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Críticas 1.422
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
13 de noviembre de 2020
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando pienso en mi vida, me parece casi imposible que haya ocurrido en realidad: son palabras de la actriz romana Sofia Villani Scicolone. O hablando con propiedad, la leyenda (viva) cinematográfica Sophia Loren. A mí me ocurre algo parecido cuando, al ver cómo la inmortal estrella de 87 años, regresa a la actuación a través de Netflix, y nada más conectarme a la afianzada plataforma de streaming, me preparo para contemplar su presumible adios sin tener que ir al cine ni moverme del sillón. Y pensándolo, más que imposible me resulta idóneo, cómodo y maravilloso.
Pero he aquí la tercera colaboración -6 años después del cortometraje 'Voce Umana', y casi veinte desde 'Entre extraños'- de la Loren y Edoardo Ponti -hijo de Sophia y Carlo Ponti-, en otro nuevo relato crepuscular con choque generacional -con varias generaciones de por medio, eso sí-, adaptando (y actualizando) la novela 'La vida por delante' de Romain Gary, independientemente de si, en esta ocasión, convendría o no descartar una hipotética aspiración al Oscar homóloga a la de su predecesora 'Madame Rosa' (1977, Moshé Mizrahi) -Mejor Película de Habla no Inglesa-.
Poco más que decir salvo que el regreso de la Loren, heredando el rol bordado por Simone Signoret bajo un prisma melodramático que conoce al dedillo, es motivación más que suficiente para encender la alarma de tu curiosidad.
La actriz catalana Abril Zamora ('Vis a Vis') aprovecha para sacar tajada interpretativa al trabajar (y aprender) junto a Loren en un entrañable y luminoso papel de prostituta transexual.
10 de septiembre de 2020
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Hay vida más allá de Samara Weaving? Al parecer sí. ¿Es posible reemplazarla? Rotundamente no. Ni es lo estrictamente demandable a la que, si mi memorabilia palomitera no se equivoca, será una de las primeras secuelas entre los blockbusters producidos por Netflix.
Para Bella Thorne, pese a haber sido capaz, en poco más de un año, de estrenarse como directora de cine para adultos, haber creado su propia empresa de productos derivados del cannabis o batir el record en la red social de vídeos pornográficos OnlyFans -recaudando 1 millon de dólares en 24 hrs-, lo de cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de cubrir la vacante en el aquelarre de universitarios endemoniados dejada por la sobrinísima del Agente Smith se antojaba jodido, más que sobrevivir a un impacto de bala en la teta izquierda. Por fortuna, a Bella Thorne le toca compartir labores satánicas con un autoparódicamente desinhibido Robbie Amell -quien, a pesar de poder presumir de un pelín menos de masa múscular que su hermano anatómicamente hablando, lo rebasa ampliamente en músculo actoral-. O tal vez la obligación de emular el rol de Weaving corresponda a otr@, quedándose extremadamente por debajo.
El (un poco menos) adolescente Judah Lewis y Emily Alynd Lind -decir que está ligeramente crecida es quedarse corto- repiten en sus personajes, uniéndoseles Jenna Ortega ('Entre hermanos') en modo outsider junto a una renovada tropa de amigos con hormonas revueltas.
'The BabySitter: Killer Queen' carece del factor sorpresa pero, a Satán gracias, durante los 102 minutos de su duración no se aqueja más de lo deseable por la tara 'noSamaranoParty'.
Toy Story 4
Estados Unidos2019
7,0
29.075
Animación, Voz: Tom Hanks, Tim Allen, Annie Potts ...
8
21 de junio de 2019
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una tetralogía (de momento) que pronto alcanzará la respetable edad de 25 años ya no cabía esperar más logro que el de tratar de exprimir el invento con la mayor dignidad posible. Y doy constancia de que 'Toy Story 4' (2019, Josh Cooley) lo logra con creces. Sin poder otorgarle, ni por asomo, el mismo grado de perfección que sí adquirieron las dos primeras entregas y, sobre todo en su tramo final, aquel broche de oro a la trilogía con que Lee Unkrich por poco da carpetazo a lo comenzado por el denostado John Lasseter, allá por 1995. Pero las reactivadas aventuras de los juguetes rescatadores -sí, siempre hay que recuperar a otro juguete extraviado- ya sólo tienen un propósito: tratar de hacer más de lo mismo, haciéndolo con todo el mimo que sólo Pixar es capaz de aplicar en la actual animación estadounidense.
Más invitados y nuevos personajes. Más acrobacias imposibles. Más rizar el rizo hasta lograr que los muñecos regresen por fin a su hogar. Y sí, al igual que en el anterior episodio donde la nota de color la puso el histrionismo desaforado de Michael Keaton como Ken -ese noviete metrosexual, y un pelín ambiguo, de la muñeca Barbie-, aquí el punto de locura corre a cargo de un insólito Keanu Reeves, más emperrado que nunca en demostrar que puede ser un tipo gracioso, enfundándose el casco de Duke Kaboom, adorable híbrido mostachudo entre un motorista acróbata, Burt Reynolds y el cartoon animado Johnny Bravo. Las circunstancias obligan: el regreso de Bill & Ted, ya en pleno rodaje, es toda una realidad. Hay que acostumbrarse a verle haciendo el payaso.
Además Annie Potts ('Cazafantasmas 1 y 2', 'Young Sheldon') regresa como la pastorcilla Bo Peep, con bastante más chulería -y líneas de diálogo- que en ocasiones previas.
Admitámoslo. La franquicia de 'Toy Story' podría haber sido la mejor trilogía en la historia del cine de animación, además de una de las mejores trilogías de la historia del cine. Ahora tendrá que conformarse con ser la mejor franquicia en la historia del cine de animación.
24 de septiembre de 2022
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ateniéndonos a lo ofrecido por Saura en puntuales fragmentos de 'Llanto por un bandido' no convendría señalar a 'El Dorado' como su primera incursión en el cine histórico tanto como de erigirse en su primera tentativa (última de momento, aunque a estas alturas bien sospecharía que única) de firmar una superproducción de aventuras, andando el mismo camino comercialmente cenegoso que, mucho antes que él Werner Herzog, y aún muchísimo después Agustín Díaz Yanes (ciñéndome estrictamente a directores de los que no esperarías la firma en esta suerte de monumentales empresas).
Y tampoco es que a los corsarios al servicio de La Corona de Carlos Saura les fuera muchos mejor con el público que a Roman Polanski con la Cannon casi a la vez. Ni falta que hacía.
Lo de Mariano Ozores no cuenta porque él iba un poco a lo suyo, y además no se estrelló en la taquilla. John Glen o Ridley Scott harían muchísimo menos con más dinero.
El Aguirre de Antonutti, dicho de paso, y pese a ser igual de implacable e inestable, es mucho más estoico y contenido que el de Kinski.
'El Dorado' (1987, Carlos Saura) es un brioso, sucio y oscuro ejercicio de megalomanía narrativa consciente de Saura, recreándose en un salvajismo explícito -ecuestre, o por el amotinamiento humano- en pro de la sanguinolenta sed de poder, oro e interminables traiciones en bucle a cargo del reparto internacional de conquistadores en el rebautizado "reino del Perú":
Lambert Wilson, Omero Antonutti, Gabriela Roel, José Sancho, Francisco Algora, Feodor Atkine, Francisco Merino, Eusebio Poncela y el único personaje con el alma impoluta para una adolescente Inés Sastre.
De encargo esto no tiene nada, aunque sí cosechó peor suerte de la que merecía.
26 de agosto de 2022
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ande donde ande, es difícil no imaginar a Andrew Davis haciéndose cargo de un thriller de huída y supervivencia como el de los primeros siete episodios de 'La Lista Final', bien hace casi treinta años con Harrison Ford, o 20 años con Arnold Schwarzenneger, buscando de igual forma venganza por la muerte de su familia.
Y no alejándonos, en cierta manera, del círculo de influencias de ese insigne austríaco al que he aludido, no voy a ser yo quien niegue la permanente sombra que gravita entre 'Commando' (1985, Mark Lester) y la pronosticable traca final chusquera y sangrienta -como el resto de la serie, que conste- con home invasion militarizada en su puerto final (y 8°) del entramado.
En algo tenía que notarse la mano produciendo (y dirigiendo el primer episodio) de uno de los más desinhibidos herederos de la acción noventera (Antoine Fuqua), del retoño (Patrick) del roble austríaco poniendo de su parte en el punto desencadenante, y a su yerno en el rudo desempeño de la vendetta.
Lo cierto es que de haberse tratado de un actioner de los 90's también habría cabido una Jeanne Triplehorn en otro o en un idéntico rol al que acomete aquí (y que no detallaré).
Taylor Kitsch sigue recuperándose de su costalazo como cowboy espacial en Disney -aún escuece aquello- y redimiéndose como escudero secundario.
Riley Keough -que hace mucho ganó su derecho a dejar de ser señalada como nietísima ilustre- extrae petróleo de un papel de florero pero catalizadora de la ira de James Reece (un impertérrito Chris Pratt que no le ofrece concesiones al humor).
Un divertimento para amantes -como lo soy yo mismo- del actioner más puro, genuino y reaccionario (me la sopla).
¡Pim! ¡Pam! ¡KABOOM!
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