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Críticas 406
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
7
25 de octubre de 2011
35 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
La larga crisis económica actual, además de llevarse por delante los medios de vida de bastantes personas, ha tenido un impacto inmediato en el mundo cinematográfico, como así lo prueba la eclosión de documentales y películas que tratan de explicar orígenes o circunstancias de la misma.

"Margin Call" no aspira a una comprensión global de los acontecimientos económicos actuales, sino que trata de ilustrar una parte de los mismos, concretamente la que concierne a los grandes bancos de inversión; aunque en ningún momento se mencionan nombres, es fácil intuir que las anónimas oficinas en las que transcurre el filme no distan mucho de las que debía emplear Lehman Brothers. La historia que se nos narra es la de una liquidación total; descubierto el agujero contable por parte de un par de "empleados rasos", el argumento se esfuerza en mostrar las distintas actitudes de jefes y ejecutivos, que rápidamente comienzan a maniobrar con el lógico pero poco ético objetivo de "nadar y guardar la ropa". Poco importa si la solución pasa por colocar todos los activos basura en el mercado, intoxicando así todo el sistema, y precipitando el colapso financiero.

El guión resulta especialmente acertado al rehuir un exceso de jerga técnica, optando por reflejar las reacciones y emociones de los personajes, que asumen roles un tanto arquetípicos, pero útiles para el progreso del argumento. Este aspecto emocional está también correctamente sugerido por los abundantes primeros planos, que se centran en los rostros y gestos de los personajes, con adecuado efecto dramático. Rodada casi en su totalidad en interiores de oficina, el realizador enfatiza la contraposición entre ese mundo cerrado, al que sólo acceden unos pocos, y el "mundo exterior", donde habita la "gente normal", ajena al drama que se prepara. Una eficaz banda sonora y unas interpretaciones de altura (es difícil igualar un reparto como éste, con Spacey, Bettany o Irons a la cabeza) redondean esta muy notable opera prima de Chandor.

Aparte de una correcta recreación del colapso de un gigante financiero, el filme plantea varios dilemas éticos a través de las actitudes de los personajes. En este sentido, el más interesante es el que interpreta Spacey, un hombre fiel a la firma durante más de treinta años, y que sabe que la solución propuesta por el mandamás (Irons) supone extender el problema al conjunto de la economía, esto es, a la "gente corriente". Continúa en spoiler sin revelar detalles.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Su decisión final, al igual que la de otros directivos de la empresa, me ha recordado unos versos de Benedetti, que acaso explican mejor que cualquier otra cosa la realidad de las personas metidas en este mundo, y tal vez en todos los mundos:

"Ya lo sabemos
es difícil
decir que no
decir no quiero

(...) no obstante
cómo desalienta
verte bajar de tu esperanza

(...) oírte primero despacito
decir que sí
decir si quiero

(...) y ver que un día
pobre diablo (...)
poquito a poco
abres la mano

y nunca más
puedes cerrarla".
10 de julio de 2011
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imperfecta y hermosa, desequilibrada y genial, "La ciudad desnuda" se revela como una obra fundamental en la filmografía del director, y también dentro del género, tanto por las novedades que aporta como por las influencias que asume.

Digo que es imperfecta y desequilibrada porque el argumento tiene poco peso en comparación con el marco en el que se desarrolla; es más, el verdadero argumento es el marco, esa ciudad impresionante, hermosa y terrible a un tiempo, que encarna la vida y la muerte de los que la habitan. Nueva York es la estrella del filme, la diva, y está tan maravillosamente fotografiada por William Daniels como lo estaría cualquier estrella femenina (de hecho Daniels era el director de fotografía predilecto de Greta Garbo, que estipulaba su presencia obligatoria en las películas en las que intervenía). La ciudad es la protagonista, pero cumple el rol de la mujer fatal, atractiva y destructora, capaz de engullir a los que la frecuentan, revelando así su cara más siniestra, aspecto que Dassin mantendrá en sus posteriores realizaciones como "Mercado de ladrones", "Noche en la ciudad" y "Rififí" (sus mejores obras, en las que las ciudades cumplen el mismo papel que en el presente filme).

Otro aspecto cuestionable es el empleo, un tanto abusivo, de la voz en off, especialmente en el inicio de la película, que formalmente es espléndido. En mi opinión las imágenes de la ciudad hablan por sí solas, no necesitan acompañamiento ni aclaraciones. Debe señalarse también que las ambiciones sociales de la película quedaron cercenadas por el estudio, que cortó gran parte de la cinta, impidiendo que Dassin mostrara plenamente su vena neorrealista, lo que desequilibra un poco el conjunto final.

Pero todas estas posibles debilidades palidecen ante las virtudes de una película maravillosamente filmada, que capta como pocas el pulso de la vida urbana; cuando veía el comienzo, con esos planos aéreos de Nueva York, inicialmente diurnos y después nocturnos, resultaba imposible no asociarlos al arranque de "Manhattan", al igual que un hermoso plano, tomado junto al puente, que remite a otro plano memorable de la citada obra de Allen. Las escenas urbanas beben de las fotografías de Arthur Fellig, célebre por sus reportajes asociados a crímenes y cuya vida se llevó al cine en la interesante "El ojo público"; sin ir más lejos, el título de la película es el de un libro de fotografías que publicó dicho fotógrafo en 1945. Hay también cierto influjo de una obra documental mítica, como es "Berlín, sinfonía de una ciudad" de Ruttmann, y de algunos pintores norteamericanos de principios de siglo (en el comienzo, de un expresionismo brillante, hay un plano nocturno de un tren elevado que recuerda poderosamente al cuadro "Six o'clock, winter" de John Sloan). Igualmente, la relevancia que se concede a la arquitectura urbana, recuerda a algunas obras del expresionismo alemán, como Metrópolis (aunque en ella la arquitectura fuera puro decorado).
Spoiler.
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Aparte de estas fuentes de inspiración, "La ciudad desnuda" va a ejercer un notable influjo sobre el cine negro posterior, mas allá de lo antes mencionado en relación con "Manhattan". En efecto, es una de las películas pioneras, junto con otras de Mann y Hathaway en reivindicar la labor de la policía, dejando de lado la hasta entonces preponderante figura del detective privado duro e irónico, protagonista clave de la novela negra americana. Del mismo modo, recurre a la luego tradicional pareja de policías, uno veterano y sabio, y otro joven y entusiasta, que constituyen un complemento perfecto. Por último, las secuencias de acción, soberbias y llenas de tensión, han sido copiadas hasta la saciedad, como la persecución por las calles, que tendrá en "French Connection" un claro homenaje, como bien ha señalado algún usuario.

Enteramente rodada en escenarios naturales, con buenas interpretaciones (especialmente del siempre divertido Barry Fitzgerald, así como del eficaz secundario Ted De Corsia), un guión correcto (en el que participó el perseguido Albert Maltz), buena música, del ubícuo Miklos Rozsa, y un excelente montaje de Paul Weatherwax (ganador del Oscar, junto con la fotografía de Daniels), la película tiene secuencias brillantes (todo el prólogo, la impresionante persecución final) y planos de gran hermosura (además del ya mencionado antes, el asesinato del compinche borracho junto al río, el reconocimiento del cadáver -en un efectista picado- por parte de los padres en la Morgue, y una puesta de sol, junto al río, de enorme belleza fotográfica). En definitiva, una estupenda película.
14 de abril de 2009
32 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es una adaptación de la excelente novela de Kenneth Fearing, titulada "The big Clock", uno de los mejores thrillers que yo he tenido el placer de leer. Como sucede con toda adaptación, en el presente caso se corría el riesgo de adulterar la historia, desvirtuar los personajes o no reproducir el ambiente adecuado. El filme, que en líneas generales resulta correcto, y que cubre las expectativas en cuanto a los dos primeros peligros mencionados, patina ligeramente en el tercero.

El argumento general de la novela se respeta escrupulosamente, y da pie al desarrollo del drama que, salvo al principio, transcurrre enteramente en un edificio de oficinas, donde el protagonista (un soso Ray Millard), es acosado y perseguido, víctima de un equívoco que le hace sospechoso de asesinato. Este tema, el de un falso culpable que trata de escapar en un marco cerrado se habría convertido en una gloriosa película en manos de Hitchcock o Lang, pero en este caso tenemos que conformarnos con la labor de John Farrow, quien no obstante, logra aquí su mejor película. Estéticamente, el filme se encuadra en la línea del cine negro de la época, pero visualmente no logra transmitirnos la angustia que acosa al protagonista, y que sin duda, era el mayor acierto de la novela. Así, el desarrollo de los acontecimientos resulta algo frío y mecánico, sin que llegue a emocionar al espectador, que en todo momento contempla entretenido la acción, pero nunca del todo satisfecho.

En otro orden de cosas, destacar la labor de los secundarios, especialmente, y como no podía ser de otra manera, la interpretación del grandioso (en todos los sentidos) Charles Laughton quien, sin embargo, y en mi opinión, no da aquí lo mejor de sí. Muy correctos resultan también Maureen O'Sullivan, carcaterizando a la protagonista femenina, y George Macready, segundo de a bordo de Laughton en la empresa.

En definitiva, una buena película, siempre correcta, pero que decepciona por su ritmo irregular y por su frialdad en la narración. La historia conocería una nueva adaptación cinematográfica mucho más libre y, en mi opinión, inferior a ésta, en "No hay salida" (1987), dirigida por Roger Donaldson y protagonizada por Kevin Costner y Gene Hackman.
28 de septiembre de 2012
29 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy a propósito resulta el título de la clásica película negra española de Sáenz de Heredia para encabezar este comentario, en el que un falso ojo se convierte en la clave para resolver un crimen.

La película es una adaptación notable de un relato de William Irish, cuyo verdadero nombre era Cornell Woolrich, y que es sin duda uno de los escritores estadounidenses más y mejor adaptados al cine (pensemos en "La ventana indiscreta" de Hitchcock, "La dama desconocida" de Siodmak, "La ventana" de Tetzlaff, "La novia vestida de negro" de Truffaut, etc). Especialista en el género criminal y de suspense ambientado durante la Gran Depresión, es uno de mis escritores de relatos preferidos, siendo el aquí adaptado ("Through a Dead Man's Eye", 1939) uno de los mejores. La traslación de la acción a Barcelona se realiza con bastante fidelidad al original, manteniendo las claves argumentales básicas del relato, aunque operando algunos cambios más o menos acertados.

El resultado es un filme lleno de sugerencias interesantes, pero que no llega a explotar plenamente todas las posibilidades que proporcionaba el excelente argumento de Woolrich; así, pese a que el guión es respetuoso con la historia original y reproduce los personajes fundamentales de la misma, los diálogos son en muchos casos poco naturales, y se concede una excesiva importancia a la pesquisa policial, mientras que en el relato el hilo conductor era siempre la investigación de los niños. Es precisamente cuando esta se apodera del argumento -aproximadamente hacia la mitad del metraje- cuando la película se eleva, ganando enteros hasta el final, algo que se aprecia también en la realización, que encuentra en el seguimiento del sospechoso a través de las oscuras callejuelas del Barrio Gótico y aledaños barceloneses, sus mejores momentos. Por lo tanto, es fácil concluir que el filme resulta más acertado cuando sigue el argumento original, y que flojea cuando los guionistas añaden de su cosecha algunos fragmentos (todo el crimen de la mujer, los interrogatorios policiales...), aunque tales añadidos sean comprensible para alargar la historia, que originalmente no alcanza ni treinta páginas.

Aceptablemente interpretada, destacan como suele ser habitual los niños, siempre tan naturales ante la cámara, y el inimitable Sazatornil, que compone con su comicidad reconocida a un iracundo tintorero. La fotografía cobra especial importancia y lucimiento en el tramo final, todo él nocturno y ambientado en callejas oscuras y zonas industriales lóbregas, haciendo un hábil uso de las sombras y de los ángulos. En cuanto a la música, un poco folclórica, no resulta desagradable, pero no llega a casar bien con la historia, y a veces se elige mal el momento de insertarla (como en la pelea final).

En conjunto, una película muy recomendable, tal vez algo desigual, pero que se disfruta fácilmente, especialmente en la segunda mitad del metraje, y que de paso sirve para rendir homenaje a quien fue uno de los mejores escritores de relatos de suspense -y de relatos a secas, diría yo-, un Woolrich a quien debemos mucho quienes somos tanto lectores como espectadores.
20 de febrero de 2010
29 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excepcional película de reconstrucción histórica a cargo de Francesco Rosi gracias a la cual vería la luz una nueva corriente cinematográfica: el cine político italiano, que contaría entre sus filas autores de gran importancia, como Pontecorvo, Lizzani, Petri o Bertolucci.

Rosi elabora una profunda encuesta investigadora sobre la realidad siciliana de posguerra tomando como eje la muerte del célebre bandido Salvatore Giuliano, héroe popular, antiguo separatista y pelele de mafiosos y políticos conservadores en su lucha por desactivar al Partido Comunista en la isla. Así, un personaje como Giuliano sólo le interesa a Rosi como un medio a través del cual mostrar los conflictos de fondo que se libraban en la Sicilia de entonces, conflictos de los que Giuliano era más una consecuencia que una causa. El filme narra una historia compleja, con numerosos saltos temporales y haciendo uso ocasional de la voz en off, para situar al espectador en los acontecimientos de la época. En una primera parte se centra en mostrar el clima reinante en la isla, con la ocupación militar de por medio, para después, y al hilo de un juicio posterior a los bandidos, investigar la muerte de Giuliano y apuntar qué puede ocultarse tras la misma. Es llamativa la decisión de no mostrar nunca al supuesto protagonista con vida; tan sólo lo vemos al principio, en un hermoso picado que nos lo muestra muerto, y al cabo de la hora de metraje, cuando su madre identifica el cadáver (que es enfocado en un escorzo parecido al del "Cristo muerto" de Mantegna). El resto del tiempo Giuliano está presente en espíritu, ya que aunque nunca se hace visible, todo el mundo, espectadores incluidos, percibe su presencia.

Eficazmente rodada e interpretada, destacan secuencias como la inicial, con esa muerte tan escenográfica, de una estética muy cuidada, y que como se verá no es un capricho del director, sino una decisión consecuente. Muy notables también las secuencias de la ocupación militar de los pueblos sicilianos, que recogen fielmente la angustia de las mujeres a las que les son arrebatados sus maridos, así como la dedicada a la célebre matanza de Portella della Ginestra. A ello cabe añadir un guión de enorme solidez, tanto por lo que explícitamente cuenta como por lo que implícitamente sugiere al espectador, que terminada la película sigue cavilando posibilidades. Además, el filme gana enormemente en veracidad al haberse rodado en los lugares exactos en los que se desarrollaron los acontecimientos históricos.

Por todas estas razones, una obra imprescindible que nadie debe perderse.
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