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España España · Barcelona
Críticas de reporter
Críticas 629
Críticas ordenadas por utilidad
9
20 de diciembre de 2007
26 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2002 Fernando Meirelles conquistó a la pública y al público de todo el mundo con esta inmensa obra. La tarea de adaptar la novela de Lins era más que complicada (para hacernos a la idea, mencionar que el libro cuenta con más de trescientos personajes y cien historias distintas), pero a fe que salió airoso del reto. Con una colorista pero a la vez oscura estética cercana al video-clip, el director crea una atmósfera que envuelve y asfixia al mismo tiempo. Parece que en ella se ha captado a la perfección la esencia de la vida en las favelas… un lugar que como bien define el protagonista, “queda muy lejos de la típica postal de Río”

Quizás el gran triunfo de Meirelles es el de conseguir que no nos perdamos en medio del caos que supone la trama que envuelve a Ciudad de Dios. Tratar durante más de dos horas con tantos personajes y situaciones distintas y no “morir” en el intento es todo un logro. El interés no decae nunca, ya sea gracias a la brutalidad de la historia, ya sea por su humor negro, ya sea gracias al dinamismo que imprime el director en toda y cada una de las escenas. Los actores -la mayoría de ellos no profesionales- rinden a un altísimo nivel, cualquiera diría que realmente han vivido las desventuras descritas en el filme (lo cual tampoco se tendría que descartar) y la selección de temas musicales es simplemente inmejorable. En parte contribuya mucho a conseguir lo anteriormente comentado: plasmar la esencia de un lugar… de una época.

Especialmente interesante es el personaje de Dadinho… o más bien dicho, Ze Pequeño. Es la reinvención del mal en su estado más puro. La imagen del niño que creció entre disparo y disparo con una sonrisa de oreja a oreja, es simplemente una de las más espantosas que haya visto jamás. El aterrador Ze Pequeño siembra el pánico por allí donde pasa, cegado por el deseo de poseer cuanto ve, sin importarle el camino que tenga que coger para llegar a dicho fin. Un monstruo que si nos paramos a reflexionar, ha sido creado por el sistema… o siendo más justos, el sistema ha permitido su existencia.

Lo único que cabe esperar de un lugar dejado de la mano de Dios (nunca mejor dicho) como lo es esta favela, es que la podredumbre se apodere de las calles y de sus habitantes. El filme viene a expresar esta idea en la “cómica” escena en la que Buscapé trata en vano de ganar algún dinero fácil, para acabar dándose cuenta que la única manera de espabilar en aquella ciudad es empuñando una arma. La pistola como el único instrumento que permite triunfar, pero también como el instrumento que acaba condenando a su propio dueño. No importa cuantas veces pidamos que al final no aparezcan las palabras mágicas “basada en un hecho real”… porque en efecto es una película real como la vida misma. O acaso había alguna duda?
reporter
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6
20 de abril de 2010
29 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un, dos, tres... cosas que sabemos de Islandia. Es una isla del norte de Europa; tiene un clima que combina frío ártico con bocanadas de aire tropical; están tan o más jodidos que nosotros por la crisis económica mundial; sus impronunciables volcanes expelen cantidades record de ceniza; su mejor futbolista de la historia no acabó de cuajar en el Pep Team... y usando el comodín Miss España, allí vive gente maravillosa. Poco conocemos del más famoso proveedor mundial de bacalao, y una de las razones puede ser el poco cine que nos llega de esas tierras. Hecha la queja, puesta sobre la mesa la solución, ya que en dos semanas llegarán a nuestras salas dos títulos provenientes de esas tierras, el primero de ellos ‘Reykjavik-Rotterdam’, seleccionado para representar a Islandia en la última edición de los Oscar.

Que no se escandalicen los seguidores del cine más convencional, y que tampoco se ilusionen demasiado los amantes de los exotismos del séptimo arte, pues el filme de Óskar Jónasson es un producto que muestra máxima fidelidad a los esquemas del thriller made in USA. Eso lo sitúa en el siempre incómodo punto intermedio que supone ser una pequeña decepción para aquellos que esperaban ver en él un entretenimiento técnicamente aceptable (en este aspecto se hace demasiado evidente la falta de un presupuesto considerable, lo cual es a la vez una de las principales causas de un estilo algo telenovelesco), y los que ansiaban una vía para acercarse a una cinematografía que a priori pudiera plantear alternativas frente a los clichés de las películas de intriga/acción que cada semana invaden la cartelera.

En la otra cara de la moneda, sería injusto no admitir que ‘Reykjavik-Rotterdam’ se descubre también como una cinta muy cumplidora -para los dos tipos de público previamente citados-. Si bien comentábamos antes que se le podía reprochar el seguir demasiado al pie de la letra los manuales de un cine que por lejanía geográfica y cultural debería hacérsele más ajeno (aunque nunca es demasiado tarde para recordar que no hay nada que no pueda resolver la globalización), también hay que recordar que como ejercicio de género es una experiencia bastante satisfactoria. En efecto, el film de Óskar Jónasson es ante un todo una historia que sin demasiados alardes consigue captar la atención del espectador sin exigirle nunca demasiado esfuerzo, lo que actualmente ya significa un pequeño triunfo.
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reporter
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Toy Story 3
Estados Unidos2010
7,9
117.031
Animación, Voz: Tom Hanks, Tim Allen, Joan Cusack, Don Rickles ...
8
20 de julio de 2010
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pixar lleva tiempo siendo dueña de una excelencia fruto de la constancia y el trabajo duro y de un grupo de mentes brillantes que decidieron unir fuerzas para que el mundo entero se maravillara una vez al año con sus películas. Filmes que reúnen un sinfín de virtudes y que suponen una bocanada de aire fresco a un panorama cinematográfico al que cada vez le cuesta más innovar. Propuestas nuevas. ¿Una rata que se convierte en el mejor chef de Francia? Lo compro. ¿Un robot de ojos tristones que en su soledad se dedica a limpiar nuestro planeta? Lo compro. ¿Un anciano que decide cumplir su sueño atando una gran cantidad de globos a su casa para que ésta salga en volandas? Lo compro. ¿Unos juguetes cuya existencia depende casi exclusivamente del cariño dispensado por su dueño? Fantástico, pero esto ya lo he visto antes. Dos veces. Afortunadamente, después de ver ‘Toy Story 3’, puedo decir bien alto que por mí no se corten los mandamases si pretenden seguir a Woody, Buzz y compañía durante las generaciones que les plazca.

Por si fuera poco, la providencia divina (o la planificación de los productores, que viene a ser lo mismo) ha querido que coincidan en cartelera los buques insignia de las dos factorías que teóricamente cortan el bacalao en el sector. La excusa perfecta para dejar latente una vez más que esta rivalidad lleva largo tiempo carente de fundamento, pues el Lasseter Team juega en otra liga. En un lado del ring, provinente de los hiperactivos estudios de DreamWorks tenemos a Shrek, el antaño ogro de los huevos de oro, personaje tan exprimido que ni su madre le reconocería ahora mismo (y esto que el presunto capítulo final cerró la saga de una forma mucho más digna de lo que apuntaban los peores pronósticos). En el otro lado del cuadrilátero, bajo la garantía de Pixar, tenemos a unos viejos conocidos plastificados, que han tenido más de una década para reposar, tomar fuerzas... y reciclarse.

Mientras que en el Reino de Muy Muy Lejano se ha procedido a un abuso de la fórmula originaria que ha llevado al más que previsible agotamiento de la misma y al rechazo por parte del espectador, en casa de Andy no se ha perdido ni pizca del encanto de las primeras entregas de la franquicia. Cierto que la vida de estos pequeños seres sigue girando entorno a unos personajes que raramente aparecen en pantalla; cierto que la problemática de esta nueva aventura es bastante similar a la de la anterior entrega (el hallazgo de un edén con truco ideal para sanar las heridas causadas por la falta de cariño). Pero es de Pixar de quien hablamos, de modo que seguro que detrás del proyecto hay gente que no se va a permitir acomodarse en los laureles del pasado, y que va a hacer todo lo que esté en su mano para que el espectador no se sienta nunca invadido por la sensación de déjà vu. Y así es.

Divide y vencerás. Esta máxima ya se cumplió con el milagro de Andrew Stanton y su ‘Wall•E’, y el mismo efecto se ha producido con el que fuera compañero del...
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reporter
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7
1 de noviembre de 2010
30 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento de una entrevista, Maruja Torres esbozó una leve sonrisa y con posado nostálgico pronunció un nombre: ''Richard Nixon...'' Después de una pausa dramática, añadió ''¡Aquellos eran buenos tiempos!'' Obviamente su contertulio no supo cómo reaccionar, de modo que ella le echó un cable. ''Claro, piense en ello... en aquella época, cuando alguien cometía un error, dimitía. ¡Esto ahora es inconcebible!'' Más razón no podía tener. Quizás hemos dejado en un rincón demasiado oscuro de nuestra memoria el legado político americano de principios de la década de los setenta. Bien es cierto que no andó precisamente escaso en lo que a escándalos se refiere, pero si puede rescatarse algo positivo del bochornoso caso Watergate es que se hizo justicia; los que engañaron al pueblo pagaron por ello -al menos algunos-. Crimen y castigo. De alguna manera, hubo ''juego limpio'', tal y como reza el título original de la nueva película de Doug Liman.

Muy oscura es también la imagen que tienen muchos del director neoyorquino, lo cual supone una gran injusticia. ¿Merece ser tratado con desprecio, incluso con indiferencia -que es peor- alguien con un currículum en el que escarbando un poco se encuentran cintas tan influyentes? Su primera etapa como realizador ya cae un poco lejos, pero no hay que olvidar que en ella encontramos aquel diamante en bruto titulado 'Swingers', fundamental para entender el devenir de la comedia indie americana contemporánea. Más reciente es 'El caso Bourne', que no necesitó demasiado tiempo para convertirse en el mayor referente del cine de acción de los últimos años, así como el espejo en el que debería mirarse todo producto del género que se preciara (ni el Sr. Bond se libró de esta tendencia). Fue Doug Liman, y no Paul Greengrass quien inició las aventuras del famoso espía amnésico, no hay que olvidarlo.

En lo que sí se adelantó el cineasta irlandés fue en el viaje a Irak. 'Green Zone: Distrito protegido', muy deudora de la saga Bourne, era un filme de acción casi impecable, pero que tenía un gran punto débil: llegaba casi diez años tarde (ver ahora al pobre Matt Damon correr incansablemente por Bagdad para acabar descubriendo con cara de bobalicón que las armas de destrucción masiva que buscaba no eran más que una patraña, tenía un inesperado efecto cómico). Algo similar podría haberle sucedido a 'Caza a la espía', al tratar ésta sobre una historia que a estas alturas ya la tenemos bastante vista. Un obstáculo que Liman esquiva con acierto centrándose más en el ''cómo'' que no en el ''qué''. En esta época en la que vivimos siempre rodeados de información, deberíamos ser marcianos para no saber que la nación más poderosa del mundo derrocó por la vía militar al régimen político/dictatorial iraquí... lo que pudo habérsenos escapado es cómo lo lograron; cómo allanaron el terreno para la invasión; cómo pudieron plantarse a la otra punta del mundo sin caérseles la cara de vergüenza.
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reporter
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7
10 de noviembre de 2012
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Por qué era Tom Sawyer amigo inseparable de Huckleberry Finn? ¿Porqu compartían la devoción aventurera? ¿Porqu tenían la misma capacidad para atraer toda clase de problemas? ¿Porque en definitiva eran almas gemelas? Desde luego. Pero al principio de todo, ¿por qué decidió Tom Sawyer acercarse a Huckleberry Finn? Fácil, porque su tía le había prohibido terminantemente que tuviera relación alguna con él. Mark Twain lo sabía: para un crío, no existe en este mundo un imán tan potente como una prohibición. Si ésta viene de la autoridad, la que sea, mucho mayor es el poder de atracción. No falla. Para los niños se trata de algo así como una regla dorada... para los adultos, también.

El razonamiento tiene su lógica, y no es tan contradictorio como pudiera parecer en un principio. Al fin y al cabo, si se nos prohíbe una actitud, o una sustancia, o tocar determinado utensilio, es precisamente porque el objeto normativamente fuera de nuestro alcance nos afectará de alguna manera. Presuntamente repercutirá en nosotros de forma negativa, de ahí la prohibición, claro está... o no tanto. ¿Y si el que prohíbe no es más que un egoísta que no quiere que nos fijemos en un tesoro al que nadie parece hacerle caso? ¿Y si, de alguna manera, podemos evitar que caiga sobre nosotros la maldición que se nos ha vaticinado? ¿Y si...? Ya estamos perdidos. François Ozon, muy consciente del poder que tiene sobre cualquier ser humano aquello que le ha sido denegado, estableció a partir de este punto los pilares para construir la que sería la gran triunfadora de una de las ediciones más lustrosas en la historia del Festival de San Sebastián.

Basada en la obra de Juan Mayorga, 'En la casa' habla precisamente de lo comentado hasta ahora... y de mucho más. Planteada como una simple anécdota (un profesor se queda sorprendido por la redacción de uno de sus jóvenes alumnos, y le pide a continuación a éste que siga escribiendo para él), la trama va evolucionando rápidamente en un juego cada vez más maligno y del que es imposible salir (adicción patrocinada de nuevo por el encanto de lo prohibido). El mero apunte a pie de página se va ramificando a ritmo endiablado y toca cada vez más y más temas, gozando todos ellos de un trato excepcional, incisivo y por encima de todo, estimulante. La violación de la intimidad, el filtro por el que toda realidad pasa antes de convertirse en obra de arte, la(s) mentira(s) sistemática(s) en cada narración, la relación entre el espectador y la obra, el efecto adictivo de lo morboso (más cuando éste parece ser real), -una vez más- lo seductor de lo prohibido...

En estas mil y una noches perversamente contemporáneas y que potencian al máximo el factor adictivo, cada actor, del más joven al más adulto (de Fabrice Luchini a Kristin Scott Thomas pasando por la revelación Ernst Umhauer), se luce, dando más poso emocional y dramático a un relato que en este sentido ya se valía por sí mismo. Pero si una luz brilla con más fuerza que ninguna otra, ésta es sin duda la del imprevisible Ozon, que en esta ocasión se supera a sí mismo (incluso se rehace de sus propios errores, como el de un final un tanto precipitado... pero excelentemente maquillado por un epílogo hitchcockiano perfecto para cerrar su relato), exponiendo con incontestable clarividencia un discurso enfocado a mirar al espectador a los ojos y, a ser posible, a hacerle sentir partícipe.

Se siente uno ciertamente incómodo (por intuirse en muchos casos que la pantalla no muestra, sino más bien refleja, y por alcanzar la empatía hacia los diversos personajes niveles vertiginosamente altos) viendo cómo el incauto profesor de literatura va siendo irremediablemente absorbido por una creación que él creía propia y plenamente controlada. En momentos como éste es cuando más se agradece estar en una sala de cine, ese lugar sagrado y que parece avocado a la extinción, pero que mientras exista, y mientras en él se proyecten películas como 'En la casa' se producirá algo de valor incalculable: que una obra de arte, al igual que las mejores clases, haga sentir, haga experimentar, haga dudar... haga pensar, todo esto sin que el receptor siquiera se dé cuenta. Magia.
reporter
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