Hoy descubrimos Zeitgeist: Moving Forward. Es este el tercer largometraje de no ficción del norteamericano Peter Joseph, y el tercero de la serie Zeitgeist.

Esta serie de películas, estrenadas exclusivamente en internet, y realizadas sin ánimo de lucro (cierto es que en su página web se agradecen las donaciones, con las que se desea financiar un cuarto documental, y continuar así con el movimiento), pretende hacer al ciudadano desconfiar del orden establecido, dudar de los paradigmas comunmente aceptados, y al fin y al cabo fomentar el pensamiento crítico.

Desde aquí alabo iniciativas como esta. El problema es que aborda cuestiones muy complejas de una forma simple y reduccionista, lo que al final le conduce a explicar medias verdades que hacen (con razón) desconfiar al espectador.

Zeitgeist: Moving Forward es el tercero de estos tres documentales. Peter Joseph ha ido desarrollando las ideas que en el primero ya estaban presentes, y es éste, el último hasta la fecha, el más completo de todos.

En esta ocasión, se centra sobre todo en el modelo socio-económico, criticando duramente al sistema capitalista, y proponiendo finalmente una alternativa.

Para ello, comienza analizando la naturaleza del ser humano, sus necesidades fundamentales, su tendencia a la violencia, y su supuesta libertad. Para mí, es esta una parte interesantísima, donde no dejas de observar un enfoque demasiado determinista. Se expone sin tapujos la influencia exagerada que el entorno ejerce sobre las decisiones humanas, algo que para mí esta fuera de toda duda. El entorno y la experiencia (o más bien como esta nos ha moldeado) nos hacen menos libres, nos condicionan en nuestras acciones. Pero mis dudas se acrecientan cuando llevas estas ideas hasta el punto de eludir la responsabilidad de la persona en sus decisiones.

La segunda parte del documental se basa en esa crítica feroz al capitalismo. Muchas de las cosas que aquí se dicen son verdad, con la crudeza y el absurdo con que se representan. Sin embargo, no estaría mal contrarrestar la visión parcial que aquí se nos expone con una charla a favor de dicho sistema, pues en la película se olvidan de mencionar que el capitalismo ha conseguido que haya más riqueza y que haya menos porcentaje de pobreza que en toda la historia de la humanidad.

El sistema capitalista es imperfecto, es más, es despiadado en ocasiones y desde luego no es sostenible en un mundo con recursos limitados. Pero su contribución al desarrollo creo que no se puede obviar.

Continúa en el spoiler por falta de espacio, no desvelo nada...

Laurent Cantet es un reconocido director francés de corte intelectual. Sus películas son de ritmo lento, y su envoltorio puede no resultar demasiado atractivo. Sin embargo, sí lo son las tesis que compone, el discurso que yace bajo cada uno de sus trabajos.

Su obra más conocida es La clase, interesante análisis del proceso educativo y de la problemática surgida por la mezcla de culturas. Su aspecto frío y poco cercano alejó al gran público de su visionado, pero entusiasmó entre los círculos más cinéfilos (ganó la Palma de Oro en Cannes).

Ahora estrena Foxfire, su primera película en suelo norteamericano. Para ello, ha optado por adaptar una novela de Joyce Carol Oates sobre un grupo de chicas que forman una sociedad secreta que pretene vivir según sus ideas y sus leyes, allá por los años 50.

La premisa es muy similar a The Kings of Summer, película que se estrena apenas una semana después de esta. En ambos casos, un grupo de adolescentes desprecian la sociedad en la que viven y pretenden vivir según sus propias reglas. Mientras aquella recurre al humor de forma continuada para describir esta huida, Foxfire lo hace en clave puramente dramática.

El resultado es ciertamente fallido. Es díficil entender como no se consigue una empatía clara con un grupo de chicas que pretende cambiar las cosas, que se rebela contra lo establecido y no se resigna ante la injusticia. Su actitud, inexplicablemente, se me antoja prepotente y poco reflexiva.

Pero lo más grave a mi parecer es la simplicidad de las ideas que expone. El capitalismo se encuentra representado por un empresario rico y despreciable que ataca a las clases bajas y reniega de sus reivindicaciones, mientras que el comunismo es encarnado por un adorable anciano que expone teorías revolucionarias.

En Foxfire todos los hombres son acosadores, violadores, o simplemente son unos cabrones (salvo el adorable anciano comunista). Y esto, viniendo de un director como Laurent Cantet, no puede sino sorprenderme.

El Cine en la Sombra
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Jia Zhang Ke ha conseguido el reconocimiento de la crítica especializada con una carrera cinematográfica dedicada a diseccionar las entrañas de la sociedad china.

El país asiático comenzó un proceso de apertura con la ascensión al poder de Deng Xiaoping, hace ya casi 40 años. Desde entonces, la asimilación progresiva del capitalismo ha sustituido las ideas maoístas, y ha convertido a China en la primera superpotencia económica.

Sin embargo, esta evolución no ha supuesto un aumento en la calidad de vida de sus habitantes, sino que por el contrario ha potenciado la desigualdad social, el abuso de poder y la corrupción.
El próspero paisaje de la actual china no es tan bucólico como lo pintan. Así lo cree Jia Zhang Ke, y así lo ha plasmado en casi todos sus trabajos.

En Un toque de violencia el tono de la crítica ha cambiado. La habitual tranquilidad del director, su juicio reposado, ha dado paso a una brutal denuncia, a un grito doloroso que deja de lado la sutileza de sus anteriores películas (Naturaleza muerta, por ejemplo).

Jia Zhang Ke expone mediante un ritmo pausado y un ambiente opresivo y oscuro, el camino al que conduce una sociedad enferma por el poder y el dinero, donde los valores valen menos que un dólar o un yuan. Ante semajante panorama el individuo es empujado, bien a la eliminación de los otros o a la suya propia. La violencia parece la única salida.

Ganadora del premio al mejor guión en Cannes, Jia Zhang Ke asegura haberse basado en historias reales para confeccionar este mosaico de cuatro personajes débilmente interconectados: un minero que cansado de la corrupción de los dirigentes de su pueblo decide acabar con ellos, un delincuente obsesionado con las armas, una empleada en una sauna acosada por un cliente rico, y un joven que se ve obligado a trabajar en puestos cada vez peores.

A pesar del tono agresivo que propone Un toque de violencia, el director no abandona su acostumbrado toque autoral, y decide entregar otra obra difícilmente accesible para el público. Está filmada con elegancia, pero el transcurso de la narración es lento, lo cual hace más impactante los estallidos de violencia.

En definitiva, una película necesaria, pero muy poco amable.

El Cine en la Sombra
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El cine quinqui (género que narra las acciones de jóvenes delincuentes) nació aquí en España en los años 70 con José Antonio de la Loma, director que rodaría hasta 8 películas de esta temática: Perros Callejeros, Los últimos golpes de El torete, Tres días de libertad…

En estos trabajos, se acostumbraba a presentar al delincuente como héroe y símbolo de rebeldía. El género no tardó en alcanzar gran notoriedad, y surgieron nombres como Eloy de la Iglesia (Navajeros, Colegas, El pico).

Incluso directores de un grandísimo prestigio abordaron esta temática: Vicente Aranda (El Lute), Carlos Saura (Deprisa, deprisa), Almodovar (¿Qué he hecho hoy para merecer esto?)…

Sin embargo, todos estas nuevas incursiones mostraban al quinqui como una víctima de las circustancias y el ambiente en el que se había criado.

Gabriel Velázquez sigue esta línea con Ártico, narrándonos la vida de dos jóvenes amigos que deberán salir cada día a buscarse la vida, haciendo prácticamente cualquier cosa: casi todas ellas ilegales claro.

Ártico es una película de apariencia fría y poco discursiva, pero la visión del director queda bastante clara. El ser humano tiende a repetir lo que ve a su alrededor. Se repiten los embarazos no deseados, los maltratos, el fracaso escolar… Salir de la miseria no es tarea sencilla, tanto por una razón social como psicológica.

Así es el retrato de una España profunda, localizada en este caso en Salamanca, ciudad de origen del director, el cual elige actores no profesionales con la intención de acercarse a la realidad lo máximo posible. Estos logran actuar con gran naturalidad, aunque tampoco se muestran muy exigidos ya que la mayor parte de las tomas se realizan desde muy lejos. Los planos son muy abiertos, mostrándonos a los personajes como meros puntos en medio del paisaje.
Tanto es así que en muchas ocasiones tenemos dificultades para oír lo que dicen. Pero esto no es un problema, ya que entendemos todo a través de sus acciones.

En Ártico, la imagen es predominante frente a la palabra. Esta lo domina todo, y el sonido se limita a acompañarla con melodías rústicas (unas manos golpeando una mesa).

Si aquí dijésemos que Ártico es simplemente un tostón, gran parte del público nos daría la razón. Sin embargo, yo he disfrutado de esta película minimalista y extraña, donde apenas hay movimientos de cámara y los planos se mantienen hasta la eternidad.

A pesar de su escasísimo presupuesto, técnicamente es brillante, con encuadres trabajadísimos que saben extraen belleza de los lugares más insospechados.

El Cine en la Sombra
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La erupción en Islandia de un volcán llamado Eyjafjallajökull en 2010, provocó una nube gigantesca de ceniza que paralizó el tráfico aéreo en gran parte de Europa. Más de 100.000 vuelos tuvieron que ser cancelados, más de 1 millón de pasajeros se quedaron en tierra, y se perdieron millones de euros.

De aquello hace ya 4 años. Parecía que sus catastróficas consecuencias ya eran cosa del pasado. Sin embargo, ahora nos llega Eyjafjallajökull (o simplemente El volcán), una comedia francesa efectista y simplona que toma aquel suceso como herramienta comercial.

La erupción del volcán, impide a los protagonistas coger el vuelo que los iba a llevar hasta Grecia, lugar donde tendrá lugar la boda de su hija. Los padres, divorciados años atrás, deberán superar su odio mutuo y colaborar para llegar a la ceremonia.

El rencor y la necesidad de colaboración, ya había sido explorado en clave humorística por Alex de la Iglesia en Muertos de risa, una película que en ciertos tramos recuerda mucho a esta. Si bien, Eyjafjallajökull es mucho más blanda e impersonal.

En este sentido, también encontramos similitudes con La guerra de los Rose, La poison, y su remake de 2001: Crimen en el paraíso.
Su viaje a contrarreloj recuerda a El mundo esta loco loco, y su plantemiento a Dos en la carretera.

Poco aporta Eyjafjallajökull a todas estas películas, aunque tampoco parece tener la intención de hacerlo. Su objetivo, de forma descarada, es la taquilla. En Francia ha conseguido ser el nº 1 en recaudación, aunque tengo ciertas dudas de su funcionamiento fuera, ya que la película intenta contentar a demasiado público, lo cual la hace previsible, le resta mala leche, y finalmente, diversión.

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