humana que nos devuelve a la cruda realidad de seres imperfectos y vulnerables.

Una buena banda sonora de música nativa aporta aún más espíritu y carácter para lograr una muy buena producción que culmina con un final emotivo y una última escena digna de recordar. Una obra cinematográfica de indudable valor.
14 de abril de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente sorprendente el resultado de una película mitad drama trágico mitad sátira caricaturesca que parte de inicio prometiendo poco y acaba dándolo prácticamente todo. Me atrevería a decir que Álex de la Iglesia es ya un auténtico experto en el arte de dejar boquiabierto a su público, ya que no es la primera vez que una producción suya nos sorprende (ya sea para bien o para mal) de esta manera.

Brillante y emotivo el que considero el primer papel serio de José Mota en el mundo del cine y agradecer al humorista que durante hora y media dejara a un lado ese papel cómico que tanto le caracteriza y que, en contraposición, nos ofreciera una tremenda interpretación de un personaje lleno de personalidad y plagado de reflexiones que calarán hondo en el espectador que se deje invadir por la trama que propone el largometraje.

En general, todo el reparto lo hace verdaderamente bien, ya sean papeles protagonistas o papeles secundarios con apenas una o dos intervenciones. La caricatura crítica del mundo de la publicidad y los medios de comunicación llega a ser tan dura, pero a la vez tan verídica, que roza los márgenes de la moralidad en varias ocasiones y logra crear en el espectador un sentimiento de odio continuo hacia la mayoría de dichas disciplinas.

Y ya, para completar, está la actitud del protagonista a lo largo de todo el film, pensando en el futuro y bienestar de su familia y maquinando ideas para sacar algo de beneficio de una tragedia de tal magnitud que les permita seguir viviendo aun siendo consciente de que su propia vida podría estar en peligro; una actitud ejemplar que hace reflexionar sobre hasta qué punto puede llegar la desesperación de una persona en tiempos difíciles, situación que, por desgracia, no es tan ficticia como podríamos desear.

Una reflexión profunda, atrevida, correcta, estricta y triste sobre la cruda realidad en la que hoy vivimos. ¿Mejorable? Por supuesto que sí, pocas cosas en esta vida (y más concretamente en el cine) son perfectas, pero el resultado planteado por Álex de la Iglesia es de lo más acertado y logra con creces alcanzar su emotivo y conmovedor objetivo.
12 de abril de 2013 1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra absurda y desternillante traducción al castellano de un título que nada tiene que ver con su versión original y que ayuda en parte a crear esa sensación de decepción en el espectador, el cual, inocentemente, observa en el letrero de la película la palabra “desmadre” y se hace ilusiones pensando que está a punto de ver un film cargado de fiesta y diversión, con buena música y mejor ambiente. Craso error.

En el film de Stoller fiesta hay (para qué nos vamos a engañar), pero más que “desmadre” encontramos algo así como surrealismo extremo y exageración no apta para menores. Cuesta encontrar escenas en las que las drogas y el sexo desmedido no sean los verdaderos protagonistas y los personajes se pasan todo el largometraje haciendo y diciendo tonterías una y otra vez, sin control, censura u otro tipo de restricción que les haga descender de su universo particular y les devuelva de nuevo a tierra firme.

Una producción centrada en la vida de un cantante estrambótico y descontrolado interpretado por el maestro del humor Russell Brand, el cual, en mi opinión, no consigue alcanzar el nivel suficiente como para sostener sobre sus hombros a toda una producción que ha de girar en torno a él.

Dar gracias a alguna escena musical que rompe con esta rutina de diálogos y situaciones absurdas y, aunque tampoco nos ofrecen nada del otro mundo, le dan un poco de ritmo a un largometraje que desde el primer minuto pide a gritos un poco de sentido común.

Si en algún momento hace gracia el mérito es única y exclusivamente de los dos actores protagonistas, que, con solo mirarles la cara, dan ganas de echarse a reír. Mucho sexo, muchas drogas, mucho alcohol y mucha fiesta “rock n’ rollera” pero pocas nueces.
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