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Críticas 151
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7 de febrero de 2009
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era arriesgado el cambio de registro de David Fincher ante esta nueva propuesta. Todo apuntaba a que el corto relato de Fitzgerald lograría convertirse en un guión acertado para llevar a la gran pantalla. Pero los resultados no han sido lo esperado. Estamos ante una película imprescindible desde el punto de vista técnico. Una fotografía y montaje de calidad aunque demasiado subrayado y un maquillaje que es protagonista más del film, sin embargo encuentro que lo pretencioso reina en toda la proyección desde frases soltadas al más puro estilo Forrest Gump o pasajes parisinos con una voz en off y estética propia de Amelie.
El film no concede el lucimiento a ninguna interpretación salvo las pocas escenas en las que una Tilda Swinton convincente aprovecha su escaso metraje. El resto del elenco imprime a sus personajes únicamente corrección. Es evidente que no es un film de grandes interpretaciones sino de relatar una historia de fantasía que no fantástica dónde la estructura narrativa está muy vista desde Eduardo Manostijeras.
Fincher se ha obcecado en ofrecernos un trabajo tan limpio y tan bonito de ver que se ha olvidado de dar vida a sus personajes. No resulta creíble la historia de amor, por llamarlo así, entre Benjamin y Daisy. No se profundiza en mostrarnos como asumimos el paso del tiempo ni lo aprendido a lo largo de él.

Lo mejor: la fotografía y el maquillaje.
Lo peor: el guión se pierde en un excesivo metraje.
18 de enero de 2017
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
En "Toni Erdmann", Maren Ade coloca el espejo delante de Europa y lo muestra al mundo. Refleja la piel agrietada de un continente carcomido por el vacío existencial, por la amargura de la insatisfacción, donde la incomunicación funciona como moneda de cambio. En él contemplamos con el rostro amargo el hundimiento de una joven que vierte en el trabajo sus carencias, sus inseguridades, sus insatisfacciones, insuflando a su agenda laboral más vida que a la suya propia. Vemos a alguien perdido que aparenta lo contrario. La imagen en la cúspide. Nuestra realidad más inmediata. También el rescate a esa juventud que no responde precisamente por su nombre. Esa guía para recuperar la ilusión, para despertar de un letargo prematuro, para despreocuparse por las apariencias y saberse a salvo, nos la brinda la película queriendo acercarse a una comedia que queda ensombrecida por su vertiente más dramática.

Como retrato de una sociedad sin rumbo, solitaria y ahogada en la importancia de la imagen, la película no titubea. No ocurre lo mismo cuando entra en juego lo absurdo como conflicto. La directora no termina de escribir las escenas del personaje de Toni de forma contundente. La reiteración se hace presente, el texto se alarga en exceso y sólo queda disfrutar de dos interpretaciones magistrales por las que sí merece la pena todo lo que nos están contando.

Avalada por las carcajadas y vítores de los críticos de Cannes y partiendo como clara favorita a alzarse con el Oscar a Mejor Película de Habla No Inglesa, este drama alemán llega con la corona ya bendecida. Las expectativas no se pueden disimular cuando en la venta del producto las características no admiten duda. Interpretaciones magistrales. Dirección encomiable. Un inteligente guión. Titulares que no por desgastados dejan de tener sentido y hasta cierto punto verosimilitud durante esas casi tres horas de metraje que dura la criatura. ¿Nada que añadir, por tanto, a esos rótulos en negrilla que encumbran a esta cinta a lo más alto de la comedia europea en lo que va de siglo? Tres horas después de un redundante texto, una cámara plana y un montaje sin ritmo, servidor sigue buscando aquello que hace grande a una comedia. Hay destellos de ironía y ciertas salidas que se agradecen -El "Greatest Love of All" que se marca una desquiciada Sandra Hüller- pero más allá de ahí quién escribe sigue buscando al menos una sonrisa que le reconcilie con lo que se le ha vendido.
28 de diciembre de 2019
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un faro en alguna recóndita isla de la Nueva Inglaterra de hace un par de siglos es testigo de la relación entre dos marineros. El veterano Thomas Wake, encarnado por un titánico William Dafoe, y el joven aprendiz Ephraim Winslow, al que da vida Robert Pattinson en la mejor interpretación de su prometedora y acertada carrera. Wake se encarga de la luz y de someter a su nuevo compañero a una presión psicológica mayor que la del aislamiento. Entre ambos se establece un rechazo, un hilo tóxico casi enfermizo. La claustrofobia, la soledad, el arduo trabajo van calando a paso firme en la estabilidad mental del novato. Lo que comienza como una oportunidad laboral acaba convirtiéndose en una pesadilla en la que a lingotazo limpio los protagonistas van buceando por sus miedos, sus deseos ahogados dónde la sexualidad tiene un papel relevante y sus frágiles mentes.

Un arriesgado y experimental segundo trabajo en el que se demuestra que lo de The Witch (2015) no fue casualidad para Robert Eggers. Si en su anterior obra la atmósfera era la gran protagonista, en The Lighthouse no se queda corto. Opresiva en una expresionista fotografía en blanco y negro con formato cuadrado 4:3 para potenciar la angustia y falta de escapatoria en este estudio sobre la enajenación mental. Y es que son contadas las ocasiones en las que hemos asistido a una experiencia cinematográfica como la propuesta por Eggers. Un tour de force interpretativo en el que ambos actores son poseídos por sus personajes en un único espacio machacados por una alarmante y desquiciante banda sonora compuesta por sirenas, embestidas de mar y silbidos del viento. The Lighthouse no da tregua ni en su aspecto formal ni en su agotadora narración. No estamos ante una película fácil. Repleta de simbologías y metáforas, de un texto escupido a altas velocidades y con acento arcaico, requiere de una fuerte predisposición por parte del espectador pero de entrar en ella es de recibo que no saldrá indemne agradeciendo ser testigo presencial de un cine valiente, del que no suele abundar en salas.
10 de noviembre de 2012
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
No nos engañemos. Las miserias ajenas siempre son objeto de interés. Funcionan como un bálsamo para curar nuestras heridas o simplemente como mecanismo que ensalza vidas carentes de interés. De una u otra forma, tendemos a degustar el papel de voyeur que nuestra sociedad nos obliga a interpretar. Disfrazando el morbo en curiosidad no nos redimimos ante los demás. Pertenecemos a un colectivo destinado a consumir lo que nos venden como la pescadilla que se muerde la cola. El eterno binomio entre oferta y demanda. ¿Realmente merecemos lo que consumimos? Ozon lo tiene muy claro. El cliente es el principal artífice en el producto final. Pero En la casa, la obra maestra de su director, no es un compendio de teorías económicas sino más bien un entramado de inquietudes que no dejan de ser verdades demostrables como una ecuación.

En las paredes de esta casa encontramos una retahíla de temas que confluyen en el proceso de creación. Pero no por mucho abarcar se aprieta menos. El cineasta exprime con maestría múltiples asuntos con distintas lecturas. Los límites de la ética por alcanzar una satisfacción. El cazador cazado. Ácidas criticas al concepto de nuevo arte. A ese fingimiento intelectual tan reconocible. Juicios al sistema educativo actual. Radiografías de las relaciones familiares a las que tanto nos tiene acostumbrados su director. Un abanico de asuntos perfectamente identificados, superpuestos y sin que en ningún momento se hagan sombra.

La trama se centra en la relación entre un amargado maestro, que ve el futuro poblado de bárbaros y su pupilo, un joven introvertido con grandes aptitudes para la literatura. Un vínculo en el que nunca se terminan de completar sus identidades. Ese nexo enseguida se convertirá en un peligroso juego de roles donde salen a relucir fantasmas del pasado pero también un futuro desconcertante para ambos.

La estimulante propuesta de Ozon no desvanece en ninguno de sus actos. Con un equilibrio constante, los engranajes de esta maquinaria funcionan sin desgastes. Desde los grandiosos títulos de crédito hasta el sereno y contundente final, la cinta desprende un aroma tóxico, tan adictivo como macabro. Un aparente e inofensivo juego que crea dependencia.

(Continuará)

Lo mejor: su sutileza para embaucar al espectador. La cantidad de lecturas al poema de su protagonista "Ni siquiera la lluvia baila descalza"

Lo peor: que su etiqueta de "cine de autor" la impida llegar a un público mayoritario.
14 de febrero de 2007
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Film caracterizado por la dureza de su guión, hay q entrar lentamente en él y desde ese instante no se puede escapar ni un sólo momento de la historia tan magistralmente relatada. El espectador sufre, goza y a poco que se haya vivido percibe en sus propias carnes los sentimientos que invaden a cada uno de los personajes: resignación de llevar una vida impuesta por la sociedad intentando disimularla a través de otras metas, rechazo de esa misma sociedad que se cree justiciera, que no perdona y no entiende, y el saber que tu vida compartida es una falsa que se ha generado en la rutina, en la desconfianza y en la falta de amor. Sencillamente estos son los argumentos que plantea el guión. Si a esta maravilla de historia tan real y sumamente punzante se le añade unas interpretaciones como la de Kate Winslet, en la que demuestra en cada gesto, a la perfección, lo que quiere y no quiere; una Jennifer Conelly que no defrauda y aprovecha su escaso metraje para confirmarnos una vez más lo buena actriz que es, imponente la expresión de su rostro en la cena de parejas, el Sr. Wilson hace lo que puede, a parte de enseñar cuerpo, consigue una interpretación correcta. Por lo que respecta a los secundarios: Jackie Earle Haley, merecedor del Oscar, muestra la importancia de crear en el espectador un conflicto de ideas, desde la primera imagen de él pegada en un árbol definiéndolo hasta la última secuencia del filme. Sin Haley, Little Children no sería lo mismo.

En el filme se dan secuencias conmovedoras, desde los cinco minutos inquietantes de la piscina hasta los últimos diez en el parque que son perturbadores, pasando por momentos altamente acertados como la sesión de lectura o el encuentro de los protagonistas.

La parte técnica excelente, una fotografía apropiada y fría como requiere el film y una B.S.O que al igual que en American Beauty estremece con pequeños sonidos, como los de la lejanía de un tren o el de los relojes.

Little Children es en toda regla una gran película para amantes del cine de calidad, de ese cine que te hace pensar y sumergirte en su brillante guión, no llega a ser la gran película pues es fácilmente olvidable.

Lo mejor: el guión, Winslet y Haley.
Lo peor: que pasará inadvertida como otros grandes filmes .

Mi nota: 9
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