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6,2
3.081
7
24 de febrero de 2014
24 de febrero de 2014
Sé el primero en valorar esta crítica
La Última Estación es un film basado en los controvertidos últimos días de Tolstoi, cuando, abandonando su mujer, acabó muriendo en una estación al sur de Rusia.
Para ver esta película es necesario conocer algo de la vida y la obra de Tolstoi, pues otros personajes, como Valentin Bulgakov (su discípulo favorito) o Vladimir Chertkov, quien intenta que el pensamiento de Tolstoi adquiera un carácter más práctico e implantar en las sociedad esas ideas.
El contrapunto será la mujer del escritor, la Condesa, maravillosamente interpretada por Helen Mirren, quien pese al amor que profesa a Tolstoi, no comparte sus ideas, siendo mucho más pragmática y queriendo mantener los antiguos privilegios de la nobleza. La enemistad entre Chertkov y la Condesa será uno de los grandes argumentos, ya que al tirar cada uno del escritor ruso para conseguir sus derechos de autor, crearán una trama cortesana de complejas maquinaciones de esas que tanto gustan en las películas británicas.
Lo que sorprende es que, pese a que podían haberse quedado ahí (como hacen tantas otras cintas), superan las intrigas cortesanas y llevan el argumento a algo mucho más abstracto y difícil de representar: el amor.
A través de la opinión de Tolstoi (La película empieza con esa frase suya que dice: “La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que sé me ha sido dado por el amor”) se nos plantea una bonita disquisición sobre el amor a través de dos parejas: Por un lado, Tolstoi y la Condesa, que pese a amarse y ser felices se han visto distanciados por las diferencias ideológicas entre ambos. La solución de este conflicto es el final, así que no podemos contar nada más.
Pero mucho más interesante es la relación de Masha y Valentin Bulgakov. Ella trata de enseñarle la pureza del amor, mediante grandes frases que sin duda harán reflexionar a más de uno. (“¿No se trata de eso?¿Libertad y amor?” “Por un instante, olvida las reglas, y recuerda el amor. Es fácil”) que influirán en la joven e inocente mente de Valentin Bulgakov. Esto nos pretende demostrar que los pensamientos, por buenos que sean, cualquier racionalismo no se puede entender alejado de la experiencia. Eso nos demuestra Bulgakov cuando, tras ceder al amor dice a Masha “Amar y ser amado es la única realidad del mundo. Lo dijo Tolstoi, pero ahora lo digo yo” porque realmente lo comprende.
Una última vertiente de la película trataría de las diferentes interpretaciones que se pueden hacer de una obra, y de cómo es necesario huir de los intereses particulares para hallar la pureza de la misma. La discusión entre Bulgakov y Chertkov, en la que este último es acusado de querer convertir al escritor en un icono que se parece a él, tampoco dejará indiferente a nadie.
Quizá el gran fallo de esta película sea que no es accesible a todo el mundo. Con un conocimiento previo de Tolstoi, vida y obra, se disfruta mucho (hay muchas menciones: Guerra y Paz, Ana Karenina, etc.) pero sin ellas, puede parecer la típica película de intrigas. La música tampoco contribuye, que no resulta una buena acompañante.
Para ver esta película es necesario conocer algo de la vida y la obra de Tolstoi, pues otros personajes, como Valentin Bulgakov (su discípulo favorito) o Vladimir Chertkov, quien intenta que el pensamiento de Tolstoi adquiera un carácter más práctico e implantar en las sociedad esas ideas.
El contrapunto será la mujer del escritor, la Condesa, maravillosamente interpretada por Helen Mirren, quien pese al amor que profesa a Tolstoi, no comparte sus ideas, siendo mucho más pragmática y queriendo mantener los antiguos privilegios de la nobleza. La enemistad entre Chertkov y la Condesa será uno de los grandes argumentos, ya que al tirar cada uno del escritor ruso para conseguir sus derechos de autor, crearán una trama cortesana de complejas maquinaciones de esas que tanto gustan en las películas británicas.
Lo que sorprende es que, pese a que podían haberse quedado ahí (como hacen tantas otras cintas), superan las intrigas cortesanas y llevan el argumento a algo mucho más abstracto y difícil de representar: el amor.
A través de la opinión de Tolstoi (La película empieza con esa frase suya que dice: “La razón no me ha enseñado nada. Todo lo que sé me ha sido dado por el amor”) se nos plantea una bonita disquisición sobre el amor a través de dos parejas: Por un lado, Tolstoi y la Condesa, que pese a amarse y ser felices se han visto distanciados por las diferencias ideológicas entre ambos. La solución de este conflicto es el final, así que no podemos contar nada más.
Pero mucho más interesante es la relación de Masha y Valentin Bulgakov. Ella trata de enseñarle la pureza del amor, mediante grandes frases que sin duda harán reflexionar a más de uno. (“¿No se trata de eso?¿Libertad y amor?” “Por un instante, olvida las reglas, y recuerda el amor. Es fácil”) que influirán en la joven e inocente mente de Valentin Bulgakov. Esto nos pretende demostrar que los pensamientos, por buenos que sean, cualquier racionalismo no se puede entender alejado de la experiencia. Eso nos demuestra Bulgakov cuando, tras ceder al amor dice a Masha “Amar y ser amado es la única realidad del mundo. Lo dijo Tolstoi, pero ahora lo digo yo” porque realmente lo comprende.
Una última vertiente de la película trataría de las diferentes interpretaciones que se pueden hacer de una obra, y de cómo es necesario huir de los intereses particulares para hallar la pureza de la misma. La discusión entre Bulgakov y Chertkov, en la que este último es acusado de querer convertir al escritor en un icono que se parece a él, tampoco dejará indiferente a nadie.
Quizá el gran fallo de esta película sea que no es accesible a todo el mundo. Con un conocimiento previo de Tolstoi, vida y obra, se disfruta mucho (hay muchas menciones: Guerra y Paz, Ana Karenina, etc.) pero sin ellas, puede parecer la típica película de intrigas. La música tampoco contribuye, que no resulta una buena acompañante.
7
12 de septiembre de 2013
12 de septiembre de 2013
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Al igual que los cuentos de los Hermanos Grimm sirvieron para que Disney realizase sus primeros largometrajes, el director Ahn Sang-hoon ha utilizado una historia popular de la zona de Miyang, la leyenda de Arang, para realizar su primera película. ¿El resultado? Fascinante cuanto menos.
Y eso que la película es un claro ejemplo del ir de menos a más. Durante los primeros minutos no veremos nada distinto a la clásica historia de fantasmas, a la película que hemos visto una y mil veces. La mujer morena, despeinada, cabeza agachada (un claro homenaje a Hadeo Nakata y a su ya clásico The Ring) los policías que investigan los misteriosos asesinatos que produce este espíritu sin tener en cuenta el factor sobrenatural, los sustos, la sangre, la tensión narrativa. Pero a medida que pasan los minutos vamos sumergiéndonos en la historia que nos propone Sang-Hoon. El director juega con nosotros al despiste. Hasta tal punto que no sabemos si estamos ante una película de terror, un thriller policíaco o cine de venganza. Cada detalle cuenta, y podemos perdernos entre todas las secuencias que postulan pasado, presente, recuerdos o intrigas sobrenaturales.
Aunque se utilizan recursos clásicos, tanto del thriller (La poli solitaria pero astuta, la pista encontrada por una frase dicha al descuido) como del terror (ráfagas de sonido conjugadas con las apariciones, el fantasma siempre en el punto ciego, el juego de luz y sombra) veremos como los efectos están lo suficientemente mimados para darnos la sensación, aparente, de modernidad. Especialmente memorable es la escena de la víctima que se enfrenta con un cuchillo al fantasma, unos minutos que miden la carga de intensidad de la película, que pasados los primeros veinte minutos ha adquirido un ritmo trepidante.
Cierto es que los actores, aunque correctos, no contribuyen excesivamente al desarrollo. Song Yun-ah y Lee Dong-Wok forman un buen dúo protagonista, pero ninguno de los secundarios da una réplica suficientemente buena para elevar el nivel de calidad. Precisamente esto es lo que acaba por hacer que nos fijemos en ciertos lapsus de guión, unos errores que no se puede permitir una película que aspira a ser tramposa. Porque es en la trampa donde está la gracia, en los detalles nimios que vamos viendo escena a escena y que luego sirven para llegar a un final. En este caso, también la escena del climax final acaba por decepcionar, pues nos ofrece el recurso sencillo y manido de cine «hollywoodiense» en lugar de apostar por algo más innovador o inusitado.
En cualquier caso, y en especial para ser el primer largometraje de este director, tenemos una buena película, recomendable tanto para aquellos que no hayan visto demasiado cine de terror asiático como para aquellos que conozcan un poco más en género, a quienes sorprenderá la valentía que demuestra en determinados momentos esta película para tratar de ir más allá. Quizá no sea la cinta más terrorífica del mundo, pero nos ofrece una buena historia de miedo, acción y suspense. Bastante es.
Miguel de la Asunción
www.cinemaldito.com
Y eso que la película es un claro ejemplo del ir de menos a más. Durante los primeros minutos no veremos nada distinto a la clásica historia de fantasmas, a la película que hemos visto una y mil veces. La mujer morena, despeinada, cabeza agachada (un claro homenaje a Hadeo Nakata y a su ya clásico The Ring) los policías que investigan los misteriosos asesinatos que produce este espíritu sin tener en cuenta el factor sobrenatural, los sustos, la sangre, la tensión narrativa. Pero a medida que pasan los minutos vamos sumergiéndonos en la historia que nos propone Sang-Hoon. El director juega con nosotros al despiste. Hasta tal punto que no sabemos si estamos ante una película de terror, un thriller policíaco o cine de venganza. Cada detalle cuenta, y podemos perdernos entre todas las secuencias que postulan pasado, presente, recuerdos o intrigas sobrenaturales.
Aunque se utilizan recursos clásicos, tanto del thriller (La poli solitaria pero astuta, la pista encontrada por una frase dicha al descuido) como del terror (ráfagas de sonido conjugadas con las apariciones, el fantasma siempre en el punto ciego, el juego de luz y sombra) veremos como los efectos están lo suficientemente mimados para darnos la sensación, aparente, de modernidad. Especialmente memorable es la escena de la víctima que se enfrenta con un cuchillo al fantasma, unos minutos que miden la carga de intensidad de la película, que pasados los primeros veinte minutos ha adquirido un ritmo trepidante.
Cierto es que los actores, aunque correctos, no contribuyen excesivamente al desarrollo. Song Yun-ah y Lee Dong-Wok forman un buen dúo protagonista, pero ninguno de los secundarios da una réplica suficientemente buena para elevar el nivel de calidad. Precisamente esto es lo que acaba por hacer que nos fijemos en ciertos lapsus de guión, unos errores que no se puede permitir una película que aspira a ser tramposa. Porque es en la trampa donde está la gracia, en los detalles nimios que vamos viendo escena a escena y que luego sirven para llegar a un final. En este caso, también la escena del climax final acaba por decepcionar, pues nos ofrece el recurso sencillo y manido de cine «hollywoodiense» en lugar de apostar por algo más innovador o inusitado.
En cualquier caso, y en especial para ser el primer largometraje de este director, tenemos una buena película, recomendable tanto para aquellos que no hayan visto demasiado cine de terror asiático como para aquellos que conozcan un poco más en género, a quienes sorprenderá la valentía que demuestra en determinados momentos esta película para tratar de ir más allá. Quizá no sea la cinta más terrorífica del mundo, pero nos ofrece una buena historia de miedo, acción y suspense. Bastante es.
Miguel de la Asunción
www.cinemaldito.com
8
3 de noviembre de 2012
3 de noviembre de 2012
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Decía Benjamin Franklin “O caminamos todos juntos hacia la paz o nunca la encontraremos” y es que las relaciones de conflicto parecen inherentes al ser humano.
Five minutes of Heaven trata de esto mismo: Venganza y perdón, rencor y moral, avería y redención. Una película que, al más puro estilo de una novela de Vargas Llosa, nos habla del conflicto, de su nacimiento, de su repercusión, de su sentido o su falta del mismo. La frase inicial, muy potente, nos sumerge ya en esta historia de redención, diciendo “Para hablar del hombre que he llegado a ser, he de hablar del hombre que una vez fui”
Dicho esto, empieza la película, contextualizada en los problemas de Irlanda de los años 70. Allistair Little, líder de un comando de jóvenes del UVF, en su ansia por matar católicos asesinará a sangre fría a James Griffin, ante los ojos de su hermano pequeño, Joe.
Tras este pequeño prólogo, contado en diez minutos, nos encontramos ya con el film en sí. Un primer plano a un desquiciado James Nesbitt (soberbia interpretación la suya) está en un coche sometido a un incansable monólogo interior. Nos vamos enterando de que han pasado 33 años desde el prólogo que hemos visto, y que Nesbitt interpreta a Joe, el hermano del asesinado, que va a encontrarse cara a cara con Allistair (Liam Neeson) un Allistair que vive condenado por el acto que realizó, extraño en todas las tierras al no querer continuar en el UPV, remordido por la culpa. Un hombre roto que nos transmite muy bien Neeson.
Ambos deben encontrarse en un programa televisivo, pero descubrimos que Joe tiene otros planes: Matar al asesino de su hermano, para conseguir sus “cinco minutos de gloria”. Descubrimos que envidia la vida de Allistair, que se dedica a vender la historia de su delito y sus consecuencias, trata de ayudar a otros a superar problemas similares sabiendo que solo tiene una salida para seguir con su vida: obtener el perdón de Joe, a falta de poder borrar lo que hizo. Por eso la frase inicial es suya. El hombre en que se ha convertido. El hombre que fue. Magistral.
Al final, la escena del encuentro entre ambos personajes tendrá que esperar, y cuando llega, a algunos nos parece…superficial.
Five minutes of Heaven trata de esto mismo: Venganza y perdón, rencor y moral, avería y redención. Una película que, al más puro estilo de una novela de Vargas Llosa, nos habla del conflicto, de su nacimiento, de su repercusión, de su sentido o su falta del mismo. La frase inicial, muy potente, nos sumerge ya en esta historia de redención, diciendo “Para hablar del hombre que he llegado a ser, he de hablar del hombre que una vez fui”
Dicho esto, empieza la película, contextualizada en los problemas de Irlanda de los años 70. Allistair Little, líder de un comando de jóvenes del UVF, en su ansia por matar católicos asesinará a sangre fría a James Griffin, ante los ojos de su hermano pequeño, Joe.
Tras este pequeño prólogo, contado en diez minutos, nos encontramos ya con el film en sí. Un primer plano a un desquiciado James Nesbitt (soberbia interpretación la suya) está en un coche sometido a un incansable monólogo interior. Nos vamos enterando de que han pasado 33 años desde el prólogo que hemos visto, y que Nesbitt interpreta a Joe, el hermano del asesinado, que va a encontrarse cara a cara con Allistair (Liam Neeson) un Allistair que vive condenado por el acto que realizó, extraño en todas las tierras al no querer continuar en el UPV, remordido por la culpa. Un hombre roto que nos transmite muy bien Neeson.
Ambos deben encontrarse en un programa televisivo, pero descubrimos que Joe tiene otros planes: Matar al asesino de su hermano, para conseguir sus “cinco minutos de gloria”. Descubrimos que envidia la vida de Allistair, que se dedica a vender la historia de su delito y sus consecuencias, trata de ayudar a otros a superar problemas similares sabiendo que solo tiene una salida para seguir con su vida: obtener el perdón de Joe, a falta de poder borrar lo que hizo. Por eso la frase inicial es suya. El hombre en que se ha convertido. El hombre que fue. Magistral.
Al final, la escena del encuentro entre ambos personajes tendrá que esperar, y cuando llega, a algunos nos parece…superficial.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Es duro ver como un film que apuesta por la reflexión y la sugerencia del espectador, y que ha conseguido su objetivo en apenas tres escenas, se pierde en intentar meter una pelea callejera para, quien sabe, intentar agradar a todo el mundo o dar algo de dinamismo a la película.
Ese es el gran fallo que se le puede poner a una obra, por todo lo demás, impecable. Aunque otros largometrajes sucumban a la historia que tratan, vemos que aquí no importa Irlanda, el IRA, el UPV, los programas televisivos que explotan los grandes dramas o similares. Importan los personajes, importa el problema, importan sus soluciones.
Ese es el gran fallo que se le puede poner a una obra, por todo lo demás, impecable. Aunque otros largometrajes sucumban a la historia que tratan, vemos que aquí no importa Irlanda, el IRA, el UPV, los programas televisivos que explotan los grandes dramas o similares. Importan los personajes, importa el problema, importan sus soluciones.

6,2
1.029
5
24 de octubre de 2016
24 de octubre de 2016
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay una época histórica que ha sido trillada, rastrillada y explotada hasta la naúsea por todos los artes, es la II Guerra Mundial. Las dimensiones de tan magno conflicto permanecen, sin duda, en la memoria colectiva de el Europa - cosa buena, de todos es sabido que los pueblos que no recuerdan su historia están condenados a repetir sus errores - pero el lado amargo del pastel es que las historias ambientadas en estos años resultan, muy a menudo reiterativas.
Así ocurre con Secretos de Guerra, un film bienintencionado, pero que no pasa de ahí. Ni el triángulo amoroso formado por los niños, ni la historia de la resistencia ante la ocupación nazi, con la conciencia de los que no entienden aún de banderas ni política, son nuevas. Esta cinta, con un guión trillado una y mil veces ante nuestros ojos, es la típica que acogeremos con entusiasmo, para olvidar hora y media después con idéntica sangre fría.
La actuación del trío protagonista, sobre todo teniendo en cuenta su escasa edad, es muy destacable. Si bien los personajes a los que dan vida resultan bastante estereotipados, los tres se mantienen sólidos en sus actuaciones. La fotografía también está muy lograda, delimitando muy bien los espacios del pequeño pueblo y con los grandes y verdes campos ofreciendo una vista maravillosa.
Por todo lo demás, podremos imaginar desde el primer minuto lo que va a pasar. La Resistencia a los nazis, los judíos escondidos, la amistad inquebrantable puesta a prueba por una chica, la pasión del primer amor, la huida al más puro estilo Von Trapp. La navaja de Chéjov impregna cada fotograma de forma calculada. Dicen que lo importante es participar.
Así ocurre con Secretos de Guerra, un film bienintencionado, pero que no pasa de ahí. Ni el triángulo amoroso formado por los niños, ni la historia de la resistencia ante la ocupación nazi, con la conciencia de los que no entienden aún de banderas ni política, son nuevas. Esta cinta, con un guión trillado una y mil veces ante nuestros ojos, es la típica que acogeremos con entusiasmo, para olvidar hora y media después con idéntica sangre fría.
La actuación del trío protagonista, sobre todo teniendo en cuenta su escasa edad, es muy destacable. Si bien los personajes a los que dan vida resultan bastante estereotipados, los tres se mantienen sólidos en sus actuaciones. La fotografía también está muy lograda, delimitando muy bien los espacios del pequeño pueblo y con los grandes y verdes campos ofreciendo una vista maravillosa.
Por todo lo demás, podremos imaginar desde el primer minuto lo que va a pasar. La Resistencia a los nazis, los judíos escondidos, la amistad inquebrantable puesta a prueba por una chica, la pasión del primer amor, la huida al más puro estilo Von Trapp. La navaja de Chéjov impregna cada fotograma de forma calculada. Dicen que lo importante es participar.
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