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Críticas ordenadas por utilidad
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4
7 de octubre de 2011
7 de octubre de 2011
45 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enrique Urbizu es un director que cuenta con cierto prestigio dentro del panorama de nuestra enclenque cinematografía nacional. “La caja 507” fue uno de sus éxitos más sonados junto a la que sigue siendo para mí una de sus mejores películas, “Todo por la pasta”. Su vuelta al género negro se produce con su última película, no es que sea un título desdeñable pero tampoco es como para lanzar las campanas al vuelo, por muy mal que vaya el cine español y aunque no hayan demasiadas opciones para votar en los Goya.
Lo que más me llama la atención en el presente caso es que Urbizu, a pesar de ser también respetado como guionista (y que también colaboró en guiones de directores como Polanski) es que le falla el guión. Pienso que Urbizu es de esos directores que dirigen mejor que escriben. Su punto de arranque, aunque ágil, luego prosigue un curso sin nervio que se va diluyendo en subtramas y adquiere cierto tono reiterativo. Al final, a pesar de un final (polanskiano) que invita a la inquietud, todo se volatiliza y no deja ningún rastro. Quizás se han querido entrelazar demasiados temas o no se ha terminado por decidir si quería contar solamente una historia de un poli corrupto o denunciar un sistema policial y/o judicial. Pero el caso es que su denuncia no señala a nadie y que al final no conocemos realmente a su protagonista ni sus motivaciones. Podía haber invertido menos tiempo en idas y venidas gratuitas y habernos mostrado más su mundo personal, más sobre su mundo psicológico, aunque sea un tarugo.
Y en cuanto al resto… seguimos pecando de lo acostumbrado: dicción defectuosa en la mayoría de los actores (que conste que a los colombianos da gusto entenderles), sonido directo que recoge todo con la misma intensidad hasta el punto que unos cubitos de hielo que golpean el vaso tras un buche tapa el diálogo de los actores, o un “casting” sin ningún riesgo con actores inapropiados a pesar de su solvencia para determinados papeles, tal es el caso del papel de la jueza protagonista, que si hubiera recaído en una actriz más curtida hubiera sido más creíble. En cuanto a la composición de Coronado es acertada, al menos en su envoltorio, pero carece de entrañas, su interior es hueco, quizás porque su personaje es mera presencia (muy esforzada por cierto) y quizás llame la atención que carezca de planos detalle que escudriñen al protagonista. Lo más logrado de la película creo es su cuidada atmósfera gracias a la verdadera estrella de la película, el director de fotografía Unax Mendía. Ya en sus trabajos en cortometrajes ya apuntaba maneras. Y en largometrajes, desde “En la ciudad sin límites”, donde era capaz de disimular las carencias de sus decorados y vestuario, al caso presente, donde da verismo y sublima parches o juega con los acertados ambientes oscuros, ha progresado mucho y pronto esperemos que sea de los más solicitados.
Lo que más me llama la atención en el presente caso es que Urbizu, a pesar de ser también respetado como guionista (y que también colaboró en guiones de directores como Polanski) es que le falla el guión. Pienso que Urbizu es de esos directores que dirigen mejor que escriben. Su punto de arranque, aunque ágil, luego prosigue un curso sin nervio que se va diluyendo en subtramas y adquiere cierto tono reiterativo. Al final, a pesar de un final (polanskiano) que invita a la inquietud, todo se volatiliza y no deja ningún rastro. Quizás se han querido entrelazar demasiados temas o no se ha terminado por decidir si quería contar solamente una historia de un poli corrupto o denunciar un sistema policial y/o judicial. Pero el caso es que su denuncia no señala a nadie y que al final no conocemos realmente a su protagonista ni sus motivaciones. Podía haber invertido menos tiempo en idas y venidas gratuitas y habernos mostrado más su mundo personal, más sobre su mundo psicológico, aunque sea un tarugo.
Y en cuanto al resto… seguimos pecando de lo acostumbrado: dicción defectuosa en la mayoría de los actores (que conste que a los colombianos da gusto entenderles), sonido directo que recoge todo con la misma intensidad hasta el punto que unos cubitos de hielo que golpean el vaso tras un buche tapa el diálogo de los actores, o un “casting” sin ningún riesgo con actores inapropiados a pesar de su solvencia para determinados papeles, tal es el caso del papel de la jueza protagonista, que si hubiera recaído en una actriz más curtida hubiera sido más creíble. En cuanto a la composición de Coronado es acertada, al menos en su envoltorio, pero carece de entrañas, su interior es hueco, quizás porque su personaje es mera presencia (muy esforzada por cierto) y quizás llame la atención que carezca de planos detalle que escudriñen al protagonista. Lo más logrado de la película creo es su cuidada atmósfera gracias a la verdadera estrella de la película, el director de fotografía Unax Mendía. Ya en sus trabajos en cortometrajes ya apuntaba maneras. Y en largometrajes, desde “En la ciudad sin límites”, donde era capaz de disimular las carencias de sus decorados y vestuario, al caso presente, donde da verismo y sublima parches o juega con los acertados ambientes oscuros, ha progresado mucho y pronto esperemos que sea de los más solicitados.
7
11 de abril de 2015
11 de abril de 2015
38 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sensación que me deja tras ver “El capital humano” es de cierta intranquilidad, independientemente de sus buenos valores cinematográficos y de la película en sí. No es que sea de terror o suspense (aunque haya cierta intriga), pero lo que en mí provoca es un pesimismo inquietante. Creo que todos los que estábamos en la sala reconocíamos a cada uno de los personajes que en ella aparecen y que por ejemplo, el tema de las altas finanzas, el que varios desalmados amorales, manejen el mercado para enriquecerse aún más, sumiéndonos al resto en una profunda crisis, también. No solamente esto nos resultaba familiar, si no que nos hemos convertido en conformistas, asumimos que la pérdida de valores y la ambición desmedida nos ha conducido a todo esto. Y que así está el mundo y nada se puede hacer. Al menos esto último no lo pienso, aunque parece ser que muchos piensan que siempre será así, lo cual anula cualquier posibilidad de cambio.
Adaptada de una novela americana, “El capital humano” traslada su acción a Italia (creo que se podría ambientar en cualquier país) y sintetiza todas sus posibilidades en dos horas. Paolo Virzi confesaba que tenía un material tan bueno “que podía haber dado incluso para una serie de HBO”. Es cierto, pero afortunadamente, en vez de prolongarse la acción ha sido dividida por capítulos que dan varios puntos de vista (formato muy de moda) y que aquí, ese formato, ha encajado. Además de estar bien dirigida, ambientada y por supuesto, mejor interpretada. El reparto hace una notable labor, porque son personajes comunes y nada característicos en su apariencia para el gran público. Incluso tampoco hay escenas en las que puedan recrearse en su interpretación. El logro es que inyectan todos sus sentimientos y objetivos en sus apariciones, hay un mundo interior que son capaces de traslucir con la mayor naturalidad, en especial el trío ganador en los David de Donatello, Gifuni, Golino y por supuesto una espléndida Valeria Bruni Tedeschi. No es que tenga debilidad por ella, que la tengo, pero objetivamente creo que es una mujer todo terreno capaz de muchos logros desde la discreción. En este caso su composición del personaje es impecable.
Se sabe de lo que se habla en la película y también se conoce el entorno bastante bien. Su ambientación y su propuesta de interiores es ampulosa y apropiada, no hay “chichinado”, su refinamiento es “real”. Todo en ella está bien, quizás un poco en su contra, lo que cuenta no nos resulta, como hemos dicho anteriormente, ni demasiado novedoso y tampoco aporte nada especial. Y me llama la atención que la academia italiana prefiriera darle el premio a la mejor película a “El capital humano” por encima de “La gran belleza”, que eso es cuestión de gustos, pero aclarar que no es que haya sido descabellado pero sí desproporcionado, al menos para mí. Pero que quede claro que defiendo “El capital humano”, pertenece a esa clase de películas, como “El capital” de Costa- Gavras, que tarde o temprano servirán para ilustrar esta época oscura y vergonzante que estamos padeciendo.
Adaptada de una novela americana, “El capital humano” traslada su acción a Italia (creo que se podría ambientar en cualquier país) y sintetiza todas sus posibilidades en dos horas. Paolo Virzi confesaba que tenía un material tan bueno “que podía haber dado incluso para una serie de HBO”. Es cierto, pero afortunadamente, en vez de prolongarse la acción ha sido dividida por capítulos que dan varios puntos de vista (formato muy de moda) y que aquí, ese formato, ha encajado. Además de estar bien dirigida, ambientada y por supuesto, mejor interpretada. El reparto hace una notable labor, porque son personajes comunes y nada característicos en su apariencia para el gran público. Incluso tampoco hay escenas en las que puedan recrearse en su interpretación. El logro es que inyectan todos sus sentimientos y objetivos en sus apariciones, hay un mundo interior que son capaces de traslucir con la mayor naturalidad, en especial el trío ganador en los David de Donatello, Gifuni, Golino y por supuesto una espléndida Valeria Bruni Tedeschi. No es que tenga debilidad por ella, que la tengo, pero objetivamente creo que es una mujer todo terreno capaz de muchos logros desde la discreción. En este caso su composición del personaje es impecable.
Se sabe de lo que se habla en la película y también se conoce el entorno bastante bien. Su ambientación y su propuesta de interiores es ampulosa y apropiada, no hay “chichinado”, su refinamiento es “real”. Todo en ella está bien, quizás un poco en su contra, lo que cuenta no nos resulta, como hemos dicho anteriormente, ni demasiado novedoso y tampoco aporte nada especial. Y me llama la atención que la academia italiana prefiriera darle el premio a la mejor película a “El capital humano” por encima de “La gran belleza”, que eso es cuestión de gustos, pero aclarar que no es que haya sido descabellado pero sí desproporcionado, al menos para mí. Pero que quede claro que defiendo “El capital humano”, pertenece a esa clase de películas, como “El capital” de Costa- Gavras, que tarde o temprano servirán para ilustrar esta época oscura y vergonzante que estamos padeciendo.

7,0
5.277
7
25 de noviembre de 2017
25 de noviembre de 2017
33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las sorpresas del presente año en el ámbito del cine “off” ha sido “Tierra de Dios”, el debut en el largometraje de Francis Lee. Su carrera a través de diversos festivales ha culminado, en principio, con once nominaciones para los premios independientes del cine británico, ensalzando la figura de su "alma mater", Francis Lee, que ha sido propuesto como mejor director, nuevo director y guionista. El riesgo, en principio, ha tenido su recompensa. Pero no por ello lo van a convertir en un film claramente comercial, porque “Tierra de Dios” es un ejemplo de lo que es un cine austero, comedido y sentido, no creado para el “gran público”.
Se trata de una visión, personal y con pleno conocimiento de lo que se cuenta sobre la campiña inglesa, una visión que no se ha dado mucho en el cine británico, que en algunos momentos roza el cine documental, con los diálogos justos y necesarios, exenta de estéticas agradables y manidas y con pocos personajes en un entorno agreste y frío. Más que una crítica social es un viaje interior de unos personajes alejados de la civilización, para bien y para mal con todo lo que este aislamiento conlleva, en la que el drama es latente en varios sentidos, pero que en ningún momento se dramatiza gratuitamente.
También, uno de los puntos originales que posee, es la historia de Johnny Saxby, sobre todo cuando se cruza por casualidad con el rumano Gheorghe, en la que la naturalidad y la cotidianidad imperan ante el melodrama, siendo creíble en todo momento. Porque esa es una de las virtudes de este largometraje, quizás la mayor, su veracidad. Sirva de ejemplo las escenas en la que sus personajes desempeñan las labores ganaderas. Se lo han trabajado con gran profesionalidad que consiguen parecer auténticos granjeros.
Los actores están absolutamente maravillosos: Josh O´Connor en el difícil y desagradecido rol de Johnny está estupendo, así como Gheorghe, que lo lleva a cabo el atractivo Alec Secareanu. Ambos son los pilares fundamenteles de “Tierra de Dios”, sin olvidar a los actores de reparto Ian Hart, también nominado como sus protagonistas, y Gemma Jones, la cual no ha sido nominada para estos premios, siendo una gran injusticia. Esto no le va a suponer ningún contratiempo a esta veterana actriz, pero ese olvido clama al cielo, ya que su Deidre Saxby es una composición absolutamente memorable y merecía su reconocimiento.
La parte técnica da el empaque necesario a las intenciones de su director, con su buen montaje o sonido, escueta utilización de su música o una fotografía notable de Joshua James Richards que no adorna más de la cuenta el impresionante paraje, necesario e integrado en la historia que se nos cuenta.
Con todo lo dicho, conviene aclarar que es un film, repetimos, minoritario, que no guarda relación, a pesar de que argumentalmente pueda parecerlo, con, como por ejemplo “Brokeback Mountain”, ni por su ejecución, como pudiera ser “Padre Padrone” de los Taviani. Aunque, en nuestra opinión, sea algo inferior a las mencionadas, se encuentra entre esas dos aguas. Se trata de un buen film que los cinéfilos deben ver, arriesgado, que expone temas, algunos cruentos, como la muerte o la supervivencia, pero que en ningún momento se regodea en ellos. Puede que esa falta de ahondamiento juegue en su contra, pero lo que le honra es su cohesión interna y su coherencia, algo que cada vez nos cuesta más encontrar en el cine actual. Y con algunas escenas sobrecogedores que quedarán en nuestra memoria, como la confección del “abriguito” a la ovejita recién nacida.
Se trata de una visión, personal y con pleno conocimiento de lo que se cuenta sobre la campiña inglesa, una visión que no se ha dado mucho en el cine británico, que en algunos momentos roza el cine documental, con los diálogos justos y necesarios, exenta de estéticas agradables y manidas y con pocos personajes en un entorno agreste y frío. Más que una crítica social es un viaje interior de unos personajes alejados de la civilización, para bien y para mal con todo lo que este aislamiento conlleva, en la que el drama es latente en varios sentidos, pero que en ningún momento se dramatiza gratuitamente.
También, uno de los puntos originales que posee, es la historia de Johnny Saxby, sobre todo cuando se cruza por casualidad con el rumano Gheorghe, en la que la naturalidad y la cotidianidad imperan ante el melodrama, siendo creíble en todo momento. Porque esa es una de las virtudes de este largometraje, quizás la mayor, su veracidad. Sirva de ejemplo las escenas en la que sus personajes desempeñan las labores ganaderas. Se lo han trabajado con gran profesionalidad que consiguen parecer auténticos granjeros.
Los actores están absolutamente maravillosos: Josh O´Connor en el difícil y desagradecido rol de Johnny está estupendo, así como Gheorghe, que lo lleva a cabo el atractivo Alec Secareanu. Ambos son los pilares fundamenteles de “Tierra de Dios”, sin olvidar a los actores de reparto Ian Hart, también nominado como sus protagonistas, y Gemma Jones, la cual no ha sido nominada para estos premios, siendo una gran injusticia. Esto no le va a suponer ningún contratiempo a esta veterana actriz, pero ese olvido clama al cielo, ya que su Deidre Saxby es una composición absolutamente memorable y merecía su reconocimiento.
La parte técnica da el empaque necesario a las intenciones de su director, con su buen montaje o sonido, escueta utilización de su música o una fotografía notable de Joshua James Richards que no adorna más de la cuenta el impresionante paraje, necesario e integrado en la historia que se nos cuenta.
Con todo lo dicho, conviene aclarar que es un film, repetimos, minoritario, que no guarda relación, a pesar de que argumentalmente pueda parecerlo, con, como por ejemplo “Brokeback Mountain”, ni por su ejecución, como pudiera ser “Padre Padrone” de los Taviani. Aunque, en nuestra opinión, sea algo inferior a las mencionadas, se encuentra entre esas dos aguas. Se trata de un buen film que los cinéfilos deben ver, arriesgado, que expone temas, algunos cruentos, como la muerte o la supervivencia, pero que en ningún momento se regodea en ellos. Puede que esa falta de ahondamiento juegue en su contra, pero lo que le honra es su cohesión interna y su coherencia, algo que cada vez nos cuesta más encontrar en el cine actual. Y con algunas escenas sobrecogedores que quedarán en nuestra memoria, como la confección del “abriguito” a la ovejita recién nacida.

6,2
6.308
7
15 de diciembre de 2012
15 de diciembre de 2012
33 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Admiro a Costa-Gavras. Nunca he visto de él una mala película. Nos ha dado obras maestras, un montón de excelentes películas y otras quizás no tanto, pero Costa- Gavras es un ejemplo de “juventud”, constancia y coherencia, como otros coetáneos de la cinematografía francesa, como lo fue Rohmer o como sigue siendo el vanguardista Alain Resnais, por ejemplo. Y además, para los tiempos corruptos que corren es un cine necesario. Tal y como ocurre con “El capital”, película que nunca será objeto de culto por el gran público por varios motivos que ahora mencionaremos, pero que se agradece que alguien, con sesera, valor y conocimiento cinematográfico, entre otras virtudes, le haya hincado el diente a un tema tan intrincado, repugnante y oscuro como es el tejemaneje de bancos e inversores, que como alimañas, provocan crisis económicas y se enriquecen a costa de los más pobres con procedimientos nada legítimos. Su protagonista (excelente Gad Elmaleh, como el resto) es un ser sin escrúpulos que ambiciona escalar a lo más alto de la cúspide bursátil, rodeado de otros que tienen sus mismas intenciones pero que lo pretenden utilizar como hombre de paja… Todo en ella es absolutamente creíble así como sus personajes. Costa- Gavras en esta ocasión no pretende emocionarnos, el espectador no encontrará empatía alguna (vamos, el espectador que no tenga ninguna causa abierta por mangar, claro) y todo sigue su curso sin que Costa- Gavras pierda ni su rumbo ni le tiemble el pulso. Sus ambientes son perfectos así como los escenarios elegidos y además ha sabido acertar con un “casting” aprovechándolo con destreza y sabiendo dar un final digno de un film de Polanski, pero con la mayor de las cotidianidades. La película en ningún momento engaña al espectador o da un giro con el mero afán de sorprender. Todo en ella es coherente y hasta transparente, realzando el resultado final. Buenos diálogos y buena utilización del sentido del humor (poco humor, el tema no lo tiene, pero lo hay), todo revestido de una frialdad y también de una objetividad muy intencionada. Y señalar por último el buen trabajo tanto de fotografía como de su banda sonora.
Puede que “El capital” no entre en el grupo de las mejores de su autor, pero sin duda se trata de una buena película infinitamente más lograda e interesante que muchas más promocionadas y engañosas, y por el mero hecho de contarnos cómo nos están quitando la vida las empresas o grupos poderosamente ricos debería ser un enorme éxito… se ve que a ese gran público le importa poco conocer a estos vampiros viscosos. Pues mientras no les importe conocer al enemigo poco remedio se podría aplicar...
Puede que “El capital” no entre en el grupo de las mejores de su autor, pero sin duda se trata de una buena película infinitamente más lograda e interesante que muchas más promocionadas y engañosas, y por el mero hecho de contarnos cómo nos están quitando la vida las empresas o grupos poderosamente ricos debería ser un enorme éxito… se ve que a ese gran público le importa poco conocer a estos vampiros viscosos. Pues mientras no les importe conocer al enemigo poco remedio se podría aplicar...

7,6
47.170
5
27 de febrero de 2016
27 de febrero de 2016
87 de 144 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sinceramente pienso que 2015 es la peor cosecha que se ha visto en lo que llevamos de siglo en las ediciones de los “Oscars”. Bueno, esto puede ser también extensivo a premios de otros países, la calidad media ha bajado. Y eso que, desde no hace mucho, la academia de Hollywood, en el apartado de mejor película del año, pasó de nominar cinco a diez largometrajes, un lote en el que ya entra de todo. Este año, entre sus “sorpresas” figura “La habitación”, que aunque de producción oficialmente irlandesa, es una coproducción con Canadá, donde se ha rodado, y con cierto aire independiente en su fachada. Realmente se trata de un film con buena promoción detrás, respaldada por una “major” potente y que sabiamente han sabido hacer circular. De hecho han contado con Joan Allen y William H. Macy en personajes secundarios.
Hasta hoy, mi único comentario con “spoiler” era el de la película “Perdida”. Con “La habitación” será mi segundo comentario con “spoiler”, pero antes de adentrarme en esa zona peligrosa, sobre todo para quien no haya visto el film, me gustaría quejarme de las críticas profesionales actuales, tanto del mundo escrito como del audiovisual, por no saber hablar de un film sin reventarlo. En el recuerdo quedan los excelentes críticos que prescindían de descuartizar su argumento y eran capaces de hacer un análisis serio. El reventar argumentos se está convirtiendo en algo casi habitual, pero es más indignante en casos, como este, donde se supone que su baza principal es desconocer su argumento y sus giros.
Si no la has visto te sugiero que dejes de leer aquí.
Hasta hoy, mi único comentario con “spoiler” era el de la película “Perdida”. Con “La habitación” será mi segundo comentario con “spoiler”, pero antes de adentrarme en esa zona peligrosa, sobre todo para quien no haya visto el film, me gustaría quejarme de las críticas profesionales actuales, tanto del mundo escrito como del audiovisual, por no saber hablar de un film sin reventarlo. En el recuerdo quedan los excelentes críticos que prescindían de descuartizar su argumento y eran capaces de hacer un análisis serio. El reventar argumentos se está convirtiendo en algo casi habitual, pero es más indignante en casos, como este, donde se supone que su baza principal es desconocer su argumento y sus giros.
Si no la has visto te sugiero que dejes de leer aquí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
SPOILER
Lo más interesante de su propuesta es el arranque, y cuando el espectador sabe con certeza las circunstancias de sus protagonistas y el motivo del por qué viven perennemente en esa habitación, la novelista y guionista, Emma Donoghue, toma la opción del “suspense”, con el motivo de la fuga. Bueno, muy libres han sido de optar por esa elección, que era la más lúdica y comercial, pero la que provoca que se vaya cayendo a trozos su verosimilitud. No se explican demasiadas cosas, como el que Brie Larson (la madre) no se haya intentado escapar por la claraboya desde un principio o el que su plan de liberar a su hijo Jack, de una manera tan absurda, quepa en cualquier mente retorcida, como es el caso de su secuestrador, que obra como ella ha maquinado ya que ni precinta la alfombra ¿Por qué no lo entierra en el mismo jardín o disuelve al chico en ácido? Pues no, lo monta en una furgoneta, arriesgándose innecesariamente, como un saco de papas.
Desde el momento que la policía los pone a salvo, de nuevo gira el film y cambia el punto de vista. Aunque el chico sea el narrador y lo hemos visto todo desde la perspectiva de la madre, se va alternando cuando le viene bien a su guionista, porque su guión puede quedar en evidencia, y se salva de cualquier análisis serio, desperdiciando la oportunidad de contarnos más interioridades de la familia, o hablarnos de qué fue del “antiguo” mundo de ella, de las amistades de la joven madre y por qué, no ya que le cuesta reiniciar su propia vida, sino del motivo de que sus amistades no se vuelven a poner en contacto con ella. Su final, obvio, no convence, sobre todo por usar un bonito tema musical de fondo, como se hace en cualquier telefilm.
Lenny Abrahamson, su director, que ha sido nominado, hace una correcta labor, dirigiendo bien a sus actores, pero sin capacidad de sorprender en su propuesta, ni en su ritmo y tampoco en sus tiros de cámara, con tomas resueltas pero muy academicista, con una capacidad, más que narrativa, de adobar un producto que no pasa de correcto. Y eso poniendo el espectador la mejor de las intenciones.
El mayor de sus aciertos es el apartado interpretativo, sobre todo por la correcta Brie Larson, favorita en todas las apuestas, (aunque un “Oscar” por esto me parece excesivo) y por el pequeño, pero enorme actor, Jacob Tremblay como Jack, verdadero protagonista e injustamente ignorado en las nominaciones. Pero claro, en Hollywood prima la imagen y el vender moda en su alfombra roja. Si hubieran sido honestos hubieran nominado a Tremblay y a Abraham Attah (el niño de “Beasts of No Nation”) como mejores protagonistas del año, pero parecería, más que una gala de los “Oscars” una retransmisión del sorteo de Navidad desde el colegio San Ildefonso con tanto niño enchaquetado. Es el mismo error que cometen los políticos, todo por la foto, y ya deberíamos saber que tanta pose y tanta promoción desbordada no levantan ninguna industria.
Lo más interesante de su propuesta es el arranque, y cuando el espectador sabe con certeza las circunstancias de sus protagonistas y el motivo del por qué viven perennemente en esa habitación, la novelista y guionista, Emma Donoghue, toma la opción del “suspense”, con el motivo de la fuga. Bueno, muy libres han sido de optar por esa elección, que era la más lúdica y comercial, pero la que provoca que se vaya cayendo a trozos su verosimilitud. No se explican demasiadas cosas, como el que Brie Larson (la madre) no se haya intentado escapar por la claraboya desde un principio o el que su plan de liberar a su hijo Jack, de una manera tan absurda, quepa en cualquier mente retorcida, como es el caso de su secuestrador, que obra como ella ha maquinado ya que ni precinta la alfombra ¿Por qué no lo entierra en el mismo jardín o disuelve al chico en ácido? Pues no, lo monta en una furgoneta, arriesgándose innecesariamente, como un saco de papas.
Desde el momento que la policía los pone a salvo, de nuevo gira el film y cambia el punto de vista. Aunque el chico sea el narrador y lo hemos visto todo desde la perspectiva de la madre, se va alternando cuando le viene bien a su guionista, porque su guión puede quedar en evidencia, y se salva de cualquier análisis serio, desperdiciando la oportunidad de contarnos más interioridades de la familia, o hablarnos de qué fue del “antiguo” mundo de ella, de las amistades de la joven madre y por qué, no ya que le cuesta reiniciar su propia vida, sino del motivo de que sus amistades no se vuelven a poner en contacto con ella. Su final, obvio, no convence, sobre todo por usar un bonito tema musical de fondo, como se hace en cualquier telefilm.
Lenny Abrahamson, su director, que ha sido nominado, hace una correcta labor, dirigiendo bien a sus actores, pero sin capacidad de sorprender en su propuesta, ni en su ritmo y tampoco en sus tiros de cámara, con tomas resueltas pero muy academicista, con una capacidad, más que narrativa, de adobar un producto que no pasa de correcto. Y eso poniendo el espectador la mejor de las intenciones.
El mayor de sus aciertos es el apartado interpretativo, sobre todo por la correcta Brie Larson, favorita en todas las apuestas, (aunque un “Oscar” por esto me parece excesivo) y por el pequeño, pero enorme actor, Jacob Tremblay como Jack, verdadero protagonista e injustamente ignorado en las nominaciones. Pero claro, en Hollywood prima la imagen y el vender moda en su alfombra roja. Si hubieran sido honestos hubieran nominado a Tremblay y a Abraham Attah (el niño de “Beasts of No Nation”) como mejores protagonistas del año, pero parecería, más que una gala de los “Oscars” una retransmisión del sorteo de Navidad desde el colegio San Ildefonso con tanto niño enchaquetado. Es el mismo error que cometen los políticos, todo por la foto, y ya deberíamos saber que tanta pose y tanta promoción desbordada no levantan ninguna industria.
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