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4,8
1.894
6
27 de enero de 2012
27 de enero de 2012
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El monje” es una película de tintes sobrenaturales, de góticas formas, basada en la obra literaria de Matthew Gregory Lewis. Tras la dirección y el guión, Dominik Moll, siempre peculiar como demuestran sus anteriores trabajos, como “Harry, un amigo que os quiere” o “Lemming”.
Presentada en la 59 edición del Festival Internacional de Cine, dentro de la sección “Especiales Medianoche” obtuvo desiguales resultados de crítica y público, fruto quizás de un marketing un tanto confuso que llevó a la decepción a aquellos que esperaban tanto una película de terror como una fiel adaptación de la obra original.
El film nos narra la vida del Hermano Ambrosio (interpretado por Vincent Cassell), que tras ser, en su más tierna y oscura infancia, abandonado en las puertas de un monasterio cisterciense y en él criado y educado, va escalando en la eclesiástica jerarquía. Pero sus oscuros orígenes hacen llegar las sombras hasta su presente, y el mal se materializa en las más distintas formas, intentando corromperlo, torcer su siempre recto camino y voluntad…
“Le moine” es una producción de contrapuestas virtudes y defectos… en el lado positivo encontramos una notable interpretación de V.Cassell encarnando al atormentado Ambrosio, un simpático guiño en la (breve y quizás un tanto desaprovechada) intervención de Sergi López como el altísimo del mal, así como un trabajo de fotografía y dirección artística que regalaran al espectador imágenes de turbadora belleza, a grabar en la cinéfila retina de los amantes del virtuosismo visual en el panorama cinematográfico. Por el contrario, en el lado negativo del film, encontraremos un ritmo narrativo irregular, excesivamente pausado a tramos, atropellado en otros, pero que innegablemente arrastra al espectador al bostezo. Ambos elementos opuestos hacen de ella una película, que si bien es hermosa e hipnótica, a la vez ,resulta, a tramos, tendente al tedio.
En conclusión, una producción para aquel sector de audiencia que disfrute con lo preciosista y artístico de una puesta en escena impecable y sepa ser indulgente con una narración contada a trompicones y con mucha, mucha calma. Abstención recomendada para acérrimos de la obra literaria original, la adaptación es libre, y su versión cinematográfica dista bastante de la escrita. Interesante.
-Enoch-
Presentada en la 59 edición del Festival Internacional de Cine, dentro de la sección “Especiales Medianoche” obtuvo desiguales resultados de crítica y público, fruto quizás de un marketing un tanto confuso que llevó a la decepción a aquellos que esperaban tanto una película de terror como una fiel adaptación de la obra original.
El film nos narra la vida del Hermano Ambrosio (interpretado por Vincent Cassell), que tras ser, en su más tierna y oscura infancia, abandonado en las puertas de un monasterio cisterciense y en él criado y educado, va escalando en la eclesiástica jerarquía. Pero sus oscuros orígenes hacen llegar las sombras hasta su presente, y el mal se materializa en las más distintas formas, intentando corromperlo, torcer su siempre recto camino y voluntad…
“Le moine” es una producción de contrapuestas virtudes y defectos… en el lado positivo encontramos una notable interpretación de V.Cassell encarnando al atormentado Ambrosio, un simpático guiño en la (breve y quizás un tanto desaprovechada) intervención de Sergi López como el altísimo del mal, así como un trabajo de fotografía y dirección artística que regalaran al espectador imágenes de turbadora belleza, a grabar en la cinéfila retina de los amantes del virtuosismo visual en el panorama cinematográfico. Por el contrario, en el lado negativo del film, encontraremos un ritmo narrativo irregular, excesivamente pausado a tramos, atropellado en otros, pero que innegablemente arrastra al espectador al bostezo. Ambos elementos opuestos hacen de ella una película, que si bien es hermosa e hipnótica, a la vez ,resulta, a tramos, tendente al tedio.
En conclusión, una producción para aquel sector de audiencia que disfrute con lo preciosista y artístico de una puesta en escena impecable y sepa ser indulgente con una narración contada a trompicones y con mucha, mucha calma. Abstención recomendada para acérrimos de la obra literaria original, la adaptación es libre, y su versión cinematográfica dista bastante de la escrita. Interesante.
-Enoch-

4,7
327
6
27 de enero de 2011
27 de enero de 2011
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Agárrense los machos, porque vuelven Noboru Iguchi y Yoshihiro Nishimura, dos de los padres de la caspa japonesa por antonomasia, autores de joyitas como The Machine Girl, Tokio Gore Police o la nueva Vampire Girl vs Frankenstein Girl. Si uno tiene querencia por los ojos rasgados, cierto estómago y -mucho- tiempo libre, es bastante recomendable darle una oportunidad a este par de cineastas, necesariamente con una copa bien cargada en la mano. Los que los conocemos ya sabemos lo que vamos a encontrarnos en su nuevo film, una propuesta algo más suavizada con respecto a las mencionadas aunque no por ello menos bizarra.
También los efectos CGI -toda esa sangre digital- son baratos hasta decir basta y redefinen la palabra cutre pero hay mucha artesanía en esos otros tradicionales de Tsuyoshi Kazuno y Nishimura, auténticos maestros en la materia. Nunca me cansaré de referenciar el esmero de los japoneses en este campo, intrínsecamente ligado a su historia cinematográfica y que las nuevas tecnologías no han conseguido borrar del todo, como demuestran los casos de cineastas algo más considerados como Takashi Miike (especialmente en Yôkai daisensô) o los últimos coletazos del cine de monstruos japonés.
Fieles a su filosofía, Iguchi y Nishimura siguen empeñados en no utilizar a verdaderas actrices y recurrir a ídolos del soft porn, una elección completamente lógica dentro de su propuesta. Aquí tenemos a una Aya Kiguchi que casi parece que no llegue a la mayoría de edad capitaneando un elenco de serviciales lolitas compuesto por Hitomi Kasebe, Asami, Cay Izumi y Shôko Nakahara. Sus contrapartes masculinas son todos amigos del director, algunos incluso reconocibles para el consumidor enfermo de otras entregas casposas japonesas, gente como Kentarô Shimazu, Takumi Saito o el propio Nishimura haciendo de jefe Yakuza. Han disfrutado como enanos rodando la película.
Supongo que a la hora de valorar esta bufonada mi debilidad por el cine japonés me juega malas pasadas. Lo cierto es que RoboGeisha es una locura a medias que por momentos se hace algo cansina, una nueva pieza del splatter nipón con algunos momentos impagables en su delirio pero no tan redonda como se le suponía. No obstante, cuando quiero suspenderla vuelve a mi memoria aquel inolvidable momento en el que los dos directores salieron a presentarla en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, vestidos con un taparrabos de sumo y haciendo una extraña danza ritual para deleite del Teatro Principal al completo. Y no puedo.
Keichi
También los efectos CGI -toda esa sangre digital- son baratos hasta decir basta y redefinen la palabra cutre pero hay mucha artesanía en esos otros tradicionales de Tsuyoshi Kazuno y Nishimura, auténticos maestros en la materia. Nunca me cansaré de referenciar el esmero de los japoneses en este campo, intrínsecamente ligado a su historia cinematográfica y que las nuevas tecnologías no han conseguido borrar del todo, como demuestran los casos de cineastas algo más considerados como Takashi Miike (especialmente en Yôkai daisensô) o los últimos coletazos del cine de monstruos japonés.
Fieles a su filosofía, Iguchi y Nishimura siguen empeñados en no utilizar a verdaderas actrices y recurrir a ídolos del soft porn, una elección completamente lógica dentro de su propuesta. Aquí tenemos a una Aya Kiguchi que casi parece que no llegue a la mayoría de edad capitaneando un elenco de serviciales lolitas compuesto por Hitomi Kasebe, Asami, Cay Izumi y Shôko Nakahara. Sus contrapartes masculinas son todos amigos del director, algunos incluso reconocibles para el consumidor enfermo de otras entregas casposas japonesas, gente como Kentarô Shimazu, Takumi Saito o el propio Nishimura haciendo de jefe Yakuza. Han disfrutado como enanos rodando la película.
Supongo que a la hora de valorar esta bufonada mi debilidad por el cine japonés me juega malas pasadas. Lo cierto es que RoboGeisha es una locura a medias que por momentos se hace algo cansina, una nueva pieza del splatter nipón con algunos momentos impagables en su delirio pero no tan redonda como se le suponía. No obstante, cuando quiero suspenderla vuelve a mi memoria aquel inolvidable momento en el que los dos directores salieron a presentarla en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, vestidos con un taparrabos de sumo y haciendo una extraña danza ritual para deleite del Teatro Principal al completo. Y no puedo.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El film se muestra más interesado en las escenas de combate que en el gore, una especie de parodia del Tokusatsu, las series televisivas japonesas a lo Power Rangers, pero aún más bochornoso. Hay que verlo para creerlo. Algunas situaciones y diálogos, como la asociación de afectados por la organización criminal, tienen su miga pero la imaginería visual del film lo ocupa prácticamente todo. Hay grandes momentos cutre-visuales como el ataque de las guerreras Tengu que arrojan leche ácida a golpe de ubre o las katanas que salen del sobaco y el trasero de las geishas, shamisen en mano. También aparece por ahí un castillo con brazos y patas que parece extraído de un episodio de Humor Amarillo. ¡Y hasta los edificios sangran! El listado de momentos WTF no tiene límite.
La historia de RoboGeisha versa sobre las hermanas Kasuga, dos geishas en perpetua competición por ser la mejor profesional de su gremio hasta que ambas son raptadas y adiestradas por una organización que está fabricando un ejército de señoritas de compañía robotizadas. Así, sin despeinarse. Con el paso del tiempo Yoshie empieza a darse cuenta de que está del bando de los malos y trata de redimirse y de paso salvar a su hermana Kikue. Es una pena que el guión se crea que tiene una historia que contarnos porque el exceso de metraje y un culebrón propio del peor dorama convierten a RoboGeisha en una película un tanto aburrida.
La historia de RoboGeisha versa sobre las hermanas Kasuga, dos geishas en perpetua competición por ser la mejor profesional de su gremio hasta que ambas son raptadas y adiestradas por una organización que está fabricando un ejército de señoritas de compañía robotizadas. Así, sin despeinarse. Con el paso del tiempo Yoshie empieza a darse cuenta de que está del bando de los malos y trata de redimirse y de paso salvar a su hermana Kikue. Es una pena que el guión se crea que tiene una historia que contarnos porque el exceso de metraje y un culebrón propio del peor dorama convierten a RoboGeisha en una película un tanto aburrida.
2 de diciembre de 2010
2 de diciembre de 2010
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde Noruega (donde tuvo bastante éxito que ha conducido ya a la filmación de secuela y precuela) y dirigida por Roar Uthang llega esta propuesta de cine de terror contándonos una historia al uso pero con elementos que marcan diferencia.
Como en tantas otras películas de género, una cuadrilla de jóvenes se va de excursión a un lugar lejos de todo y allí sufren todo tipo de desventuras. En este caso nos alejamos de los bosques, las casas encantadas y otros tópicos, pues Cold Prey nos lleva con ellos a la nieve, a zonas de alta montaña de extrema belleza donde se dedican a practicar snow board sobre la nieve virgen, lejos de estaciones de esquí, totalmente solos. En plena diversión uno de los integrantes del grupo sufre un accidente que le impide moverse y, al encontrarse ya muy lejos del coche en el que fueron a la montaña se ven obligados a refugiarse en un hotel abandonado que encuentran de forma casual en uno de los valles cercanos. No tardarán en descubrir que no están solos, y quien les acompaña en el desolado desierto blanco no está dispuesto a dejarlos escapar…
El argumento, como se puede comprobar, no destaca por su originalidad. Pero sin embargo, otros ingredientes si tienen una calidad destacable, como las localizaciones de la película, muy cuidadas, así como la fotografía firmada por Daniel Voldheim, que, junto a unos escenarios de pesadilla ayudan a generar una atmósfera visual opresiva que sabe apoyar la historia y dotarla de más fuerza y verosimilitud.
Igualmente apuntaremos que la interpretación de sus protagonistas es, aunque no de oscar, bastante más aceptables de lo esperado (teniendo en cuenta lo que suele ocurrir en films con este esquema argumental), sobre todo la de Ingrid Bolso Berdal, eso sí, el guión no dibuja unos personajes muy profundos con los que poder identificarse y regala más de una situación absurda…
Toda esta mezcla de elementos hace de Fritt Vilt (“Cold Prey”) una propuesta que parte de unos parámetros tópicos vestidos de atuendos diferentes a lo habitual, una película interesante, con una buena atmósfera de tensión, y que cumple su función de entretenimiento con nota. Recomendable, sobre todo para aquellos que habían perdido la esperanza de encontrar ya alguna película “sobre una cuadrilla con asesino que los va diezmando” que mereciese la pena.
Enoch
Como en tantas otras películas de género, una cuadrilla de jóvenes se va de excursión a un lugar lejos de todo y allí sufren todo tipo de desventuras. En este caso nos alejamos de los bosques, las casas encantadas y otros tópicos, pues Cold Prey nos lleva con ellos a la nieve, a zonas de alta montaña de extrema belleza donde se dedican a practicar snow board sobre la nieve virgen, lejos de estaciones de esquí, totalmente solos. En plena diversión uno de los integrantes del grupo sufre un accidente que le impide moverse y, al encontrarse ya muy lejos del coche en el que fueron a la montaña se ven obligados a refugiarse en un hotel abandonado que encuentran de forma casual en uno de los valles cercanos. No tardarán en descubrir que no están solos, y quien les acompaña en el desolado desierto blanco no está dispuesto a dejarlos escapar…
El argumento, como se puede comprobar, no destaca por su originalidad. Pero sin embargo, otros ingredientes si tienen una calidad destacable, como las localizaciones de la película, muy cuidadas, así como la fotografía firmada por Daniel Voldheim, que, junto a unos escenarios de pesadilla ayudan a generar una atmósfera visual opresiva que sabe apoyar la historia y dotarla de más fuerza y verosimilitud.
Igualmente apuntaremos que la interpretación de sus protagonistas es, aunque no de oscar, bastante más aceptables de lo esperado (teniendo en cuenta lo que suele ocurrir en films con este esquema argumental), sobre todo la de Ingrid Bolso Berdal, eso sí, el guión no dibuja unos personajes muy profundos con los que poder identificarse y regala más de una situación absurda…
Toda esta mezcla de elementos hace de Fritt Vilt (“Cold Prey”) una propuesta que parte de unos parámetros tópicos vestidos de atuendos diferentes a lo habitual, una película interesante, con una buena atmósfera de tensión, y que cumple su función de entretenimiento con nota. Recomendable, sobre todo para aquellos que habían perdido la esperanza de encontrar ya alguna película “sobre una cuadrilla con asesino que los va diezmando” que mereciese la pena.
Enoch
25 de octubre de 2012
25 de octubre de 2012
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christian Vincent (“Les enfants”, “La discreta”) se inspira en una historia real para crear esta película con la que participó en el 60 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, dentro de la sección de cine culinario.
El film nos cuenta la historia de una mujer sencilla y amante de la cocina que habita en un área rural francesa que ve cómo su existencia da un giro completo al verse seleccionada para trasladarse al Palacio Elíseo para trabajar ejerciendo las funciones de cocinera personal del presidente de la nación.
Dando vida al papel de la cocinera real, Hortense Laborie (con quien el director trabajó para la creación de la película), para el celuloide encontramos a la actriz Catherine Fort (“Cout d’éclat”, “Associés contre le crime”, etc), sobre la que recae el mayor peso de la película y que desempeña su función con soltura y sabe encarnar la sencillez y ternura necesarias.
Sin enredarse en asuntos políticos, el film se regodea en el aspecto humano y, sobre todo, gastronómico de la historia. Los platos que vemos elaborarse ganarán el rugido del estómago de los espectadores (recomendado es, visualizar este film con el estómago lleno), pero su protagonismo en la película es el justo y necesario sin llegar a aburrir, hecho muy de agradecer.
Es quizás la parte de la narración que corresponde al “presente” (puesto que la aventura de Hortense se cuenta a modo de recuerdo, o flashback) en el que ella se encuentra trabajando en un lugar inhóspito, lejos de todo y de todos, la que lastra un tanto la historia por su escaso interés y resulta un tanto “de relleno”.
No obstante, esta peculiar y suculenta historia, es, como los platos que prepara Hortense, fácil de digerir, degustar y disfrutar. Eso sí, a diferencia de ellos, no impresiona ni deja poso en la memoria, entretiene dejando buen sabor de boca pero no resulta inolvidable ni destacable.
-Enoch-
www.raven-heart.com
El film nos cuenta la historia de una mujer sencilla y amante de la cocina que habita en un área rural francesa que ve cómo su existencia da un giro completo al verse seleccionada para trasladarse al Palacio Elíseo para trabajar ejerciendo las funciones de cocinera personal del presidente de la nación.
Dando vida al papel de la cocinera real, Hortense Laborie (con quien el director trabajó para la creación de la película), para el celuloide encontramos a la actriz Catherine Fort (“Cout d’éclat”, “Associés contre le crime”, etc), sobre la que recae el mayor peso de la película y que desempeña su función con soltura y sabe encarnar la sencillez y ternura necesarias.
Sin enredarse en asuntos políticos, el film se regodea en el aspecto humano y, sobre todo, gastronómico de la historia. Los platos que vemos elaborarse ganarán el rugido del estómago de los espectadores (recomendado es, visualizar este film con el estómago lleno), pero su protagonismo en la película es el justo y necesario sin llegar a aburrir, hecho muy de agradecer.
Es quizás la parte de la narración que corresponde al “presente” (puesto que la aventura de Hortense se cuenta a modo de recuerdo, o flashback) en el que ella se encuentra trabajando en un lugar inhóspito, lejos de todo y de todos, la que lastra un tanto la historia por su escaso interés y resulta un tanto “de relleno”.
No obstante, esta peculiar y suculenta historia, es, como los platos que prepara Hortense, fácil de digerir, degustar y disfrutar. Eso sí, a diferencia de ellos, no impresiona ni deja poso en la memoria, entretiene dejando buen sabor de boca pero no resulta inolvidable ni destacable.
-Enoch-
www.raven-heart.com

5,3
7.474
7
25 de enero de 2011
25 de enero de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un siniestro e impresionante psiquiátrico abandonado. Un equipo de cinco hombres que se han comprometido para vencer a sus competidores y lograr el contrato, a limpiar el lugar de residuos tóxicos para su pronta restauración.
Este es el marco en el que se desarrolla la película. Un marco en el que las tensiones entre el grupo no tardan en hacerse notar.
Un marco en el que la memoria de un lugar maldito se mezcla con los recuerdos de sus nuevos eventuales habitantes. Un lugar, unos personajes que mano en mano giran en una espiral de descenso hasta la locura.
Un lugar, un film que nos recuerda que no hay sitio más terrorífico que la propia mente humana.
Brad Anderson (Próxima parada Wonderland, El Maquinista) nos regala este film modesto pero interesante, plagado de momentos magistrales para todos aquellos amantes del terror inteligente, lejos del susto fácil y el efectismo. Recomendable.
Enoch
Este es el marco en el que se desarrolla la película. Un marco en el que las tensiones entre el grupo no tardan en hacerse notar.
Un marco en el que la memoria de un lugar maldito se mezcla con los recuerdos de sus nuevos eventuales habitantes. Un lugar, unos personajes que mano en mano giran en una espiral de descenso hasta la locura.
Un lugar, un film que nos recuerda que no hay sitio más terrorífico que la propia mente humana.
Brad Anderson (Próxima parada Wonderland, El Maquinista) nos regala este film modesto pero interesante, plagado de momentos magistrales para todos aquellos amantes del terror inteligente, lejos del susto fácil y el efectismo. Recomendable.
Enoch
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